Hemisferio norte congelado ¿Qué está pasando con el Calentamiento Global?






Por Mariló Hidalgo

El hemisferio norte se congelaba a finales de año. La ola de frío que afectó a Europa, EEUU, Canadá y China llegó para quedarse. ¿Se trata de algo puntual?
Los fríos polares se colaron el 17 de diciembre de 2009 y desde entonces convivimos con temperaturas bajo cero. Los modelos climáticos de la NASA para esta primera parte del año confirman la previsión de frío intenso para los próximos meses: Febrero será el mes más amenazado por el frío sostenido e intenso en nuestra latitud.
Las copiosas nevadas y temperaturas bajo cero han inmovilizado a regiones enteras y se han cobrado más de un centenar de vidas sólo en Europa, además de provocar situaciones caóticas en líneas eléctricas, de ferrocarril, aeropuertos, carreteras, etc.
En China sufrieron una de las peores olas de frío de las últimas décadas. En Pekín, por ejemplo, se vivió la nevada más copiosa que se ha registrado en sesenta años y la temperatura más fría que se recordaba en medio siglo. Regiones como Xinjiang, en el noroeste del país, vieron caer sus termómetros hasta 40 grados bajo cero. Los problemas en las redes de transporte y suministro eléctrico obligaron a racionar la energía -especialmente en las industrias-, para garantizar que pudieran llegar a todos los hogares.
¿Cómo podía estar ocurriendo todo esto en 2009, uno de los años más calientes del último siglo? ¿Un síntoma más del cambio climático?
Varios fenómenos se unen
Lo ocurrido en el hemisferio norte recientemente, para la Organización Meteorológica Mundial (OMM) tiene que ver con una “situación meteorológica de bloqueo”. Fenómeno que se caracteriza por un cambio en la circulación del aire que normalmente en el hemisferio norte va de oeste a este. Es decir, en un invierno normal las borrascas se suelen formar cerca de Islandia, mientras que en el entorno de las Azores predominan los anticiclones que son los que luego de alguna forma desvían la entrada de las masas de aire frío y favorecen los movimientos de la corriente de chorro de oeste a este. Pero como explica la OMM, se produjo una alteración. El causante fue un anticiclón que se formó cerca de Irlanda y que favoreció un pasillo por el que se pudo colarse aire frío que venía del Polo. Esta corriente fue descendiendo de norte a sur por el continente dejando todo helado a su paso.
Además de esta oscilación atmosférica que acabamos de describir, para explicar estas temperaturas extremas algunos científicos añaden otro factor: El Niño. Para entender este fenómeno hay que estudiar cómo se interrelacionan océano y atmósfera. Cómo los cambios en la temperatura del mar influyen automáticamente en la circulación de los vientos y cómo estos a su vez inciden en la atmósfera, condicionando la temperatura del agua.
“El actual episodio de El Niño que comenzó el verano pasado y se amplió en otoño, es inusual”, aseguran desde el Centro Europeo de Investigación y Formación Avanzada en Cálculo Científico (CERFACS). Se ha registrado un aumento de la temperatura en las aguas superficiales de la zona del Pacífico Central y no cerca de la costa de Perú y Ecuador como sería de esperar. Este aumento de la temperatura del agua en esa zona se asocia con una circulación atmosférica anormal sobre el Pacífico Norte y América del Norte que causan temperaturas frías.
La influencia de El Niño en Europa sigue siendo un rompecabezas pero los datos están encima de la mesa. Algunos meteorólogos anuncian que esto es sólo un adelanto de lo que nos espera en un futuro no muy lejano.
Si bien las temperaturas heladas pueden llevarnos a pensar que lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario, los modelos y simulaciones elaborados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPPC) muestran que el cambio climático que estamos padeciendo, puede dar lugar a un incremento en el número de los fenómenos límites en el futuro: olas de frío y de calor extremo. El geoquímico Kuang Yaoqiu de la Academia China de Ciencias, explicaba después de la última ola de frío polar que el cambio climático aumentaba los riesgos de temperaturas extremas -tanto frías como calientes- e incluía tormentas de nieve como las padecidas. Según su teoría, las actividades humanas -emisión de dióxido de carbono- en principio aumentan la temperatura en la atmósfera en los hemisferios, pero posteriormente pierde ese calor y desciende rápidamente de altura, lo que provoca frentes fríos.
El Ártico se derrite a un ritmo increíble
Datos recopilados en la última campaña de investigación en el Ártico (Artic Tipping Points), en la que han colaborado científicos españoles del CSIC, indican que una masa de agua cálida está provocando la fusión rápida del hielo en el Océano Glaciar Ártico, así como el desplazamiento de especies propias de esa zona hacia el norte. Las cifras señalan que el hielo se derrite a un ritmo increíble de dieciocho kilómetros diarios.
¿Cómo nos influye todo esto? El ambientalista venezolano, Erik Quiroga explica la importancia del Ártico: “Es como el termostato del planeta, distribuye el calor y activa la circulación de las corrientes oceánicas. El desproporcionado deshielo de glaciares en Groenlandia y Canadá, aumenta el flujo de agua dulce sobre la cálida y salada Corriente del Golfo lo que podría minimizar su efecto termorregulador sobre Europa Occidental, e incidir afectando la densidad de la fría Corriente de Labrador, expandiéndola hacia el noroeste y alterando la deriva de la Corriente del Golfo, haciendo aún más fríos los inviernos en la citada región norteamericana y facilitando el desplazamiento de los gélidos vientos árticos hacia el noroeste de Europa”. La NASA confirma que esta descongelación del hielo marino que cubre el Ártico podría alterar e incluso detener las grandes corrientes del Océano Atlántico y sin el calor que proporcionan esas corrientes, las temperaturas medias europeas podrían descender de cinco a diez grados centígrados.
Nos encontramos inmersos en un sistema caótico -como es el clima- y por tanto impredecible. Un sistema en el que influye cualquier pequeña variación que nos puede parecer insignificante en sus comienzos pero que acarrea unas consecuencias incalculables. Una subida de más de dos grados, por ejemplo, puede provocar a la larga, un cambio radical del sistema climático, radical e irreversible a escala humana. En la historia, los colapsos de las civilizaciones -pueblo maya, Roma- nunca fueron por efecto directo de las causas climáticas, pero sí como consecuencia de ellas: escasez de cultivos, conflictos sociales, económicos … Lo que anuncian los expertos es que en esta ocasión las consecuencias de este desequilibrio se vivirá a escala planetaria. ¿Estamos preparados?
Incapaces de ver la realidad
Mientras la ola de frío dejaba colapsado al hemisferio norte, un bloque de hielo de 140 kilómetros cuadrados se desprendía de la Antártida y viajaba rumbo a Australia; y cerrábamos un año con más de 250 millones de personas afectadas por los desastres naturales... la Cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague, fracasaba. Los países que más contaminan -China y EEUU- decidían seguir adelante con sus programas de crecimiento económico.
Terminó la Cumbre sin un Protocolo, ni compromiso, ni acuerdo vinculante, es decir, peor que como empezó. Los líderes mundiales se inclinaron una vez más por la defensa del capital en detrimento de la vida. Tuvieron miedo de perder su poder y decidieron mirar hacia otro lado. Pasarán a la historia como máximos responsables por omisión.
Mientras todo esto ocurría, a muchos ciudadanos españoles, los elementos les pillaron “por sorpresa”. La Agencia Estatal de Meteorología disparaba las alertas y avisaba de una caída en picado de los termómetros, copiosas nevadas y lluvias intensas. Fomento pedía prudencia y recomendaba no viajar si no era estrictamente necesario e instaba a utilizar el transporte público, llevar cadenas en los vehículos, el móvil cargado, el depósito lleno de combustible y estar al tanto de los servicios de información de Tráfico. A pesar de todo esto, numerosos conductores llamaron durante el día a emisoras de radio para quejarse por haberse quedado atrapados en las carreteras, por no haber sido rescatados por quitanieves, no haber podido coger el avión e irse fuera a pasar las vacaciones de Navidad o no haberse podido reunir con los suyos en tan señaladas fechas... A pesar de las alertas hubo sopresas. ¿Es que no nos creemos lo que ya está pasando?
Sin ser apocalíptico, el catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares, Antonio Ruíz de Elvira cree que “es preciso decir a los ciudadanos que el problema del cambio climático es extremadamente grave y que si no se detiene causará, con seguridad, el colapso de nuestra civilización”. Comenta en su blog que “Esto no tiene por qué inducir a la parálisis, ni al 'comamos y bebamos hoy, que mañana ayunaremos'. Pero que una sociedad madura y responsable como la española, una vez conocida la magnitud del problema, debe tomar las medidas oportunas para corregirlo. Si se hubiera hecho esto hace cuatro años, cuando era claro que nos encaminábamos a una crisis económica segura y mucho menor que la crisis climática, habríamos tomado las medidas oportunas para no llegar a ella. Fue el ocultar la crisis entonces lo que nos ha traído a la situación actual”.
¿Qué podemos hacer?
Partir de la base de que una crisis no tiene por qué ser algo negativo. Si uno se prepara puede utilizar estas circunstancias como una oportunidad para introducir el cambio necesario que exige el momento.
“Mi sentimiento del mundo dice que vamos al encuentro de una formidable crisis generalizada que nos llevará al límite de la supervivencia”, asegura el filósofo y ecologista, Leonardo Boff. “No tenemos tiempo para subterfugios, medias verdades o simplemente negación de aquello que está a la vista de todos. El hecho es que así como está, la humanidad no puede continuar. De lo contrario, vamos hacia un colapso colectivo de la especie. Es tiempo de balance ante la catástrofe previsible. Cuando el agua nos llegue a la nariz, haremos todo para salvarnos.
Posiblemente seremos todos socialistas, no por ideología sino por necesidad: los escasos recursos naturales serán repartidos ecuánimemente entre los humanos y los demás vivientes de la comunidad de vida.
Hay dos factores, comentaba San Agustín, que producen en nosotros grandes transformaciones: el sufrimiento y el amor. Debemos aprender ya ahora a amar y a sufrir por esta única Casa Común a fin de que pueda ser una gran Arca de Noé que albergue a todos. Entonces la Tierra de la Buena Esperanza sí será señal de un Jardín del Edén que todavía está por venir”.
Son muchas las voces que hablan de este cambio necesario y están trabajando en él. La crisis nos invita a ir más allá de nosotros mismos y descubrir que no estamos aislados sino que cada uno de nosotros es una gota en un océano que está en continuo movimiento, donde todos participamos y formamos una inmensa red. Por tanto la supervivencia de cada uno deriva de la supervivencia del conjunto de la humanidad. Cualquier cosa que queramos poner en marcha para salir de ese círculo vicioso en el que nos encontramos, debe partir de la unidad. Esto unido a un urgente cambio de modelo de consumo y de vida -respetuosa y en equilibrio con la Madre Tierra-, serán los pilares fundamentales de esta gran transformación. O buscamos un modo sostenible de vida o tendremos que aceptar el riesgo de ser despedidos de este planeta como antes ocurrió con otras civilizaciones. www.ecoportal.net
Revista Fusión
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