El Wall Street Journal ocupado




Manuel E. Yepe

El título de este comentario no obedece a que la redacción del periódico que es vocero de la oligarquía financiera estadounidense haya sido tomado por asalto sino a que “The Occupied Wall Street Journal” (“El WSJ ocupado”) es el nombre con que viene circulando desde octubre de 2011 un periódico de cuatro páginas en inglés, que publica y distribuye el Movimiento “Occupy Wall Street” (OWS), en Nueva York. Su frecuencia, aunque no es diaria, se ha mantenido estable. Probablemente su circulación esté reducida a la distribución gratuita a indignados y curiosos reunidos en un área rectangular del distrito financiero, sombreada por rascacielos, aledaña al sitio donde estuviera la sede del World Trade Center.

También producen, con igual formato y similar contenido, una edición en español para la extensa población hispanoparlante integrada a la magna protesta contra el injusto sistema capitalista. En uno de sus números iniciales, el periódico del movimiento OWS inserta un artículo que firma Chris Hedges en el que se explican algunos de los objetivos principales de los indignados estadounidenses.

“Para nosotros, la meta es muy clara y se resume en una palabra: REBELIÓN. No vinimos a trabajar dentro del sistema. No buscamos negociar una reforma electoral con el Congreso; la política electoral es una farsa. Conseguimos otra manera de ser escuchados y ejercer el poder. No creemos en el sistema político ni en ninguno de los partidos mayoritarios. La prensa corporativa no amplificará nuestras voces; por eso contamos con nuestra propia prensa. La economía sirve a los oligarcas. Para que sobreviva esta protesta, necesitaremos sistemas comunales desjerarquizados y encargados del bienestar de todos. “Las élites no comprenden estas metas. No ven el día en el que ya no controlarán nuestras vidas. Creen e intentan convencernos de que la globalización y el capitalismo desmedido son la ley natural, una dinámica perenne que nunca podrá ser modificada. Ellos se equivocan al no ver que la rebelión no se detendrá hasta que extingamos el estado corporativo. No se detendrá hasta que paremos el abuso de los pobres, trabajadores, ancianos, enfermos, niños, de los muertos en nuestras guerras imperiales y los torturados en nuestros centros clandestinos. No se detendrá hasta que paremos las ejecuciones hipotecarias. No se detendrá hasta que los estudiantes dejen de endeudarse para obtener una educación. No se detendrá hasta que las familias dejen de caer en bancarrota para pagar sus gastos médicos. No se detendrá hasta que reorganicemos radicalmente nuestras relaciones interpersonales y con el planeta.

“Y es por esto que las élites y su sistema corporativo putrefacto están en serios problemas, porque siguen preguntando cuáles son nuestras demandas y no saben lo que está ocurriendo. Son ciegos, sordos y tontos”, concluye el artículo de Chris Hedges. En su número del 15 de Octubre de 2011 el “WSJ Ocupado” publica el texto íntegro del discurso pronunciado el 6 de octubre en Zuccotti Park –hoy Plaza de la Libertad, porque así la llaman los ocupantes de Wall Street– por la escritora y periodista canadiense Naomí Klein, autora del libro “The Shock Doctrine” (La doctrina de choque) y crítica permanente de la globalización neoliberal y la promoción que hacen las corporaciones transnacionales de la cultura consumista. Ante millares de indignados, la Klein destacó la diferencia que existe entre este movimiento y el que se desató en 1999. Entonces, se protestaba contra el capitalismo en pleno auge económico. La tasa de desempleo era baja y el mercado financiero se desbordaba. El dinero fácil embelesaba a los medios. La época se caracterizó por la apertura de negocios, no por los cierres de éstos.

Diez años más tarde, parece que ya no hay países ricos, solo personas ricas. Esta clase se hizo rica saqueando los fondos públicos y agotando los recursos naturales de todos en el mundo.

“Estos hechos son tan descaradamente obvios que ahora es mucho más fácil crear y reforzar el movimiento y conectar con el público”, argumentó.

Llamó a que esta vez, el movimiento no se deje distraer, dividir, agotar ni sobrellevar por otros acontecimientos. “Estoy hablando de cambiar los valores fundamentales que rigen nuestra sociedad, algo que, por difícil que sea, no deja de ser urgente”, sentenció. Al concluir sus palabras, Naomi Klein convocó a “tratar este hermoso movimiento como si fuera lo más importante en el mundo. Porque lo es. Realmente lo es.”

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