Viaje de vuelta al LSD

Un instante de 'La comuna' de Vinterberg

El cineasta danés Thomas Vinterberg recupera en ‘La comuna’ parte del espíritu del movimiento hippy de los sesenta, del que han quedado algunos títulos emblemáticos en el cine.

Begona Piña
 
Muchos, en estos tiempos de pocos recursos económicos y futuro inestable, habrán fantaseado con la posibilidad de vivir algún día en comunidad con sus mejores amigos, compartir gastos y vida. 
La idea de aquellas comunas hippies de los 60 y 70, que ha resistido en algunos rincones del planeta –La Alpujarra, Tennesse o Copenhague– y vuelve a brotar en otros, es recurrente. 
El cineasta danés Thomas Vinterberg aprovecha su propia experiencia de infancia y juventud para recuperar ahora, en ‘La comuna’, el espíritu de estos grupos y señalar algunos de sus puntos débiles.

Con Ulrich Thomsen y Trine Dyrholm en los papeles principales, la película arranca con la misma vitalidad con que nace esta comuna en el Copenhague de 1975, en una gran casa. Poco a poco va adquiriendo un tono más íntimo y el vigor del comienzo se resiente. Paradójicamente, Vinterberg no da la espalda a la narrativa más convencional, aunque vuelve a los escabrosos territorios emocionales que ya ha transitado antes, especialmente en Celebración (1998). La gran pregunta que se hace se lanza al enfrentar la ilusión de la comunidad frente a las tragedias personales. Su ‘comuna’ es una herencia, aunque un poco menos colorida, de aquellas del movimiento hippy.
La libertad es el lema
 Milos Forman adaptó en 1979 el musical que triunfó en Broadway a finales de los sesenta. Hair, con John Savage en el papel principal, contaba la historia de un joven que llegaba a Nueva York para prepararse antes de ir al infierno de Vietnam, pero finalmente terminaba en un grupo hippy, disfrutando de la libertad y, claro está, de la música, de un recién descubierto mundo nuevo.
A los quince quema el coche de sus padres y se fuga. A los diecinueve se hace rico con su banda de rock. A los 24 se convierte en presidente de EE.UU. y comienza a moldear el país: la mitad de la población tiene menos de 25 años, en el Congreso se consume LSD y la libertad es el lema. Barry Shear, un director de series de televisión y tv-movies, se sumó con esta historia a la corriente del cine hippy. Wild in the Streets, que es España se tituló muy desafortunadamente El presidente’, se estrenó en 1968 y, aunque el resultado es bastante bizarro, en él hay que destacar noventa minutos de buena música.

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2017: Un magnate ruso crea un 'reality show' en Siberia donde se permitirán violaciones y asesinatos 
 
Unos 30 participantes tendrán que sobrevivir durante nueves meses. Los creadores no se hacen responsables de lo que ocurra durante el programa y se escudan en que la Policía podrá intervenir en cualquier momento si se produce algún delito.
Un magnate ruso ha creado un reality show en el que estará permitido todo, absolutamente todo, incluso violaciones y asesinatos. El programa, llamado Game 2: Winter, reunirá a 30 participantes que tendrán que sobrevivir en Siberia a 40 grados bajo cero para ganar un premio de 1.600.000 dólares. Y para conseguirlo, podrán hacer lo que quieran, según las reglas: "Todo está permitido, luchas, alcohol, asesinato, violación, fumar, todo". Durante nueve meses los participantes vivirán en un remoto bosque de Siberia. La macabra experiencia ha sido creada y financiada por el magnate ruso Yevgeny Pyatkovsky, quien explicó en una entrevista con Siberian Times que todos los participantes deberán firmar un contrato en el se especifique que saben que pueden ser asesinados o violados. Y aclara que los productores del programa no se harán responsables de lo que ocurra durante el desarrollo del mismo. "No tendremos que ver nada con eso. Esto se explica en un documento que los participantes firmarán antes de que empiece el programa", señala Pyatkovsky.
Las reglas el juego son las siguientes: ser mayor de edad y estar mentalmente sano. Se podrán llevar cuchillos pero no armas de fuego, y cada concursante llevará un equipamiento de 100 kilos elegido por él mismo. Y aunque el asesinato y las violaciones estén permitidas, las reglas recuerdan que "estamos en territorio ruso, y habrá que obedecer las leyes de la Federación Rusa", por lo que, a pesar de que todo esté permitido, la Policía podrá intervenir y detener a aquellos que cometan delitos.
Además, cada semana los concursantes podrán pedir a los espectadores que les donen dinero para conseguir los objetos que necesitan dentro del concurso. La audiencia podrá hacer donativos a través de la página web del programa. Para participar, los concursantes deben pagar cerca de 160.000 dólares o bien ser seleccionado por los votantes vía online.
Los concursantes llevarán una cámara portátil con una batería recargable de 7 horas de duración, ya que no habrá equipo de grabación en el territorio del programa. La emisión será continuada de manera online: 24 horas los 7 días de la semana. También se podrá ver en la televisión rusa, e incluso otros cinco países ya han mostrado interés en hacerse con los derechos de emisión.
Pyatkovsky cree que Game 2: Winter atraerá a personas "ricas y arriesgadas" que busquen un nuevo y último desafío. "Será un proyecto muy entretenido y educativo", opina. Por su parte, el productor del programa, Nikolay Ginzburg, señala que en este programa "no será fácil sobrevivir por ser un profesional, sino por ser una persona sencilla. Será necesario actuar intuitivamente, en lugar de seguir instrucciones".
2.000 cámaras, 900 hectáreas y 30 participantes comenzarán el programa el 1 de julio de 2017, tras un corto periodo de entrenamiento, y se extenderá hasta el 1 de abril de 2018. "Cada concursante tendrá tres o cuatro meses para construir un refugio antes de las primeras olas de frío", explica Pyatkovsky en Sputnik News. "Podrán vivir separados o juntarse y formar equipos. Hay que tener en mente que es un bosque real, con los peligros de la vida salvaje e insectos dañinos", añade el creador del programa.
"Por supuesto, habrá algunas medidas de seguridad, pero se tardará media hora en llegar en helicóptero al lugar donde tiene lugar el programa", señala. "El programa es absolutamente extremo, no hay excepciones. No habrá doctores entre los participantes. Si alguien enferma, está herido o se da cuenta de que no puede pasar la prueba, el helicóptero le llevará hasta los médicos. Entonces su juego acabará siempre", indica Pyatkovsky.

Fuente: publico.es - Imagen: siberiablog

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