Confesiones de un ambientalista en recuperación.




Por Paul Kingsworth


Escenas de una vida mas joven#1:
Tengo doce años. Estoy solo, tengo miedo, frío y estoy llorando a mares. No alcanzo ver mas de dos metros en cada dirección. Me encuentro en algún páramo en lo alto del oscuro y antiguo espinazo de Inglaterra. El negro jugo del pantano por el cual he estado atascándome durante horas hace tiempo que ha sobrepasado el borde de mis botas empapando mis medias. Mi mochila pesa demasiado. Estoy perdido y desamparado y nunca encontraré el camino a casa. Esta lloviendo y la nube me castiga, me empapa y se ríe de mi. Veinticinco años mas tarde mantengo el recuerdo de esa experiencia y sus emociones: desesperanza y una terrible soledad.

Logro encontrar el camino a casa; de alguna forma consigo mantenerme en la huella y alcanzar a mi padre, que tiene el mapa y la brújula, además de los chocolatines. Siempre estuvo ahí, en alguna parte mas adelante, pero había decidido que sería bueno que aprenda a "mantener el paso" con el. Todo lo cual, me cuenta, me convertirá en un hombre. Demás está decir que no funcionó 
Es solo mas tarde que entiendo la complejidad de las emociones convocadas por una niñez entramadas con semejantes experiencias. Mi padre era un caminante de larga distancia compulsivo. Cada año durante mi década mas formativa sería llevado a distintos páramos donde caminábamos durante semanas. Seguiríamos las huellas antiguas o picadas nuevas a través de montañas y estepas o negros acantilados. Gran parte del tiempo estaríamos juntos y aislados, solos con nuestros pensamientos con los ostreros, los caranchos, aguiluchos y lechuzas. Con temporales o brisas, con nuestros mapas y brújulas. las raciones de emergencia, bolsas de dormir y botellas plásticas de agua. Acamparíamos en el monte, en cuevas o viejos boquetes de minas cientos de metros por encima de las naranjadas luces de la civilización. Y soñaría. Y por la mañana, con el rocío sobre la carpa y el aire frío en la cara al correr el cierre , todas las cosas verdaderas, los elementos salvajes de la vida estarían ahí, esperandome en el amanecer.

Escenas de una vida mas joven #2:
Tengo diez y nueve años. Orilla la medianoche y estoy en la sima de una loma baja de tiza, la última de la larga cadena que serpentea a través de la urbanizada y sobre poblada comarca del sur. Tal vez haya 50 o 60 personas conmigo. Hay una fogata en marcha, hay guitarras, hay canto y espeluznantes sonidos de los viajeros harapientos que han hecho de esto su hogar.
Esto es la colina de Twyford al este de Winchester. Hay algo poderoso de este lugar; algo antiguo y presente. Pronto será destruido: una autopista de 6 vías lo atravesará en un profundo corte de la tiza. Es perentorio que esto ocurra para disminuir el tiempo de viaje entre Londres y Southampton en 13 minutos. Esta personas han copado el lugar con la inútil esperanza de impedir su concreción.
Desde afuera es imposible ver, y la mayoría no quiere tampoco. Los epítetos han volado durante meses, en los diarios, en los bares y en el Parlamento. Estas personas son Ludditas, quejumbrosos NIMBYS, (Not In My Back Yard ((No en mi patio trasero)), reaccionarios, románticos. Están obstruyendo el progreso. No serán tolerados. Adentro hay una sensación de amenaza compartida y solidaridad. Hay bloques de yerba, paquetes de papel para armar y litros de cidra berreta. Sabemos a que vinimos. Sabemos lo que hacemos. Sentimos las razones en la tierra y en el aire nocturno. Ahí abajo a las luces naranjas y tras las cortinas no hay posibilidad que jamás entiendan.
Alguien a quien no conozco sugiere que dancemos el laberinto. Fuera de la luz de la fogata hay un laberinto cavado en la blanda tiza de la loma. No sé si es un antiguo monumento o una creación nueva. De cualquier forma, es el mismo patrón espiralado que puede encontrarse grabado en rocas milenarias. Con latas y cigarrillos y porros en las manos un grupo pequeño de nosotros comienza a caminar el laberinto, riendo, tambaleando, irrumpiendo en carrera, cantando y tropezando juntos hacia el centro.

Escenas de una vida mas joven#3

Tengo veintiún años y acabo de pasar los dos meses mas excitantes de mi vida hasta ahora en una lluviosa selva de Indonesia. Acabo de participar de una de esas expediciones que las personas de mi edad pagan para poder hacer algo útil y excitante en lo que solía llamarse el "Tercer Mundo". Me he preparado durante meses. He vendido puerta a puerta vidrios térmicos para poder juntar el dinero. He leído a Bruce Chatwin, Redmond O´Hanlon y Benedict Allen y mi cabeza está llena de magia, asombro e idioteces.
Durante mi viaje había buena cantidad de todas estas cosas. Recuerdo aún vivamente los viajes klotok a la luz de la luna por los ríos de Borneo, viendo revolotear de a miles los murciélagos fruteros gigantes. Recuerdo los gritos de los gibones y la búsqueda de tucanes en lo alto de la canopla del bosque. Recuerdo una caminata de cuatro días a través de una llamada selva de lluvia que era tan seca que terminamos tomando barro filtrado. Recuerdo los huevos de tortuga en las playas de Java y los jóvenes orangutanes en los centros de rehabilitación donde trabajamos en Kalimantan, sentados en las ramas superiores de los árboles con calzoncillos robados sobre sus cabezas destornillados de risa.
Recuerdo mineros de oro y leñadores y los cocodrilos de río en el mismo donde nadabamos todas las mañanas. Recuerdo mis primeros peces voladores en el Mar de Java.
Y recuerdo las pequeñas islas al norte de Lombok donde algunos pasamos unos pocos días antes de volver a casa. De noche bajaríamos a la playa iluminada por la luna, donde el mar y el aire aún era cálido. En el mar había millones de pequeñas luces: fosforescencia. Nunca había visto esto antes; ni siquiera había oído sobre el tema. Caminaríamos en el agua, nos sumergíamos, emergiendo con las luces adheridas al cuerpo desapareciendo mientras reíamos.
Ahora, en casa, el mundo parece cambiado. Un recreo de dos meses de mi casa, mi educación, mis parámetros culturales, mi inmersión durante dos meses en algo mucho mas crudo y no mediático me ha abierto para ver este lugar tal como realmente es. Veo la atomización y la mirada hacia adentro y la gente apurada dentro de sus autos. Veo las calles y el asfalto como jamás lo había visto. Lo que mas veo es la publicidad. Por primera vez me doy cuenta del foco y la extensión  e impacto de las marqusinas, carteles y avisos de radio y TV. En todos lados una imagen, una frase, una demanda o recomendación pide mi atención a los gritos, queriendo venderme algo, diciendo que debo ser, que desear y que necesitar. Y esto es previo a Internet; previo a  que Apple y Black Berry se hicieran indispensables a gente que no sabrían donde elegir la cosa real; antes de la inmersión acelerada y profunda de las personas en sus tecnologías. Aún al aire libre, aún al sol. Comparado con donde había estado, este mundo es tan amansado, tan mediatizado y tan comoditizado que algo en su interior parece haberse desprendido y perdido bajo las lajas. Nadie se ha dado cuenta de esto, o lo menciona si es que si. Ago está faltando: casi puedo ver el hueco donde solí estar. Pero no es comentado. Nadie dice nada.

Que se hizo cargo

Son las nueve y nedia de la noche, a mediados de diciembre al final de la primer década del siglo 21. Salgo por la puerta delantera de mi granja y me dirijo al camino permitiendo que mis ojos se acostumbren a la oscuridad. Tengo la suerte de vivir ahora entre las sierras de Cumbria y mientras mis pupilas se agrandan puedo ver bajo el cielo iluminado por las estrellas la silueta del  Viejo de Coniston, Dow Crag, Wetherlam, Helvellyn, la Herradura de Fairfield. Me mantengo ahí durante diez minutos y me enfrío. Veo dos estrellas fugaces y un satélite.. Añoro a  mi Viejo y me pregunto adonde a ido a parar la magia.
Estas  experiencias y otras parecidas fueron mi formación. Fueron las que me hicieron lo que mas tarde aprendí a denominar un "ambientalista": algo que sonaba como rebelde y excitantemente foraño cuando lo adopté al comienzo ( que exitosamente horrorizó a mi padre trepador social- sobre todo teniendo en cuenta que en parte era su culpa), pero que hoy por hoy es casi de rigor entre la burguesía británica. Muy temprano en mi vida adulta, casi luego de mi retorno de Twyford Down, me prometí que esta sería la meta de mi vida: salvar a la naturaleza de la gente. Impidiendo la destrucción del brillo y la belleza, siendo vocero de lo pequeño y menospreciado y de las cosas sin voz propia. Cuando rememoro estas cosas me siento tocado por mi ser mas joven. Me gustaría volver a ser él nuevamente, tal vez solo por un día; alguien a quien todas las sensaciones son ardientes y todas las respuestas simples.
Todo esto- las sierras, los bosques, la selva, los grandes océanos y tal vez mas que el resto, el aislado silencio de los páramos y montañas que en aquel momento parecían tan odiosos y persistentes- tomó posesión de mi. El alivio que solía sentir en esas largas caminatas con mi viejo al ver las luces de un pueblo o posta remota, o mismo un cruce de camino o monolito, cualquier señal de humanidad en fin, a medida que envejezco se encuentra reemplazado por el alivio de la huida de ciudades y pueblos, lejos de los monolitos, las postas y la gente, vuelta a las tierras altas donde solo los fantasmas, los lobisones , las viejas leyendas y el viento puedan poseerme. 
Pero ahora cuesta encontrar esos espíritus. Miro a través de la región de los lagos a la luz de la luna y queda claro como el agua, que lo que solía pegar con el ritmo y fuerza de las olas del mar, ahora es solo como el parpadeo del faro. Tal vez haya cambiado el mundo. Hay mas autos en el camino, mas satélites en el cielo. Las sendas por las sierras son como rutas pavimentadas, hay turbinas eólicas en los llanos y los granjeros son desplazados a los codazos por refugiados de las urbe como yo, intentando escapar pero arrastrando las mismas cosas de las que huimos. El nuevo mundo está conectado y le fascina; lo virtual desplazando lo actual. Se excluye la oscuridad y la noche se hace mas clara, pero no hay nadie que lo observe.
Podría ser todo eso, pero probablemente no lo sea. Probablemente sea yo. Tengo ahora treinta y siete. El mundo es mas pequeño, mas cansado, mas frágil, mas horriblemente complejo y lleno de problemas. O mejor, el mundo es como fue siempre pero soy mas perceptivo y consciente de la realidad del lugar que ocupo. No hay nada que hacerle: he crecido. Lo peor del asunto es que parece que ya no puedo mirar sin pensar. Y ahora sé mucho mas sobre lo que estamos haciendo. Nosotros: la gente. Sé lo que estamos haciendo en todo el mundo, a todo, todo el tiempo. Se porqué la magia muere. Soy yo. Somos nosotros.

Como terminó

Me hice "Ambientalista" debido a una fuerte reacción emocional frente a los lugares salvajes y el mundo no humano: a los abedules y monte, a las cascadas estruendosas y a las aves sonoras y ocasos, a los peces voladores del Mar de Java a la canopla de la selva al ocaso cuando los monos se acercan a la ribera para comer. De esa reacción nació un sentimiento que se convirtió en una serie de pensamientos: que esas cosas son preciosas por si mismos, que son alimentos para el alma humana, que necesitan de personas para hablar de ellos a, y defenderlos de otras personas pues no pueden hablar nuestro idioma y hemos olvidado el suyo. Y porque los estamos matando para alimentarnos y lo sabemos, y nos importa, a veces, pero igual lo hacemos porque tenemos hambre o nos hemos persuadido que lo tenemos 
Pero pienso que estos no son puntos de vista muy comunes hoy. El ambientalismo de hoy es tan víctima del culto contemporáneo de la utilidad como cualquier otro aspecto de nuestras vidas; desde la ciencia a la educación. No somos ambientalistas hoy por tener una reacción emocional al mundo silvestre. La mayoría de nosotros ni sabríamos donde encontrarlo. Hoy somos ambientalistas para promover algo llamado "sustentabilidad". ¿Que significa esta palabra curiosa y plástica?. No significa la defensa del mundo no humano del imperio en eterna expansión del Homo sapiens sapiens, aunque algunos de sus adherentes así lo pretendan. Significa el sustento de la civilización humana al nivel de confort  que las personas ricas- nosotros- pensamos es su derecho, sin destruir "el capital natural" o "la base de recursos" necesario para lograrlo.
En otras palabras se trata enteramente de  una politiquería antropocéntrica disimulada como "preocupación por el planeta". En muy poco tiempo, un poco mas que una década, esta visión se ha tornado omnipresente. Ha sido propalada tanto por el presidente de los EEUU como por el presidente de la Shell anglo-holandesa, y muchos otros en el medio. El éxito del ambientalismo ha sido total- a costa de su alma.
Permítanme ofrecer solo un ejemplo de como ha funcionado este pacto. Si de algo se trata la "sustentabilidad" es del carbono. Carbono y cambio climático. Al escuchar a la mayoría de los ambientalistas hoy uno pensaría que estas son las únicas cosas de los que vale la pena hablar. El tema de la "sustentabilidad" es el tema de la prevención de las emisiones de carbono. Las emisiones de carbono amenazan  con una potencial degradación  de nuestras posibilidades de avance como especie. Amenazan una erosión inaceptable de nuestra base de recursos y arriesgan  nuestro vital capital natural. Si no arreglamos esto rápidamente, nos vamos a encontrar zurciendo nuestros soquetes , plantando zanahorias en el fondo de casa y otras cosas inimaginables. Los horrores que dejaron atrás nuestros abuelos volverán como leyendas inmortales. Las emisiones de carbono deben ser tacleados  como un borracho con una botella astillada- rápidamente y con máxima fuerza.
No me malinterpreten: No dudo del poder del cambio climático para frenar la máquina humana. Me parece que ya lo está haciendo y que es demasiado tarde salvo que mitigar los peores efectos. Pero también estoy convencido que el temor de perder tanto la comodidad como el sentido  que nuestra civilización nos ha regalado se le ha subido a la cabeza de los ambientalistas al punto de que se han olvidado de todo lo demás. El carbono deberá ser detenido como Umayyad en Tours o todo estará perdido. Este enfoque reduccionista al reto ambiental-humano da lugar a la obvia conclusión: si el problema es el carbono, "cero carbono" es la solución. La sociedad necesita seguir con sus cosas sin vomitar la cosa. Necesita hacer esto rápidamente y por cualquier medio posible. Construir la suficiente cantidad de las tecnologías energéticas apropiadas, urgente, para producir la energía que necesitamos, sin producir gases de invernadero, y no hará falta apagar las luces; nunca habrá necesidad de aminorar la marcha.
Para poder hacer esto hará falta cosechas en gran escala de la energía ambiental del planeta: sol, viento, hidráulica. Esto quiere decir que habrá grandes conglomerados industriales apareciendo en los lugares donde estas energías sean mas abundantes. Lamentablemente estos lugares coinciden con los lugares mas prístinos, hermosos y mas salvajes del planeta. El tipo de lugar que generó la aparición de los ambientalistas para su protección. De manera que los desiertos, tal vez el paisaje mas resistente a la conquista humana, deberán ser colonizados por vastos aparatos solares, vidrio, acero y aluminio del tamaño de pequeños países. Las montañas y estepas, las altas mesetas serán estaqueados como vampiros al sol con sus pechos atravesados con hileras de gigantescas turbinas eólicas, caminos de acceso, mástiles, bridas y pilones. Los océanos abiertos que ya nadan en nuestra basura plástica y se vacían de vida marina serán mayúsculas granjas energéticas con un gran collar victoriano de generadores de ola alrededor de nuestras costas Los ríos verán sus estuarios sedimentados con deshechos industriales. Las praderas y selvas darán lugar a lugares muy rentables para la producción de agro combustibles que servirán para motorizar las masas de Europa y EUU sin generar culpa.
La sumatoria de esto debería ser suficientemente claro, no obstante muchas personas que deberían darse cuenta eligen ignorarlo. Esto es negocio-como-siempre: la narrativa expansora, colonizadora, progresiva humana, podada solo del carbono. Esta es la fase mas reciente de nuestra descuidada autocentrada y ambiciosa destrucción de lo salvaje, impoluto y no humano. Es la destrucción masiva de los últimos sitios salvajes del mundo en aras de alimentar la economía humana. Y sin ningún complejo irónico, la gente lo está denominando "ambientalismo"
Hace poco escribí un artículo en un diario recalcando el impacto de las granjas eólicas industriales (lo de "granjas" no pasa de ser un simpático toque Orwelliano), de las tierras altas de Gran Bretaña. Al día siguiente recibí un correo de un amigo ambientalista que me dice que esperaba que esté avergonzado. Que estaba equivocado; peor, era peligroso. ¿Que estaba haciendo echándole leña al fuego de la industria de combustibles fósiles? ¿Que si no sabía que el cambio climático infligiría mucho mas daño a las tierras altas que las turbinas? ¿Que si no sabía que esta era la única forma de cumplir con nuestras metas de carbono? ¿No apreciaba la belleza de l
Me quedó claro en ese momento que lo que yo veía como la próxima etapa de ataque humano sobre el mundo no humano era visto por un montón de mis amigos ambientalistas como "progresista", "sustentable" y "verde". Lo que yo denominaba destructivo ellos, "soluciones de gran escala". Esta cosa era realista, necesariamente urgente. Iba con el tejido de la naturaleza humana y el mercado que, como sabemos, son la misma cosa. No teníamos tiempo para romantizisar  a los bosques y sierras. Había emisiones para reducir, y el fin justifica a los medios. Me llevó un tiempo para darme cuenta a donde me llevaba este tipo de razonamiento: el laberinto y la colina a la luz de la luna. Esta desesperada refriega por el "Desarrollo sustentable" era la misma historia de siempre. Personas que había pensado estaban conmigo pregonaban agresivamente por la industrialización de los lugares silvestres en nombre del deseo humano. Esto era la misma destrucción distante y sin sentido que me había guiado a la sima de Twyford Down. Solo que ahora parecía funcionar  alguna cruda ecuación que les permitía creer que esto era algo totalmente distinto. Autopista por el valle: malo. Granja eólica en el valle: bueno. Puerto de contenedores que eliminaba los estíos en los estuarios: malo. Balsas generadoras de energía de olas que barría con los estíos: bueno. La destrucción, menos carbón igual a sustentabilidad.
Así que ahí me encontraba de vuelta: un Luddita, un NIMBY, un reaccionario, un romántico; obstruyendo el camino del progreso. Me dí cuenta que estaba tratando con ambientalistas sin ningún contacto con algún ambiente real. Su parla era de partes por millón de carbono, trabajos revisado por pares, tecnologías sustentables, superbrillas renovables, crecimiento verde y la quinceava conferencia de las partes. Existían campañas sobre "le planeta" y "la tierra", pero sin especificidad: ningún signo de verdadero apego a siquiera una  pizca de esa  tierra.
La ubicación de la naturaleza
En la universidad, enamorado de mi radicalismo recién descubierto, como es usual en los estudiantes, comencé a leer cosas. No las cosas que se suponía debía estar leyendo sobre los movimientos sociales en la Europa Pre- Reforma, sino pensamiento político verde: ideas locas con las que nunca antes había tropezado. Literalmente podía sentir la apertura de mi mente. Lo mas excitante eran las implicaciones de una palabra nueva: ecocentrismo. Esta palabra cristalizaba todo lo que había estado sintiendo durante años. No tenía idea que existía una denominación, ni que había otras personas que lo sentían, o que habían escrito libros intimidantes sobre lo mismo. Lo mas cercano que había estado era leyendo a Wordsworth cuando adolescente sintiendo un hormigueo excitante al descubrir de qué estaba hablando entre esos poemas sobre pastores y una niña llamada Lucy. ¡Aquí había espíritu de hermandad! Aquí había un hombre movilizado al amor y el temor por las montañas, que creía que las rocas tenían alma, que "la Naturaleza nunca traicionaba al corazón que la amaba" (aunque aún entonces sonaba demasiado optimista a mi gusto). Panteísmo era mi nueva palabra ese año. Me autodeclaré, sin compartirlo con otros,  que también era "ecocentrico". Esto no era lo mismo que egocéntrico, aunque algunos  disentían y aunque sonaba parecido a "excéntrico" esto era una distracción. Yo era un ecocéntrico puesto que no creía- nunca había creído, no pensaba que los humanos éramos lo central del mundo, que el mundo era su patio de recreo, que tenían el derecho de hacer lo que quisiesen, e incluso lo que hiciesen era importante. Yo pensaba que éramos parte de algo mas grande, que tenía tanto derecho al mundo como nosotros y que estábamos pisoteando para nuestro propio beneficio. Siempre había estado perseguido por pensamientos vergonzosos como este. Siempre había pensado que la belleza sobre el tronco de un abedul valía cualquier cantidad de Mona Lisas y que el ocaso del sábado a la noche era mejor que la tele del sábado a la noche. Siempre me pareció que la mayor parte de lo que a mi me parecía importante no podía ser contado o acorralado por la clase de gente que pensaba , y aún lo hace, que solo debía madurar, Siempre se me había sido saber que este sentimiento era por lo menos simpáticamente naif o peor, atrasado y peligroso. Luego los rechazos venían engarzados con palabras familiares destinadas a mantener a flote el barco del destino humano: romántico, Luddita, NIMBY, y otras. Puesto que ahora había encontrado mi lugar. Era un joven, fogoso, radical ambientalista ecocéntrico e iba a salvar al mundo
Cuando recuerdo las protestas callejeras de la mitad de los 90´s, cosa frecuente, es con nostalgia, cariño y un sentimiento de gratitud por poder haber estado ahí, ver lo que vi y hacer lo que hice. Pero me doy cuenta ahora que  me lleva a hablar de Twyford Down al grado de aburrir a mis amigos, aún los mas pacientes. Esta fue la última vez que formé parte de un movimiento ambientalista que era genuinamente ambiental. La gente comprometida era, como yo,  ecocéntricos, no veían el ambiente como algo "allá afuera", separado de la gente, para ser utilizado, destruido o protegido según capricho humano. Se vieron como parte, dentro del mismo o el mismo.  Había un sentimiento wordsworthiano en la cosa: la defensa de los árboles simplemente porque eran árboles. Viviendo bajo las estrellas y la lluvia entre los robles y los caóticos túneles por debajo, en el suelo mismo, como liebres o tejones. Estábamos conectados con el lugar; un lugar real que amábamos y habíamos elegido pertenecer, aunque mas no sea un corto tiempo  Había poca teoría, mucha acción, pero mucha mas permanencia. Estar en un lugar, conocerlo, defenderlo. Era ambientalismo en su expresión mas cruda y los que lo integraron fueron personas que amaban la tierra en sus corazones además de sus cabezas.
En los años que vinieron estos se fue perdiendo. Pasó un tiempo antes que me diese cuenta lo que ocurría, pero cuando tomé consciencia estaba rodeado. El ecocentrismo- en lenguaje simple, el amor de lugar, la humildad, el sentido de pertenencia, los sentimientos- se encontraban ausentes de la mayoría de los diálogos "ambientalistas" a mi alrededor. En su lugar había dos tipos de lenguaje. Uno era el tipo de narrativa "salvemos el mundo con molinos eólicos" y el otro era el sonido sombrío y distante de corceles y sables de una quinta columna que se acerca.
El ambientalismo, que en su forma primigenia no tenía tiempo para la política formal de la izquierda y la derecha. Ofrecía en su lugar una visión global en la que la economía de crecimiento y la mente industrialista, amados por ambas manos, era el problema mismo. Se encontraba ahora succionado hacia la fosa sin fondo de la izquierda "progresista" De pronto, la gente como yo. hablando de abedules, ocasos y lomadas, eran cortésmente y a veces no tanto, desplazados a codazos por personas que incorporaban los "análisis de clases" a la política verde. Parece que todo este tema de la naturaleza era burgués, Occidental e improductivo. Era una pretensión de clase media, y no había nada peor que una pretensión de clase media. Los trabajadores no tenían tiempo para pensamientos como estos ( aunque nadie se tomase el trabajo de notificar a los trabajadores mismos que eran torpes odiantes de la naturaleza y carne de cañón en las llamas de la guerra política). Era terrible y objetivamente de derecha. Después de todo, Hitler amaba la naturaleza, además era vegetariano. Era todo profundamente "problemático"
Mas problemático para mí era que representaba este tipo de oratoria. Con el casi fracaso global del proyecto de izquierda de las últimas décadas, las políticas verdes se estaban transformando rápidamente en un refugio para socialistas desilucionados, Trotskistas Marxistas y un conjunto de acompañantes que ya no podían seguir creyendo en el comunismo y el Partido Laborista, ni siquiera en George Galloway vieron en las políticas verdes una veta prometedora. Entraron  todos manifestando con sus pancartas de Paren La Guerra y sus bufandas de solidaridad palestina y con ellas trajeron una nueva sensibilidad.
Ahora parecía ser que el Ambientalismo no era de lo salvaje y el ecocentrismo, o del mundo- mas - que -humano y nuestra relación con él. Por el contrario era sobre justicia social (humana), igualdad (humana) y progreso (humano), asegurando que todas estas metas podrían lograrse sin degradar la base de recursos (humana) que solíamos llamar naturaleza ,allá cuando éramos naif y problemáticos. De pronto, en crecimiento económico sin fin era una cosa buena después de todo: los pobres deberían enriquecer, pues era su derecho. La cuadratura del círculo, para aquellos que todavía percibían que había un circulo se nos informó que la "justicia social y la justicia ambiental van tomados de la mano"- una sugerencia de inexactitud tan bizarra que sólo podía ser una expresión de deseos.
De pronto sostener una población global de 10mil millones de personas ya no era problema y cualquiera que sugería otra cosa no estaba dando una alerta ecológica sino que daba pié al fascismo, discriminación de género, de raza ,orientalismo o esencialismo u otro concepto de onda mayormente poco estudiado. El "tema real" al parecer no era la relación humana con el mundo no humano; era  chanchos , banqueros y capitalismo. Estas cosas deberían ser destrozadas mediante marchas, piquetes y votos por partidos políticos marginales para dar lugar a algo llamado "ecosocialismo", un conglomerado de conceptos que garantizan lo hostilidad instantánea del 95% de la población.
No objeté por pensar que el ambientalismo deba ser del ala derecha mas que el ala izquierda, o por ser yo de derecha, cosa que no soy (hoy día tiendo a considerar el ave completa con una frustrante despreocupación sobre su lateralidad). Comprendí que existía por lo menos una razón parcial del éxito de colonización de los verdes por los rojos
El ambientalismo moderno surgió en parte del movimiento conservacionista del inicio del siglo veinte y ese movimiento muchas veces trataba sobre la preservación de paisajes supuestamente prístinos a costa de la gente, forzando la evacuación de pueblos tribales de sus tierras ancestrales que habían sido declaradas como parques nacionales. Esto, con el propósito de crear una "Naturaleza Prístina" de ficción fue bastante común en América y África. Hitler fue algo ambientalista y las fuentes que alimentaron la filosofía verde, también contaron con algunos personajes indeseables (hecho que algunos ideólogos con deleite señalan cuando inician sus cacerías de brujas entre los verdes; como si no fuese fácil encontrar las ideas de igualdad y justicia que energizaron a Stalin y Pol Pot). En este contexto es suficientemente ecuánime aseverar que el ambientalismo se alió con ideas de justicia y decencia, y que trataba de personas además de todo el resto sobre el planeta. Por supuesto que fue así puesto que la "naturaleza" como algo separado de la gente nunca ha existido. Nosotros somos naturaleza y el proyecto ambientalista siempre suponía de como nosotros deberíamos ser parte de ella, para comprender y respetarla, para comprender nuestra ubicación dentro de ella y sentirla como parte nuestra.
Así que había una razón para el vuelco a la izquierda del ambientalismo, de la misma forma que había una razón para su ciego obsesión con el carbono. Mientras tanto la realidad de lo que los humanos están haciéndole al mundo se hizo tan obvio, aún a aquellos que les está yendo muy bien con la actividad, que se hizo muy difícil no oir a los verdes. El éxito al fin llegó. No se puede abrir un diario, entrar en un sitio web corporativo, oir a un político o leer la etiqueta de un paquete de galletitas sin ser bombardeado con la propaganda sobre "salvar al planeta". Pero tiene una terrible oquedad, la sensación que la sociedad está realizando los movimientos sin comprender porqué. El cambio, el pacto ha llegado probablemente con un precio fatal.
Ahora se está abonando el precio. El movimiento de pinzas extraño y no intencional de la izquierda fallada, con su análisis de clase de cascadas y aire fresco y la brigada gerencial del carbón-über-alles ha infiltrado , planchado y reordenado al ambientalismo para sus propios fines
Ahora no se trata de la ridícula belleza del coral, la niebla sobre los campos al amanecer. No es sobre el ecocentrismo. No se trata de reforjar una conexión  entre personas hipercivilizadas y el mundo fuera de sus ventanas. No se trata de vivir cerca de la tierra o valorar la tierra por sí misma. Tampoco se trata de atacar las  falacias de la burbuja en la que se ha convertido nuestra civilización
El ambientalismo de hoy trata de personas. Es un premio consuelo para una resaca de troscos, y al mismo tiempo con humor irónico, es un adjunto del hipercapitalismo: el convertidor catalítico del plateado SUV de la economía global. Es un reto ingenieril: un aparato resuelve-problemas para gente que la vista de la cumbre de una montaña en un diáfano día de invierno no trae sensaciones de trascendencia sino pensamientos sobre el derrochado potencial de energía renovable. Se trata de salvar a la civilización del resultado de su propio accionar: un desesperado intento para impedir que Gaia eructe y arrase nuestras cafeterías y bandas anchas. Es nuestra última esperanza.

La tierra abierta.

Por supuesto que generalizo. El marco del ambientalismo es tan maleable como el del socialismo, anarquismo o conservatismo, e igualmente capaz de generar discusiones internas que durarán hasta la muerte del sol. Muchos de los que se consideran verdes tienen poco tiempo para el pensamiento central al que me refiero acá. Pero es el pensamiento directriz. Es como la mayoría de las personas ven el ambientalismo hoy día, si bien no es como todos los ambientalistas pretenden que se vea. Estos son los argumentos y las posturas que el ambientalismo popular- ahora una fuerza global- ofrenda en su búsqueda de redención. Hay razones; siempre hay razones. Pero cualesquiera que sean han guiado a los verdes por un callejón sin fondo, oscuro y lleno de basura, donde rebalsan los contenedores, donde se han quemado todas los faroles y los perros callejeros están famélicos. Que se debe hacer con esto? Tal vez nada. Tal vez haya sido inevitable que  una sociedad utilitaria generase un ambientalismo utilitario, e inevitable también que los verdes no hubiesen durado mucho fuera de los bunkers políticos establecidos. Pero para mi, bueno- esto ya no es mío, esto es todo. No puedo hacer las paces con gente que canibalizan la tierra en aras de salvarla. No puedo hablar el idioma de las ciencias si poesía correspondiente. No puedo mantener la cara hablando de salvar al planeta cuando lo que quiero decir es salvarme de lo que se viene.
Como todos nosotros soy un infante de imperio. Es el imperio del Homo sapiens sapiens y se extiende de Tasmania hasta la isla Baffin. Como todos los imperios está construido sobre la expropiación y la explotación, y como todos los imperios, disfraza estas cosas con el idioma de moralidad y deber. Cuando entregamos las tierras silvestres a la agricultura hablamos de nuestro deber de alimentar a los pobres. Cuando industrializamos los lugares salvajes, hablamos de nuestro deber de impedir el cambio climático. Cuando arponeamos ballenas hablamos de nuestro deber a la ciencia. Cuando arrasamos los bosques hablamos de nuestro deber al desarrollo. Alteramos el maquillaje atmosférico de todo el planeta: la mitad de nosotros simulan que no pasa nada y la otra mitad inmediatamente se ponen a buscar máquinas que lo neutralicen . Así es como funcionan los imperios cuando han comenzado a decaer. Negar, externalizar, ira, temor.
El ambiente es la víctima de este imperio. Pero el "ambiente"- es palabra distanciadora, ese concepto vacío- no existe. Es el aire, las aguas, las criaturas que dejamos sin hábitat o eliminamos en bandadas o legiones, y somos, también nosotros. Nosotros somos, estamos dentro y somos de, lo hacemos y lo vivimos, somos fruto, suelo y árbol y las cosas que se han hecho a las raíces y las hojas nos son devueltas. Nos esclavizamos para liberarnos y cuando comienzan a molestar los grilletes con confianza predecimos la emergencia de diseños nuevos y mas confortables.
Yo no tengo respuestas, si es que por respuestas queremos decir sistemas políticos, mejores máquinas, formas de construir algún gran cambio en concientización. Todo lo que tengo es una convicción personal construida en esas sensaciones, en aquellas respuestas que se retrotraen a las tierras del norte de Inglaterra y los ríos del sur de Borneo, que algo grande se nos está escapando. Que somos tanto huecos como rellenos y que continuaremos rellenándonos hasta que se termine la comida, y si las afueras del comedor ha sido desertificado en nombre de la necesidad, entonces sabremos que no somos culpables, porque nunca somos culpables pues somos humanos.
¿Que debo hacer con sentimientos como estos?. Sentimientos inútiles en un mundo en el que todo debe ser utilizable. Sensibilidades en un mundo de utilidad. Sensaciones como estos no proveen "solución " alguna.  No construyen eco hogares, remueven carbono de la atmósfera. Esto es cosa de cabeza en las nubes, tan relevante a nuestras ajetreadas y modernas  vidas como la luna nueva o la fecha de la cosecha. Fácil de ignorar, fácil de despreciar, como los lugares que inspiran los sentimientos, como el mundo fuera de la burbuja, como la gente que lo ha visto aunque solo en breves instantes tras el filo de un oscuro relieve de sierras.
Pero esto está bien- la retirada, las pláticas, los bruscos avances de los adultos. Esta todo bien. Verás que yo me retiro. Me retiro de las campañas y  las marchas. Me retiro de las discusiones y todas las falsas premisas. Me retiro de las palabras. Me voy. Salgo a caminar.
Salgo en un peregrinaje para encontrar que es lo que olvidé en las selvas y en las frías fogatas y en las partes de mi cabeza y mi corazón que he estado circunvalando porque he estado ocupado en fragmentar al mundo con el intento de salvarlo, ocupado en creer que es mío para salvar. Voy a escuchar el viento para ver que me dice si es que acaso me dice algo. Verán, parece ser que tengo mas tiempo de lo que pensaba. Seguiré la partitura y veré que me canta, y tal vez, algún día, tal vez vuelva. Y si soy muy afortunado pueda traer conmigo una cosecha de cuentos frescos que pueda desparramar con semillas de manzana en esta cansada y enojada tierra.

Publicado en  Orion Magazine de enero/febrero 2012. - www.orionmagazine.org/index.php/mag/issue/6597
Traducido por Miguel Webb
Ilustraciones: Alex Grey


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Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año