Segunda era Trump: estos son sus primeros planes anticlimáticos
El lunes 20 de enero, Donald Trump prestó juramento y se convirtió en el 47º presidente de Estados Unidos. El líder republicano asume el cargo por segunda vez con la misma filosofía negacionista del cambio climático: defiende la industria fósil responsable del calentamiento global y ataca a quienes quieren una transición ecológica y energética que mitigue los impactos climáticos. Mientras el sur de California sigue sufriendo incendios forestales sin precedentes, Trump y su equipo han dejado claro durante la campaña electoral y en las últimas semanas que su vuelta al poder será fuerte, con una serie de medidas –incluidas climáticas– nada más tomar posesión.
Eduardo Robaina
Si cumple con lo prometido, Donald Trump promulgará varias órdenes ejecutivas inmediatamente. Si bien algunas de ellas pueden entrar en vigor inmediatamente, otras requerirán de la ayuda del Congreso o se verán bloqueadas en los tribunales.
Leyes claves en riesgo
Dos de las derogaciones de mayor calado que quiere llevar a cabo Trump tiene que ver con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y con la Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo (IIJA, también conocida como Ley Bipartidista de Infraestructuras o BIL), normas clave en materia de energía limpia y reducción de gases de efecto invernadero. Para ello, necesitará el apoyo del Congreso, donde incluso miembros republicanos podrían oponerse después de que sus distritos se hayan beneficiado de grandes oportunidades de financiación.
Según publicó recientemente la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, a principios de año ya se han otorgado unos 69 mil millones de dólares a través de ambas leyes. Hasta ahora, ya se ha concedido el 93% y el 82% del dinero previsto en la IRA y la BIL, respectivamente. En este sentido, Trump podría retener los fondos no gastados o alterar los requisitos para acceder a ellos.
Acorde a la organización Climate Power, EEUU ha creado desde 2022 más de 400.000 nuevos puestos de trabajo de energía limpia con 422.000 millones de dólares en inversiones en 751 nuevos proyectos de energía limpia.
Apuesta fuerte por los combustibles fósiles
A contracorriente de lo que reclama la comunidad científica, de los principales informes y estudios, y de lo que están haciendo muchos países, Donald Trump quiere alargar la vida de los combustibles fósiles. Para ello, pretende lanzar una orden ejecutiva que incluiría la declaración de la emergencia energética para poder abrir más zonas de exploración de petróleo y gas.
Tras el anuncio de Joe Biden en las últimas semanas de prohibir futuras perforaciones en alta mar en gran parte de las aguas costeras estadounidenses, Trump anunció que revocaría en su primer día de mandato la decisión, la cual probablemente será impugnada en los tribunales. Asimismo, se espera que se cambie la actual Oficina de Política Climática Nacional por un Consejo Nacional de Energía.
Además, Trump y su nuevo equipo quieren que se lleven a cabo más exportaciones de Gas Natural Licuado (GNL), por lo que se han comprometido a revocar la congelación de nuevas licencias. Un estudio del Departamento de Energía publicado a finales del año pasado señala que el aumento de las exportaciones elevaría los costes energéticos del hogar medio en más de 100 dólares para 2050.
Incentivos para vehículos eléctricos
A Donald Trump tampoco le gustan las ayudas a los coches eléctricos. Si cumple con lo que ha ido anunciando, revertirá toda ayuda a la compra de estos automóviles, así como los incentivos fiscales para su fabricación en suelo nacional. Un plan que no gusta a la propia industria, que le pide al magnate que no tumbe las subvenciones.
Paradójicamente, Tesla (propiedad de Elon Musk, quien ocupará un puesto en el Gobierno de Trump) ganó 10.700 millones de dólares con la venta de créditos creados por programas climáticos gubernamentales, según un análisis de los archivos de valores realizado por E&E News, de POLITICO. En los nueve primeros meses de 2024, alrededor del 43% de sus ingresos netos procedieron de esos créditos, los cuales Tesla vendió a fabricantes de automóviles rivales después de superar los mandatos climáticos en California y otros lugares.
Adiós a París (otra vez)
Durante su primer mandato, una de las primeras medidas adoptadas por Trump fue sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, el pacto más grande que ha existido nunca para luchar contra el cambio climático y respaldado por 194 Partes. Con la llegada de Biden, el país se incorporó al acuerdo climático, pero todo apunta a que con el regreso del republicano, EEUU estará fuera nuevamente en 2026, ya que se tarda un año en hacer efectiva la retirada.
Si acaba sucediendo, será un duro golpe para los objetivos globales de reducción de emisiones, ya que Estados Unidos es el país que más ha contribuido al calentamiento global desde la revolución industrial. Aun así, no está todo perdido, ya que más de 5.000 líderes estatales y locales de EEUU se han comprometido a mantener los objetivos del Acuerdo de París, lo que representa el 63% de la población de EEUU y el 74% del PIB, al igual que los gobernadores de 24 estados y territorios.
Más aranceles
La administración Biden impuso importantes aranceles contra las importaciones chinas, sobre todo en sectores de energías limpias, con el objetivo de impulsar la industria nacional. Ahora, Trump ha amenazado a China con aranceles aún más altos y los ha utilizado como moneda de cambio con Europa, Canadá, México e incluso Dinamarca en las últimas semanas. Aun así, todavía existe mucha incertidumbre sobre qué hará finalmente el magnate republicano.
Contra la energía eólica (marina)
Otra de las grandes cruzadas que quiere llevar a cabo Donald Trump y su séquito esta legislatura es contra la energía eólica. Quiere paralizar la construcción de nuevos parques eólicos tanto marinos como terrestres, ambas importantes industrias estadounidenses que suministran energía a partes significativas de la red.
Amparado en falsas afirmaciones y desinformación en torno a la seguridad de las ballenas por las turbinas eólicas, Trump quiere lanzar una orden ejecutiva para prohibir la construcción de nuevas turbinas en la costa este de Estados Unidos. El objetivo es que el Departamento de Salud y Servicios Humanos solicite estudios sobre los efectos para la salud y el medio ambiente de estas instalaciones y los cables de transmisión.
Un Gobierno anticlima
Para poder llevar a cabo todas estas medidas, Donald Trump ha formado un equipo repleto de rostros cercanos a la industria de los combustibles fósiles o contrarios a todo lo que tenga que ver con la transición ecosocial.
En Climática ya analizamos a seis de nombres que ocuparán puestos especialmente influyentes para las perspectivas climáticas tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. A estos, hay que sumar también otros perfiles como el de Scott Bessent, nuevo secretario del Tesoro, que tiene importantes inversiones en las industrias del petróleo y el gas a través de su fondo de cobertura Key Square Capital Management LLC y es un firme opositor a las energías renovables y al IRA.
Howard Lutnick, próximo secretario de Comercio, es un inversor multimillonario que se encargará de supervisar partes de las políticas comerciales de EEUU, incluidos los aranceles. Paul Atkins, que estará al frente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés), tiene vínculos con organizaciones de extrema derecha y se opone al activismo de los accionistas y a la norma de divulgación de riesgos climáticos de la SEC. Y Pete Hegseth, próximo secretario de Defensa, es un comentarista de Fox News y veterano que se burló de las preocupaciones de la Marina de los Estados Unidos sobre el cambio climático y el aumento del nivel del mar en la audiencia para optar al cargo.
Fuente: https://climatica.coop/segunda-era-trump-sus-primeros-planes-anticlimaticos/ - Imagen de portada: Un muñeco del presidente Donald Trump en el pleno de la Cámara de Representantes de Arizona el día de la apertura de la 57 legislatura en Phoenix, Arizona. Foto: Gage Skidmore/Flickr.