KKR, genocidio y los tentáculos del capital fósil

El fondo proisraelí KKR ha pasado de ser un agente económico desconocido a ser el blanco de portadas y llamamientos al boicot por sus inversiones en numerosos festivales de música y, sobre todo, por participar de manera indirecta en el genocidio palestino al invertir y comprar empresas que promueven la ocupación. Algunos músicos han llegado a renunciar y desaparecer de carteles de eventos internacionales como el Sonar. Otros han decidido donar a la causa palestina las ganancias generadas en esos eventos.

Alejandro Tena

En cuanto a los asistentes, muchos han intentado deshacerse de sus entradas o directamente han decidido no comprarlas al conocer los vínculos de los festivales con la masacre del pueblo palestino. La protesta a través del consumo, sin embargo, no siempre es tan sencilla. Esto nos lleva al siguiente punto. KKR es una firma de inversión y gestión de activos que abarcan sectores muy dispares. Desde la música y los festivales hasta el mercado inmobiliario. Pero, entre todos, hay uno que destaca por encima del resto; un negocio muy rentable y destructivo: los combustibles fósiles.

Los últimos datos, publicados en 2024 por los investigadores de Private Equity Climate Risk (PECR), revelan que KKR tiene una cartera de combustibles fósiles compuesta por 188 activos repartidos por 21 países que anualmente liberan a la atmósfera 93 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2). Esto equivaldría a lo emitido durante un año por 21 millones de coches o a las emisiones de carbono generadas durante todo un año por 243 centrales térmicas de gas.

Durante años, KKR ha enmascarado sus emisiones de CO2 y supuestamente alterado sus cuentas. Las investigaciones de PECR hablan de que los gases de efecto invernadero liberados por el fondo israelí podrían ser hasta 6.000 veces mayores a lo declarado públicamente por la empresa.

Pero, ¿con qué gana dinero KKR cuándo hablamos de inversiones fósiles? Digamos, de una forma muy coloquial, que el fondo proisraelí le da a todo. Ha puesto capital en cada uno de los segmentos de la cadena de valor: exploración y extracción de hidrocarburos, infraestructura para el transporte de combustible, como oleoductos, terminales para almacenamiento de Gas Natural Licuado (GNL), centrales de generación eléctrica a base de petróleo…
Sin embargo, la imagen pública de KKR es muy distinta. La empresa se cuida de vincular su marca al proceso de descarbonización y es fácil encontrar información detallada sobre sus activos en energías renovables. Según información de la propia empresa, en la última década ha desplegado 40.000 millones de euros destinados a respaldar generación renovable.
Seguir el rastro del capital fósil parece mucho más complicado. Las cuentas relativas a inversiones fósiles no están tan claras ni unificadas y, por supuesto, no hay declaraciones públicas sobre ello. No obstante, sólo la suma de un par de proyectos de gas y petróleo en Canadá y EE. UU. superan las finanzas verdes totales de la empresa. Según otra investigación de PECR, entre el 78% y el 66% de las inversiones en energía de KKR tienen que ver con combustibles fósiles.
La realidad es que hasta sus propios accionistas desconfían. Según un informe de la consultora PwC de 2022, los inversores del fondo proisraelí consideran que el 87% de los informes corporativos tienden al greenwashing. El pequeño porcentaje de inversiones renovables es lo que queda, para bien o para mal. En un momento en el que las publicaciones sobre el fondo KKR han proliferado, los artículos críticos ponen el foco en que una compañía proisraelí se lucra con proyectos renovables. El lavado verde es importante y debe ponerse en la diana, pero su denuncia puede quedar vacía si no se profundiza en lo que hay tras él; el deseo de tapar un negocio cuya rentabilidad se sustenta en acelerar el calentamiento del planeta.
Después de todo este rodeo, vuelvo a los festivales. Lo hago porque inquieta, como poco, nuestra capacidad de acción. Ni mucho menos cuestiono a quienes han perdido su entrada y, por ética, han renunciado a ir a uno de estos eventos; o a aquellos artistas que han decidido dejar de tocar, incluso siendo uno de los pocos escaparates y fuentes de ingresos al año. Pero sí me pregunto cómo de posible es boicotear algo tan básico e imprescindible como la energía.  

Los tentáculos del capital fósil hoy llegan a Palestina, donde mueren asesinados día tras día miles de inocentes, pero en el pasado azotaron otros lugares del sur global donde se ocuparon tierras, se desplazó a la población, se acalló a las voces críticas y se contaminaron ríos y bosques. La pregunta, entonces, es: ¿cómo podemos cortarlos todos de una sola tajada?


Fuente: https://climatica.coop/kkr-genocidio-palestino-tentaculos-capital-fosil/ - Imagen de portada: Foto: REUTERS/Brendan McDermid.

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