Ser mala persona es cada vez más rentable
El ejemplo del dueño de Twitter y el cambio de rumbo del CEO de Facebook e Instagram muestran una tendencia a buscar el beneficio apoyando y representando lo peor de nuestra sociedad: Abro el ordenador y las redes tras unos días navideños en los que intentas alejarte un poco de ellas por salud mental. De las primeras cosas que leo son que el hombre más rico del mundo, Elon Musk, ha dicho que Estados Unidos debería invadir Reino Unido o que el AfD, el partido fascista alemán, es el único que podría salvar Alemania. Sigo y veo que Meta, matriz de Facebook e Instagram, ha decidido terminar con sus sistemas de verificaciones de bulos porque dice Zuckerberg que “la censura ha ido demasiado lejos”, con claros guiños a Donald Trump. Intento alejarme de tan triste realidad abriendo Youtube y me encuentro un videoclip del rapero el Jincho en el que defiende ideas conspiranoicas como el terraplanismo o “el gran reseteo”.
Yago Álvarez Barba
Todo responde a una misma tendencia: ser mala persona y mostrarlo en público es cada vez más rentable. El “Malismo”, tal y como lo ha bautizado el ilustrador de esta casa Mauro Entrialgo en un libro bajo ese mismo título, reporta muchos más beneficios que ser buena persona y que hacer buenas políticas o periodismo para las mayorías. Algo que nos está llevando a unas cotas de odio que no se pueden sostener si queremos preservar una salud democrática que aleje a los fantasmas del totalitarismo fascista que ya azotó Europa el siglo pasado.
Empecemos por la vertiente internacional. Desde que Elon Musk se convirtiera en el principal actor político a nivel internacional, su fortuna se ha duplicado y los partidos de extrema derecha le van a asegurar que siga siendo el hombre más rico de la tierra en los próximos años siempre y cuando este les apoye. Compró una red social que, desde un punto de vista económico, parecía un negocio horrible. Siendo dueño de la mayor plaza pública del planeta, dio rienda suelta al odio, el racismo, el machismo, las ideas negacionistas y los bulos que favorecen a la extrema derecha. No sólo las permitió, sino que el algoritmo de Twitter promueve que sean esos mensajes los que más se difundan.
La victoria de su estrategia ha sido clara. El adalid del odio político estadounidense, Donald Trump, ganó las elecciones del pasado noviembre y volverá a ser el presidente de los Estados Unidos. Los mercados entendieron perfectamente que era una victoria de Musk y que sus empresas se iban a beneficiar de los contratos con la administración estadounidense, la desregulación de los mercados donde opera Musk y el proteccionismo de Trump frente al vehículo eléctrico chino.
Las acciones de Tesla se dispararon y Musk ha llegado a tocar los 450.000 millones de dólares de riqueza, casi doblando a la segunda persona más rica del planeta, el otro señor de Silicon Valley Jeff Bezos. A Elon Musk le ha salido muy rentable ser un trozo de mierda fascista y apoyar a fascistas, por eso lo va a seguir haciendo. Elon Musk apoya al fascismo porque le abre nuevas vías de negocio y le hace ser más rico todavía. Sólo hay que ver el reciente contrato que Georgia Meloni ha anunciado con la empresa de Musk tras reunirse con Trump.
Mark Zuckerberg no se quería quedar atrás. El que iba de niño bueno de las redes sociales y se comió un buen rapapolvo tras el escándalo de Cambridge Analitica tuvo que cambiar políticas de verificación y de difusión de bulos. Además, un estudio demostró que, en su red social, las noticias falsas se difundían mucho más que las reales. Durante años, Meta ha firmado acuerdos con empresas de verificación que etiquetaban las noticias falsas y el algoritmo de Facebook disminuía su difusión. Ahora todo eso se va a acabar.
El CEO de Meta ha dicho que la verificación de bulos “ha ido demasiado lejos” y que era hora de volver a poner sus redes sociales en pro de la libertad de expresión. No le han faltado los guiños a Trump y en contra de las legislaciones europeas que, claro, le han jodido parte de su negocio con la dichosa manía de que no les gusten los bulos o los mensajes de incitación al odio. Lo de esconder lo peor del ser humano tras el mantra de la libertad de expresión se ha convertido en una simple careta para que estos fascistas disfrazados de empresarios puedan seguir haciendo crecer su negocio.
Ser buena persona y buen empresario ya no está de moda. De hecho ya no está de moda ni aparentar que lo eres. Porque tampoco nos vamos a engañar, Zuckerberg nunca ha sido buena persona pero, por lo menos, lo disimulaba. El nuevo giro de guion del CEO de Facebook muestra que se ha dado cuenta de que es mucho más rentable ser un hijo de perra que da rienda suelta a la incitación al odio, el racismo, el negacionismo climático y los bulos. Ser mala persona es cada vez más rentable y nadie se quiere quedar atrás…
… Hasta aquí el análisis de la búsqueda de rentabilidad de ser una persona de mierda. Hay cientos de ejemplos más que podréis identificar con facilidad. Lo que necesitamos ahora es pensar qué estrategias y vías podemos seguir los que todavía apreciamos a la buena gente y no queremos que nuestro futuro quede en manos de una panda de gentuza de la talla de Musk o Zuckerberg. El malismo no puede ser rentable y si las administraciones públicas y la justicia no es capaz de pararle los pies a estos villanos del Siglo XXI, deberemos ser nosotros quienes apartemos y hagamos un cordón sanitario ante una amenaza tan seria como esta. Ser mala persona, esparcir odio, bulos, racismo, clasismo, machismo o gordofobia no puede ser una estrategia empresarial rentable, debe ser la condena al ostracismo y la ruina de aquellos que la practican.
Fuente: Fragmentos de una extensa nota del diario El Salto. Para leerla completa: https://www.elsaltodiario.com/redes-sociales/elon-musk-mark-zuckerberg-fernando-savater-ser-mala-persona-rentable