“Si no cambiamos la tendencia actual habrá muchas Fukushimas”





Entrevista al biólogo Jesús Castillo



En Lucha



Frente a la reciente catástrofe en Japón, En lucha entrevista a Jesús M. Castillo, profesor titular de la Universidad de Sevilla, en el Departamento de Biología Vegetal y Ecología y autor del libro Migraciones ambientales (*). Huyendo de la crisis ecológica en el siglo XXI, para hablar con él sobre sus consecuencias presentes y futuras.
Tu libro trata de la relación entre las migraciones y la degradación ambiental. ¿Cómo se produce esta relación?
Se trata de una relación muy compleja. Millones de seres humanos se ven obligados, en mayor o menor medida, a abandonar las tierras donde han nacido debido a la degradación ambiental (desertización, inundaciones, contaminación, impactos derivados de grandes infraestructuras, etc.). Sin embargo, en no pocas ocasiones la degradación ambiental no se identifica como causa de estos movimientos poblacionales, ni siquiera por parte de los migrantes. Esto es así porque se mezclan muchos factores, entre los que destacan los políticos y los económicos, a los que en muchos casos se suma la degradación ambiental.
Si una población vive al borde la miseria y sufre una fuerte sequía puede verse obligada a migrar. Sin embargo, si dispone de sistemas de riego, embalses y agua potable los efectos de la sequía casi no se notarán.
Y por otro lado, están los fenómenos naturales violentos que se convierten en catástrofes naturales más o menos importantes en función de su gestión. Un terremoto muy fuerte, de 8,9 en la escala Richter, asociado a un maremoto, como el acaecido recientemente en Japón puede provocar más de 20.000 muertos y cientos de miles de desplazados. En un país empobrecido estas cifras se multiplicarían brutalmente.
¿Cómo afecta el sistema económico en el que vivimos a todo lo que explicas en el libro?
El sistema actual de organización de la producción, el capitalismo, y su gestión y transformación de los recursos naturales es la causa fundamental de la crisis ecológica global que sufrimos. Además, el capitalismo concentra las riquezas en unas pocas manos, condenando a millones de personas a la pobreza, haciéndolos más indefensos frente a la degradación ambiental que él mismo provoca. Y por si esto no fuera poco, cuando se producen migraciones ambientales de los países empobrecidos a los enriquecidos, los migrantes son tratados como mercancías, negándoles hasta sus derechos humamos más básicos. Son los grandes capitalistas y los gobiernos a su servicio los responsables de las migraciones ambientales y sus catastróficas consecuencias.
¿Crees que veremos más casos como el de Japón? Es decir, que un fenómeno natural como un terremoto conlleve desastres ambientales.
Alguien dijo que no existen catástrofes naturales, existen fenómenos naturales mal gestionados. La situación en Japón tras el terremoto y el tsunami nos muestra cómo aunque hay fenómenos naturales tan violentos que es muy difícil escapar a sus efectos destructivos, una mala gestión medioambiental puede conducir a multiplicar los efectos de forma exponencial. Frente al poder devastador de un fuerte terremoto están las construcciones antisísmicas, frente a una gran ola de tsunami existen sistema de alerta temprana y concienciación. Sin embargo, frente a un complejo nuclear con seis reactores en plena línea costera de una zona altamente sísmica lo que debe existir es un fuerte movimiento social que fuerza a su desmantelamiento. Si no nos organizamos y actuamos para gestionar los y las trabajadoras nuestro propio futuro, nuestros recursos naturales, nuestra política energética, estamos perdidos, porque a los de arriba lo que en el fondo les importa es ganar cuanto más dinero mejor en el menor tiempo posible. Si no cambiamos la tendencia actual me temo que habrá muchas Fukushimas, muchos fenómenos naturales que se convierten en catástrofes.
¿Se podría haber evitado lo que pasó en Japón?
Un pueblo como el japonés que sabe lo que es vivir el horror de dos bombas nucleares, en Hiroshima y Nagasaki, debería haber reaccionado frontalmente contra la energía nuclear, una energía cara, peligrosa y contaminante. Es paradójico cómo uno de los países mejor preparado del mundo para soportar terremotos y sus consecuencias, como los maremotos, puede contar con un sistema de complejos nucleares tan frágiles frente a esos mismos terremotos. El avance actual de las energías renovables (eólica, solar, hidráulica y olamotriz) junto con un control eficaz de la demanda energética hacen totalmente prescindible a la energía nuclear. En el mix energético del siglo XXI no hay hueco para las nucleares, y cada vez menos para los combustibles fósiles.
Si Japón hubiera desarrollado una política energética racional y sostenible, y hubiera respetado los bosques costeros como barreras naturales frente a los temporales y los tsunamis no estaríamos hablando ahora de una catástrofe de dimensiones dantescas. Aún no sabemos cuántas hectáreas van a quedar inutilizadas durante siglos debido a la contaminación radioactiva y cuántos ciudadanos y ciudadanas no van a poder volver a sus hogares, convirtiéndose en desplazados permanentes. Lo que sí sabemos es que el lobby nuclear y los gobiernos japoneses que lo han apoyado y aún lo apoyan estrechamente han arruinado la vida de miles de personas.


(*) Migraciones ambientales Virus Editorial 112 páginas 8 euros
Artículo publicado en el Periódico En lucha / En lluita
http://enlucha.org/site/?q=node/15908

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