Argentina / Córdoba: Un árbol de 300 años frente a un modelo de destrucción


Silvia Majul estuvo presa dos días por defender un quebracho de 300 años. Sucedió en la localidad cordobesa de Villa Allende y la defensa del árbol se volvió causa nacional. El rol de los gobiernos y un testimonio en primera persona que muestra una lucha colectiva para defender la vida. “Hay más gente buena que mala”, reivindica.

Por Silvia Majul

Hay una frase que dice “la lucha te encuentra donde te necesita”. Fui a acompañar a quienes estaban defendiendo un quebracho blanco, que tiene 300 años y que está ubicado en Villa Allende (Córdoba), de las topadoras. Había una orden judicial para trasplantarlo y reubicarlo porque supuestamente afectaba al ensanchamiento de una ruta. La intención era estar ahí y hacer una nota para mis redes sociales, como forma de visibilizar esa lucha.
Decidí defender el árbol porque me crié bajo la sombra de uno. Si bien nací en Bariloche, crecí en Santiago del Estero donde los árboles se valoran muchísimo. Hay muchas razones por las cuales amar a un árbol... “El árbol que tú olvidaste”, canta Atahualpa Yupanqui. En Córdoba está Traslasierra, están las sierras más turísticas (Carlos Paz, Cosquín) y las Sierras Chicas, que es donde vivo, en Unquillo. En las Sierras Chicas, en la parte donde hay más montecito, valoramos muchísimo las plantas. Toda planta nos da alimento o medicina. Por ejemplo, si hervís las hojas del quebracho blanco te cura la fiebre.
Vivo muy cerca de la zona donde está el quebracho y el 24 de junio vi, resignada, que finalmente lo iban a tirar. Fue entonces que decidí despedirme de él y me acerqué a decirle, casi llorando, que no había podido hacer nada. Yo le explicaba a la Policía que si lo trasladaban lo iban a matar.

Foto: Guillermo Galliano

El árbol tenía cintas de plástico rojo y blanco a su alrededor y, cuando me acerqué un poquito, inmediatamente se me pararon tres policías atrás diciéndome “salga, señora”. Y me esposaron. Parecía un chiste. Me llevaron hasta un rincón donde además de los policías había una mujer que me dijo “soy ayudante del Fiscal (Ernesto de Aragón) y la orden para trasladar al árbol está dada”. Les expliqué que si lo trasladaban no iba a vivir, que ese árbol tiene siete metros de raíces y que no soportaría que lo muevan de lugar. “No es problema suyo”, me respondieron. Y quedé detenida. No opuse resistencia, pensé que en un rato me iban a liberar, que era para amedrentar, para generar miedo a los compañeros que estaban a unos 50 metros. Pero a partir de que me detuvieron viví una secuencia de escenas que nunca había vivido. La única vez que había entrado a una comisaría había sido para hacer un cambio de documento. Y fue como volver cien años atrás, como en esas películas donde uno ve los calabozos de piedra. Sentí miedo, por la oscuridad, por las ratas, por lo que sucedía adentro.
“¿Por qué tenés esa cara de enojada?”, me dijo un policía. Yo le respondí muy respetuosamente: "¿Y vos por qué tenés ese prejuicio y creés que todas las personas tenemos que venir con un mismo rostro a la comisaría?" No me contestó nada. Viví un destrato enorme.

Foto:. Villa Allende 24

Después de estar todo un día en la comisaría de Villa Allende me llevaron a hacerme fotografías, a pintarme los dedos, a abrirme un sumario. El sumario decía que recién en 72 horas iban a tener mis antecedentes policiales. Y me hicieron firmar un papel que decía “desobediencia a la autoridad, desacato y obstrucción a la autoridad”. Causas abiertas por las que en algún momento me citarán a declarar.
De la comisaría de Villa Allende me trasladaron a la Unidad de Contención y Aprehensión, donde se divide a la gente por calabozos y por áreas y es el lugar donde se va antes de ir a Bower, el penal de máxima seguridad de Córdoba. Allí vi muchas cosas, por ejemplo a tres personas durmiendo en una sola cama.
Fue gracias a la gran movida de artistas y amigos, de Teresa Parodi llamando al abogado Martín Fresneda, de éste llamando a un abogado ambientalista (Carlos González Quintana). Fue gracias a eso que pude salir antes de cumplir las 48 horas.
Quiero destacar lo colectivo que fue pasando en torno a esto. Paso todos los días por el acampe que se formó cerca del árbol. Y se acercan familias, gente de todas las edades a solidarizarse. El 28 de junio se hizo una locreada a la que fueron 150 personas. Entre el 1 y el 3 de julio se llevó a cabo en Córdoba capital la Conferencia Climática Internacional "Compromiso Climático", donde se hizo una intervención. Mientras, el intendente de Villa Allende (Pablo Cornet) fue llamando a la gente que defiende el quebracho, tratando de distraerlos mientras se hacía la Cumbre.

Foto: La Tinta

Hoy se está corriendo la voz de que al árbol no lo van a trasladar, pero queremos verlo en los hechos. Cada vez se ve más que sacar el quebracho era un capricho, porque ese árbol crece para abajo, por sus raíces, y es imposible que te desvíe una calle.
La sensación que me queda es que ese acto de injusticia que me pasó le podría haber pasado a cualquier vecina. Mi detención fue algo aleatorio, circunstancial. Yo caí como en un paracaídas y ellos no sabían que estaban llevándose a una periodista que trabaja hace 35 años con artistas de todo tipo de géneros, que soy realizadora audiovisual y que escribo. Y que se movilizó y se sigue movilizando un montón de gente. Se solidarizaron Ricardo Mollo, León Gieco, Peteco Carabajal, Teresa Parodi. Así que solo me queda decir “gracias”.
Con esto que pasó siento que se entera más gente. Y no es que la gente se "sensibiliza más": la gente ya es, de por sí, sensible. Y nos quieren inyectar de insensibilidad cuando nos dicen “no te metás”
No podemos esperar otra cosa de un gobierno gerontofóbico y misógino. La gerontofobia no rechaza las arrugas de un rostro, también rechaza la memoria de un árbol o de una persona mayor. Me apresaron y creo que fue para imprimirle un poco de miedo a los jóvenes, porque si van a marchas o a protestas les hacen un prontuario y después no pueden conseguir trabajo. Yo misma lo pensaba… Cómo sería mi vida laboralmente al salir.

Foto: La Tinta

Hay mucha injusticia. Un ejemplo es el ataque al fotógrafo Pablo Grillo. No es casual. Cuando estás fotografiando o diciendo (como los periodistas), estás mostrando lo que ellos son, que es incorrecto lo que hacen. También está el caso de las compañeras presas por lo sucedido en la casa del diputado José Luis Espert. Nos quieren meter miedo. Y hay una combinación: la ignorancia de no querer aprender y la soberbia. Eso genera odio e insensibilidad. Y más si del otro lado hay una mujer. Estos no son casos azarosos ni aislados, porque en su cabeza está impresa la cuestión de matar la memoria, de ir contra toda persona que muestre algún síntoma de inteligencia o la voluntad de defender a otras personas.
La Policía, los gobiernos y el Poder Judicial debieran saber que una ley que se llama Ley Yolanda (de educación ambiental para funcionarios) y un convenio internacional que se llama Acuerdo de Escazú, que protegen a quienes defendemos el ambiente.

Foto: La Tinta

Sentí un poco de miedo estando detenida porque no sabía qué pasaba en el exterior. Pero al final, la gente se solidarizó, se comunicó, hizo cartas de repudio. Una vez Rodolfo García, el baterista de Almendra, me dijo: “Hay más gente buena que mala. Si no ya estaríamos en la quinta guerra mundial”.
Concluyo que vinimos al mundo para alumbrar, no para deslumbrar; lo decía mucho Yupanqui. Y el camino del alumbramiento no es el mismo que el deslumbramiento, tiene más piedras. Pero ninguna lucha es en vano y como dijo Hamlet “lo semejante atrae lo semejante”. Y aquí estamos, en una guerra fría entre sensibles e insensibles.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/un-arbol-de-300-anos-frente-a-un-modelo-de-destruccion/

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