Fukushima muestra el corazón de sus tinieblas


Una cámara accede por primera vez al interior de uno de los reactores accidentados. La compañía Tepco desconectó el sistema eléctrico de emergencia meses antes del desastre
JAVIER SALAS 


Diez meses después de que la central japonesa comenzara su descomposición, una nueva partida de héroes consiguió ayer que el mundo pudiera asomarse a través de un pequeño agujero, del tamaño del ojo de una cerradura, al corazón de las tinieblas de Fukushima. El reactor número 2 de la planta, uno de los tres con el núcleo de combustible atómico derretido por culpa de un catastrófico cóctel de accidentes y negligencias, mostró algunas de sus vergüenzas. "Es el primer paso", aseguró el portavoz de la operadora Tepco, Junichi Matsumoto.
Los técnicos de la central introdujeron a las 9.00 horas de Japón un endoscopio industrial de menos de un centímetro de diámetro (8,6 milímetros) a través de un diminuto boquete abierto en la pared de hormigón armado de la contención del reactor. Se ayudaban con un tubo guía de 13 milímetros que se introdujo previamente en el orificio. A las 10.10 horas dieron por concluida su misión, tras haber obtenido 30 minutos de imágenes de malísima calidad, de las que Tepco sólo difundió siete capturas.
Las estampas obtenidas en esta primera intentona no lograron el principal objetivo que se persigue con esta operación: conocer lo que sucede exactamente dentro de los reactores. Por el momento, se sabe a ciencia cierta que los núcleos de los tres primeros reactores de Fukushima se han derretido, descomponiendo la vasija que los contenía, y que parte de ese combustible (uranio en el 1 y el 2, una mezcla de uranio y plutonio en el 3) ha caído sobre el revestimiento de cemento que separa el reactor del suelo. Los cálculos realizados hasta ahora por los técnicos presuponen que el combustible fundido se ha comido en torno a medio metro de ese hormigón, dependiendo del reactor.
Los técnicos introdujeron un endoscopio por un boquete
Sin embargo, es necesario conocer al detalle la situación exacta de los reactores para poder comenzar a desmantelarlos según lo previsto. El ambicioso plan aprobado por Tepco y el Gobierno nipón exige que la retirada de esos núcleos fundidos comience dentro de una década, cuando hayan perdido calor y capacidad de emitir materiales radiactivos. Ayer, los operarios fueron incapaces de divisar siquiera este combustible derretido. "Teniendo en cuenta las duras condiciones en que teníamos que operar, lo hicimos bastante bien", dijo el portavoz, "pero no pudimos detectar ninguna señal de combustible, por desgracia".
Las imágenes muestran algunos puntos del interior del edificio de contención, en los que se ven paredes podridas por el calor y la humedad, así como hierros oxidados. Y un entorno completamente empapado por el agua que durante meses se ha estado inyectando dentro de los reactores para enfriar los núcleos y evitar que siguieran provocando reacciones atómicas que produjeran mayores desastres. El vapor y, sobre todo, la altísima radiactividad del lugar, impidieron que el endoscopio grabara nada mejor que eso. Muchas de las imágenes tomadas se están analizando ahora, según Tepco, para tratar de identificar qué captó el endoscopio.
Los técnicos sí que pudieron observar que el nivel de agua estaba muy por debajo de lo que suponían las mediciones, una circunstancia que puede implicar mayores fugas de las esperadas o que el núcleo ha estado por encima de la temperatura de ebullición del agua más tiempo de lo calculado.
Se necesita conocer la situación de los reactores para desmantelarlos
Una buena temperatura
En ese sentido, el verdadero éxito que se pueden apuntar en esta misión los operarios es haber logrado medir la temperatura interna. El termómetro marcó unos 45 ºC, un poco más de lo que se suponía pero muy por debajo de los niveles peligrosos, por encima de los 100 ºC, que es cuando la evaporación del agua puede exponer de nuevo el núcleo y desencadenar la fisión. De ahí que Tepco se congratulara por certificar que, efectivamente, el reactor se encuentra en "condición de parada fría", como declararon en diciembre.
La compañía eligió el reactor 2 por ser el menos peligroso de los tres, ya que los niveles de radiactividad que sigue emitiendo son asumibles en pequeños periodos de tiempo y la protección adecuada. Como apuntó el portavoz de Tepco, esta misma operación no se podría ni haber intentado en el reactor número 3. Aún así, los operarios tuvieron que trabajar por turnos durante esos 70 minutos críticos para no exponerse demasiado y superar los límites legales de radiación recibida.
Los operarios tuvieron que trabajar por turnos por la radiación
El martes, un grupo de 40 operarios abrió el orificio por el que se deslizó la cámara, después de haber ensayado esta colonoscopia en el reactor número 5 de la misma central, que se encuentra en condiciones aceptables. Lo consiguieron en turnos de cuatro, evitando estar expuestos a la radiactividad durante más de siete minutos para no recibir más del límite legal. En esta ocasión, la operación se llevó a término con el mismo sistema y la realizaron 34 técnicos. Seis de ellos eran de Tepco, y el resto, de otras empresas subcontratadas.
A pesar de sus esfuerzos, las cámaras pueden no ser suficientes para obtener la información pretendida. Aunque el endoscopio introducido en el reactor está diseñado para resistir la radiación, la nieve y el ruido que muestran las imágenes evidencian que es posible que no resistiera una exposición más directa al núcleo fundido. En este sentido, un grupo de investigadores de la Universidad de Nagoya se ofrecieron ayer para usar en Fukushima su técnica para radiografiar los reactores con muones (una partícula elemental, como los electrones).
Nuevas negligencias
Ayer se descubrió otro punto tenebroso de Fukushima, que reincide en el diagnóstico realizado por la comisión gubernamental de investigación de que la compañía fue negligente en su preparación ante una urgencia. Tepco reconoció que, en el momento en el que se desató la catástrofe, el sistema de monitorización de los reactores carecía de un equipo de alimentación de emergencia.
La compañía había retirado en noviembre de 2010 el equipo de alimentación alternativa a este aparato, que envía información en tiempo real a la agencia gubernamental de seguridad nuclear sobre la temperatura de los reactores y la radiactividad de su entorno. Y no lo volvió a conectar, lo que impidió que las autoridades contaran con información fiable sobre lo que ocurría durante el accidente. La razón que ha dado Tepco es tan simple como terrible: el cable que tenían para enchufar el aparato era demasiado corto.
publico.es

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