De chimangos y cóndores… Algunas reflexiones sobre los cambios de época, de gentes y de visiones sobre la ciencia, la tecnología, la panarquía y la glorificación del mercado




El cambio abrupto de la conducción de nuestro Instituto Nacional de Tecnología Industrial, INTI, que de manera honorable y altamente calificada, ha desarrollado el Ing. Enrique Martínez, refleja un importante cambio de objetivos y servicios brindados por la Institución. Creo que el Ing. Martínez, supo plasmar tras de sí, un Instituto que se comprometió con su realidad. Que pensó en cambiarla. Que consideró y vió con claridad las cuestiones del mediano plazo, cuando todos pelean sólo por la coyuntura.

Hace muy pocos días, la sociedad tomó conocimiento de dos cambios que, no por las personas, sino por lo que ellos implican, se han dado en Institutos de Investigación que hacen a la Ciencia y a la Sociedad Argentina.
El primero es, el cambio abrupto de la conducción de uno de los Institutos, que de manera honorable y altamente calificada, ha desarrollado el Ing. Enrique Martínez en la conducción de nuestro Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
El segundo, la reducción de categoría que ha sufrido la OPDS, en la Provincia de Buenos Aires, y que a nivel provincial, sólo refleja, como caja de resonancia, lo que sucede en muchos niveles y visiones de una sociedad que mira para otro lado y al decir de un ya mentado libro de S. Federovisky, “El ambiente no le importa a nadie”.
El desplazamiento, desprolijo y de manera totalmente desconsiderada, del Ing. Martínez del INTI, sólo refleja un importante cambio de viraje de objetivos y servicios brindados por la Institución, hacia algo que parece fuera de época: fortalecer la formación y dar apoyatura técnica de relevancia a las pymes, a la sociedad en su conjunto y por cierto también a la mejora tecnológica de la base de recursos del país.
Pero más allá de ello, la verdadera función de un Instituto Tecnológico, está en “la misión”. Es decir, hacia dónde deben ir estos Institutos. Si a formar, capacitar, orientar y emitir opinión fundada sobre los grandes temas del país y su futuro, o sólo a responder nimiedades y evitar riesgos por la opinión comprometida con estos temas. Tuve el honor de compartir alguna vez y escuchar directamente al Ing. Martínez. Su claridad, su enfoque netamente nacional, su fuerte compromiso social, su conocimiento del ambiente y los recursos renovables y no renovables de la Nación, me hicieron siempre mirarle con respeto, pudiendo si o no compartir, su visión respecto de políticas coyunturales nacionales y confusas que a veces nos llevan por rumbos no demasiado claros y a las que él siempre, intentó ayudar a enderezar, no desde la obsecuencia justamente, sino desde el conocimiento fundado.
Creo que el Ing. Martínez, supo plasmar tras de sí, un Instituto que se comprometió con su realidad. Que pensó en cambiarla. Que consideró y vió con claridad las cuestiones del mediano plazo, cuando todos pelean sólo por la coyuntura. O cuando muchos ven, “en el mercado” o en trabajar sólo para esta entelequia, el cambio de servicios que algunos de nuestros Institutos de Investigación deben llevar adelante.
Considero y pienso que esto es un error. El “mercado” no es la panacea. Tampoco el objetivo. Hoy en día, muchos ministros se muestran orgullosos, como si los logros de los vientos de cola, es decir, los precios crecientes de los recursos que exportamos como país y región, hubieran sido parte de sus logros. Pero atención, pues las coyunturas cambian rápidamente. Y hay que mirar, como Martínez, más allá de las narices y hacia el horizonte. No es posible sostenerse sólo encima de los precios actuales de la soja, el maíz, la escasa transformación en valor agregado, o la energía. Debemos además pensar el futuro. Prevenir para cuando el proceso panarquico, al que todo sistema económico capitalista se enfrente, no nos encuentre en la cresta de la ola sino debajo de ella. Pues esta panarquía, como en los sistemas de la naturaleza, es la propia lógica del capitalismo más brutal. Algunos le llaman “destrucción constructiva”. No olvidemos que este proceso, que sólo sirve a los grandes bancos, a los grandes grupos corporativos y muy poco a la gente y las sociedades, forma parte de un círculo, del cual, en el contexto de estos sistemas, es sólo una componente del engranaje.
Por ello es tan relevante la visión de mediano y largo plazo, que personas como Martínez han tenido, incluso en el contexto de espacios de decisión, que no lo han tenido. Su alejamiento de un instituto tecnológico, en estos términos, desprolijos, imposibles de permitirle un recambio e incluso una apuesta al futuro y la construcción y fortalecimiento de nuevas líneas, da un poco de pena. No por Martínez, quien seguramente seguirá tanto más activo y comprometido con sus ideas como siempre. Sino por el país, por un pais que queremos y nos duele, y donde justamente la materia gris parece ser menos valorada que la harina de soja….
Martínez recientemente en una entrevista radiofónica, que invito a escuchar, explicaba con claridad los pormenores, poniendo especial enfasis en el proceso que le preocupa y puede quedar trunco: http://www.kalewchefm.org/...
También es importante y útil considerar la opinión del Ing. Martínez respecto de sesgadas opiniones respecto a las funciones del instituto: http://www.facebook.com/...
Es más que claro que nuestros Institutos de formación Científica y Tecnológica, junto con nuestras Universidades Nacionales, deben en primer lugar, colaborar en el fortalecimiento y construcción de un modelo nacional y regional orientado hacia la producción de “conocimiento útil” y apropiable social y nacionalmente y evitar, lo que como ha sucedido en algunas instancias, el trabajar creando solamente “científicos y técnicos al plato” que trabajen por demanda. Inclusive en un cambio realmente trascendente en el como hacer ciencia y tecnología y en el como vincularse hacia el exterior, dejando de mirar la panacea del norte (norteamericano y europeo especialmente) y construyendo integración en escenarios y relaciones Sur-Sur y con las sociedades emergentes de hoy, que serán (y seremos?), las instancias de los nuevos ejes de poder del mañana.
La ciencia y la tecnología, pensando en el mercado, es un riesgo demasiado grande. Debemos evitar el convertirnos en un país que forme a sus científicos y técnicos, pensando en como “insertarse” en este mercado ofertante de trabajo secundario, para convertirnos y convertir una verdadera matriz productiva nacional y regional que discuta de igual a igual, con los grandes actores globales. Caso contrario, el riesgo es la provisión de mano de obra y cerebros, algo más caros, pero sin objetivos vinculados en primer lugar al desarrollo nacional es demasiado grande y sumamente peligrosa. 
Walter Pengue - Buenos Aires, Argentina. - Diciembre 19, 2011.

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