¿Oro ecológico, otro engaño?

Gearóid Ó Loingsigh

En marzo el pueblo de Cajamarca, votó masivamente contra la presencia minera en su territorio, una apabullante victoria contra Anglogold Ashanti. La gente votó no sólo contra la minería sino a favor del agua, el medioambiente y en contra de la destrucción que conlleva la minería de oro. A finales del mes, la tala de bosques y destrucción del ecosistema en el departamento del Putumayo provocó una inundación y alud que arrastró con Mocoa con un saldo de centenares de víctimas.  En Suiza, también a finales de marzo, lanzaron la campaña de Better Gold (Oro Mejor). Los hechos están conectados.

Después de la victoria del pueblo en la consulta popular en Cajamarca, el gobierno colombiano descalificó y desconoció el resultado, afirmando que no era vinculante y que la minería tendría que seguir. Cuando el río y el lodo arrastró con Mocoa, el gobierno nos pidió solidaridad, y nos pidió no pensar demasiado en las causas del desastre. No faltan las ONG que ganan su pancito conciliando las demandas del pueblo con las necesidades de las multinacionales y el Estado. No faltarán en Cajamarca. Allí llegarán, de nuevo, pues la verdad es que el discurso de la conciliación siempre está presente. Nos dirán que hay que negociar, hay que entender el punto de vista del otro, ya que estamos en tiempos de paz hay que construir un nuevo país entre todos, incluyendo  a las empresas mineras y que de pronto tendremos que escuchar a los paramilitares que amenazaron a la revista El Salmón por sus reportajes y análisis de la minería (por cierto no hay honor más grande que semejantes energúmenos amenacen a una revista). En medio de este debate llegan las propuestas del oro ecológico, oro verde, oro sostenible, oro justo, un sin fin de eufemismos o como dicen los suizos, Better Gold.
La campaña de Better Gold no es la única campaña de esta naturaleza, hay muchas y todas tienen propósitos parecidos. Lo primero es convencernos que puede haber un oro que no causa daño al medioambiente, siembran dudas entre la gente y así cambian el enfoque del debate. La campaña de Better Gold es una de estas campañas de las ONG ya compradas por las empresas mineras. Acusar a las ONG de ser responsables de esta quinta columna que las empresas quieren meter entre nosotros, no es una afirmación sin fundamentos, pues en la misma página oficial de Better Gold aparece como miembro el Fair Trade International, es decir los adalides del comercio justo (en realidad, levemente menos injusto, pero eso es tema para otro día).

Las Minas de Better Gold
Better Gold promueve, según dicen ellos mismos, un oro mejor en el sentido social y ambiental. Apoyan a tres minas en Suramérica. Uno de sus minas es en el pueblo de Quatro Horas, Perú, la cual produce apenas 360 Kg de oro por año, según la página web de Better Gold. Otra mina que apoyan es Sotrami en Santa Filomena en el desierto del Atacama, uno de los lugares más secos del planeta.  Esta mina produce unos 400 Kg de oro por año. Sobre la otra mina, la página web no da mayor información aún.[1] Pero de todas formas, podemos ver que son minas pequeñas, su producción es escasa comparada con lo que puede producir una mina grande a cielo abierto o una de las minas profundas de socavón.  La mina más pequeña de AGA en Sudáfrica, Kopanang, produce entre tres y cuatro veces eso, según el año.
Por ser minas pequeñas y lo que el mismo Better Gold y demás iniciativas de oro responsable, llaman sostenibles, no son minas ecológicas.  También usan cianuro en su proceso de extracción del oro. Entonces, ¿a qué se debe la descripción de Better (mejor) si es que usan los mismos químicos venenosos que las grandes empresas? En el caso de la mina de Sotrami, Better Gold afirma  que mediante la electrificación de la zona el pueblo dejará de consumir 80.000 galones de diesel al año con una reducción en las emisiones CO2 equivalentes a 779 toneladas.  No tenemos motivos por dudar de ese logro. Pero ¿qué tiene que ver esto con un oro más sostenible? La respuesta es nada. Aquí lo que tenemos es un engaño, un juego de manos.
Todas las grandes empresas mineras del mundo “invierten” en las comunidades.  Para ganar a la gente, construyen escuelas, apoyan proyectos de agua, de electrificación, proyectos que además la misma mina requiere, pues sin electricidad y agua no hay mina de oro y sin escuelas los trabajadores no traen a sus familias. Así de sencillo. Entre estos proyectos y los proyectos de AGA en distintas partes del mundo no hay ni una diferencia. Sin embargo, difícilmente aceptaríamos que AGA fuera una empresa ecológica y que su oro era mejor por apoyar a la electrificación. Cuando hablamos de una industria social y ecológicamente sostenible, hablamos de su actividad como tal, la extracción de oro. En este caso el Better Gold, como demás iniciativas no merecen ser consideradas como sostenibles. Su actividad contamina, destruye el medio ambiente y consume grandes cantidades de agua, y en este punto, la mina de Sotrami, ubicada en el desierto más seco del mundo no puede ser considerada sostenible.  Aplicando un promedio de 12 m3 por onza troy. Sotrami consume, por lo menos 155.000 m3 de agua por año, suficiente agua para satisfacer las necesidades básicas de 8.300 personas (el pueblo donde se encuentra la mina tiene una población de apenas 4.000). La mina de Sotrami usa cianuro y luego el método por agitación con carbón y desorción, que según dicen ayuda a absorber el cianuro. No es un método exclusivo de la pequeña minería sino, es algo que se usa en las grandes empresas también. Quizás la supuesta bondad del oro viene de usar este método, pero de ser así tendríamos que calificar  a todas las grandes empresas como sostenibles.
Los miembros de Better Gold
Que esas minas no sean tan buenas como nos quieren vender no nos debe sorprender. Cuando miramos a la lista de miembros, encontramos a varias empresas del sector, como empresas de diamantes, o Cartier y Swatch, empresas que requieren oro para la fabricación de sus productos, de lujo en un caso y no tanto en el otro. También encontramos a la empresa Metalor. Metalor es una empresa que nos demuestra que es lo que está en juego, cuando aceptamos sin críticas a supuestos proyectos sostenibles de minería.  Metalor se jacta de ser una empresa destacada por su trabajo en pro de lo que llaman Oro Libre de Conflictos (algo parecido a las campañas contra los diamantes de sangre) y una explotación “responsable” del oro. Según el Consejo Mundial de Oro:
“El Estándar para oro libre de conflictos brinda un mecanismo por el que los productores de oro pueden evaluar la extracción y garantizar que su oro ha sido extraído de una manera que no causa, respalda ni favorece conflictos armados ilegítimos, ni contribuye a graves abusos a los derechos humanos ni a violaciones al derecho internacional humanitario.”[2]
Lo que sigue en el texto es una serie de declaraciones de buenas intenciones, su acato a varios principios voluntarios de la ONU etc. El incumplimiento no trae consecuencias reales, es decir, no hay multas ni nada, simplemente informan al respecto para que las empresas en la cadena sepan que el oro que han usado no cumple con el estándar. Es importante resaltar que quien evalúa si el oro cumple con el estándar es el mismo Consejo Mundial de Oro, entidad que a su vez es de las grandes empresas mineras del mundo. También hay que notar que les preocupa sólo los conflictos armados ilegítimos, las invasiones sancionadas por los estados, no son causa de preocupación. Entre los firmantes se encuentran algunas de las empresas mineras más cuestionadas a nivel internacional como Barrick, Newmont y Anglogold Ashanti, éste último beneficiario del sistema de Apartheid y financiador de grupos paramilitares en la República Democrática de Congo.[3]
Otra empresa que apoya el Better Gold es UBS, una empresa especializada del sector financiero.  Según su página web entre los servicios que ellos ofrecen se encuentran la gestión de activos y patrimonios y su propio banco de inversiones.[4]  O sea es una empresa depredadora del sistema financiero quien se aprovecha de la desregulación para maximizar ganancias, y hay quienes quieren que creamos que a esta gente les preocupa el medio ambiente y que están a favor de una mayor regulación para protegerlo.
Pero a fin de cuentas el problema no está en los miembros ni las minas, sino en la idea que la respuesta a la minería de oro es promover un oro, menos contaminante (por no decir más limpio como dicen las empresas, pues limpio no es).
El oro, un metal innecesario
Uno de los problemas más grandes de las campañas de oro sostenible y oro ecológico (aunque no se sabe que es eso) es que ignoran el problema principal.  Las empresas mineras quieren sacar un metal de la tierra  y negociar con las comunidades el nivel de contaminación y destrucción del medioambiente. Pues, no hay minería sin algún grado de eso, y todo intento de las ONG de convencernos de lo contrario es una mentira pagada por sus amos (las empresas mineras). Nos piden aceptar semejante ruina para el pueblo por un metal que el mundo no necesita. Las cifras de la propia industria demuestran cuán inútil es este metal.
En 2016, hubo una demanda global de 2.041,6 toneladas de oro para la industria joyera, una reducción de 15% respecto a 2015[5]. Pero la demanda para inversiones aumentó dramáticamente, desde 918,7 toneladas a 1.561,1 toneladas.  Los lingotes y monedas de oro representaron 1,029.2 toneladas y lo demás eran inversiones en Fondos Cotizados en Bolsa (ETF por sus siglas en inglés). La demanda industrial era de 322,5 toneladas. En total en 2016, las minas en el mundo produjeron 3.236 toneladas y se recicló 1.308,5 toneladas para un gran total de 4.570,8 toneladas. Es decir, en 2016 las minas produjeron suficiente oro para satisfacer nuestras necesidades industriales durante 10 años y si incluimos el oro reciclado 14 años. Es más, si miramos a las reservas de los bancos centrales del mundo, encontramos que en marzo 2017 tenían 33.292,8 toneladas. La mayor parte de esas reservas está concentrada en pocas manos. 10 países y dos entidades bancarias controlan 78% de las reservas mundiales de los bancos centrales. Colombia apenas tiene 5,8 toneladas, y Sudáfrica el principal productor de oro en el mundo, tiene apenas 125,3 toneladas.
Todos los países con las mayores reservas de oro, son los que más lo consumen. Si damos a las reservas un uso industrial tenemos suficiente oro para nuestras necesidades industriales para los próximos 103 años, al ritmo del consumo industrial de 2016. Si sólo explotamos las reservas de los países y entidades de la tabla hay para 81 años, sin reciclar un solo gramo. Si incluimos las reservas privadas llegamos a dos siglos y medio.
Es más, los usos industriales son principalmente de la industria electrónica, computadores, celulares etc. De los 322,5 toneladas empleadas en procesos industriales, 254,5 correspondían a la industria electrónica. Pero en el mismo año se recicló 1.308,5 toneladas, es decir, casi cuatro veces la cantidad usada en procesos industriales, y más de cinco veces la de la industria electrónica. Todo eso quiere decir que sólo con lo que se recicla podemos solventar nuestras necesidades industriales.
Es decir, no hay oro sostenible, pues no lo necesitamos. Estos cálculos no sólo presumen que no se recicle nada, sino que en el curso de los próximos siglos no se encuentren alternativas al oro o que nuestros usos industriales ya no tengan vigencia.
Oro justo, una batalla ideológica
Cuando hablan del oro justo, nos engañan, es una estupidez hablar de un oro producido de una forma sostenible y las empresas y las ONG como Fair Trade International lo saben. Además, la producción a que ellos refieren, es relativamente pequeña, pero no se trata de una iniciativa económica sino ideológica. Las empresas y sus secuaces en las ONG quieren convencernos que existe un oro justo, un oro que podemos usar y explotar de una forma sostenible. No hay que cuestionar la industria como tal, ni los usos que damos a sus productos, sino apostar a una supuesta propuesta sostenible. Con eso, quieren decirnos que es posible, algún día, llegar a un punto de equilibrio social y ambiental y por ende debemos dedicarnos a eso y no a la oposición como hizo la gente de Cajamarca. Cada año la industria minera usa millones de kilos de cianuro, (según la propia industria, unos 65.000 toneladas al año) remueve miles de millones de tierra con todas las consecuencias negativas para el ecosistema.
Tal equilibrio no existe ni puede existir.  Las propuestas ecológicas y de comercio justo con oro, son una verdadera quinta columna en el movimiento ambiental y si se aceptan, cuando los pueblos en la mira de las mineras se den cuenta del engaño será muy tarde. Por eso, debemos tratar esas iniciativas como las iniciativas de Responsabilidad Corporativa, como ejercicios de relaciones públicas que engordan las arcas de las ONG que las promuevan y desmovilizan a las comunidades y absuelvan a las empresas de su responsabilidad.
La batalla no es por un oro justo, sino por un mundo sin minería innecesaria. Para las comunidades que viven del oro, es la búsqueda de alternativas a la industria, algo que les tocará tarde o temprano cuando se agote la mina y para las comunidades agrícolas es oponerse total y frontalmente a la entrada de las empresas mineras, las ONG que las apoyan y el cuento de oro ecológico/justo/verde etc.

Notas
[1] La información sobre la campaña Better Gold, los miembros y las minas que apoyan proviene de la página oficial www.swissbettergold.ch
[2] WGC (2012) El estándar para el oro libre de conflictos www.gold.org
[3] Para mayor información sobre el financiamiento de grupos paramilitares véase HRW (2005) The Curse of Gold, HRW, New York.  www.hrw.org el informe está disponible en inglés y francés.
[4] https://m.ubs.com/global/en.html
[5] Todas las cifras respecto a la producción de oro, reciclaje, etc, son tomadas de la página del Consejo Mundial de Oro y su documento WGC (2017) Gold Demand Trends Full Year 2016 www.gold.org
[6] WGC (2017) World Official Gold Holdings www.gold.org
Fuente: El Salmón contracorriente

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