Los tóxicos cotidianos influyen en el desarrollo mental de la infancia

Proyecto Denamic

Miguel Jara
Ecoportal.net


El proyecto Denamic concluyó cuando terminó 2015. Han sido cuatro años en los que varios grupos de científicos de centros de investigación europeos (tres de ellos de Valencia) han estudiado cómo influyen las sustancias tóxicas cotidianas a bajas dosis en el sistema nervioso infantil. Los resultados advierten sobre la neurotoxidad y efectos permanentes en el cerebro de niños y confirman que existe una “pandemia silenciosa”.
 
Los resultados del proyecto Denamic (Developmental Neurotoxicity Assessment of Mixtures in Children) pueden consultarse en la web de la Comisión Europea, el Gobierno de la UE. Yo he tenido conocimiento del asunto gracias al blog de María José Moya, afectada por Sensibilidad Química Múltiple (SQM) que ofrece toda la información.
Las conclusiones de este gran estudio vienen a constatar lo que ya sabíamos, que la exposición a productos químicos contaminantes, incluso a bajos niveles, puede afectar al desarrollo cerebral de los niños. Ello se produce durante la gestación, la lactancia y en edades tempranas y puede influir en su desarrollo cognitivo y motor.
Esto es clave para entender la aparición de trastornos como el déficit de atención, autismo o ansiedad.
El objetivo del trabajo Denamic ha sido crear métodos y herramientas para analizar las consecuencias de esta exposición a productos químicos contaminantes en las fases donde se produce la parte principal del desarrollo cerebral.
El cerebro en desarrollo es, en muchos casos, la diana más sensible a los efectos de estas sustancias.
Uno de los participantes españoles en el estudio euroepeo ha sido el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia, liderado por Vicente Felipo.
Su laboratorio se ha encargado de caracterizar los efectos de la exposición a diferentes tipos de pesticidas y otros contaminantes sobre distintos aspectos de la función cognitiva y sobre la actividad y coordinación motoras.
También ha analizado los mecanismos moleculares por los que los contaminantes inducen estos efectos. Además, ha identificado el papel de la neuroinflamación en hipocampo y de alteraciones en la neurotransmisión del cerebelo sobre las alteraciones en el aprendizaje y la coordinación motoras inducidas por pesticidas.
Distintos pesticidas inducen efectos diferentes y estos efectos son también distintos según el género dependiendo de la función neurológica evaluada. Él ha sido quien ha advertido de que la exposición a este tipo de contaminantes es una “pandemia silenciosa”.
¿La razón? Pues porque aunque este problema afecta a millones de niños en todo el mundo, como los niveles de exposición son muy bajos es difícil relacionar estas afecciones con hechos como que la madre haya ingerido mercurio durante la gestación, por ejemplo a través del pescado.
Como escribo, el proyecto ha tenido una duración de cuatro años, desde enero de 2012 hasta el 31 de diciembre del 2015 y ha dado lugar a numerosas publicaciones. Sus resultados proporcionarán a la Unión Europea y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) resultados, metodología y recomendaciones para gestionar los riesgos de la exposición a contaminantes químicos.
El equipo investigador ha producido un reportaje (en inglés) titulado Young Minds at Risk?, que advierte sobre la neurotoxicidad de contaminantes presentes en alimentos, en el agua y en otros productos como insecticidas y cómo afecta a los niños la exposición a estos contaminantes:
No puedo evitar recordar que mientras se desarrolla la epidemia por el virus zika en países como Brasil. Allí hay asociaciones de médicos que apuntan al uso de insecticidas en el agua potable como posible causa de los casos de microcefalia. Pesticidas como el piriproxifen dañan el sistema nervioso de los mosquitos que transportan el dengue o el zika.
La OMS avala el producto y el Gobierno de Brasil desmiente a los médicos diciendo que hay localidades donde hay microcefalia pero no se usa ese tóxico. Dicen las autoridade sanitarias que no hay estudios epidemiológicos que verifiquen esa relación de causalidad. Razón de más para hacerlos con urgencia pues trabajos como el Denamic lo que hacen es apuntar en una dirección similar.
Estos datos ayudarán a la Unión Europea en la legislación sobre potenciales neurotóxicos y a marcar los niveles tolerables de estas sustancias, han indicado las mismas fuentes. Yo parto de la base de que no hay niveles tolerables para todas las personas por igual, unas aguantan mejor que otras según qué niveles.
Hay personas que no metilan, desintoxican, bien determinadas sustancias, como metales pesados, porque su constitución genética no es la idónea. Esas personas pueden desarrollar intoxicaciones crónicas por ello a niveles muy bajos de exposición.
Tampoco puedo evitar recordar al leer las citadas conclusiones de este estudio la “epidemia” de diagnósticos de autismo y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad en la infancia de los países occidentales.
Polémicas “modas farmacéuticas” aparte sobre el concepto TDAH, el estudio viene a demostrar que es cierto lo que ya se conocía también, que los niños/as pueden padecer falta de atención, por ejemplo en la escuela, propiciada por intoxicación crónica con productos tóxicos cotidianos. Éstos llegan a su organismo a muy bajas dosis pero durante mucho tiempo (desde la propia gestación) y provenientes de muchas y diferentes sustancias y fuentes.

http://www.migueljara.com/

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