Los vikingos arrasaron los bosques, ¿podrá Islandia hacerlos crecer de nuevo?
El país perdió la mayor parte de sus árboles hace más de 1000 años, cuando los colonizadores vikingos llevaron sus hachas a los bosques que cubrían un cuarto de la tierra del país. Ahora a los islandeses les gustaría recuperar esos bosques para mejorar y estabilizar los suelos hostiles del país, ayudar a la agricultura y combatir el cambio climático.
Henry Fountain
Sin embargo, recuperar siquiera parte de los que alguna vez fueron los vastos bosques de Islandia es una tarea lenta que parece no tener fin. A pesar de que se han plantado tres millones o más de árboles en los años recientes, la cantidad de terreno cubierto por bosques —calculado en cerca del uno por ciento a principios del siglo XX, cuando la reforestación se convirtió en una prioridad— apenas ha aumentado.
Con sus cajas de retoños y una herramienta roja de siembra, Jon Asgeir Jonsson es un soldado raso en la batalla para reforestar Islandia, un país que trabaja para generar nueva vida en los parajes de su territorio que, en su mayoría, permanecen yermos.
“Definitivamente es una lucha”, dijo Jonsson, un silvicultor que trabaja para la Asociación Forestal de Islandia, una organización privada, y planta retoños junto a voluntarios de varios grupos forestales locales de esta nación isleña con 350.000 habitantes. “Ganamos quizá 0,5 por ciento el siglo pasado”.
Incluso en un país pequeño como Islandia, unos cuantos millones de árboles al año es solo una gota en un vaso. Los parajes austeros y en gran medida sin árboles, interrumpidos por enormes glaciares y volcanes inhóspitos, han sido durante mucho tiempo escenarios favoritos de la industria fílmica.
Las pintorescas vistas también han ayudado al auge turístico. Casi 1,8 millones de extranjeros visitaron el país el año pasado.
Sin embargo, esa belleza trae consigo un problema que los islandeses han enfrentado durante siglos. La falta de árboles, junto con las cenizas y los pedazos más grandes de rocas volcánicas arrojadas por las erupciones, han provocado una grave erosión del suelo.
Con una vegetación incapaz de afianzarse, la agricultura y el pastoreo han sido prácticamente imposibles de realizar en muchas zonas del país. Además, la tierra suelta, combinada con los fuertes vientos de Islandia, provoca tormentas de arena que pueden dañar aún más la tierra, y hasta arrancar la pintura de los autos.
Los agricultores islandeses han batallado con la erosión y las tierras arrasadas por el viento durante siglos. No obstante, en las décadas que siguieron a una tormenta de arena particularmente destructiva al este de la capital, Reikiavik, en 1882, el gobierno estableció esfuerzos de reforestación y conservación del suelo.
Reforestar una mayor parte de las tierras de Islandia tendría beneficios más allá de ayudar a los agricultores y detener las tormentas de arena. Conforme el cambio climático se ha vuelto una preocupación mayor, los dirigentes de Islandia han visto la reforestación como una manera de ayudar al país a lograr sus metas climáticas.
A pesar del uso extendido de las energías hidroeléctrica y geotérmica, Islandia tiene altas emisiones de gases de efecto invernadero per cápita, principalmente debido al transporte y las industrias pesadas, como la fundición de aluminio.
El gobierno trabaja en conjunto con la Unión Europea y Noruega para alcanzar una meta general de reducción del 40 por ciento en las emisiones para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Por otra parte, Islandia tiene su propio objetivo de una reducción de entre el 50 y el 75 por ciento para 2050.
Al incorporar dióxido de carbono atmosférico a sus troncos, raíces y otros tejidos, los árboles pueden compensar algo de las emisiones del país.
“Plantar árboles es algo que contribuye de manera importante a la política de mitigación de Islandia”, afirmó Gudmundur Halldorsson, coordinador de investigación del Servicio de Conservación del Suelo de Islandia. “Aquí es un gran debate”.
Sin embargo, tal como lo muestra el trabajo de Jonsson, una vez que los árboles han desaparecido no es tarea fácil lograr que vuelvan a crecer.
Por lo general, el proceso comienza con hierbas leymus, que crecen rápido y pueden estabilizar el suelo. A menudo les siguen los lupinos, con sus puntiagudas flores color lila. Luego vienen los árboles.
Por lo regular el trabajo de plantar retoños comienza con una evaluación del sitio específico. Para Jonsson, de la asociación forestal, eso significa ver qué vegetación está creciendo ahí. “Así puedes hacer una estimación de la riqueza del suelo”, explicó.
Jonsson y sus voluntarios entonces plantan las especies adecuadas a esa tierra: abedul, pícea de Sitka, pino contorta, alerce siberiano u otras especies. “Nos encantaría sembrar álamos”, dijo. “Pero a las ovejas les encantan los álamos”.
Para Saemundur Thorvaldsson, un guardabosques gubernamental que trabaja con grupos voluntarios y agricultores en la región Vestfirðir (fiordos occidentales), al norte de Islandia, el árbol “correcto” cerca del 30 por ciento de las veces es el abedul, la misma especie que prevalecía cuando se colonizó Islandia. Los abedules pueden tolerar suelos pobres, y aunque crecen con lentitud, llega un momento en el que brindan refugio a otras especies.
Nadie espera que un cuarto de Islandia quede cubierto de bosques otra vez. No obstante, dadas las tasas de crecimiento lentas y la enormidad de la tarea, incluso avances más modestos tomarán mucho tiempo, aseguró Thorvaldsson.
“El objetivo ahora es que en los próximos 50 años podamos llegar al cinco por ciento”, comentó. “Pero al ritmo que vamos ahora, tardaríamos 150 años en hacer eso”.
Henry Fountain
Sin embargo, recuperar siquiera parte de los que alguna vez fueron los vastos bosques de Islandia es una tarea lenta que parece no tener fin. A pesar de que se han plantado tres millones o más de árboles en los años recientes, la cantidad de terreno cubierto por bosques —calculado en cerca del uno por ciento a principios del siglo XX, cuando la reforestación se convirtió en una prioridad— apenas ha aumentado.
Con sus cajas de retoños y una herramienta roja de siembra, Jon Asgeir Jonsson es un soldado raso en la batalla para reforestar Islandia, un país que trabaja para generar nueva vida en los parajes de su territorio que, en su mayoría, permanecen yermos.
“Definitivamente es una lucha”, dijo Jonsson, un silvicultor que trabaja para la Asociación Forestal de Islandia, una organización privada, y planta retoños junto a voluntarios de varios grupos forestales locales de esta nación isleña con 350.000 habitantes. “Ganamos quizá 0,5 por ciento el siglo pasado”.
Incluso en un país pequeño como Islandia, unos cuantos millones de árboles al año es solo una gota en un vaso. Los parajes austeros y en gran medida sin árboles, interrumpidos por enormes glaciares y volcanes inhóspitos, han sido durante mucho tiempo escenarios favoritos de la industria fílmica.
Las pintorescas vistas también han ayudado al auge turístico. Casi 1,8 millones de extranjeros visitaron el país el año pasado.
Sin embargo, esa belleza trae consigo un problema que los islandeses han enfrentado durante siglos. La falta de árboles, junto con las cenizas y los pedazos más grandes de rocas volcánicas arrojadas por las erupciones, han provocado una grave erosión del suelo.
Con una vegetación incapaz de afianzarse, la agricultura y el pastoreo han sido prácticamente imposibles de realizar en muchas zonas del país. Además, la tierra suelta, combinada con los fuertes vientos de Islandia, provoca tormentas de arena que pueden dañar aún más la tierra, y hasta arrancar la pintura de los autos.
Los agricultores islandeses han batallado con la erosión y las tierras arrasadas por el viento durante siglos. No obstante, en las décadas que siguieron a una tormenta de arena particularmente destructiva al este de la capital, Reikiavik, en 1882, el gobierno estableció esfuerzos de reforestación y conservación del suelo.
Reforestar una mayor parte de las tierras de Islandia tendría beneficios más allá de ayudar a los agricultores y detener las tormentas de arena. Conforme el cambio climático se ha vuelto una preocupación mayor, los dirigentes de Islandia han visto la reforestación como una manera de ayudar al país a lograr sus metas climáticas.
A pesar del uso extendido de las energías hidroeléctrica y geotérmica, Islandia tiene altas emisiones de gases de efecto invernadero per cápita, principalmente debido al transporte y las industrias pesadas, como la fundición de aluminio.
El gobierno trabaja en conjunto con la Unión Europea y Noruega para alcanzar una meta general de reducción del 40 por ciento en las emisiones para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Por otra parte, Islandia tiene su propio objetivo de una reducción de entre el 50 y el 75 por ciento para 2050.
Al incorporar dióxido de carbono atmosférico a sus troncos, raíces y otros tejidos, los árboles pueden compensar algo de las emisiones del país.
“Plantar árboles es algo que contribuye de manera importante a la política de mitigación de Islandia”, afirmó Gudmundur Halldorsson, coordinador de investigación del Servicio de Conservación del Suelo de Islandia. “Aquí es un gran debate”.
Sin embargo, tal como lo muestra el trabajo de Jonsson, una vez que los árboles han desaparecido no es tarea fácil lograr que vuelvan a crecer.
Por lo general, el proceso comienza con hierbas leymus, que crecen rápido y pueden estabilizar el suelo. A menudo les siguen los lupinos, con sus puntiagudas flores color lila. Luego vienen los árboles.
Por lo regular el trabajo de plantar retoños comienza con una evaluación del sitio específico. Para Jonsson, de la asociación forestal, eso significa ver qué vegetación está creciendo ahí. “Así puedes hacer una estimación de la riqueza del suelo”, explicó.
Jonsson y sus voluntarios entonces plantan las especies adecuadas a esa tierra: abedul, pícea de Sitka, pino contorta, alerce siberiano u otras especies. “Nos encantaría sembrar álamos”, dijo. “Pero a las ovejas les encantan los álamos”.
Para Saemundur Thorvaldsson, un guardabosques gubernamental que trabaja con grupos voluntarios y agricultores en la región Vestfirðir (fiordos occidentales), al norte de Islandia, el árbol “correcto” cerca del 30 por ciento de las veces es el abedul, la misma especie que prevalecía cuando se colonizó Islandia. Los abedules pueden tolerar suelos pobres, y aunque crecen con lentitud, llega un momento en el que brindan refugio a otras especies.
Nadie espera que un cuarto de Islandia quede cubierto de bosques otra vez. No obstante, dadas las tasas de crecimiento lentas y la enormidad de la tarea, incluso avances más modestos tomarán mucho tiempo, aseguró Thorvaldsson.
“El objetivo ahora es que en los próximos 50 años podamos llegar al cinco por ciento”, comentó. “Pero al ritmo que vamos ahora, tardaríamos 150 años en hacer eso”.
Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/10/24/los-vikingos-arrasaron-con-los-bosques-podra-islandia-hacerlos-crecer-de-nuevo/ - Imagenes: El esfuerzo de reforestación en Holasandur, al norte del país, es uno de los más grandes de Islandia Credit Josh Haner/The New York Times
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Desmonte de bosque nativo en Córdoba para construir un canal ilegal
El desmonte se está produciendo de manera silenciosa e ilegal en zona protegida para desviar agua hacia la laguna Mar Chiquita.No hay anuncios ni permisos sobre la obra. El canal tiene un ancho de veinte metros y atraviesa un bosque nativo en la provincia de Córdoba, Argentina.
A pesar de que aún no se ha reglamentado una nueva Ley de Bosques, este bosque nativo se halla en el mapa de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos en la zonificación Roja, es decir que no se puede hacer allí ninguna intervención, y en el caso de que así sea, debe estar autorizada por el gobierno provincial.
La construcción de este canal afectaría gravemente la vegetación y la biodiversidad de el bosque nativo más grande de esa región cordobesa y que debería ser protegido. El bosque de Tinoco es una zona virgen donde la mano del hombre todavía no había accionado. Entre las especies que se pueden encontrar en el bosque se destacan el quebracho blanco, algarrobo, tala, sombrero de todo, piquillín y otros nativas.
Estudios hechos por la Universidad Nacional de Córdoba y el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal han determinado que este bosque es el hábitat de una rica biodiversidad en donde viven gran variedad de especies vegetales y animales. Fundamentalmente se trata de una morada de por lo menos cien especies de aves. Se estudia postular al bosque de Tinoco como un Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICAS), siguiendo los protocolos de Aves Argentinas.
El bosque nativo de Tinoco se halla en una transición entre el bosque espinal y el chaqueño. El ecosistema que allí se encuentra está amenazado en toda la provincia por el desmonte que produce la especulación inmobiliaria, la ganadería y el avance de la frontera sojera.
Fuente: http://www.elfederal.com.ar/
A pesar de que aún no se ha reglamentado una nueva Ley de Bosques, este bosque nativo se halla en el mapa de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos en la zonificación Roja, es decir que no se puede hacer allí ninguna intervención, y en el caso de que así sea, debe estar autorizada por el gobierno provincial.
La construcción de este canal afectaría gravemente la vegetación y la biodiversidad de el bosque nativo más grande de esa región cordobesa y que debería ser protegido. El bosque de Tinoco es una zona virgen donde la mano del hombre todavía no había accionado. Entre las especies que se pueden encontrar en el bosque se destacan el quebracho blanco, algarrobo, tala, sombrero de todo, piquillín y otros nativas.
Estudios hechos por la Universidad Nacional de Córdoba y el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal han determinado que este bosque es el hábitat de una rica biodiversidad en donde viven gran variedad de especies vegetales y animales. Fundamentalmente se trata de una morada de por lo menos cien especies de aves. Se estudia postular al bosque de Tinoco como un Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICAS), siguiendo los protocolos de Aves Argentinas.
El bosque nativo de Tinoco se halla en una transición entre el bosque espinal y el chaqueño. El ecosistema que allí se encuentra está amenazado en toda la provincia por el desmonte que produce la especulación inmobiliaria, la ganadería y el avance de la frontera sojera.
Fuente: http://www.elfederal.com.ar/