«El discurso de los megarricos es la única narración utópica de nuestro tiempo»
Michel Nieva (Buenos Aires, 1988) es escritor, traductor, docente y analista cultural. Escribe lo que él considera más «meta ciencia-ficción» que ciencia-ficción en sí, y en su primera novela, de 2013, ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, mezcla el género cyberpunk con el discurso decolonial para proponer el gauchopunk: «La idea de Ciencia ficción capitalista (Anagrama, 2024) aparece cuando estoy escribiendo mi novela La infancia del mundo, para la que leo muchas historias de ficción climática. Y casi todas coinciden no solo en contar el fin del mundo, sino en representar el final de la imaginación. Me encuentro con una monotonía muy evidente en la manera de imaginar la crisis climática como un desastre inevitable. Mientras que estos personajes a los que he dedicado el ensayo, los megarricos como Elon Musk o Jeff Bazos, son muy creativos para imaginar soluciones que no dejan de ser fantasías, pero así y todo son las únicas narraciones que proponen una solución a muchas de las crisis actuales, y por eso se vuelven tan atractivas y efectivas para las mayorías».
Jose A Cano
La mencionada La infancia del mundo (Anagrama, 2023) se ambienta en 2197, cuando se derriten los últimos hielos antárticos y la Pampa argentina se ha convertido en un ecosistema que hoy llamaríamos tropical. En cambio, Ciencia ficción capitalista, su ensayo más reciente, es una reflexión sobre cómo el neoliberalismo ha ido más allá del celebre «TINA» (there is no alternative, no hay alternativa) atribuido a Margaret Thatcher a imaginar mundos utópicos en los que el capital sobrevive a la propia Tierra, y todo a partir del optimismo tecnológico de la vieja ciencia-ficción clásica.
«El título del libro, y el concepto que lo atraviesa, reposan y son una referencia al “realismo capitalista”, ese término acuñado por Mark Fisher para explicar cómo a fines del siglo XX se logra hegemonizar la idea de que no hay alternativa a las políticas neoliberales y cualquier otra opción no es realista. Pero la cuestión es que el capitalismo tampoco puede ser realista, porque continuar con la forma de consumo actual acelera aún más todas las crisis ambientales y sociales. Es un sistema inviable que solo puede mantener su hegemonía con fantasías completamente irrealizables. Parte de esta idea que a veces se atribuye al propio Fisher y otras a Slavoj Zizek, Noam Chomsky o a Fredric Jameson, de que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo».
«Ahora mismo solo el capitalismo imagina un futuro más allá del fin del mundo, pero es el de la supervivencia del propio capital, aun a costa de la especie humana. Son las únicas utopías de nuestro tiempo, pero son imposibles o, en el caso de que llegasen a ser viables, solo lo serían para una pequeña minoría. La propuesta de estos personajes, que han causado la distribución desigual de la riqueza más grande de la historia y las grandes crisis que eso conlleva, es que si los dejamos profundizar en esa vía, va a llegar algo mejor. Tienen un gran componente de superstición al afirmar que solo con la tecnología es posible solucionar todas estas crisis políticas, sociales y ambientales de nuestro tiempo».
Nieva atiende a Climática por teléfono desde Buenos Aires, en un momento en el que la influencia de Elon Musk en la política estadounidense y mundial es mayor que nunca a través de su entrada en el nuevo Gobierno de Donald Trump.
«Hay un lema que reivindica Musk, que ahora se volvió todavía más popular porque lo llevó en remeras en los actos de campaña de Trump: “Occupy Mars”. Es una forma de burlarse de cualquier tipo de discusión sobre la distribución de la riqueza, una alusión al movimiento que hubo después de la crisis del 2008, el Occupy Wall Street, cuya base de la protesta era denunciar que el 1% de la población poseyera más del 99% de la riqueza. Para Musk la solución no es discutir esa distribución inigualitaria de la riqueza, que es la que desembocó en todas las crisis actuales, sino profundizarla porque eso le va a permitir a sus empresas colonizar Marte».
No hay planeta B
El autor argentino señala la paradoja de cómo Musk, Bezos, Mark Zuckerberg y otros popes de la tecnología son o han sido grandes lectores de la ciencia ficción clásica, mayoritaria o exclusivamente anglosajona, en su llamada Edad de Oro, bebiendo de autores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke o Robert A. Heinlein, pero ignorando otros posteriores, como los de la Nueva Ola de los 60 o 70, e incluso el cyberpunk, que han contribuido a hacer realidad. También tienen como referente la Trilogía marciana, de Kim Stanley Robinson, publicada en los 90 y que a lo largo de tres novelas desarrolla una colonización del planeta rojo científicamente plausible (con el conocimiento de entonces).
«Lo que retoman estos personajes es el optimismo por los avances tecnológicos y esta fantasía de que las soluciones a cualquier crisis política y económica no se logran con la política sino con la tecnología como una especie de salvación total. El caso de Kim Stanley Robinson, autor de El ministerio del Futuro y que se declara socialista, es paradójico, pero no es el único. Isaac Asimov no coincidirá en casi nada con Elon Musk, excepto en el optimismo por la tecnología, y tampoco la consideraba la solución a todos los problemas. Se quedan solo con la parte técnica, ignorando toda la parte social».
Aquí Nieva subraya la paradoja: el “realismo capitalista” ha convertido las ficciones climáticas en obras que no conciben un futuro fuera de las lógicas neoliberales, pero, en el fondo, las utopías de los megarricos también son una solución sin imaginación. «No asumen que no hay planeta B. Es una utopía irrealizable que consiste en repetir los mecanismos actuales en otro sitio. Porque claro, el problema de Marte es que carece de atmósfera y además es inhabitable por lo fría que es superficie. Así que podríamos colonizarlo emitiendo gases de efecto invernadero y bombardeando sus polos para que se derritan sus aguas, etcétera. No solo es fantasioso, es carente de imaginación repetir lo que ya ha destruido la Tierra».
La ciencia ficción
¿Puede una ciencia ficción diferente proponer escenarios diferentes? Como pueda ser la del mencionado Kim Stanley Robinson en El ministerio del Futuro, o el clima-ficción de autoras de América Latina como Laura Ortiz, Ana Paula Maia, Claudia Aboaf o Alejandra Bruno… o el propio Nieva.
«No creo que el trabajo de la ciencia ficción literaria sea tener que producir una utopía paralela. Vivimos una época en la que parece que el arte tiene que ser una especie de fábula hermosa, y eso tampoco me parece que sea una solución, porque la narrativa que necesitamos es sobre disputar el poder que tienen estas corporaciones y sus narraciones. Para mí el procedimiento central de la ciencia ficción es la poetización y la politización de la tecnología, y su lugar es ese, discutir otras formas de uso y socialización de la misma. Pero no como una especie de programa o panfleto político».
En ese sentido, Nieva explora lo que le permite la extensión del ensayo la incorporación de imaginarios como el de los pueblos originarios de América Latina, como «la única memoria de un fin del mundo, que supuso la colonización, del que disponemos actualmente», pero también constata que «vivimos en una época muy pesimista, donde parece que las visiones alternativas del mundo también las controla el propio mainstream».
«Es importante para desarrollar otro tipo de imaginación política que pensemos en otra forma de relacionarnos con la tecnología. El filósofo chino Yuk Hui, que también es ingeniero informático, ha propuesto el concepto de la tecnodiversidad. Invita a imaginar nuevos tipos de tecnología y de formas de relacionarnos con ella. Propone, sobre todo, desencajarla de la hegemonía de la producción, que además se encuentra concentrada en muy pocos polos mundiales, como Silicon Valley y Shanghái. Solamente pensando otras formas tecnológicas de producción y de aplicación de estas van a surgir otras imaginaciones. Es la discusión central de nuestro tiempo: cómo pensar modos diversos y sostenibles de relacionarnos con la tecnología».
Fuente: https://climatica.coop/michel-nieva-megarricos-narracion-utopica/ - Imagen de portada: Foto: Michael Nieva en una foto cedida por él.