Hormigas reinas, camaleones y escamas de pangolín: los cazadores furtivos amplían su oferta más allá de elefantes y rinocerontes en Kenia
El comercio electrónico y las plataformas encriptadas en Internet facilitan la exportación ilegal de nuevas presas que las redes criminales venden como mascotas, alimento u objetos ceremoniales: En el Parque Nacional de Tsavo, uno de los focos del tráfico ilegal de fauna al sur de Kenia, el aire está cargado de tensión y polvo rojo. Las acacias se extienden hasta un horizonte brumoso y albergan especies de animales poco frecuentes, desde hormigas hasta reptiles, que son presa de cazadores furtivos constantes. La vasta extensión del parque, que abarca más de 22.000 kilómetros cuadrados, hace que los patrullajes exhaustivos sean casi imposibles. La densa vegetación proporciona un escondite perfecto para los traficantes que actúan en las sombras y se aprovechan de las posibilidades que ofrece el comercio online.
Joel Masibo
Bajo la impresionante naturaleza salvaje de Kenia se esconde una guerra silenciosa que enfrenta a los cazadores furtivos, los traficantes y los agentes de protección de la flora y la fauna. Desde las llanuras abrasadoras hasta los bosques montañosos y nublados, los ecosistemas más emblemáticos del país afrontan una amenaza en constante evolución que va mucho más allá de los objetivos tradicionales, es decir, los elefantes y rinocerontes. Los traficantes comercian también con hormigas, camaleones, tortugas, pangolines y otras especies que venden como mascotas exóticas, alimento o, incluso, como objetos ceremoniales.
La difusa frontera con Tanzania permite a los traficantes transportar marfil y pero también otros productos de la fauna silvestre de un país a otro con relativa facilidad. Para evadir a las autoridades, los cazadores furtivos y los traficantes han adoptado métodos cada vez más sofisticados. El profesor Erustus Kanga, director general del Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS, por sus siglas en inglés), explica que los traficantes aprovechan lagunas legales, la tecnología y a transportistas desprevenidos para sacar los animales. Este negocio ilegal ha hecho que el corazón turístico de África Oriental esté sufriendo un grave peligro de extinción de especies animales raras.
“Entre los métodos más nuevos está el de utilizar los paquetes personales, en los que se esconden escamas de pangolín [que se utilizan como medicina tradicional en algunos países de oriente] o baratijas de marfil. El contrabando de pequeñas especies vivas se ha convertido en un problema especialmente grave. “Cada vez se introducen más insectos, reptiles, anfibios y aves pequeñas en ropa, contenedores o equipaje con doble fondo, donde pasan inadvertidos debido a su tamaño”, explica Kanga en una entrevista con este diario.
Cada vez se introducen más insectos, reptiles, anfibios y aves pequeñas en ropa, contenedores o equipaje con doble fondo, donde pasan inadvertidos debido a su tamaño
Erustus Kanga, director general del Servicio de Vida Silvestre de Kenia
El agente del Servicio de Vida Silvestre de Kenia Norman Makokha señala que el tráfico a través de internet ha intensificado el problema. “Las ventas ilícitas se han trasladado a plataformas encriptadas, redes sociales y la dark web, lo que dificulta su detección”, añade. Los traficantes también utilizan etiquetados engañosos y documentación falsa y declaran de forma engañosa que los artículos que transportan son productos inofensivos; por ejemplo, catalogan el marfil como “adornos de plástico”, o utilizan falsos permisos de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) para facilitar la exportación.
La dimensión del contrabando de especies animales pequeñas desde Kenia es difícil de cuantificar. La base de datos sobre comercio ilegal de la CITES no dispone de datos actualizados de los años 2023 y 2024 en Kenia, pero en años anteriores sí arroja información sobre tráfico ilegal de camaleones, tortugas, peces y corales. Los expertos y autoridades locales, no obstante, sí apuntan a un tráfico considerable y creciente de insectos, reptiles y anfibios.
En abril de 2025, el KWS detuvo a dos belgas de 19 años, un ciudadano vietnamita y un keniano, en Naivasha y en el Aeropuerto Internacional Jomo Kenyatta de Nairobi, por contrabando de hormigas reinas Messor cephalotes (hormiga cosechadora africana) vivas. La carga incautada incluía entre 5.000 y 5.300 hormigas reinas vivas, guardadas en tubos modificados y jeringas con algodón, todo diseñado para mantenerlas con vida hasta dos meses y evitar la detección por rayos X en los controles de seguridad. Un portal especializado en hormigas para coleccionistas las describe como “una especie soñada” por su comportamiento y aspecto. La colonia se vende a 99 libras esterlinas (unos 114 euros).
En 2024, según informaron medios locales, las autoridades kenianas interceptaron 214 camaleones en el puerto de Mombasa, cuando se disponían a enviarlos a los prósperos mercados de mascotas éxoticas de Europa, América del Norte y Asia.
Los cazadores furtivos capturan de forma sistemática camaleones endémicos de Kenia, como el de dos cuernos o de Böhme, el Jackson, el Hohnel y el Elliot, en zonas de gran biodiversidad como las colinas de Taita, una cadena montañosa situada en el sureste de Kenia, que atrae a turistas internacionales.
Otro elemento preocupante, agrega el director del KWS, son las redes de corrupción que sostienen este delito. “ Agentes y facilitadores corruptos sobornan y utilizan autorizaciones falsas para eludir los controles de seguridad”, afirma.
Drones y perros
Las repercusiones del tráfico de fauna salvaje van más allá de la amenaza inmediata que supone para las especies. Las comunidades locales, especialmente las que dependen de los ingresos del turismo, sufren los efectos económicos de la disminución de las poblaciones de fauna salvaje. El turismo, que representa aproximadamente el 7% del PIB de Kenia, depende en gran medida de la biodiversidad. A medida que desaparecen las especies, también lo hacen las oportunidades económicas que generan para los guías locales, los trabajadores de hostelería y los artesanos.
Alice Kaudia, miembro de la junta directiva del Fondo Africano para la Fauna Silvestre en Peligro de Extinción (AFEW) de Kenia, asegura que no se puede perder de vista todo lo que se ha ganado con la conservación de los animales silvestres. “La pérdida de estas especies no solo es una catástrofe ecológica, sino también un desastre cultural y económico para Kenia”.
Ante esta amenaza, Kenia trata de combinar la prevención, información, actuación policial y justicia, dentro de un enfoque interinstitucional. “Hemos mejorado la vigilancia mediante el despliegue de drones en las zonas cruciales para la fauna silvestre, el uso de perros rastreadores, escáneres y sistemas de Circuito Cerrado de Televisión de alta resolución en los principales puntos de entrada y salida de Kenia, como el aeropuerto y el puerto de Mombasa”, explica el director del KWS.
La estrategia no se limita a la tecnología. Movilizan también a las comunidades locales para que actúen como primera línea de defensa contra la caza furtiva y el contrabando mediante la educación y el fortalecimiento económico. También se ha reforzado la legislación, con la Ley de Conservación y Gestión de la Fauna Silvestre , que impone penas severas, entre ellas, multas elevadas y prisión, por delitos de tráfico de fauna salvaje. Y se han alcanzado acuerdos regionales con Uganda, Tanzania, Etiopía y otros países vecinosa través de plataformas como el Grupo de Trabajo del Acuerdo de Lusaka, las Redes de Control de la Fauna Silvestre (WEN), además de intercambios de guardabosques e inteligencia.
Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2025-08-25/hormigas-reinas-camaleones-y-escamas-de-pangolin-los-cazadores-furtivos-amplian-su-oferta-mas-alla-de-elefantes-y-rinocerontes-en-kenia.html - Este artículo se publica en colaboración con Egab, una plataforma que trabaja con periodistas de Oriente Próximo y África. - Imagen de portada: Un camaleón Jackson en estado salvaje, en Kenia. DAVE HUNT (ALAMY/CORDON PRESS)