«Los pueblos indígenas son los mejores administradores de sus ecosistemas ancestrales»

Autor de best sellers, cofundador del premiado Equipo de Conservación del Amazonas y orador aclamado, Mark Plotkin es uno de los etnobotánicos y conservacionistas de la selva tropical más destacados del mundo. Plotkin ha trabajado de manera estrecha con las comunidades indígenas —incluidos los curanderos tradicionales o chamanes— desde la década de 1980, primero como académico y luego como miembro de una gran organización conservacionista. Sus experiencias en las comunidades amazónicas llevaron a Plotkin, junto con la conservacionista costarricense Liliana Madrigal, a crear el Equipo de Conservación del Amazonas (ACT) en 1995. El ACT adoptó un enfoque diferente al de la mayoría de los grupos de conservación occidentales de la época: colocó a las comunidades indígenas en el centro de su estrategia y trabajó en asociaciones profundas y sostenidas con los ancianos y líderes indígenas para reforzar el reconocimiento de sus derechos, mediante una combinación de conocimientos tradicionales y tecnologías cartográficas. Estos esfuerzos han dado como resultado que vastas franjas de territorios indígenas en las selvas tropicales de Colombia, Surinam y Brasil estén mejor protegidas, tanto funcional como legalmente. También han contribuido a que la gente tome conciencia sobre el valor y la importancia de los conocimientos tradicionales indígenas.
Por Rhett A. Butler

El enfoque del ACT ha sido ampliamente adoptado desde entonces por otras organizaciones y su filosofía en general es ahora más relevante que nunca, ya que el sector de la conservación lucha contra sus raíces coloniales y las cuestiones asociadas a la discriminación, la inclusión y la representación. Dicho de otra manera, el viejo modelo del ACT ha pasado de ser visto como algo marginal a ser una corriente principal.
Plotkin celebra estos avances, pero advierte que hará falta algo más que puras palabras y dinero para impulsar cambios significativos en la forma en que los grupos de conservación trabajan con las comunidades indígenas.
Plotkin dijo a Mongabay, durante una entrevista en enero de 2022, que «por experiencia, asociarse de forma efectiva con colegas y comunidades indígenas no ocurre en un plazo occidental y ciertamente no se acelera con tan solo poner mucho dinero en el proceso».
Plotkin ha estado trabajando para ampliar el interés del público en las culturas y conocimientos indígenas a través de una variedad de plataformas, desde libros hasta discursos y películas, como una forma de crear una circunscripción más fuerte para la conservación dirigida por los indígenas. El año pasado lanzó un podcast, Las plantas de los dioses: alucinógenos, curación, cultura y conservación, para llegar a nuevos públicos con este mensaje.
El experto comenta que el énfasis del podcast en las plantas medicinales, en especial las alucinógenas, tiene un propósito: «Creo que los alucinógenos y el chamanismo representan uno de los tejidos conectivos más importantes entre la naturaleza tropical y el bienestar humano».

Mark Plotkin haciendo el podcast. Foto: Mark Plotkin.

Al igual que con sus libros, Plotkin aprovecha su capacidad de contar historias para atraer a su público. Dice que estas habilidades son fundamentales para maximizar la eficacia.
«He pasado gran parte de mi carrera trabajando con pueblos indígenas en los que la narración de historias representa un oficio esencial«, dijo.
«Nuestra sociedad industrializada y nuestro sistema educativo han infravalorado durante mucho tiempo la importancia de contar una historia eficaz. Tanto si se trata de un fiscal que intenta convencer a un jurado, como de un recaudador de fondos que intenta convencer a un donante o de un conservacionista que intenta convencer a un funcionario, hay que ser capaz de transmitir la información de forma clara y convincente».
Plotkin habló de su trabajo, de las tendencias de la conservación y de otros temas en un intercambio con el fundador de Mongabay, Rhett A. Butler, en enero de 2022.
— ¿Qué lo llevó a empezar la emisión de podcasts?
—Cuando era niño, solo había tres canales de televisión, lo que significaba que cada mensaje importante que aparecía en cualquiera de estos canales era visto por decenas de millones de personas. Ya no es así. Si se quiere que un mensaje tenga una amplia difusión, hay que trabajar con medios de comunicación variados. Lancé Las plantas de los dioses: alucinógenos, curación, cultura y conservación con la intención de llegar a un público nuevo y amplio más allá de la gente que visita el sitio web Amazon Conservation Team o que ha leído mis libros.
—¿Por qué el enfoque en los alucinógenos y el chamanismo?
—En primer lugar, porque soy etnobotánico y estos temas me resultan infinitamente fascinantes desde que entré por primera vez en una clase nocturna impartida por mi mentor Richard Schultes, el llamado padre de la etnobotánica, en septiembre de 1974.
En segundo lugar, porque creo que los alucinógenos y el chamanismo representan uno de los tejidos conectivos más importantes entre la naturaleza tropical y el bienestar humano.
Tercero, debido al momento. Cada semana hay más noticias sobre cómo alucinógenos tropicales como la psilocibina y la ayahuasca (ambos tratados en episodios de Las plantas de los dioses) ofrecen nuevas esperanzas en el tratamiento —y a veces la cura— de dolencias mentales intratables que van desde la depresión hasta la adicción.
—¿Será por eso que el turismo de la ayahuasca parece tan descontrolado en lugares como Perú?
—Esta pregunta me trae a la mente más de un cliché: «Es el mejor de los tiempos; es el peor de los tiempos».  «Cuando llueve, diluvia».
Todos los biólogos, desde (Carlos) Linneo, señalaron los conocimientos de los pueblos indígenas en el uso de la flora y la fauna locales y la mayoría de los etnobiólogos, desde Schultes a finales de la década de 1930, observaron que estas culturas utilizaban estas especies para curar de formas que nosotros no podíamos entender. Que los chamanes empleaban plantas y hongos psicoactivos como bisturíes biológicos para diagnosticar, analizar, tratar y a veces curar dolencias que nuestros propios médicos o psiquiatras no podían.
Por lo tanto, no es de extrañar que las personas cuyas necesidades médicas, espirituales y/o emocionales no son satisfechas por la medicina occidental o la religión organizada viajen a lugares como Iquitos, en la Amazonía peruana, para ser tratadas por «chamanes indígenas» —algunos de los cuales no son indígenas y muchos de los cuales no son chamanes—.

Amanecer en la selva amazónica. Foto: Rhett A. Butler.

La combinación de zonas remotas, desafíos lingüísticos, personas emocionalmente inestables, estados alterados y dinero es inflamable y dio lugar a muchos problemas y algunas muertes. Mi amigo Michael Pollan expone en su libro Cómo cambiar tu mente: lo que la nueva ciencia de la psicodelia nos enseña sobre la conciencia, la muerte, la adicción, la depresión y la trascendencia un caso convincente sobre cómo y por qué las personas emocionalmente frágiles son las que corren más riesgo en estas ceremonias adquiridas a través de sitios web.
Por supuesto, hay un escenario en el que todos ganan, en el que el chamanismo sigue siendo una profesión honrada, los indígenas reciben una compensación justa por sus conocimientos y prácticas curativas, la selva está mejor protegida y valorada y los enfermos se curan. Sin embargo, lograr estos objetivos ha resultado más difícil de lo que muchos habían previsto.
—Lo que me lleva a la siguiente pregunta. El Equipo de Conservación del Amazonas ha situado a las comunidades indígenas en el centro de su trabajo desde su creación. Hoy, el sector de la conservación en su conjunto está poniendo mucho más énfasis en el papel que desempeñan los pueblos indígenas para alcanzar los objetivos de conservación y de clima. En su opinión, ¿qué ha impulsado este cambio?
—Es demasiado fácil decir que las únicas noticias que llegan sobre el medio ambiente en general —y la selva tropical en particular— son malas. Es muy alentador que la gente en general y las grandes organizaciones conservacionistas se den cuenta ahora del papel central que deben asumir las sociedades locales. Que los propios pueblos indígenas señalen que son los mejores administradores de sus ecosistemas ancestrales también es algo que debería haberse hecho hace tiempo y que hay que celebrar.
Sin embargo, afirmar que vas a hacer algo difícil y luego llevarlo a cabo con éxito no es lo mismo. En mi experiencia, la colaboración eficaz con colegas y comunidades indígenas no se produce en un plazo occidental y, ciertamente, no se acelera con tan solo poner mucho dinero en el proceso. Por ejemplo, llevo casi cuatro décadas trabajando con el gran chamán Amasina —quien ha sido entrevistado por Mongabay— y todavía sigue mostrándome nuevos tratamientos. De haber intentado aprender toda esa información de forma apresurada, habría fracasado.
Otro ejemplo personal: hace unos cinco años, me invitaron (como observador) a asistir a una reunión de líderes indígenas en el noreste de Brasil. La primera tarde, se me acercó el capitán Aretina, del pueblo Tiriyó. Me dijo: «Hace más de treinta años que no te veo. Eras amigo de mi padre. Cuando escuché que ibas a estar aquí, viajé durante cinco días desde mi pueblo para asistir. ¿Puedo darte un abrazo?». Y nos abrazamos, cariñosamente y con lágrimas en los ojos.
No puedes crear este tipo de vínculo cuando se aterriza en una pista pequeña en la selva tropical, le dices al piloto que te espere, tienes una breve reunión con el jefe de la aldea, le ofreces mucho dinero y luego te vuelves a subir al avión y te vas.
—El trabajo del Equipo de Conservación del Amazonas en Colombia se ha ampliado de forma considerable en la última década. ¿Cuál es el impacto en Colombia del que se siente más orgulloso?
—El Equipo de Conservación del Amazonas acaba de celebrar su 25° aniversario y Colombia fue nuestro primer programa y sigue siendo el más grande. Los logros allí son innumerables: conseguir la titularidad de más de ochocientas mil hectáreas (una superficie mayor que la de Yellowstone) para los propios pueblos indígenas, crear la primera reserva de mujeres indígenas (Mamakunapa) en el noroeste del Amazonas (con la ayuda de mi amigo Tim Ferriss) y ayudar a elaborar y aprobar leyes para proteger a los pueblos indígenas no contactadas y sus territorios ancestrales.
Uno de los logros más significativos para mí personalmente es la ampliación del Parque Nacional de Chiribiquete, donde Schultes trabajó y recolectó. Quedó tan impresionado por este espectacular paisaje tras su primera visita en 1943 que, tan pronto como regresó a la capital, Bogotá, comenzó a presionar para que la región fuera declarada área protegida. En estrecha colaboración con colegas colombianos, tanto del mundo académico como del gobierno, esto se hizo realidad en 1989.
Durante la última década, bajo el liderazgo de la directora del Programa del Noroeste de la Amazonía, Carolina Gil, y de la cofundadora del ACT, Liliana Madrigal, nos hemos asociado con los colombianos locales (incluyendo colegas indígenas) para ampliar Chiribiquete hasta convertirlo en la mayor área protegida de selva tropical en la Amazonía (si no del mundo). Con más de cuarenta mil kilómetros cuadrados, es dos veces el tamaño de Massachusetts y protege una multitud de flora y fauna, el mayor conjunto de pinturas indígenas del mundo y al menos tres tribus no contactadas.

Meseta de Pirámides, Chiribiquete, Colombia. Foto: Mark Plotkin.

—¿Y más allá de Colombia?
—Por supuesto, hay más proyectos emblemáticos en otros lugares. En el noreste de la Amazonía, nos hemos asociado con éxito con los pueblos indígenas locales para ayudarles a sacar al mercado, como mínimo, cinco productos no madereros, y hay más en proyecto. Hasta donde sé, nuestro Programa de Guardabosques Indígenas en la misma región es uno de los primeros programas más largos de este tipo en funcionamiento en las llanuras de Sudamérica y nuestro Programa de Chamanes y Aprendices, que facilita la transferencia de la sabiduría curativa intrageneracional dentro de la comunidad, ha sido igualmente eficaz.
Y la cartografía: estamos muy orgullosos de que el ACT —bajo la dirección de nuestro cartógrafo estrella Brian Hettler— se haya asociado con más de noventa grupos indígenas para capacitarlos en el mapeo de sus propias tierras.
Aemás, hemos creado mapas de historias muy innovadores para diversos fines. Mis dos favoritos son Los viajes amazónicos de Richard Evan Schultes y Lands of Freedom (Tierras de libertad), que se centran en la historia oral y en la historia de los cimarrones Matawai de Surinam, un hito en la documentación de la diáspora afroamericana.
—Volviendo al tema de Colombia, a pesar de las políticas relativamente progresistas en cuanto a los derechos de los indígenas y la conservación, la tasa de deforestación de Colombia ha ido en aumento. ¿Cuáles cree que son los elementos clave para revertir esta tendencia?
—Al parecer, los presidentes tanto de Colombia como de Costa Rica fueron aclamados como héroes en las recientes reuniones de la Conferencias de las Partes (COP, por sus siglas en inglés), basándose en gran medida en los programas y proyectos promulgados por sus predecesores.

Pérdida de cobertura forestal y pérdida de bosque primario en Colombia de 2002 a 2020, según datos de Hansen et al., 2021.

 
Necesitamos tanto la zanahoria como el palo para avanzar, en el sentido de que los movimientos positivos deben celebrarse mientras que los destructivos se castigan con respuestas económicas, no solo en los trópicos, sino también aquí en el mundo industrializado.
Además hay que hacer hincapié en la concentración de la riqueza. El hecho de que cada vez más riqueza mundial esté en manos de unos pocos, sobre todo de aquellos que tienen poca conexión con la naturaleza, es un mal presagio. Es alentador ver a más multimillonarios firmando cheques para causas progresistas, pero —con algunas excepciones muy notables— no están dando su apoyo a las organizaciones de base más eficaces, a pesar de todo el parloteo sobre la «inversión de impacto».
El balance final: tenemos que celebrar o criticar con más eficacia a los políticos y empresarios por sus acciones. También tenemos que asegurarnos de que lleguen mucha más formación, oportunidades y apoyo a las comunidades y tenemos que hacer lo que podamos para reorientar nuestra sociedad y nuestra economía para dejar de glorificar los beneficios a toda costa y promover la planificación, el pensamiento y las operaciones de gratificación a corto plazo, que están ensuciando nuestro nido global a un ritmo cada vez más frenético.
—Más allá de lo que ha mencionado hasta ahora, ¿cuáles considera que son los mayores vacíos en el sector de la conservación? ¿Qué impide que la conservación tenga un mayor impacto?
—Se necesita un mejor análisis. ¿Cuál es el costo de verter mercurio en el Amazonas en términos de sufrimiento humano y aumento de los cánceres? Por supuesto, es demasiado reduccionista presentar la ecuación costo-beneficio por sí sola como una solución simple. A lo largo de la prehistoria humana (por ejemplo, la caza excesiva y la extinción de animales tan variados como el mamut americano y la vaca marina de Steller) y de la historia (la deforestación en los países mediterráneos, el DDT como pesticida, el voto en contra del propio interés económico, etc.), la gente siempre ha llevado a cabo prácticas autodestructivas.
Sin embargo, una mejor explicación de los costos y beneficios, una mejor aclaración de los componentes espirituales de la administración medioambiental y una mejor persecución de los destructores del medio ambiente serían un buen augurio. Muchos ecologistas se olvidan de que fueron los evangélicos los que apoyaron y lucharon para proteger la Ley de Especies en Peligro cuando se vio amenazada en los años ochenta. Una mejor construcción de puentes en nuestro mundo cada vez más políticamente polarizado en Estados Unidos podría aportar muchos beneficios.
—¿Cree que la pandemia nos enseñará algo sobre cómo hacer mejor la conservación?

—Escribí un editorial para Los Angeles Review of Books, titulado Coronavirus y conservación, en el que describía la relación entre el aumento del nuevo coronavirus y el abuso de la naturaleza en general y del comercio de animales silvestres en particular y afirmaba que la mejor manera de evitar la próxima pandemia era reajustar y replantear gran parte de la explotación, para nada ética e innecesariamente cruel, de la madre naturaleza, desde la deforestación hasta el hacinamiento de animales en jaulas fétidas. Muchos, muchos otros han hablado de los mismos temas. El tiempo dirá si se aprendió algo de la pandemia. A corto plazo, no veo los cambios necesarios.
—Usted es autor de varios libros aclamados, ha aparecido en numerosos documentales y es el presentador de un exitoso podcast. ¿Qué les diría a sus colegas más jóvenes sobre la importancia de contar historias?
—Comienzo con dos ventajas. En primer lugar, soy de Nueva Orleans, donde la buena narración es una práctica muy celebrada. No solo es una ciudad en la que nacieron muchos grandes escritores y narradores, sino que incluso algunos de nuestros autores más célebres que no se criaron allí, como Twain y Faulkner, vieron impulsadas sus carreras y habilidades por haber pasado un tiempo en Nueva Orleans. También pasé gran parte de las últimas cuatro décadas trabajando con narradores tradicionales de las culturas indígenas, en las que es de suma importancia la capacidad de transmitir una idea a través de un cuento bien contado.
En segundo lugar, he pasado gran parte de mi carrera trabajando con los pueblos indígenas, donde (una vez más) la narración de historias representa un oficio esencial.
El mejor libro que he leído para aprender a contar una historia —ya sea si estás sentado frente a una hoguera en el medio de la naturaleza o escribiendo un guion para Netflix— es El viaje del escritor, de Chris Vogler. El escritor explica El viaje del héroe, de Joseph Campbell, a través del prisma de las películas de Hollywood y explica por qué y cómo El mago de Oz, La guerra de las galaxias y Harry Potter son la misma historia básica. ¡Todos los narradores deberían leer este libro!
Por último, diría que nuestra industrializada sociedad y nuestro sistema educativo han infravalorado durante mucho tiempo la importancia de contar una historia eficaz. Tanto si se trata de un fiscal que intenta convencer a un jurado, como de un recaudador de fondos que trata de convencer a un donante o de un conservacionista que intenta convencer a un funcionario, hay que ser capaz de transmitir la información de forma clara y convincente.
—¿Qué consejo le daría a una persona joven que se plantea una carrera en la conservación?
—Es muy fácil para todos —no solo para los jóvenes— sentirse desanimados por la situación medioambiental mundial: deforestación, incendios forestales, contaminación, cambio climático, etc. —la lista es larga y parece interminable. Sin embargo, no hay nada peor que no hacer nada porque no se puede hacer todo.
El cambio monumental ES posible, aunque no se vea a menudo en los medios de comunicación. Basta con mirar Mongabay: incluso con todas las historias desgarradoras, siempre hay relatos de nuevas ideas, iniciativas y éxitos. Concluí mi libro más reciente de la siguiente manera: «Cuando era niño, entre los años cincuenta y sesenta, la gente tiraba habitualmente la basura por la ventanilla del auto, fumaba cigarrillos en las oficinas y en los aviones, evitaba el cinturón de seguridad y daba por hecho que el Muro de Berlín nunca caería. Con el suficiente cambio de mentalidad llegan los cambios en las políticas y en las realidades”.
Así que, para modificar un aforismo muy citado: sé y crea el cambio que quieres ver. Los chamanes con los que he tenido el honor y el privilegio de aprender durante casi cuatro décadas insisten en la interconexión de todas las cosas, ya sea la deforestación, el racismo, la caza furtiva de elefantes, la pobreza o el cambio climático. Sin duda, creo que el mundo necesita más etnobotánicos y otros caminantes de fronteras que puedan atravesar diferentes culturas y sistemas de creencias, pero también sé que necesitamos más abogados y políticos y líderes espirituales y artistas y empresarios que
 se unan a la causa. La justicia y la gestión medioambientales son demasiado importantes para dejarlas únicamente en manos de los ecologistas.


Artículo original: https://news.mongabay.com/2022/01/indigenous-knowledge-is-a-connective-tissue-between-nature-and-human-well-being-says-ethnobotanist-mark-plotkin/
Traducido por Mabel Pedemonte
Fuentes: Mongabay [Imagen: Un guardabosques indígena patrulla cerca de Kwamalasamutu, Surinam, en la selva amazónica. Foto: Rhett A. Butler.] https://es.mongabay.com/2022/03/entrevista-mark-plotkin-pueblos-indigenas-amazonia/  Imagen de poryada:
Arroyo de la selva tropical en la Amazonía colombiana. Foto: Rhett A. Butler.

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