Un reactor cerrado en la URSS por inseguro sigue funcionando





La UE pide el cierre de la central nuclear de Metsamor, con tecnología soviética y en una zona sísmica


Manuel Ansede
Público



El miércoles pasado, el primer ministro azerbaiyano, Artur Rasizade, hizo un dramático llamamiento a la comunidad internacional para cerrar una central nuclear, la armenia de Metsamor. La planta es un cóctel peligroso: tecnología soviética de hace 40 años, como Chernóbil, y un emplazamiento en una zona sísmica, como Fukushima. Y todo ello a 30 kilómetros de la capital armenia, Ereván.
Para Rasizade, esta central del país vecino es una "amenaza" para Azerbaiyán, Turquía, Georgia, Irán y Rusia, según denunció en una cumbre sobre el futuro de la energía nuclear en Kiev (Ucrania). La instalación atómica, recordó, ya dio un susto al mundo. El 7 de diciembre de 1988, un terremoto de magnitud 6,9 sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la URSS. Unas 25.000 personas murieron cuando se vinieron abajo sus casas, construidas de cualquier manera durante el periodo de estancamiento económico bajo la dictadura de Leonid Brézhnev.
La central de Metsamor, a 75 kilómetros del epicentro, aguantó, pero en 1989 las autoridades decidieron no correr riesgos innecesarios y cerraron sus dos reactores. Pero el apagón no duró mucho tiempo.
Tras declarar su independencia, en 1991, Armenia entró en guerra con Azerbaiyán por el control del enclave de Nagorno Karabaj. Y, después de la guerra y del colapso de la URSS, Armenia, con una crisis energética galopante, puso la economía por delante de la seguridad y reabrió uno de los reactores de Metsamor. Desde entonces (1995), la central es un quebradero de cabeza para los países vecinos y para la UE, que la quieren ver cerrada. Turquía está a unos 15 kilómetros. La zona de exclusión de Chernóbil tiene, 25 años después del accidente, un radio de 30 kilómetros.
En un reciente informe, elaborado en marzo, la Comisión Europea alertaba de que el reactor "no puede ser mejorado con condiciones económicas razonables para cumplir los actuales estándares de seguridad, por su específico diseño". El reactor funciona, por lo tanto, sin garantías y, además, en una zona de terremotos. No obstante, no es exactamente un modelo gemelo del que estalló en Chernóbil, un RBMK, sino la versión más antigua de los VVER, los reactores de agua presurizada soviéticos. Se inauguró en 1980.
"La UE ha tomado la firme decisión de que se debería cerrar lo antes posible", concluía el documento de la Comisión. El Gobierno armenio, sin embargo, no lo tiene fácil para clausurar su cóctel de Chernóbil y Fukushima. En un país con 3,2 millones de habitantes, Metsamor produce el 40% de la electricidad. La nuclear, además, es estratégica para no depender por completo del gas ruso, con el que se produce el 25% de la electricidad.
En una entrevista con Armenian News a comienzos de abril, el ministro de Energía armenio, Armen Movsisyan, afirmó que su país no renunciará a la energía nuclear, ni siquiera después del desastre de la planta japonesa de Fukushima, provocado por un terremoto. La clausura llegaría, como pronto, en 2016. Hasta entonces, será un bolsillo roto para la UE. Entre 2008 y 2009, Bruselas puso más de 15 millones de euros para mejorar la seguridad de Metsamor.
http://www.publico.es/ciencias/372974/un-reactor-cerrado-en-la-urss-por-inseguro-sigue-funcionando


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25 años de Chernobyl
La ciudad fantasma de Pripyat, un símbolo de la catástrofe

Richard Ingham
Rebelión



 «Advertencia, no tocar nada con las manos», advierte el guía cuando los visitantes penetran en el jardín de infancia. Sobre el suelo se observan estanterías, cubos de plástico, felpas, libros de niños; justamente lo que se espera encontar en un espacio de juegos de niños. Pero estos juguetes están recubiertos con una capa espesa de polvo blanco, cuajado desde hace un cuarto de siglo.
Las máscaras antigás para niños también están esparcidas en el suelo; se percibe que algo terrórifico los ahuyentó de aquel lugar; su ciudad, Pripyat, fue el auténtico decorado de la película «Apocalipsis».
Situado a algunos kilómetros de Chernóbil, la ciudad revela en un instante el coste astronómico de la catástrofe nuclear más grande de la historia; y predice, de algún modo, el horrible destino al que se enfrenta en estos momentos Japón, tras la crisis que se ha desatado en la central nuclear de Fukushima.
Unos 50.000 habitantes de Pripyat huyeron después de la explosión del reactor 4 de Chernóbil que proyectó a la atmósfera un flujo de partículas radiactivas de cesio, estroncio, yodo y plutonio el 26 de abril del año 1986. Construído solamente dieciseis años antes, Pripyat «estuvo considerado como uno de los mejores lugares para vivir en la Unión Soviética», comenta Nikolai Fomin, un joven ucraniano que escolta a los visitantes dentro de la zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de Chernóbil.
Allí donde vivían muchas familias jóvenes, donde «las tiendas estaban llenas de cosas que no se encontraban en otros lugares», recuerda el guía, la hierba crece en las grietas de las calzadas y las ventanas de los apartamentos aparecen recubiertas de mugre. Los visitantes suelen llegar en autobuses equipados con material de proteccción hacia las radiaciones, de trapos y agua para descontaminar los zapatos y la ropa antes de marcharse. «Los animales se acercan, pero se asustan de las personas», asegura Fomin.
Un precio incalculable
Los cristales de un vaso roto rechinan bajo los zapatos al pisarlo; en el parque, los toboganes amarillos que debían ser inaugurados el 1 de mayo de 1986, se muestran agrietados. En la casa de cultura, una hoz y un martillo presiden la sala principal, mientras carteles de Lenin y otros líderes soviéticos se amontonan en una esquina; habían sido preparados para el desfile del 1 de mayo que finalmente nunca se celebró.
Para Ucrania, el precio que está pagando por la catástrofe nuclear de Chernóbil es incalculable. Tuvieron que realojar a todos los habitantes de Pripyat a otras ciudades y pueblos, recubrir con un sarcófago los reactores dañados, limpiar la central, vigilar las regiones contaminadas... Todavía hoy, cerca del 5% del presupuesto anual del país está dirigido a las indemnizaciones a causa del accidente, incluido el pago de pequeñas sumas para ayudar a la gente de las regiones contaminadas a comprar alimentos «limpios». Bielorrusia y Rusia también han sido tocadas duramente; entre los tres países, suman más de 330.000 personas desplazadas en total. El coste directo e indirecto de la catástrofe hasta 2005, fue cifrado en «centenares de millones de dólares» en un informe del Foro Chernóbil, que reagrupa a Ucrania, Bielorrusia, Rusia, siete agencias de la ONU y el Banco Mundial.
En términos de balance humano y de polución radiactiva, Fukushima está lejos de ser comparable a Chernóbil, según Malcolm Grimston, especialista nuclear del Instituto británico Chatham House. El tiempo de duración de evacuación de las poblaciones alrededor de Fukushima es, sin embargo, desconocido, y la revisión del lugar tomará decadas. Para éste experto, el impacto sobre la economía debe también ser contabilizado.


http://www.gara.net/paperezkoa/20110426/262178/es/La-ciudad-fantasma-Pripyat-simbolo-catastrofe

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