¿Qué es el “oso de goma maldito” del Lago Hurón?; una criatura gelatinosa con alma colectiva

Estos invertebrados de linaje milenario ayudan a mantener el equilibrio ecológico en ambientes acuáticos: El 'oso de goma maldito' del lago Hurón es una colonia de briozoos llamada Pectinatella Magnifica. (IG: usfws). En las apacibles aguas del Lago Hurón, en Michigan, existe una masa flotante, gelatinosa y de apariencia inquietante, cuya forma redonda y blanda, según los biólogos de la Oficina de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Alpena, recuerda a un “oso de goma gigante en descomposición”. Sin embargo, lo que a primera vista parece un experimento fallido es, en realidad, una criatura ancestral y fascinante, un organismo colonial conocido como briozoo.

Por Mariana Álvarez Torres

El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos compartió el hallazgo en redes sociales con un toque de humor: “Si alguna vez has encontrado una masa gelatinosa flotante mientras navegabas en kayak y has pensado: ‘¿Quién dejó a ese oso de goma en perfecto estado pudriéndose en el lago?’, no estás solo. Pero adivina qué, eso no es una gominola, ni un montón de huevos de rana, ni un cerebro mutante. Es Pectinatella Magnifica”.
A pesar de su aspecto perturbador, comparado por los biólogos con un “oso de goma maldito”, esta criatura no representa una amenaza para el ser humano ni para el ecosistema, por el contrario, cumple una función ecológica importante: se alimenta por filtración, capturando plancton y partículas orgánicas, contribuyendo así a la limpieza natural de lagos y ríos.
De manera más precisa, lo que parece una criatura desconcertante es en realidad una colonia de diminutos seres llamados zooides, que viven y trabajan en perfecta sincronía dentro de una masa común gelatinosa. Algunas de estas colonias pueden crecer hasta alcanzar más de 30 centímetros de diámetro, flotando suavemente con la corriente en las aguas dulces de América del Norte, según la entidad gubernamental.
Criaturas ancestrales ocultas a plena vista

Las colonias pueden alcanzar más de 30 centímetros y son conocidas como 'mocos de dinosaurio' en el sureste de Estados Unidos. (Josf Hlasek)

Los briozoos como Pectinatella Magnifica son parte de un linaje biológico que se remonta a más de 470 millones de años, y aunque pocas veces llaman la atención del público general, su presencia es constante en entornos acuáticos, tanto de agua dulce como salada. Según el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, estos invertebrados coloniales están presentes en numerosos registros fósiles, incluyendo parques nacionales y formaciones geológicas de gran antigüedad. A menudo descritos como “animales musgosos” o “corales de encaje”, se desarrollan en colonias formadas por diminutos organismos interconectados física y funcionalmente. Cada zooide mide apenas medio milímetro y, aunque no puede sobrevivir por sí solo, al combinarse con miles de sus pares, forma estructuras que se adhieren a rocas o conchas en el mar, u otras como grandes masas gelatinosas en lagos y ríos.

La apariencia del briozoo puede variar, según lo descrito por la agencia federal, a veces parece una “maraña de espaguetis”, otras una esponja viscosa o un tapete biológico. En el sureste de Estados Unidos, por ejemplo, estas colonias son comúnmente conocidas como “mocos de dinosaurio”, un apodo tan divertido como ilustrativo, basado en sus características físicas.
Cuando llega el invierno, según el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, las colonias de Pectinatella Magnifica no mueren, sino que liberan estructuras microscópicas llamadas estatoblastos, una especie de cápsulas de supervivencia que pueden resistir condiciones extremas como la congelación o la sequía, y permanecen latentes hasta que las condiciones vuelven a ser favorables. En primavera, emergen para iniciar nuevas colonias, continuando un ciclo evolutivo que ha perdurado por millones de años.
Una peculiar “ingeniería biológica”

La Pectinatella Magnifica está formada por miles de zooides que viven y trabajan en sincronía. (IG: usfws)

A nivel biológico, son criaturas increíblemente complejas, según lo detallado por el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos. Aunque no tienen cerebro como tal, cuentan con un pequeño ganglio nervioso que actúa como centro de procesamiento.
No poseen órganos sensoriales especializados, pero sus tentáculos ciliados funcionan como sensores y herramientas de captura. Tampoco tienen corazón ni sistema circulatorio diferenciado, y se alimentan a través de un órgano especializado llamado lofóforo, una corona de tentáculos que filtra partículas de alimento del agua.
En lugar de órganos respiratorios, el intercambio de gases se produce por simple difusión a través de sus paredes celulares, y en cuanto a la excreción, los briozoos manejan sus residuos de manera singular, pues los desechos nitrogenados se difunden directamente, mientras que los residuos más complejos se acumulan dentro del cuerpo hasta formar lo que se conoce como “cuerpo pardo”. Eventualmente, esta masa de células muertas es expulsada por el nuevo zooide que reemplaza al anterior.
Las colonias se componen de distintos tipos de zooides con funciones especializadas. Los autozooides se encargan de alimentarse, mientras que los heterozooides pueden servir como criaderos de huevos, mecanismos defensivos o elementos reproductivos. Todos los miembros de una colonia son clones genéticos que trabajan en cooperación, como si fueran los órganos de un único organismo gigante.
En cuanto a la reproducción, el sistema es tanto sexual como asexual. Algunas especies poseen zooides hermafroditas, mientras que otras desarrollan colonias con roles diferenciados. Los espermatozoides son liberados al agua y captados por los lofóforos de zooides receptores. Así mismo, algunas especies marinas también pueden reproducirse clonalmente, lo que facilita su expansión en entornos acuáticos estables.
Así, aunque la Pectinatella Magnifica no tiene esqueleto mineralizado como otras especies marinas, su estructura gelatinosa le permite adaptarse con facilidad a ambientes de agua dulce con poca corriente. Sumado a ello, por su consistencia y tamaño, estas colonias suelen ser confundidas con objetos artificiales, como plásticos, restos orgánicos o incluso juguetes como el slime.

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