Alternativas a un mundo en guerra, dividido en dos

 

La retirada de las tropas de Estados Unidos y la OTAN de Afganistán marcó el fin de una era: la Guerra Global contra el Terrorismo. Ya en 2018, la administración Trump anunció que todo el esfuerzo de Estados Unidos estaría dirigido a evitar que Rusia y China se consolidaran como potencias mundiales. Esa idea de la Multipolaridad -de un mundo con varios polos desarrollándose y cooperando en paz- debía ser destruida para asegurar el dominio global de Estados Unidos.

Nora García Nieves - Franziska Kleiner
No Cold War y AIP

Tampoco podemos olvidar que el anuncio de la nueva estrategia estadounidense vino de la mano de su retirada del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio, un acuerdo clave de Gorbachov y Reagan que ayudaba a reducir el riesgo de una guerra nuclear. Por desgracia, la destrucción nuclear vuelve a estar sobre la mesa, los presupuestos militares en Europa se disparan a niveles que antes se consideraban imposibles y la OTAN ya está ultra armada con un gasto militar 54 veces superior al total mundial en 2021.
Para resolver la situación que vivimos, hay que entender que la invasión de Rusia a Ucrania -esta terrible guerra y sus repercusiones globales- se enmarca en esta Nueva Guerra Fría liderada por Estados Unidos con el apoyo de la UE y la OTAN. Es urgente un alto el fuego y la vuelta a las negociaciones, pero también lo es detener este proceso que quiere volver a dividir el mundo en dos.
La semana que viene, en la próxima cumbre de la OTAN en Madrid, los países de la OTAN adoptarán un nuevo concepto estratégico siguiendo las aspiraciones de Estados Unidos de seguir enfrentándose a China y Rusia. Esto supondrá una escalada irresponsable de las tensiones internacionales. En su lugar, necesitamos el fortalecimiento de un marco multilateral basado en la seguridad global común y humana, el desarme y una rápida prohibición de las armas nucleares.
¿Por qué el movimiento pacifista debe exigir la disolución de la OTAN?
Desde su creación en 1949, la OTAN se constituyó como una alianza ofensiva liderada por EEUU en el que se integraron regímenes autoritarios, fascistas y coloniales en este proyecto militar para luchar contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Tras la caída de la URSS, en lugar de desaparecer, se expandió en cinco oleadas consecutivas hacia Europa del Este y creó alianzas bilaterales con más de treinta países de todo el mundo. Ahora tenemos una llamada “OTAN Global”, una red internacional que utiliza acuerdos militares, bases, maniobras, entregas de armas, inteligencia para interferir en países de Asia, África y América Latina, y despliegues de tropas para asegurar el dominio geopolítico de Estados Unidos. No podemos olvidar que las intervenciones militares dirigidas por la OTAN han desestabilizado y destruido Yugoslavia, Afganistán o Libia. El rastro de destrucción y militarización del mundo es innegable y en medio de esta crisis global, debemos exigir un camino de paz duradera para el mundo, no un camino de confrontación y división.
La Nueva Guerra Fría nos impide abordar los retos a los que nos enfrentamos como humanidad
Todas las guerras son terribles. En todas las guerras, la gente sufre. Sus consecuencias y secuelas duran generaciones. El futuro de los países se destruye como vemos en Ucrania, Afganistán, Palestina, Yemen, Libia, Siria, Irak o el Sahel. Pero hay una agenda alternativa, la agenda 2030 de Naciones Unidas, que define que las prioridades de la humanidad son la lucha contra la desigualdad y la pobreza, atajar la crisis climática o el acceso a la salud y a las vacunas. Estos retos globales que amenazan la seguridad diaria de las personas no pueden abordarse en medio de una guerra que divide al mundo en dos y nos sumerge en una nueva crisis económica y global que hace subir la inflación, pone en riesgo nuestra seguridad alimentaria y energética y centra los esfuerzos de los estados en la inversión militar y la destrucción. Las alianzas militares no resuelven nuestros problemas, pero el diálogo, la desmilitarización y la cooperación internacional sí. 

Mientras ellos organizan la cumbre de la guerra, nosotras organizamos la cumbre de la paz.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/planeta-desarmado/alternativas-a-un-mundo-en-guerra-dividido-en-dos
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La sinrazón y la razón de ser de la OTAN


Hace escasos meses el presidente francés en apuros, Emmanuel Macron, declaró con la pomposidad que caracteriza a la elite formada en la ENA que la OTAN estaba en muerte cerebral.
La Alianza acababa de fracasar en Afganistán y se encontraba, aparentemente, sin proyecto de futuro. Un análisis, el del presidente, un tanto precipitado y superficial porque sólo se fijaba en la superficie de la cosa, en su apariencia, sin ponerla en relación, Marx mediante, con la cualidad de su naturaleza.


Por Manuel Gari

Efectivamente al salir vergonzosamente derrotada en Kabul y tras los fiascos salvajes de la intervención de la potencia hegemónica, los EE UU, apoyada por sus incondicionales europeos en Libia (actualmente un estado fallido), Belgrado (sin que los problemas balcánicos de fondo se hayan resuelto) o Irak (un país y una sociedad torturados y enfrentados), pudiera parecer que la OTAN había perdido el sentido de su existencia así como su justificación moral.
La injustificable invasión de Ucrania por parte de Putin ha servido de coartada perfecta para que los gobiernos  occidentales (léase capitalistas de la Europa central, del oeste y mediterráneos en bloque cerrado con los del área anglosajona) hayan revitalizado a la aparentemente moribunda OTAN, blanqueando su historia, para hacer frente al imperialismo gran ruso. Y, de pronto, como por arte de magia, de nuevo la Alianza se presenta como imprescindible, y lo que es peor las élites políticas, mediáticas y económicas de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea han logrado modificar la conciencia pacifista y anti atlantista de gran parte de sus sociedades e incluso, ante la agresividad de Putin, ha cambiado la posición neutralista de pueblos como el sueco o el finlandés.
Desde el punto de vista del discurso, la historia de la Alianza Atlántica es la búsqueda desesperada y cruel de argumentos para justificar su existencia. Pero tras ese esfuerzo hay que sacar a la superficie lo que esconden los entresijos. Por ello conviene repasar los hitos que configuran su trayectoria. Creada el 4 de abril de 1949, la OTAN se constituyó como un dispositivo agresivo al servicio de los intereses del capitalismo y particularmente del hegemón imperialista surgido de la guerra, los Estados Unidos. Desde el primer momento su estrategia se basó en la construcción de un enemigo y en la guerra permanente contra el mismo. En ese momento los EE UU tenían dos objetivos paralelos pero que atendían a lógicas históricas distintas: por un lado se trataba de detener el aumento de la influencia de la URSS y por otro evitar las tentaciones revolucionarias de la clase trabajadora de las metrópolis y de los pueblos de las colonias. La OTAN agitó el peligro soviético para blindar sus apoyos pese a que el Pacto de Varsovia no se creó hasta el 14 de mayo de 1955 y, a la vez, sin tener que declararlo socavó, allí donde pudo, las posibilidades de cambio social y político.
Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la disolución del Pacto de Varsovia, el hundimiento de la URSS y los acuerdos del presidente norteamericano de turno con Gorbachov, la OTAN no se disolvió. Pronto se constató que la coartada que justificaba formalmente su existencia era eso, simplemente una coartada porque su razón de ser estaba indexada a los intereses de expansión capitalista y en concreto guardaban una correlación perfecta con los planes de la globalización neoliberal impulsados por los gobiernos estadounidenses. Los objetivos de la OTAN han ido cambiando según se modificaban los de Wal Street y la Casa Blanca. Su socio aventajado, Tony Blair fue muy claro al reformular la doctrina atlantista: la OTAN no es una necesidad defensiva sino la partera de un nuevo orden global. De forma clara y directa Larry Kudlow tituló un artículo en junio de 2002 en The Washington Times con un contundente «Volver a dominar el mercado… por la fuerza».
No en vano en la 50 cumbre de la OTAN se había establecido como un nuevo concepto estratégico para el siglo XXI que implicaba cambiar las fronteras de actuación dejando de ser regionales para poder actuar a nivel global planetario. Y entre las amenazas a batir se van introduciendo el terrorismo (no deja de ser ridículo pensar que se puede acabar con el fenómeno a base de bombardeos) pero también las migraciones masivas y posteriormente preservar los flujos de comercio. A la vez que se declara la necesidad de subordinar la investigación e innovación científicas al avance tecnológico armamentístico. En resumen la ideología de la OTAN se basa en la construcción del miedo global.
Todo ello es lo que explica que pese al diagnóstico de Macron, la OTAN de Biden y Sánchez, la que próximamente se va a reunir en Madrid, haya resurgido como Ave Fénix. Simplemente porque es necesaria para el capitalismo occidental en la competencia (o en la lucha) interimperialista para poder controlar mercados, capitales, territorios y recursos frente a quien pueda querer disputarle la hegemonía. Y no nos engañemos, la Casa Blanca hoy en guerra con Putin, de quien realmente recela es de China que además de ser una potencia militar y a diferencia de Rusia, también es una potencia económica y puede aspirar a convertirse en el nuevo hegemón.
Por eso resulta realmente procaz la idea que intentan imponer identificando la OTAN con la democracia olvidando su propia historia cuando la OTAN apoyó a Salazar o a los golpistas griegos o contemporizó con Franco o desde EEUU se afirmó que los golpistas del 23 F eran un asunto interno español o cuando se persigue con saña a quienes revelan sus miserias como Julian Assange. En Madrid veremos nuevas muestras de ese cinismo en boca de nuestros propios mandatarios. ¿Apuestan algo?


Fuente: https://vientosur.info/la-sinrazon-y-la-razon-de-ser-de-la-otan/



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