"La conferencia de Doha será otro fracaso"




Busani Bafana entrevista a PATRICK BOND, economista y ambientalista sudafricano
BULAWAYO, Zimbabwe, 27 nov (IPS) - Los gobiernos del Norte carecen de voluntad política para asistir a los países en desarrollo que sufren lo peor del cambio climático, y tampoco la solución saldrá de la conferencia internacional que se realiza en Doha, opinó el especialista sudafricano Patrick Bond.
"Mientras las elites se siguen desacreditando, la única solución es apartarse de estas conferencias destructivas y evitar así darles legitimidad", dijo Bond, director del Centro para la Sociedad Civil de la Universidad de KwaZulu Natal, de Sudáfrica. "Por eso hay que analizar y construir el movimiento mundial por la justicia climática y sus alternativas", añadió. 
La 18 Conferencia de las Partes (COP 18) de la Convención Marco de las Naciones Unidas para Cambio Climático (CMNUCC), que comenzó el lunes 26 en Doha, capital de Qatar, no será la excepción, señaló Bond. Según este experto, las anteriores ediciones de la COP fueron "conferencias de contaminadores". 
"Qatar es un país apropiado como sede de la próxima conferencia climática fracasada. Por cuestiones de género, raza, equidad social, ambiente, voz de la sociedad civil y democracia, es una zona feudal donde el mejor medio de comunicación del mundo árabe, Al-Jazeera, con sede en Doha, no puede decir la verdad en su casa", dijo Bond, también autor de "Politics of Climate Justice" ("Políticas de Justicia Climática"). 
IPS: ¿Qué tiene África para perder o ganar en esta conferencia? 
PATRICK BOND: La mejor oportunidad es que, con el fallecimiento del (primer ministro de Etiopía) Meles Zenawi hace unos meses, es posible que haya un nuevo liderazgo, sin la carga de revelaciones sobre la influencia de Washington. 
Meles fue descubierto como alguien capaz de ser comprado, según los cables del Departamento de Estado (cancillería de Estados Unidos) de febrero de 2010, divulgados por Wikileaks. 
Su posición favorable a Washington hizo que, pese a ser uno de los gobernantes que más denunció la deuda climática y reclamó que el Norte disminuyera sus emisiones contaminantes, fuera difícil que el continente fuera tomado en serio. 
Lamentablemente, desde que se calló la elocuente voz sudanesa de Copenhague, Lumumba di Apeng (diplomático y negociador jefe por los países en desarrollo en la COP 15), ningún dirigente africano ha dejado una impresión positiva. 
Y, aunque existe la posibilidad de que lleguen a África un poco más de fondos para adaptación, la evidencia actual confirma que Occidente le paga a las elites africanas y no a la gente más afectada. La reunión de Qatar no cambiará estos calamitosos problemas. 
IPS: ¿Qué avances cree que habrá en Doha respecto del Protocolo de Kyoto? 
PB: Ninguno. La única esperanza es que impulsen el Fondo Verde para el Clima, pero los grandes contaminadores como Estados Unidos señalaron que pese a los 100.000 millones de dólares al año prometidos por (la canciller estadounidense) Hillary (Rodham) Clinton en Copenhague en 2009, no van a aportar dinero. Es decir, está vacío y no puede ni empezar a cubrir las necesidades de mitigación o adaptación. 
IPS: En sus escritos, usted se ha mostrado duro con el Fondo Verde para el Clima ¿por qué? 
PB: Pese a la urgente necesidad de un vasto mecanismo de pago por la "deuda climática" del Norte hacia el Sur, probablemente de un billón de dólares al año, debemos ser críticos con el Fondo Verde para el Clima propuesto desde el comienzo, pues su enorme potencial fue destruido desde su concepción. 
Eso obedece en parte a que gobernantes africanos como el fallecido Zenawi y el (exministro de Finanzas sudafricano) Trevor Manuel desempeñaron un papel fundamental de liderazgo desde 2009 hasta el año pasado. 
Debido a su ideología favorable al mercado, Manuel, en especial, aportó la loca idea de que el comercio de emisiones podía ofrecer hasta la mitad de los ingresos del Fondo cuando, en realidad, esos mercados escupen hasta morir, como se vio en 2010 en el principal mercado de Estados Unidos, Chicago, y con el colapso del mercado europeo en los últimos 18 meses. 
Eso quiere decir que no hay suficiente presión sobre el Norte para que reúna fondos multando a los contaminadores por sus emisiones, y luego rápidamente prohibiéndolas. 
También es probable que los ínfimos ingresos del Fondo se despilfarren en lo que llamamos "falsas soluciones", una variedad de trucos diseñados por las corporaciones para poder seguir contaminando.
Se necesita una amplia gama de inversiones para una sociedad posfósil, así como mecanismos de reparaciones para que los recursos lleguen a las personas que sufren el cambio climático, como un "ingreso básico" para los residentes de zonas afectadas, sin interferencia de tiranos locales. 
Un estudio piloto para esto fue realizado en la zona rural de Namibia con fondos de iglesias alemanas y arrojó resultados de lo más alentadores. 
IPS: ¿Cómo funciona la gobernanza climática global? 
PB: Como lo demostró el desastre de Durban (COP 17), la idea de una gestión global de la catástrofe climática, dado el actual equilibrio adverso de fuerzas, es ridículo, en términos generales. 
Ya no queda ninguna duda de que todo avance en el ámbito multilateral requiere de dos ingredientes. Primero, otro colapso del experimento del comercio de emisiones para poner fin a la ficción de que un mercado dominado por banqueros internacionales puede resolver el problema de contaminación causado por mercados desregulados. 
Segundo, prohibir a las delegaciones de Washington, a saber el gobierno de Estados Unidos y las instituciones de Bretton Woods, pues esa es la ciudad más influenciada por los negadores del cambio climático. Por lo tanto, toda iniciativa del Departamento de Estado (cancillería) equivale a sabotaje. 
IPS: ¿Y cómo fueron las negociaciones de este año previas a la conferencia de Doha? 
PB: Por cada pequeño paso logrado en Durban, en un contexto en que se pronostica la muerte temprana de 200 millones de africanos más en este siglo debido a sequías e inundaciones extremas, hubo retrocesos a pasos agigantados. 
Gracias a Wikileaks sabemos con lujo de detalles que el Departamento de Estado soborna de forma solapada hasta a las ocasionales delegaciones valientes, como la de Maldivas tras el fiasco de Copenhague. 
Con este grado de soborno, intimidación y corrupción de Washington, ¿por qué debiéramos esperar que el sistema de las COP funcione de repente? 
IPS: ¿Cuál es el futuro de las negociaciones en materia de cambio climático? 
PB: El futuro de cualquier posible negociación exitosa se encuentra, de hecho, entre los activistas y el apoyo popular a la causa que consigan, por un lado, y los gobiernos y las corporaciones que suelen controlarlos, por otro.
Hasta la conciencia pública cambió rápidamente como resultado de eventos climáticos extremos en las regiones más postergadas del mundo. 
Esas son las únicas luces de esperanza para frenar el cambio climático, y creo que si más personas conocen estas historias perderán su desaliento y actuarán contra los contaminadores locales y los gobiernos amigotes de las corporaciones. 

IMagenes: efeverde.com - globovision.com


Doha: El mismo reto tres años más tarde



La comunidad internacional se enfrenta al reto de vencer las poderosas resistencias de los mercados y lograr un segundo acuerdo para frenar el calentamiento global. Un desafío que se renueva hoy, al comienzo de la cumbre de Doha y después de la fallida conferencia de Copenhague de 2009 y las posteriores de Cancún y Durban.
A día de hoy nos encontramos en el mismo punto que hace tres años en Copenhague, cuando se buscaba un acuerdo climático internacional, consensuado, ambicioso y vinculante. Este nuevo acuerdo debe dar continuación al primer periodo del Protocolo de Kioto (2008-2012).
El periodo de extensión del Protocolo de Kioto se agotará en unos meses y la urgencia de un acuerdo que implique a todas las partes es evidente. Ecologistas en Acción subraya que sólo se podrá cumplir el objetivo si los representantes políticos de los países presentes no son influidos por el poder de los mercados y las empresas que los controlan. Los dos grandes pilares de un acuerdo aceptable serían:
Los países enriquecidos deberán reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero un 40% sobre la situación de 1990, íntegramente en su territorio.
Los países enriquecidos, para saldar la deuda climática que tienen contraída y combatir convenientemente el cambio climático, deben transferir a los países del Sur 275.000 millones de dólares anuales para labores de mitigación y adaptación. Dicho dinero deberá ser adicional a otros compromisos anteriores, no deberá generar nueva deuda externa, y tendrá que ser controlado y gestionado por órganos públicos dependientes de la Convención de Naciones Unidas o similar.
El principal obstáculo que ha impedido, hasta el momento, un segundo acuerdo climático que diera continuación al primer periodo del Protocolo de Kioto (2008-2012) ha sido el mercado y sus mecanismos. Tanto el Banco Mundial como gestor del Fondo Verde, como el mercado de carbono, el mecanismo REDD+ y los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), pasando por los mercados financieros altamente dependientes de los combustibles fósiles y su industria, deberían desaparecer de las negociaciones de Doha para conseguir un acuerdo justo, efectivo y equitativo que se dirija a mantener el aumento de temperatura por debajo de 1,5 ºC y, en consecuencia, limitar los impactos negativos del cambio climático.

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