Orcas amenazadas por el tráfico de buques y el hambre

Durante los últimos tres años, no ha nacido ninguna cría en los menguantes cardúmenes de orcas que expulsan agua en forma de géiser frente a la costa en el Noroeste del Pacífico en EE. UU. Normalmente, unas cuatro o cinco crías nacían cada año entre esta inusual población urbana de orcas —cardúmenes llamados J, K y L. Pero el número de orcas en el lugar se ha reducido a sólo 75, su nivel más bajo en 30 años, en lo que parece ser un declive inexorable y desconcertante.

Por Jim Robbins

Incluidas entre las especies en peligro en extinción desde 2005, las orcas básicamente están muriendo de hambre, al tiempo que su presa principal, el salmón real, o chinook, está en proceso de extinción .
En mayo, el gobernador Jay Inslee convocó al Equipo de Trabajo de la Orca Residente del Sur, un grupo de funcionarios estatales, tribales, provinciales y federales, para idear formas de contener la pérdida del querido animal regional. “Creo que traemos orcas en el alma en este Estado”, dijo.
Las orcas también enfrentan una nueva amenaza. Un reciente acuerdo entre el gobierno canadiense y Kinder Morgan para expandir el oleoducto Trans Mountain multiplicaría siete veces el tránsito de buques petroleros a través del hábitat de las orcas, de acuerdo con algunos cálculos, y las expondría a ruido excesivo y derrames potenciales. Está previsto que la construcción inicie en agosto, pese a la oposición del gobernador Inslee y muchos ambientalistas.
A fines de los ‘90, había casi 100 orcas en la población. Siguiendo al salmón, migran por el Mar de Salish a la costa del norte de Columbia Británica y a menudo salen a la superficie en el sur, en el Estrecho de Puget, a la vista del Centro de Seattle, sobre todo durante los meses de primavera y verano. Los machos, que pueden pesar hasta 10.000 kilos, por lo general viven alrededor de 30 años y las hembras, que pesan hasta 7.000 kilos, sobreviven más tiempo —hasta 50 o 60 años, aunque Granny, que era miembro del cardumen J, vivió 105 años.

No sólo hay menos crías, sino que indicios de endogamia también señalan a una población debilitada. En los ‘70 y ‘80, parques de diversiones como Sea World capturaron a casi cuatro docenas de orcas de la región, reduciendo posiblemente el acervo genético de los cardúmenes. A los investigadores les preocupa que las hembras en edad de reproducirse superen la edad para hacerlo, y no sean reemplazadas.
El principal factor que contribuye a su declive podría ser la desaparición del enorme salmón real, que puede medir hasta un metro. “Son especialistas en salmón chinook”, dijo Brad Hanson, un investigador en el Centro de Ciencias Pesqueras del Noroeste. Las orcas comen 30 al día. Cazar suficientes presas más pequeñas exige más energía.
El mundo submarino en la región también se vuelve más ruidoso, sobre todo un área entre las Islas San Juan y la Isla de Vancouver llamada Estrecho de Haro. Es una de las zonas favoritas de las orcas para buscar alimento.
“También es esencialmente una enorme cuneta de piedra donde rebota el sonido”, dijo Hanson. “Cuando a eso se suma el tránsito de embarcaciones comerciales que van a Vancouver, los navegantes recreativos y las operaciones para observar ballenas, es un espacio bastante ruidoso”.
Las autoridades han ampliado la distancia que las embarcaciones deben mantener de los animales.
Otro factor es la contaminación en el Estrecho de Puget. Las ballenas que viven frente a la costa de Seattle, Tacoma y otras ciudades, son ballenas urbanas afectadas por desechos municipales e industriales, y por derrames ocasionales de plantas de tratamiento de aguas residuales al océano. Las orcas tienen algunos de los niveles más altos de contaminación de cualquier animal marino.
A final de cuentas, intentar conservar una población de ballenas a la sombra de una de las ciudades de más rápido crecimiento en EE. UU. podría no ser posible.
“Ya es un problema en el ecosistema”, dijo Hanson. “Las cosas son un desastre y tenemos que llevarlas de vuelta a un punto en que podamos sustentar a las orcas. Y el reloj está avanzando”.
‘Creo que traemos orcas en el alma en este Estado’.

Fuente: 2018 The New York Times- Imagenes: Una orca entrando en vista del Monte Baker en el estado de Washington. La orca más antigua de la zona vivió hasta los 105 años. (Elaine Thompson/Associated Press.) - Una terminal marítima del oleoducto Trans Mountain Pipeline de Kinder Morgan en Burnaby, Columbia Británica, que aumentaría significativamente el tráfico de petroleros en el hábitat de las orcas. (Jonathan Hayward/The Canadian Press, via Associated Press.)
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Todos los secretos de cómo bucean los mamíferos marinos
¿Cómo hacen los mamíferos marinos para no sufrir la enfermedad de descompresión? Cualquiera que haya buceado sabrá del riesgo que existe al subir demasiado rápido a la superficie: el gas nitrógeno que ha pasado del aire a la sangre ya los tejidos del cuerpo durante la inmersión, puede expandirse rápidamente y provocar la aparición de burbujas que, en situaciones muy graves pueden causar la muerte.
 
El pasado abril, la Fundación Oceanogràfic y el Centro de Mamíferos Marinos de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI, en sus siglas en inglés) de Massachusetts (EE UU) propusieron una hipótesis rompedora que explicaba cómo mecanismos pulmonares activos de los animales, y no pasivos como se creía hasta ese momento, les permitían no padecer la enfermedad del buceador.
Ahora, un equipo internacional de investigadores liderados por Andreas Fahlman, investigador de la Fundación Oceanogràfic, publica en Frontiers in Physiology dos nuevos estudios sobre delfines en libertad que parecen corroborar esta teoría.
“¿Cómo puede una única especie tener estilos de vida tan distintos?”, se planteó Fahlman cuando observaba a dos poblaciones diferentes de delfín mular (Tursiops truncatus): una caza en superficie, cerca de la costa de Florida (EE UU); y otra, en las Islas Bermudas, donde busca comida a unos mil de metros de profundidad, realizando inmersiones de hasta 13 minutos con una sola respiración.
“Queríamos evaluar qué tipo de diferencias ocasionaban comportamientos tan diversos; permitiéndonos determinar hasta qué punto la fisiología puede cambiar dentro de una misma especie, y entender la amenaza que el estrés provocado por la actividad humana puede suponer a estos delfines en sus inmersiones profundas”, explica el experto.
Ahora, un equipo internacional de investigadores liderados por Andreas Fahlman, investigador de la Fundación Oceanogràfic, publica en Frontiers in Physiology dos nuevos estudios sobre delfines en libertad que parecen corroborar esta teoría.
Los resultados reflejan que no hay diferencias en la mecánica pulmonar ni en el metabolismo entre una y otra población, lo que concuerda con la hipótesis planteada en abril. Al depender la respiración de un mecanismo activo, la misma especie podría perfeccionarlo de diferentes maneras, según sus necesidades. Este mecanismo activo consistiría en dirigir el flujo sanguíneo durante la inmersión hacia las zonas del pulmón que han colapsado por la elevada presión, lo que limita el intercambio de gases, incluyendo el nitrógeno.
No obstante, el flujo sanguíneo puede redirigirse a otras zonas permitiendo la captación de suficiente cantidad de oxígeno en sangre y eliminación del dióxido de carbono cuando fuera necesario. Este estudio también concluyó que, de ser cierto, el mecanismo podría llegar a fallar si el animal se encuentra estresado.
El corazón marca la diferencia
La principal diferencia, el ritmo cardíaco. En otro de los estudios que se publican, los investigadores han estimado cómo las diferentes poblaciones gestionan el intercambio de gases entre la sangre y los tejidos en sus respectivos estilos de vida.
Elaboraron un modelo del metabolismo gracias a parámetros específicos de la especie, con el objetivo de determinar qué adaptaciones necesitarían los delfines de gran profundidad para alcanzar dichas marcas sin sufrir daños.“Los resultados indicaron que, para que un grupo buceara a tal profundidad sería necesario un ritmo cardíaco más elevado, no solo durante las estancias de recuperación en la superficie, sino también durante las inmersiones más superficiales que realizan entre dos profundidades para recuperar sus reservas de oxígeno”, indica Fahlman.
“Mantener la sangre en movimiento rápido y constante entre las sesiones de caza submarina les ayuda a reducir el tiempo que pasan en la superficie y mejorar la recuperación”, prosigue.
Las diferencias encontradas que permiten a una población bucear unas cien veces más hondo que la otra son unos mayores promedios de masa muscular, concentración demioglobina y volumen de sangre, que se sumarían al mayor ritmo cardíaco. No se distinguieron diferencias en la anatomía de las poblaciones ni en los mecanismos que emplean para bucear, como el mencionado colapso o compresión pulmonar.
Según Fahlman, “la hipótesis ofrece nuevas e interesantes rutas de investigación, orientadas a comprender cómo los mamíferos son capaces de sumergirse a profundidades extremas con el único apoyo de los pulmones llenos de aire, sin sufrir ninguno de los problemas que experimentamos los humanos”.
Uno de los objetivos de Fahlman con estas investigaciones es “entender mejor cómo afecta nuestro impacto a estas especies, de forma que al final, podamos mejorar los esfuerzos para la conservación de los delfines y del resto de mamíferos marinos”.

Referencia bibliográfica:
Fahlman A, McHugh K, Allen J, Barleycorn A, Allen A, Sweeney J, Stone R, Faulkner Trainor R, BedfordG, Moore MJ, Jensen FH, and Wells RS. "Resting Metabolic Rate and Lung Function in Wild Offshore Common Bottlenose Dolphins, Tursiops truncatus, Near Bermuda". Front. Physiol. 9:886. doi:10.3389/fphys.2018.00886
Fahlman A, Jensen FH, Tyack PL and Wells RS. "Modeling Tissue and Blood Gas Kinetics in Coastaland Offshore Common Bottlenose Dolphins, Tursiops truncatus". Front. Physiol. 9:838. doi:10.3389/fphys.2018.00838
Fuente original: aquí

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