AMBIENTE CON VEINTE GRADOS BAJO CERO





El manejo de los residuos en las bases argentinas en la Antártida es tema de “irregularidades”. Pese que para la Dirección Nacional del Antártico hay un programa de control de gestión ambiental para el monitoreo de los residuos, la Auditoría General de la Nación (AGN), que evaluó el Programa de Gestión Ambiental y Turismo aplicado en tres de las bases argentinas en el continente blanco, la situación es diferente.
Para el organismo auditor el Estado argentino debe revisar, es la falta de centralización de información ambiental y la necesaria jerarquización de los delegados ambientales, cuya función no está institucionalizada.

A su vez detectaron "inconsistencias" en el manejo de residuos peligrosos en la base Jubany, base esencialmente científica en la que habitan investigadores argentinos, alemanes e italianos en el marco de convenios entre los países.

En cuanto a las observaciones sobre la creciente afluencia de turistas a Esperanza, Guarido indicó que aunque se siguen los protocolos "no hay poder de policía" ni están creados los instrumentos para un mejor control de ese movimiento que es, por definición, de alto impacto ambiental.

El pasado 26 de febrero del corriente año, un matrimonio de maestros de escuela de la base antártica Esperanza, a cargo del Ejército Argentino, permitió limitar un acto de contaminación ambiental –quema de residuos a cielo abierto– reñido con las normas del Tratado Antártico.

Dicho de otra manera en la base es una práctica bastante común y se trata de una basural a cielo abierto de menor tamaño pero de igual práctica que en el territorio.  

Incluso en esa ocasión los residuos fueron quemados y se estableció que otros son literalmente enterrados.
La denuncia protagonizada por los maestros Mariela Barrios y Alejandro Veuthey  se refirió a “la quema de residuos a cielo abierto, en contradicción con el Protocolo sobre Protección del Medio Ambiente anexo al Tratado Antártico”. “Se quemaban al aire libre distintos materiales, incluso poliuretano, plásticos, cables y aerosoles en desuso”, precisó a Página 12 Alejandro Veuthey. Según el Protocolo, los residuos deben ser retirados de la Antártida en tambores sellados; sólo ciertos residuos orgánicos pueden ser incinerados, pero no al aire libre sino en incineradores especiales.
La base cuenta además con un incinerador que supuestamente cumple las normas del Protocolo. Otros de los temas son el transporte y tratamiento de los residuos de las bases. Una empresa del sector mencionó que “regularmente sale a licitación y lo gana la misma empresa a un precio ridículo” La fuente que prefirió no ser mencionada indicó además que entre los residuos peligrosos hay además otros cuya composición debiera estudiarse.

Fuente: medioymedio.com

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