Los guardianes de la oscuridad de Chile

Un gran proyecto industrial en una zona en la que los cielos nocturnos están protegidos reaviva el debate sobre cómo frenar la contaminación lumínica y mitigar sus efectos: La línea entre la noche y el día es cada vez más difusa en todo el planeta. Es cierto que el sol se sigue poniendo tal como ha hecho siempre, pero la luz artificial le roba cada vez más espacio a la noche. En la última década, el brillo del cielo nocturno aumentó de media un 9,6% al año en todo el mundo, según los estudios más recientes. Hoy, un 80% de la población mundial duerme bajo un cielo cada vez menos oscuro –una cifra que se acerca al 99% en Europa y América del Norte–. Los mapas de contaminación lumínica no dejan lugar a dudas y cada vez más personas pasan su vida sin ver brillar la Vía Láctea.

Juan F. Samaniego

A pesar de lo que dicen los números, la noche todavía tiene refugios en nuestro planeta. Por ejemplo, la isla canaria de La Palma y parte de Tenerife cuentan con normativas para proteger el cielo nocturno y atesoran las noches más oscuras de Europa. Pero si hay un lugar en el planeta que ha hecho bandera de la calidad de sus cielos ese es Chile. Las condiciones ambientales únicas de las regiones del norte del país y una ley pionera que tiene más de 25 años han convertido el país latinoamericano en el gran refugio de la noche. La oscuridad es tan importante allí, que incluso cuenta con sus propios guardianes.
¿Quién protege la noche en Chile?

Los cielos nocturnos, en realidad, nunca son 100% oscuros. Incluso en las noches sin luna, hay pequeños puntos de luz que los seres vivos utilizan para orientarse. La contaminación luminosa les quita esa herramienta y, además, puede desorientar a las aves y otras especies voladoras y provocar desajustes en los biorritmos de las plantas. Nos afecta también a los seres humanos, dificultando el descanso e influyendo en el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o la obesidad. Además, la noche es parte de nuestro patrimonio cultural común, reconocida como tal por la Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas.
Los cielos oscuros son, también, esenciales para la astronomía. De hecho, las normativas de protección de la noche más avanzadas coinciden con lugares de gran importancia para la investigación científica. Chile, por ejemplo, cuenta con 7 de los 18 telescopios ópticos más grandes del mundo. El que será el de mayor tamaño del planeta, el Observatorio Vera C. Rubin, entrará en funcionamiento este año en el Peñón de Cerro Pachón, a 2.682 metros de altura, en la comuna de Vicuña. Allí, la noche se ha convertido en algo tan importante que incluso cuentan con su propia Brigada de Protección de Cielos Oscuros.
Bajo el Plan de Protección de Cielos Oscuros de la comuna de Vicuña, este grupo de voluntarios se encarga de identificar posibles focos de contaminación lumínica y de concienciar a la población sobre la importancia de proteger la noche. La iniciativa es clave para mejorar la observación astronómica (tanto para investigación como para turismo), regular los ciclos naturales de luminosidad en animales y humanos y reducir el gasto energético. Las brigadas fueron premiadas en 2023 por la organización Dark Sky International, referencia mundial en materia de protección de cielos oscuros.
“Iniciativas como la Brigada de Protección de Cielos Oscuros son un gran avance, ya que permiten levantar esta problemática desde la sociedad civil mediante un rol educativo, evidenciando cómo nos afecta el exceso de luminosidad artificial y también involucrando a diferentes actores relacionados, como las empresas privadas, y motivándolos a hacerse cargo de los efectos lumínicos que produce el desarrollo de sus actividades”, señala Juan Pablo Valenzano, coordinador de proyectos de la Fundación Cielos de Chile.
La Fundación Cielos de Chile, la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile e incluso entidades de fuera del país como el Laboratorio Nacional de Investigación para la Astronomía Óptica-Infrarroja de Estados Unidos son otros de los guardianes de la oscuridad de Chile. Además, el país cuenta con una ley que regula la luminosidad artificial desde 1999, una norma que se actualizó en 2014 y, más recientemente, en 2022, cuando estableció parámetros mucho más estrictos para las áreas de protección especial, las áreas de protección a la biodiversidad y las comunas cercanas a los grandes observatorios científicos.

Mapa de las áreas de protección especial. Fundación Cielos de Chile.

“Si bien el hecho de contar con una norma de emisión que regule la contaminación lumínica a nivel nacional es un gran avance, también presenta un desafío significativo. Para proteger los cielos oscuros, es necesario visibilizar la problemática que nos afecta, algo que en la mayoría de los casos sigue siendo desconocido para gran parte de la población. Por lo tanto, el foco debe estar en informar, educar y empoderar a la ciudadanía en cuanto a cómo afecta esta problemática en sus territorios”, añade Pablo Valenzano.
La noche protegida también está amenazada
El pasado 24 de diciembre, AES Andes, una filial de la empresa eléctrica estadounidense AES Corporation, presentó un proyecto para construir un gran complejo industrial de más de 3.000 hectáreas en el desierto del Atacama en el que fabricar hidrógeno y amoniaco. El proyecto, que todavía está pendiente de su evaluación de impacto ambiental, amenaza directamente la oscuridad de los cielos de la que se beneficia el Observatorio Paranal del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), una iniciativa de la que forman parte 16 países europeos entre los que está España. En sus cercanías se está construyendo también el Telescopio Extremadamente Grande, que entrará en funcionamiento en 2028. La comunidad científica no tardó en reaccionar.
“La proximidad del megaproyecto industrial de AES Andes al Observatorio Paranal supone un riesgo crítico para unos de los cielos nocturnos más prístinos de todo el planeta”, señala el director general del ESO, Xavier Barcons, en una nota de prensa publicada por el observatorio. “Las emisiones de polvo durante la construcción, el aumento de las turbulencias atmosféricas y, especialmente, la contaminación lumínica afectarán de manera irreparable a las capacidades de observación astronómica de Paranal”.
«Estamos ante un caso grave por el tamaño de la instalación industrial y por la calidad realmente única del observatorio al que va a afectar, pero la oscuridad natural de la noche está degradándose con gran velocidad en todo el mundo, con todo lo que ello implica de pérdida cultural, científica y patrimonial, pero también de perturbación de ecosistemas y de la vida natural”, añade David Galadí Enríquez, profesor del departamento de Física de la Universidad de Córdoba, en declaraciones a Science Media Centre.
“El crecimiento de los núcleos poblados es la mayor amenaza para los cielos oscuros en Chile, ya que localidades pequeñas que contaban con una buena calidad del cielo, hoy han aumentado su población y por ende el alumbrado público, acercándose cada vez más al nivel de las grandes ciudades con cielos altamente contaminados. Pero desde la Fundación Cielos de Chile también identificamos como amenaza el aumento de los proyectos mineros y energéticos, los cuales en muchos casos buscan instalarse en zonas cercanas a los grandes observatorios, afectando la excelente calidad del cielo”, concluye Pablo Valenzano.

Fuente: https://climatica.coop/guardianes-oscuridad-chile-contaminacion-luminica/ - Imagen de portada: Foto: la vía láctea desde el desierto de Atacama.

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