Otra vuelta de tuerca

Fragmentos del Editorial de http://crashoil.blogspot.com.es/
Queridos lectores,

Hay una creciente agitación en el mundo de la energía. El pasado mes de noviembre hemos conocido el último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía, el WEO 2015. Aunque no introduce ideas nuevas, el WEO 2015 se reafirma en las tendencias apuntadas en los últimos años: por debajo del optimismo institucional que la AIE se ve obligada a transmitir, este WEO nos habla explícitamente de los picos productivos del petróleo y el carbón (materias primas, no lo olvidemos, que proporcionan dos tercios de toda la energía primaria consumida en el mundo) e indirectamente del del uranio (el cual si que fue explícitamente referido en el informe de 2014). Pero lo que más destaca de este WEO 2015 es que sin tapujos habla de decrecimiento energético de Europa y Japón, y estancamiento de los EE.UU., durante las próximas décadas; estancamiento y declives completamente lógicos, si preven que la oferta de energía no aumentará y que otros muchos países seguirán aumentando su consumo. Ni siquiera las energías renovables, a las que la AIE concede un papel clave, podrán compensar la caída de las no renovables. Para hacer tragar tan amarga píldora, la AIE nos pretende hacer creer que a pesar del declive energético habrá un gran crecimiento del PIB (algo que nunca ha pasado, dejando aparte efectos estadísticos en los momentos agudos de las crisis). La realidad es que cada año que pasa el desarrollo de los acontecimientos hace menos viable el infundado optimismo con el que la AIE quiere afrontar la previsión energética.

Concomitantemente con la celebración de la COOP 21 y la publicación del último WEO, se ha visto un relanzamiento de las propuestas que abogan por una transición  energética al 100% renovable durante las próximas décadas. Dichas propuestas vienen avaladas por respetables instituciones, desde grandes asociaciones ecologistas como por poderosos think tanks apoyados por  mecenas de alto rango político y económico, pasando por multitud de asociaciones más modestas pero no por ello menos activistas. La idea es aprovechar la creciente concienciación del ciudadano medio con el problema ambiental (en realidad, el específicamente climático, pues la Tierra tiene otros muchos problemas ambientales de los que casi no se habla) y el realce mediático que supone la COOP 21 para conseguir, de una vez por todas, que el debate sobre la transición energética necesaria sea ya puesto en el lugar central que le corresponde. Desde mi punto de vista, hay un cierto error de enfoque en el planteamiento que generalmente se suele hacer sobre la transición energética, en el que los aspectos que se destacan no son los que verdaderamente están en cuestión. Sucede algo análogo en la cuestión ambiental, donde frecuentemente se repite la consigna "Salvemos el planeta", cuando no es el planeta, ni siquiera la vida en el planeta, la que está en peligro, sino nuestro propio hábitat, que es lo que nos da sustento y permite nuestra vida; en suma, somos nosotros, y no la vida, lo que está en peligro. En el ámbito de la energía, la cuestión no es, como tanto se repite, si podremos conseguir la transición a un modelo 100% renovable para finales de este siglo o algo antes, si hay suerte. Tal cosa no está ni ha estado nunca en cuestión: la inevitable y acelerada caída de la producción de combustibles fósiles y de uranio durante las próximas décadas garantizan que la mayoría de la energía que consumiremos será de origen renovable, y con una elevada probabilidad el porcentaje renovable será del 100% o prácticamente antes de finales de este siglo. Por tanto, ésa no es la cuestión que verdaderamente se plantea. La cuestión que realmente está sobre la mesa es si podremos producir la misma cantidad de energía útil que actualmente consumimos o, en una formulación aún más pretenciosa, si podremos mantener un sistema económico creciente basado exclusivamente en las energía renovables. Es conocido que mi respuesta a esta cuestión, incluso asumiendo un nivel estacionario de energía, es bastante pesimista: pensar que tal cosa es posible contradice muchos aspectos económicos y algunas limitaciones físicas, y para mi la cuestión clave y primordial es la transición en el modelo económico. Peor aún: tengo mis serias dudas de que podamos mantener una sociedad industrial a un nivel comparable al que tiene ahora. No obstante, respeto profundamente a aquellos que siguen buscando un camino para emprender esa transición que, de cualquier manera, los grandes actores económicos no parecen tener el más mínimo interés en seguir (y en ese sentido, les anuncio que próximamente publicaré un par de posts de Antonio García-Olivares, en los que comenta de manera divulgativa dos recientes artículos de investigación suyos que dan argumentos a favor de la factibilidad de la transición renovable manteniendo la sociedad industrial).
Tenemos muchos indicios de que el modelo económico actual, disfuncional en muchos aspectos como es, no es capaz de integrar un sistema renovable alternativo, y en particular está el hecho de que a pesar de las décadas urgencia climática y de agotamiento de recursos aún no ha dado ese gran paso, el de la transición renovable.

Un comité internacional había decidido la renovación del sarcófago de contención construido hace ya más de 25 años, en vista de los problemas estructurales que presenta. La inestabilidad en el país y otras urgencias económicas, tanto de Ucrania como del consorcio internacional que provee los fondos, hacen temer un retraso en una infraestructura tan fundamental no ya para la economía sino para la vida, la misma posibilidad de la vida, en la zona afectada. Desgraciadamente, descuidar la contención nuclear es algo previsible cuando faltan recursos y debería a muchos a plantearse si realmente se debe aprovechar la relativa abundancia energética actual para apostar más fuertemente por la energía nuclear como una energía de transición o, más bien al contrario, se debería proceder ya a su desmantelamiento lo más ordenadamente posible, antes de que los recursos escaseen; ítem más cuando sabemos que el pico del uranio está ya prácticamente encima de nuestras cabezas. En cualquier caso, los eventos en esta república ex-soviética nos recuerdan que en paralelo al desarrollo de los acontecimientos en Siria e Irak hay otros muchos focos de conflicto asociados a la crisis energética que probablemente estallarán durante los próximos años.

Salu2,
AMT

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