El 15-M en su sexta semana





Ángel Guerra Cabrera (especial para ARGENPRESS.info)

El 15-M o movimiento de los “indignados”, en el Estado español, llega a su sexta semana de existencia con un rico saldo de decisiones, acciones y prestigio social acumulados. Ello apunta a su permanencia, todavía no asegurada pero en cuya dirección marcha. Importantes avances políticos y organizativos se aprecian en el método asambleario adoptado y su extensión a los barrios, que evoca la Comuna de París.

También la organización temática de los debates en comisiones y grupos que luego someten el resultado a las asambleas y la madurez mostrada ante la salvaje represión de la policía catalana. De enorme importancia, las multitudinarias marchas el 19 de junio en 60 ciudades del Estado contra el saqueador Pacto del Euro, que rebasaron todas las expectativas de participación, organización y civilidad. Las consignas, ahora más radicales, concretas y de raigal contenido anticapitalista –“Europa para los ciudadanos y no para los mercados”, entre otras- demuestran el crecimiento numérico y cualitativo del movimiento y su firme voluntad democrática y pacífica.

Esa hazaña es doblemente meritoria al haberse logrado bajo el fuego concentrado de la delirante campaña de linchamiento lanzada por los “medios” en estrecha alianza con los intelectuales orgánicos del sistema tomando como pretexto la sentada en los alrededores del Parlament y la supuesta violencia de los indignados. El afamado y celebrado Fernando Savater develó su entraña autoritaria cuando los calificó de “hatajo de mastuerzos” que no representan a nadie. Sin embargo, una encuesta encargada por El País dio cuenta de que 81 por ciento de la población apoya al 15-M, dato verdaderamente sorprendente y aleccionador. Nada menos que en el mismo Estado donde un mes atrás millones entregaron su voto a la extrema derecha franquista del Partido Popular, que haría pensar en un país muy conservador.

Entre las iniciativas que más educan al movimiento y le granjean la adhesión de la ciudadanía están las desarrolladas en los últimos días junto a las asociaciones de vecinos para detener la expulsión de sus hogares de familias menesterosas, en su mayoría inmigrantes. Un gesto de profunda solidaridad humana, internacionalista, y de rechazo al racismo institucional. Si el movimiento no se hubiera interpuesto y movilizado a los vecinos los gobiernos municipales habrían demolido las casas de estas personas en beneficio del insaciable negocio inmobiliario o desahuciado a tenedores de hipotecas basura para continuar engordando a los banqueros. Son acciones que desafían al Estado como dueño absoluto del monopolio de la violencia y al sacrosanto derecho de propiedad privada, envilecido ya hasta límites de máxima crueldad.

Hablando de violencia, una experiencia muy valiosa vivida por los indignados y por participantes de la comunidad de internautas ha sido el debate sobre el origen de aquella, a raíz de la campaña mediática contra el movimiento por los supuestos actos de “guerrilla urbana” llevados a cabo frente al Parlamento de Cataluña, pretexto con que se intentó justificar la represión. Este debate, pospuesto por mucho tiempo, es muy revelador sobre la naturaleza del capitalismo. Ahora facilitado por el grado de desfachatez a que ha llegado la expoliación de los pueblos europeos durante la última crisis. Violencia, han afirmado los indignados en decenas de miles de mensajes y manifiestos, es el paro, los desahucios, el que los diputados e “imputados” ignoren a los votantes para tomar decisiones fundamentales sobre su futuro, es la reducción de salarios y jubilaciones y desmantelamiento de los derechos sociales mientras los ricos se hacen cada vez más ricos, es la corrupción de los políticos; o la aprobación de la ley que liquida el derecho a la negociación colectiva entre obreros y patronos. Es también la verdad escamoteada por los medios de difusión, el silencio que hacen sobre los movimientos sociales cuando no su descalificación, o su defensa a ultranza del orden establecido.

El movimiento tiene ya un programa de acciones. Entre otras, continuar la lucha por impedir los desahucios y su estructuración en todo el Estado. Una represión recrudecida no debe descartarse y qué hacer entonces.

La horizontalidad y la toma de decisiones por unanimidad han sido principios de su funcionamiento. Pero no hay que temer el surgimiento de liderazgos en el camino debido a sus méritos. Mucha falta que hacen. En América Latina podemos dar fe de ello.


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Manifiesto por la democracia 15M


Jaime Richart

No es que hoy día las noticias vuelen, es que la noticia de hoy fulmina la de ayer haciéndola absolutamente intrascendente. Pero cada noticia sobre el 15M mejora la anterior. El 15M empezó bajo unas lonas y ya se extiende como una enorme masa de aceite que va a engrasar el chirriante y oxidado engranaje político español.

El 15 M progresa aceleradamente para la suerte del pueblo. Y sorprende que cada día que pasa en lugar de debilitarse, como vaticinaban los agoreros, se le vea más robustecido. Un fenómeno sociológico sin precedentes en un país y unos habitantes que en general tenían tanta fama de anárquicos como de improvisadores. Pues está visto que los pueblos también maduran. El pacifismo es la seña de identidad del presente movimiento. Y el principio de la filosofía daoísta: “el agua es más fuerte que la roca” parece que funciona en las circunstancias históricas que estamos viviendo. El espíritu que lo anima ha captado a las mayorías reales y verdaderas que no han votado o que aun habiendo votado, están hartas de tanto fraude, de tanto engaño y de tanto abuso de los bancos, de los políticos, de la confesionalidad subrepticia del Estado, de las imposiciones de las empresas y de los dictados de los organismos supranacionales que acentúan cada vez más la desigualdad.

Una de las alegaciones más frecuentes que se oyen a los bien intencionados, que no a las aves carroñeras, para disculpar a los gobiernos y a los parlamentos es que los políticos no pueden hacer lo que quisieran porque están atrapados en las pautas y directrices marcadas por el Banco Central Europeo y el FMI, por Bruselas, Washington y Wall Street... Pues si no pueden hacer lo que debieran, que se vayan, que lo dejen, que dimitan. Si el vacío de poder lo ocupan los fascistas, los facinerosos, los mafiosos o los delincuentes y hemos de desandar la democracia, ya nos veremos de nuevo las caras con ellos. Pero lo que no vamos a permitir es regresar a la prehistoria de los derechos y avances sociales ganados con esfuerzo después de muerto el dictador, por culpa de unos miles de ventajistas, de sinvergüenzas y de corruptos. Lo que no vamos a permitir es que por los manejos de unos cuantos que nos impusieron virtualmente una democracia y un ordenamiento jurídico en muchos aspectos fraudulentos, la familia del dictador no sólo siga viviendo respetada, sino que siga viviendo de manera opulenta y reteniendo bienes robados al pueblo. Lo que no vamos a permitir son lujos asiáticos de la familia real, ni el latrocinio incesante de los políticos numerosos que han ido a la política para forrarse (Zaplana dixit) y para robar con argucias leguleyas o sin ellas. Lo que no vamos a permitir es que sean los bancos y los banqueros los que tienen la primera y la última palabra en el funcionamiento de una democracia que no es o que está acabando por no serlo.

Si algún porvenir tiene la democracia a partir de ahora será la participativa, la de la consulta al pueblo en temas cruciales que afectan grave y directamente al pueblo. Los referéndums tienen que menudear. Y ya sabemos que las primeras medidas que ha de adoptar los partidos patrocinadores del bipartidismo pasan por modificar la ley electoral de modo que cada voto tenga el mismo valor que el otro. Y luego, asumir los 5 puntos del referéndum promovido para el 15 de octubre.

La clase política no tiene otro remedio que aceptar como principio rector de su conciencia que ser político no es una regalía, ni un privilegio, ni una fuente de ganancias lícitas o legales, o ilícitas o delictivas. Si no queremos acabar como el rosario de la aurora y queremos perfeccionar esta imperfecta democracia, el político ha de meterse en la cabeza que su carrera es por encima de todo sacrificio y vocación; que no precisa de más incentivos que el de servir honesta y desinteresada y exclusivamente al pueblo, a cambio de una soldada que simplemente le permita vivir decorosamente, como el resto de los ciudadanos.

(especial para ARGENPRESS.info)

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