«Si quieres proteger una especie, no puedes hacerlo sola: hay que trabajar con la comunidad humana»

La llaman la heredera de Jane Goodall, pero Rebeca Atencia, responsable del Centro Tchimpounga del Instituto Jane Goodall de la República del Congo, prefiere repartir esta herencia entre mucha gente con la que comparte un mismo objetivo: comprender y proteger a los grandes simios y el planeta que compartimos. La labor del Instituto Goodall consiste en rescatar chimpancés y cuidarlos hasta que puedan volver a su medio natural. Esto implica un trabajo integral: no se centra solo en esta especie, sino que promueve el desarrollo sostenible de las comunidades locales, la lucha contra el cambio climático y la educación medioambiental. Tiene oficinas en 30 países.

Rocío Gómez

Atencia está ilusionada con los avances para aprobar la Ley Jane Goodall. Cuando se enteró, su primer impulso fue correr a contárselo a su mentora, como si aún estuviera entre nosotros. Conversamos con ella durante su último viaje a España, donde ha participado en distintos homenajes en honor a la tenaz etóloga.
¿Qué echa de menos de Jane Goodall?

Siento un vacío muy grande que no sé cómo llenar. Pero hay que seguir. Tengo que hacerlo. Al final, el duelo está ahí: no puedo llamarla, ni escribirle. La echo de menos a ella, como confidente. Estoy muy contenta por la reacción a nivel internacional: he recibido mensajes en un montón de idiomas y todos son de esperanza, pero el vacío está ahí. No me esperaba su fallecimiento porque ella estaba bien, teníamos planeado un viaje al Congo para este año.
¿Qué tenían previsto para ese viaje?

No venía al Congo desde antes del COVID. Íbamos a desplazar a unos chimpancés a una isla nueva para crear una escuela en la selva. Iban a dormir directamente en los árboles, no en dormitorios y los cuidadores estarían con ellos. Cuando venía Jane hacíamos una ronda por todos los proyectos de educación, desarrollo sostenible, etc.
¿En qué consisten estos proyectos? ¿Cómo es vuestro trabajo allí?

Muchas veces relacionamos la figura de Jane con un chimpancé y no es solo eso: si quieres proteger una especie, no puedes protegerla sola; digamos que esa especie es el paraguas de muchas otras. Proteges la selva y tienes que trabajar con la comunidad local, porque los humanos somos también parte del medio ambiente. Si no enfocamos el trabajo así, no funciona. Hay que buscar el equilibrio.
¿Cómo lo hacen?

Buscando alternativas, haciendo pedagogía, esto ha permitido que llevemos muchos años en Congo. Yo llevo 20 años, el Instituto de Jane Goodall lleva 30. Observando todo ese periodo llegas a ver el impacto: cambios de comportamiento, de pensamiento, sentirse orgullosos de proteger. Cuando la población decide hacer un cambio, espera apoyo y el Instituto Jane Goodall brinda ese apoyo para encontrar la armonía de la conservación.

Los jóvenes chimpancés huérfanos Patricia y Kevin, rescatados del tráfico ilegal, junto a su cuidadora en el Centro de Rehabilitación de Tchimpounga del IJG. El IJG no aprueba el mascotismo de primates ni el contacto o la interferencia con chimpancés salvajes. Los chimpancés que interactúan en estas imágenes con cuidadores y/o veterinarios son huérfanos rescatados y viven en el Centro de Rehabilitación de Tchimpounga. Foto: FERNANDO TURMO

¿Cuál es la principal amenaza para los grandes simios en estos momentos?
Las enfermedades, la deforestación y la caza furtiva. Personalmente, creo que la deforestación es la mayor amenaza, porque al desaparecer su casa se acercan a los humanos y puede aparecer el conflicto. Pero este no es un problema exclusivo del Congo ni es suya toda la responsabilidad. Por ejemplo, consumimos aceite de palma en muchos países, la demanda es global, pero se produce casi todo en Indonesia. Así las cosas, Indonesia se va a convertir en un monocultivo y todos los animales que están allí desaparecerán. Tenemos que concienciarnos de esto.
¿Y la caza furtiva?

Depende del país: en Congo no se sale a cazar chimpancés. Cazan otra especie y si encuentran un chimpancé, disparan. Luego intentan vender a la cría como animal de compañía. Hace años, España era un punto de importación de chimpancés que venían de África. En las costas de Valencia había un montón y la gente se hacía fotos con ellos. No sabían que venían de tráfico ilegal. Eso se paró hace años.
¿Se siguen exportando?
Todavía se dan casos para llevarlos a zoos. En teoría hay una regulación, la CITES [Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres], pero si ocurre hay que buscar rápido la forma de pararlo. Y actuar rápido es complicado.
¿Qué supondrá la futura Ley Jane Goodall?
Nos da herramientas para actuar y devolverles la dignidad que les fue arrancada. En el pasado teníamos muchos casos de chimpancés en casas particulares, no en zoos. Eso ha ido desapareciendo, pero no había una ley que les protegiese.
Es curioso que un país donde no hay de manera natural grandes simios sea pionero en una ley así. ¿Por qué cree que ha ocurrido esto?

España ha dado un cambio radical: de tener chimpancés en las playas a crear centros de rescate. La propia Jane ha influido, y también muchísimas primatólogas españolas que llevan años en África y en Asia: Itsaso Vélez del Burgo, Karmele Llano, Paloma Corbi… No podría nombrar a todas. También hay muchas organizaciones y santuarios: estamos en todas partes empujando desde hace muchos años.
¿Qué te parece que lleve su nombre?
Cuando me dijeron que se iba a llamar Ley Goodall, me dio un escalofrío: ¿cómo voy a contárselo a Jane? Pero en ese momento, sentí que ella estaba en esa mesa de negociación. Esta energía era la magia de Jane.
¿Cómo se conocieron y cómo acabaste trabajando en el Congo?
Tenía claro que quería trabajar con animales salvajes en libertad. Terminé la carrera y me lancé a la aventura. Viajé al Congo y me ofrecieron trabajo en Help Congo: un proyecto de reintroducción de chimpancés en la selva y Jane vino a visitar el proyecto. Fue increíble la conexión, me contrató y desde entonces hemos trabajado compartiendo el mismo objetivo.
Antes de conocerla, ¿ya era una figura inspiradora para ti?
La veía como una leyenda andante, pero fue impresionante cuando la conocí realmente. Más allá del icono era una persona increíble que te cautivaba. Primero, por no rendirse: no tenía estudios, pero sí muchas ganas de ir a la selva, a África, y aprovechó las oportunidades. Mantuvo su mente de niña en un cuerpo adulto. No perdía la esperanza ni la fe: si ponemos fuerzas en conseguirlo, lo conseguimos.
No tenía estudios científicos cuando empezó, pero acabó siendo aceptada en la Universidad de Cambridge, donde cuestionaron algunos de sus métodos, como poner nombres a los chimpancés.
[Los chimpancés] tienen nombres porque cada uno tiene su personalidad. Kimenga, por ejemplo, es superinteligente. Desde pequeño sabía utilizar herramientas mejor que las hembras. Algo curioso, porque normalmente las hembras son más hábiles.

La doctora Rebeca Atencia suministrado medicina a un chimpancé rescatado en el Centro de Rehabilitación de Tchimpounga del Instituto Jane Goodall, en la República del Congo. El IJG no aprueba el mascotismo de primates ni el contacto o la interferencia con chimpancés salvajes. Los chimpancés que interactúan en estas imágenes con cuidadores y/o veterinarios son huérfanos rescatados y viven en el Centro de Rehabilitación de Tchimpounga. Foto: FERNANDO TURMO.

Cuéntanos algunas de las historias. Una de las más famosas es la del chimpancé que te salvó de ser atacada por otro. ¿Qué sentiste?
Lo que me ocurrió con Kutu fue algo que me hizo querer quedarme ahí para siempre: me protegió sobre individuos de su propia especie. Me sentí como en la película de E.T., en la que el niño protegía a un extraterrestre. La selva es nuestro origen, pero me siento como una extraterrestre allí. No te mueves igual que los chimpancés, ellos saben lo que tienen que hacer en cada momento y tú eres inútil. Y cuando un ser de allí, de repente, decide protegerte… no tengo definición de las emociones que me vinieron.  Si él hace eso por mí, ¿cómo no voy a hacerlo yo por ellos?
Hay otro vídeo famoso en el que una chimpancé te abraza…

Es Ulenge. Ocurre a menudo cuando reintroduces a un chimpancé en una selva nueva. Lo que hacen es coger fuerza, como si te fueras de casa y le dijeras a tus padres: «Por favor, seguid cerca aunque estemos lejos. Acordaos de mí».
¿Qué has aprendido de los chimpancés? ¿Te ayudan a comprender mejor al ser humano?
Los chimpancés te engañan, como los humanos. Su comportamiento social es interesante porque es complicado. Por ejemplo, las peripecias que hacen las hembras cuando quieren entrar en un grupo y ser aceptadas. No solo por el macho dominante, sino por las hembras que están cerca del poder y no van a querer que se integre. Todas las estrategias sociales para hacer amigos, conseguir llegar a un puesto más alto, no salir de esa jerarquía y ser aceptados, porque son sociales y para sobrevivir en la selva necesitan un grupo, igual que el ser humano.
Tienen una campaña llamada “Movílizate por la selva”. ¿Qué relación hay entre nuestro teléfono móvil y los grandes simios?

En uno de nuestros proyectos, Raíces y Brotes, reciclamos móviles y ese dinero vuelve a África para apoyar proyectos de conservación. Los móviles están hechos, entre otras cosas, de coltán, un material que está en pocos países y da lugar a conflictos graves como la actual guerra en la República Democrática del Congo (RDC). Este conflicto ha llegado al Centro de Rehabilitación de Primates Lwiro, que dirige Itsaso Vélez de Burgo. Están atacando el santuario, están matando gente en los pueblos de alrededor. ¿Qué se hace con esos cientos de chimpancés que están en un sitio en el que no deben estar?
¿Estamos lo suficientemente sensibilizados como para preocuparnos por salvarlos en mitad de una guerra?
Sí, los  cuidadores están yendo a alimentarlos en medio de los tiroteos. Es cuestión de empatía, dan de comer a un amigo que está detrás de una valla, porque están en un proceso de rehabilitación. El vínculo que han establecido va más allá de una guerra. Lo hemos visto en las riadas: la gente siempre intenta salvar a su gato o su perro. Cuando estableces ese vínculo con un ser de otra especie, va más allá de la lógica. Es amor.

Fuente: https://climatica.coop/entrevista-rebeca-atencia-instituto-jane-goodall/ - Imagen de portada: Jane Goodall y Rebeca Atencia juntas en las selvas de Tchimpounga, en Congo, donde está el Centro de Rehabilitación de Chimpancés del IJG. Foto: Fernando Turmo.

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