¿A qué se le puede llamar tecnología para el bien común?

El discurso popular sobre la tecnología está divido en dos frentes. Por un lado están quienes defienden las posibilidades del progreso tecnológico para resolver los problemas que actualmente afectan la vida en la tierra y, por otro, quienes niegan la posibilidad de un futuro ecológico con el uso generalizado de la tecnología. Quizás todo el mundo tenga razón y a la vez se equivoque. Todo depende de su capitalización.

Lucía Ferro
Voluntaria de Enxeñería Sen Fronteiras y escritora

Estamos empezando a darnos cuenta de que los problemas más difíciles no se pueden resolver con tecnología

El avance del fascismo y otras ideologías tóxicas no se soluciona con microchips. La conexión humana sigue siendo un elemento indispensable. Se podría pensar que con más innovaciones tecnológicas habría más tiempo disponible para lo que está dentro de la competencia de la capacidad humana, sin embargo, estamos viendo cómo la IA, más que ayudar, está generando precariedad en el día a día de muchas personas. Tampoco podemos pecar de ingenuidad y creer que un regreso al pasado sería suficiente para solucionar nuestras penurias ya que la situación actual no es más que una consecuencia de la evolución social que han sufrido los planteamientos del pasado.
Nos vemos, entonces, con que la única alternativa es encontrar un punto medio, un equilibrio que nos permita seguir avanzando pero sin dejar cadáveres en el camino ni hipotecar el futuro. La tecnología para el bien común será aquella que beneficie a toda la humanidad por igual y, en última instancia, a toda la vida del planeta. Un concepto simple que al principio puede encontrar poca oposición. Pero cuando se profundiza en él, surge una pregunta.
¿Cuál es la característica básica de una tecnología para ser considerada “para el bien común”?
En su libro Cuatro lecciones sobre la anarquía y los anarquismos, Carlos Taibo admite cierta desconfianza hacia la tecnología y coincide con Zerzan en que “todas las tecnologías creadas por el capitalismo llevan detrás de sí la impronta de la división del trabajo, la jerarquía y la explotación”. Sin embargo, en una de sus charlas sobre el decrecimiento, Taibo menciona tres requisitos que, de ser cumplidos por una determinada tecnología, la convierten en una aliada, dejando de ser una amenaza.
El primer requisito de Carlos Taibo es la condición social de la tecnología a analizar. Es decir, quién se beneficia de esta innovación. ¿Se benefician muchas personas? ¿Son unos pocos los que absorben todo el valor generado? Podemos decir que el primer requisito está estrechamente ligado a la simple definición de tecnología para el bien común. Que el beneficio sea universal y compartido.
El segundo requisito responde a su carácter ecoenergético . Se refiere al consumo de energía necesario para mantener la tecnología en funcionamiento. Si este consumo afecta el estado del ecosistema que recibirán las generaciones futuras, entonces estamos hablando de una tecnología que, siendo un lujo hoy, será la deuda que recaerá sobre las generaciones venideras, quienes tendrán que pagar el precio y los intereses.
Finalmente, el último requisito menciona la política, exponiendo el riesgo que supone una tecnología estructurada de tal manera que escape al control democrático, permitiendo monopolios o actitudes totalitarias que ejerzan el poder obtenido a través de la propiedad de dicha tecnología.
Estoy bastante de acuerdo con Carlos Taibo, de hecho considero que son muy buenas indicaciones de partida a la hora de analizar y evaluar tecnologías. Sin embargo, olvidamos que el capitalismo nunca deja de sorprendernos con su potencial de crueldad. Si tomamos como ejemplo una tecnología en el campo de la salud, digamos el diseño de una prótesis para amputaciones, creo que sería fácil ver cómo pasaría estos requisitos y, sin embargo, no creo que sea tecnología para el bien común.
Dejen que me explique
El diseño de una prótesis trata de algo que beneficia a un grupo vulnerable de la sociedad. Cualquiera puede formar parte de este grupo y por tanto es una tecnología que puede beneficiar a muchas personas. El consumo energético que supone producir una prótesis es sin duda un coste asequible si pensamos en la independencia que aporta a sus usuarios, ya que no necesitarán utilizar otros recursos a la hora de realizar su vida diaria. Si puedes desplazarte a pie no necesitarás coger un taxi para solo un par de kilómetros. Y llegamos al último requisito, en el que se estudia la capacidad de control democrático que se puede ejercer sobre la tecnología. Aquí observamos que, si bien su naturaleza política no impide su control cumpliendo así con la tercera condición de Taibo, el capitalismo logra imponerse, ya sea a través de sistemas de salud privados o públicos.
No hay duda de que necesitamos prótesis, pero no podemos olvidar que la discapacidad muchas veces proviene de una falta de accesibilidad y no de una falta de tecnología.
Un espacio público más accesible puede suponer un cambio para un mayor número de personas, tengan o no posibilidad de disfrutar de una prótesis, ya que siempre habrá personas dependientes de una silla de ruedas. Esta es la encrucijada que afrontamos cada día. Quienes trabajan para la industria tecnológica no tienen la capacidad de decidir si sus innovaciones se utilizarán para el bien común o para la explotación de un mercado. Es este hecho el que me lleva a pensar que no existe una gran variedad de tecnología para el bien común y que las características que posee deberían ser aún más restrictivas.
Después de mucho pensarlo, me di cuenta de que las tecnologías verdaderamente incorruptibles son aquellas en las que no se dejó espacio para la capitalización durante el desarrollo del proyecto.
Es decir, son innovaciones que difícilmente serán financiadas por fondos de inversión ya que, aunque su futuro sea exitoso en lo social, no lo será en el económico. En otras palabras. El producto o invento innovador no puede convertirse en capital, en esa acumulación de dinero que se diferencia del ingreso porque no lo necesitas para sobrevivir sino que está disponible para “jugar al Monopoly”.
Puedo entender que esta exigencia de tecnología pueda parecer dura y excesiva, pero creo que no se puede lograr un bien común sin exigir principios que tengan presente la interseccionalidad inherente a la vulnerabilidad. Esta no es la definición oficial de tecnología para el bien común, pero es una manera de verlo.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/la-tecnologia-no-nos-salvara/se-le-puede-llamar-tecnologia-comun - Imagen de portada: (Licencia Unsplash)

Entradas populares de este blog

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

No hay peor sordo que el que no quiere oír : El rol de las plantaciones de pinos en los incendios forestales de Epuyen y Mallín Ahogado