Patagonia Argentina/ Comodoro Rivadavia: Crecer sobre la incógnita de los pasivos ambientales

Hernán Scandizzo

En diciembre de 1907 se perforó el primer pozo del que surgió petróleo en Comodoro Rivadavia, desde entonces ese acto se repitió miles de veces y sobre esa misma tierra agujerada creció y se expandió la Capital Nacional del Petróleo. De tanto en tanto aquellos “pozos pioneros”, ocultos bajo la ciudad, buscan la superficie sin importarles las edificaciones sobre ellos levantadas, o aparecen como tesoros no deseados en nuevos loteos y planes de vivienda. Esos pasivos ambientales también alimentan sospechas sobre otros posibles que no se “manifiestan”. Sin embargo el subsecretario de Medio Ambiente de la ciudad, Daniel González, asegura que no han encontrado rastros de hidrocarburos en las captaciones de agua subterránea de Manantiales Behr y destaca las inversiones del sector privado en controles y en remediación.

“En los pozos de agua de Manantiales Behr no tenemos ningún análisis químico que nos esté indicando la presencia de hidrocarburos o algún elemento asociado a aguas de formación, por inyección”, subraya Daniel González, subsecretario de Medio Ambiente de Comodoro Rivadavia. “Anualmente le pedimos a la Cooperativa que nos presente el muestro de todo el espectro de metales pesados, hidrocarburos, un análisis absolutamente completo. No son estudios baratos, estamos hablando de más de 17 mil pesos por estudio, y son unos cincuenta puntos de toma.” A lo largo de la entrevista el funcionario reitera el énfasis en las erogaciones que realiza el sector privado tanto en controles como remediación de pasivos ambientales, tal vez como una forma de proyectar un estado municipal fuerte o un compromiso por parte de las empresas.
La mayor parte del agua que consumen los aproximadamente 200 mil habitantes de Comodoro Rivadavia llega desde el lago Musters a través del acueducto Jorge Carstens, pero en los últimos años, el Municipio, en conjunto con el gobierno provincial y la Sociedad Cooperativa Popular Limitada pusieron en funcionamiento nuevamente pozos perforados en Manantiales Behr, que captan del acuífero Patagoniano. “Son pozos muy antiguos, han estado abandonados y es lógico que la misma cañería y los elementos que estaban dentro se oxidaran. Hubo que sacar bombas y purgar los pozos para mejorar la calidad. Lo bueno es que podemos garantizar la calidad del agua porque hay un punto de entrega de todas esas captaciones que es la que nosotros permanentemente monitoreamos y tenemos la tranquilidad de que a la población le llega agua de muy buena calidad.”
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Para dar una referencia del impacto de la habilitación de las captaciones en Manantiales Behr, Gonzaléz señala que lo allí “producido” equivale al 10% del caudal que llega a través del acueducto Jorge Carstens. “Si bien el acueducto que viene de Manantiales Behr deriva hacia Caleta Córdova y hacia Ciudadela [barrios comodorenses apartados del núcleo urbano], si necesitáramos agua y no viniera del acueducto Lago Musters-Comodoro, podríamos inyectarle desde aquella zona por el entramado de cañerías que tiene.”
Ante el sostenido descenso del caudal de la cuenca del río Senguer y la profundización de las históricas dificultades para garantizar el abastecimiento de Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia que genera, el acuífero Patagoniano es contemplado por algunos sectores como una alternativa. Aunque haya quienes sostengan que, al menos para el caso de Caleta Olivia, se trata de poner más bombillas en el mismo mate y subrayen los impactos recibidos tras décadas de explotación de hidrocarburos.
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Yacimiento/ciudad
“Comodoro Rivadavia es una ciudad que está sobre un yacimiento y todavía ese yacimiento está en explotación, y esta interacción entre la sociedad y la industria la tenemos todos los días”, resume González. Unas setenta personas, según el cálculo rápido que hace su titular, trabajan en la Subsecretaría de Medio Ambiente, de ellas sólo cinco están abocadas a intervenir ante las problemáticas derivadas de esa interacción cotidiana, el resto se concentra en el control de la industria, de efluentes cloacales, de residuos patológicos y de residuos sólidos urbanos.
“Si bien todo es yacimiento, la zona norte de Comodoro Rivadavia es la que mayor cantidad de pozos tuvo”, cuenta González, quien vuelve sobre la idea del yacimiento ciudad. “Cuando uno observa fotografías antiguas de la ciudad, sobre todo la zona norte, está plagada de pozos. Más o menos desde el centro hacia Km 5, hay alrededor de cinco mil pozos, sobre los cuales se instaló la ciudad y crecieron los barrios; pozos que si bien están registrados, no todos tienen el abandono como corresponde”, sostiene el funcionario. En la prensa e incluso en un proyecto legislativo se afirma que son alrededor de 2400. Sin embargo, tener un registro no siempre garantiza conocer su ubicación dado que, según explica el subsecretario de Medio Ambiente, a lo largo de los años cambiaron los métodos de medición y no siempre las coordenadas asentadas décadas atrás permiten acceder al pozo, por lo que abundan casos en los que la incógnita se despeja cuando éstos se ‘manifiestan’ a través de fugas de gas o de aguas de formación e hidrocarburos. Cuando eso sucede la empresa operadora del yacimiento debe hacerse cargo del cierre. “A veces han tenido que demoler prácticamente la casa para darle la terminación como corresponde a un pozo y volver a construirla”, comenta.
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También el proceso de permanente expansión de la ciudad pone en superficie instalaciones abandonadas, piletas, derrames. “Se están haciendo nuevos planes de vivienda y loteos y cuando se realizan los estudios de impacto ambiental te encontrás con que hay un montón de pasivos ambientales, hay que levantar cañerías y, si hay derrames, trasladarlos a un sitio donde puedan ser tratados.” En esos casos interviene la Subsecretaría de Medio Ambiente y certifica el retiro -“que para retirar también es toda una inversión”- y remediación de los pasivos. “Son cien años de industria petrolera y han habido eventos muy grandes”, sintetiza González. Algunos de ellos quedaron instalados en la historia local por su magnitud, como es el caso del pozo 128, que cuando lo perforaron en 1925 no encontraron la forma de detener la surgencia y durante meses estuvo corriendo el petróleo por el arroyo Belgrano hacia el mar. “De cosas por el estilo ha quedado toda una historia en la ciudad, que todavía está latente en algunos aspectos.”

Fuente: Opsur - Foto: Diario El Patagónico.

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