Se acaba el tiempo para salvar a los océanos


Un estudio de la ONU asegura que los océanos del mundo se encuentran en dificultades.

IPS

 Los océanos rivalizan con la riqueza de los países más ricos del mundo, pero se está permitiendo que se hundan en las profundidades de una economía fallida (Marco Lambertini).

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) lanzó una nueva advertencia ambiental: al mundo se le acaba el tiempo para evitar la degradación paulatina de los océanos y la destrucción generalizada de la vida marina. En su primera evaluación exhaustiva sobre el estado de los océanos, la ONU afirma que toda demora en la aplicación de soluciones a los problemas que ya han sido identificados como una amenaza que degradará a estas masas de agua provocará, innecesariamente, mayores costos ambientales, sociales y económicos.
La primera Evaluación Mundial de los Océanos se presentará al Grupo de Trabajo Especial de la Asamblea General de la ONU en una sesión que tendrá lugar del martes 8 al viernes 11.
El estudio determinó que no se logrará el uso sostenible de los océanos a menos que la gestión de todos los sectores de las actividades humanas que los afectan sea coherente.
“Los impactos humanos sobre el mar ya no son de menor importancia en relación con la escala global de los océanos. Se necesita un enfoque global y coherente”, recomendó el informe.
Según la ONU, el informe constituye la primera vez en que expertos científicos evalúan los conocimientos actuales sobre los aspectos químicos, biológicos, económicos, físicos y sociales de la cuestión, desde una perspectiva global e integrada.
Con la dirección de los 22 integrantes del llamado Grupo de Expertos, unos 600 científicos de todo el mundo observaron los océanos, su flora y fauna y las formas en que los seres humanos se benefician de ellos, así como los impactos que provocan.
Los expertos examinaron una amplia gama de cuestiones que afectan a los ecosistemas oceánicos y la biodiversidad marina, como el cambio climático, la cobertura de hielo, la frecuencia de las tormentas, la acidificación de las aguas, las actividades realizadas en tierra, las prácticas de pesca no sostenibles, los transportes, las especies invasoras no autóctonas, las industrias de hidrocarburos de alta mar y los desechos marinos.
“Y descubrieron que los océanos del mundo están en muy mal estado”, según la ONU.
John Tanzer, director del Programa Global Marino de la organización ecologista Fondo Mundial para la Naturaleza(WWF), dijo a IPS que el informe de la ONU es “otra prueba importante de que la salud de nuestros océanos y su base económica padecen una amenaza grave, y que tenemos que tomar acción inmediata”.
Tanzer dijo que la aplicación de la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015 y la negociación de un nuevo acuerdo climático presentan grandes oportunidades para que los gobiernos, las empresas y las comunidades trabajen juntos en apoyo de los océanos y de la población mundial que depende del mar para su seguridad alimentaria y medios de vida.
Según la ONU, los océanos abarcan más de 70 por ciento de la superficie terrestre. Más de 3.500 millones de personas dependen de ellos para su alimentación, energía e ingresos.
Al proteger los recursos naturales y culturales de los océanos, las zonas marinas protegidas tienen un papel central en el abordaje de algunos de los mayores desafíos de desarrollo de hoy, como la seguridad alimentaria y energética, la pobreza y el cambio climático.
En junio, la Asamblea General aprobó una resolución destinada a la redacción de un tratado internacional jurídicamente vinculante para la conservación de la biodiversidad marina, que rija las zonas de alta mar más allá de las jurisdicciones nacionales.
La resolución fue consecuencia de más de nueve años de negociaciones por un Grupo de Trabajo especial, que se reunió por primera vez en 2006.
Si el tratado se aprueba, será el primero de su tipo en el mundo que incluya medidas de conservación, como las áreas marinas protegidas y las reservas, las evaluaciones de impacto ambiental, el acceso a los recursos genéticos marinos y la distribución de beneficios, la creación de capacidades y la transferencia de tecnología marina.
La Alianza de Alta Mar, integrada por 27 organizaciones no gubernamentales, tuvo un papel importante en el impulso a las negociaciones sobre el tratado propuesto desde 2011.
Mientras tanto, en un estudio publicado en abril, WWF calculó que las riquezas sin explotar de los océanos ascienden a 24 billones de dólares, el tamaño de las principales economías del mundo.
Ese estudio calificó a los océanos como potencias económicas y advirtió que la sobreexplotación, el uso indebido y el cambio climático están socavando rápidamente los recursos de alta mar.
“Los océanos rivalizan con la riqueza de los países más ricos del mundo, pero se está permitiendo que se hundan en las profundidades de una economía fallida”, advirtió Marco Lambertini, director general de WWF Internacional.
“Como accionistas responsables, no podemos esperar con seriedad el seguir extrayendo imprudentemente los valiosos activos del océano sin invertir en su futuro”, exhortó.
Si se compara con las 10 principales economías del mundo, los océanos se ubicarían en séptimo lugar con un valor anual de productos y servicios de 2,5 billones de dólares, según el estudio de WWF.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga
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La acidificación del Atlántico se ha ‘desbocado’ 

Entre los resultados destaca que la absorción de CO2 y la correspondiente disminución de pH en este océano –procesos que dan lugar a la acidificación– está siendo mayor en aguas subsuperficiales e intermedias con un máximo descenso de pH en el sur.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha determinado por primera vez, con la colaboración de entidades nacionales e internacionales, la evolución de la acidificación del océano Atlántico en su zona norte, sur y ecuatorial y por masas de agua durante las dos últimas décadas (1993-2013). Entre los resultados destaca que la absorción de CO2 y la correspondiente disminución de pH en este océano –procesos que dan lugar a la acidificación– está siendo mayor en aguas subsuperficiales e intermedias con un máximo descenso de pH en el sur. “Diversos estudios científicos han confirmado que el mar absorbe una parte significativa del dióxido de carbono (CO2) de las actividades humanas, lo que modera el ritmo del cambio climático pero también provoca cambios en la química del océano, disminuyendo el pH por la disolución adicional de CO2 en agua desde la atmósfera. Este proceso, conocido como acidificación oceánica, es objeto de interés y estudio por parte de la comunidad científica debido a su impacto en organismos con caparazón o esqueleto calcáreo”, explica Aida Fernández Ríos, profesora de investigación del CSIC. “En 2004 se observó que la mayor acumulación de CO2 antropogénico se situaba en el océano Atlántico, siendo menor en los océanos Índico y Pacífico. En este contexto, nos propusimos, por una parte, determinar la evolución de la concentración de CO2 antropogénico en el Atlántico en las dos últimas décadas y establecer en qué zonas (norte, sur, ecuatorial) y en qué capas (subsuperficial, intermedia, profunda) de las masas de agua se da una mayor disminución del pH”, explica la experta. La investigación, liderada desde Galicia a través del Grupo de Oceanología del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), se realizó en el marco de los proyectos de investigación CATARINA, financiado por el Plan Nacional, y CARBOCHANGE, financiado por el Programa Marco de la Unión Europea. Estos proyectos contaron con la participación de las universidades de California, Vigo, Bremen y la National Oceanographic and Atmospheric Administration (NOAA). Campañas oceanográficas Para alcanzar estos objetivos los científicos muestrearon y tomaron datos durante tres campañas realizadas a bordo de los buques oceanográficos Malcolm Baldrige, Maurice Ewing y Hespérides. “Para obtener los cambios del pH y del carbono antropogénico y de las otras variables utilizadas, los datos de las dos primeras campañas se llevaron a la posición y profundidad de las estaciones muestreadas en la última, usando una interpolación por triangulación. Finalmente, se obtuvo una base global con la misma cuadrícula para los dos períodos y las variaciones se estimaron directamente por diferencia. Los cambios de pH fueron separados en sus componentes asociados con el aumento de carbono antropogénico y con los causados por la actividad biológica. Los resultados se compararon con las salidas de un modelo climático del Instituto Pierre Simon Laplace”, señala Fernández Ríos. “Las observaciones y los modelos mostraron que la captación de CO2 antropogénico ha sido el principal contribuyente a la acidificación del Océano Atlántico en las capas subsuperficiales que representa tasas entre -0,0015 y -0.0020 unidades de pH por año, mientras que en contraste las fuentes antropogénicas y naturales contribuyeron de igual manera a la acidificación de las aguas intermedias hasta 2000 m, y que los fenómenos a gran escala oceánica controlan la tasa de la acidificación y la partición entre los componentes naturales y antropogénicos”, indica la científica del CSIC. Según la investigadora, los cambios que se están dando en la química del agua del mar tendrán efectos nocivos a corto, medio y largo plazo en especies marinas calcáreas y producirán cambios en la biodiversidad de los ecosistemas. Por ello, y teniendo en cuenta que la comunidad científica está preparada para profundizar en el estudio de la acidificación desde un punto de vista interdisciplinar, "conviene seguir prestando atención a esta línea de investigación y ofrecer resultados que sirvan para tomar medidas para mitigar los impactos en los cambios climáticos futuros”, destaca Fernández Ríos. 

Referencia bibliográfica: Aida F. Ríos, Laura Resplandy, Maribel I. García-Ibáñez, Noelia M. Fajar, Anton Velo, Xose A. Padin. "Rik Wanninkhof, Reiner Steinfeldt, Gabriel Rosón, Fiz F. Pérez. 2015. Decadal acidification in the wáter masses of the Atlantic Ocean". PNAS, 112 (32), 9950–9955, doi: 10.1073/pnas.1504613112. - Fuente: http://www.ecoticias.com/naturaleza/106812/la-acidificacion-del-atlantico-se-ha-desbocado

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