EEUU: Enorme fuga de gas en California desata la ira de los residentes


Desde hace varias semanas, la hija de tres años de Sam Mongeau, Bella, no para de toser. Otros miembros de su familia padecen sangrados por la nariz y sufren de migrañas y fatiga.

Según Mongeau, de 40 años, el culpable es una enorme fuga de gas cerca de su casa en Porter Ranch, un condominio cerrado de clase media en el noroeste de Los Ángeles donde se decretó esta semana estado de emergencia. “Todo el mundo cayó enfermo”, asegura a la AFP este encargado de ventas de una concesionaria local. “Es casi como despertarse todos los días después de una anestesia, te sientes drogado y fatigado”, añade.
La fuga se detectó el 23 de octubre en un pozo de gas natural de unos 2.651 metros de profundidad en las instalaciones de Aliso Canyon, operadas por la distribuidora de gas Southern California Gas Company (SoCalGas). Se trata de una de las infraestructuras gasíferas más importantes de Estados Unidos.
De origen desconocido, la fuga parece provenir de un gasoducto roto a unos 150 metros bajo tierra.
Se han hecho esfuerzos para detener el escape inyectando líquido y lodo en el pozo, pero han fracasado. La compañía gasífera perfora ahora un pozo de socorro para interceptar y tapar el primero.
La operación debería tomar varias semanas, hasta fines de febrero o marzo.
Respirar aire fresco
Pero ese calendario no es bien recibido por los 30.000 habitantes de la zona, muchos de los cuales aseguran haberse enfermado por el olor a huevo podrido que emana de un aditivo que se utiliza para detectar las fugas de gas.
“Tengo náuseas y dolor de cabeza”, se queja Linda Noel, de 50 años, mientras espera frente a un centro establecido por SoCalGas para ayudar a los residentes.
“Todos en la familia han ido al médico o a la emergencia. Todo lo que pido es salir de aquí y respirar aire fresco”.
Suna Najar, de 46 años, cuenta que tuvo erupciones en el cuello y el rostro. A su hija de 12 años le sangra la nariz.
“Somos cuatro en la familia y nos están ofreciendo reubicarnos en un solo cuarto de hotel”, lamenta. “Esto nos hace sentir que todo está fuera de control y que estamos a merced de todo el mundo”.
SoCalGas ha reubicado hasta ahora a más de 10.000 residentes y cientos más piden igual trato. Dos escuelas de primaria han estado cerradas desde hace semanas y los niños están acudiendo a otros distritos.
Paralelamente, más de 1.000 personas se unieron en una demanda colectiva contra SoCalGas, muchas alentadas por la célebre activista medioambiental Erin Brockovich, quien trabaja en una firma legal que ya ha sostenido varias reuniones informativas con los residentes.
La lucha de Brockovich contra las multinacionales estadounidenses fue llevada al cine y le valió un Óscar a Julia Roberts, quien interpretó a la militante.
La compañía del gas y las autoridades sanitarias de California aseguran que la fuga no representa ningún riesgo de salud para los residentes.
Los expertos advierten, no obstante, que el riesgo medioambiental es enorme. El metano que escapa de Aliso Canyon es un gas de efecto invernadero muy nocivo y es 80 veces más peligroso para la capa de ozono que el CO2.
La fuga emite el equivalente a 1.000 toneladas de metano por día, según expertos, es decir lo que corresponde a la contaminación producida por 4,5 millones de vehículos.
“Para ver esto en perspectiva, la fuga duplica la tasa de emisión (de metano) de toda la cuenca de Los Ángeles. A escala mundial, esto es enorme”, señala Stephen Conley, científico de la Universidad de California en Davis.
Michael Mizrahi, portavoz de SoCalGas, dice que la compañía reconoce que la fuga ha perturbado la vida de miles de personas y que tendrá un impacto ecológico, y asegura que está haciendo lo posible para remediar la situación.
El incidente ya le ha costado 50 millones de dólares.


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