Fukushima y el ‘estigma’ nuclear

Se cumplen seis años del accidente nuclear de Fukushima-Daiichi.

El coste de al accidente supera los 80.000 millones de euros, duplicando el cálculo inicial del Gobierno japonés. Se calcula que habrá que gestionar más de 900.000 toneladas métricas de agua radiactiva que se bombea del subsuelo para reducir la contaminación.

Hoy la radiación supera enormemente los niveles permitidos y se siguen produciendo vertidos radiactivos. Ecologistas en Acción, organización integrada en el Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA), recuerda esta catástrofe nuclear pidiendo a la ciudadanía que se desenchufe de la energía nuclear. Para ello, lanza un informe donde se analizan las consecuencias del accidente hasta hoy. Los próximos meses serán fundamentales para evitar la prolongación de la vida de las centrales nucleares y que pueda suceder un accidente de estas características en la península ibérica. El 11 de marzo se cumplen seis años del accidente nuclear de Fukushima-Daiichi, tan grave como el de Chernóbil, aunque de características diferentes. Hoy, los niveles de radiación son 20 veces superiores a los permitidos en las zonas descontaminadas y los vertidos de agua radiactiva que están contaminando el mar siguen haciendo inhabitable el entorno de la central. Unas 50.000 personas se han negado a volver a sus casas ante la falta de garantías y los altos niveles de radiactividad dejados en el terreno, rechazando incluso las gratificaciones de más de 6.000 euros que se ofrecen por el retorno. El coste de al accidente supera los 80.000 millones de euros, duplicando el cálculo inicial del Gobierno japonés. Se calcula que habrá que gestionar más de 900.000 toneladas métricas de agua radiactiva que se bombea del subsuelo para reducir la contaminación. Los reactores 1, 2, 3 están fundidos, acceder a su interior sería mortal en pocos segundos debido a las elevadas dosis radiactivas habiéndose alcanzado el récord de dosis medida en el reactor número 2 que alcanzó los 650 Sv/h el día 10 de febrero. De hecho, los tres robots introducidos en el reactor para tomar imágenes han sido destruidos por la radiación al cabo de horas. En este estado de cosas, seis años después del accidente no se sabe ni como ni cuando se podrá proceder a desmantelar los reactores, a falta de una solución técnica con garantías se empieza a considerar actuar como en Chernóbil. Es decir, renunciar al desmantelamiento y cubrir los reactores con sarcófagos de hormigón hasta que la radiactividad decaiga lo suficiente, lo que puede ocurrir en cientos de años. 

El desastre nuclear de Fukushima en 2011 demostró que la energía nuclear es demasiado peligrosa, demasiado sucia y demasiado cara para que se continúe usando. No se puede permitir que estos desastres vuelvan a ocurrir. Durante los próximos meses los movimientos antinucleares españoles y portugueses mostrarán su rechazo a las renovaciones de los permisos de las centrales nucleares, empezando por la de Almaraz, y al empeño de seguir adelante con la reapertura de Garoña, el Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Cuenca) o la mina de uranio en Salamanca. La única razón para mantener abierto el parque nuclear más allá de los 40 años responde al interés del oligopolio eléctrico de seguir incrementando sus beneficios, sin importar el consiguiente aumento de la inseguridad y de la cantidad de residuos a gestionar. En el mercado eléctrico español una gran central nuclear produce al día en torno a un millón de euros de beneficios. La reapertura de Garoña sería un tremendo error: es necesario proceder al cierre ordenado del resto de las centrales nucleares cuando expiren sus actuales permisos de explotación, empezando por la central de Almaraz. Es el paso previo necesario para encontrar una forma de gestión de los residuos radiactivos de alta actividad a través de un debate público. Todo lo contrario de lo que ha sucedido en la adjudicación del ATC en Villar de Cañas. Ecologistas en Acción ha realizado un informe sobre el accidente de Fukushima donde se evalúan las consecuencias de esta catástrofe hasta el presente. En el estudio se pone de manifiesto que continúan los vertidos radiactivos y que la solución final del accidente queda aún muy lejos. También señala el frenazo que ha sufrido la energía nuclear en todo el mundo, lo que convierte a nuestro país en uno de los pocos donde se sigue apostando por mantener las centrales nucleares en funcionamiento hasta los 60 años. Así, cada 11 de marzo, miles de personas en todo el mundo se unen para mostrar que no necesitamos la energía nuclear para vivir. La ciudadanía es parte fundamental de un sistema energético ya que es el consumidor último. La forma en la que se consume electricidad debe tener presente a las víctimas de Fukushima y reclamar el cierre nuclear. Para ello, desde Ecologistas en Acción se anima al boicot de la energía nuclear a través de diversas acciones individuales: desde reducir el consumo hasta producir su propia energía. De este modo se logra un ahorro en el consumo energético y un impulso de las fuentes de energía no peligrosas y renovables a través de nuestros actos cotidianos. Esto puede lograrse a través de cuatro simples actuaciones: Paso 1: Reducir tu consumo durante un día.Ventana nueva Paso 2: Reducir tu consumo de forma permanente.Ventana nueva Paso 3: Cambia a una comercializadora 100 % renovable.Ventana nueva Paso 4: Producir tu propia energía.Ventana nueva Convocatorias 2017 Logroño: Charla Garoña y el futuro de las nucleares españolas Huesca: Plantación de cerezos por Fukushima Madrid: Plantación de un cerezo en recuerdo de Fukushima Xixón: Charla El debate nuclear. Aniversario Fukushima Reus: Concentració 6º aniversari de l’accident nuclear de Fukushima El Puerto: Concentración Aniversario Fukushima Córdoba: Ginkgos en recuerdo de Fukushima Xixón: Plantación de 6 cerezales por Fukushima Málaga: Recuerda Fukushima Se cumplen seis años del accidente nuclear de Fukushima-Daiichi. Hoy la radiación supera enormemente los niveles permitidos y se siguen produciendo vertidos radiactivos. Ecologistas en Acción, organización integrada en el Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA), recuerda esta catástrofe nuclear pidiendo a la ciudadanía que se desenchufe de la energía nuclear. Para ello, lanza un informe donde se analizan las consecuencias del accidente hasta hoy. Los próximos meses serán fundamentales para evitar la prolongación de la vida de las centrales nucleares y que pueda suceder un accidente de estas características en la península ibérica. El 11 de marzo se cumplen seis años del accidente nuclear de Fukushima-Daiichi, tan grave como el de Chernóbil, aunque de características diferentes. Hoy, los niveles de radiación son 20 veces superiores a los permitidos en las zonas descontaminadas y los vertidos de agua radiactiva que están contaminando el mar siguen haciendo inhabitable el entorno de la central. Unas 50.000 personas se han negado a volver a sus casas ante la falta de garantías y los altos niveles de radiactividad dejados en el terreno, rechazando incluso las gratificaciones de más de 6.000 euros que se ofrecen por el retorno. El coste de al accidente supera los 80.000 millones de euros, duplicando el cálculo inicial del Gobierno japonés. Se calcula que habrá que gestionar más de 900.000 toneladas métricas de agua radiactiva que se bombea del subsuelo para reducir la contaminación. Los reactores 1, 2, 3 están fundidos, acceder a su interior sería mortal en pocos segundos debido a las elevadas dosis radiactivas habiéndose alcanzado el récord de dosis medida en el reactor número 2 que alcanzó los 650 Sv/h el día 10 de febrero. De hecho, los tres robots introducidos en el reactor para tomar imágenes han sido destruidos por la radiación al cabo de horas. En este estado de cosas, seis años después del accidente no se sabe ni como ni cuando se podrá proceder a desmantelar los reactores, a falta de una solución técnica con garantías se empieza a considerar actuar como en Chernóbil. Es decir, renunciar al desmantelamiento y cubrir los reactores con sarcófagos de hormigón hasta que la radiactividad decaiga lo suficiente, lo que puede ocurrir en cientos de años. El desastre nuclear de Fukushima en 2011 demostró que la energía nuclear es demasiado peligrosa, demasiado sucia y demasiado cara para que se continúe usando. No se puede permitir que estos desastres vuelvan a ocurrir. Durante los próximos meses los movimientos antinucleares españoles y portugueses mostrarán su rechazo a las renovaciones de los permisos de las centrales nucleares, empezando por la de Almaraz, y al empeño de seguir adelante con la reapertura de Garoña, el Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Cuenca) o la mina de uranio en Salamanca. La única razón para mantener abierto el parque nuclear más allá de los 40 años responde al interés del oligopolio eléctrico de seguir incrementando sus beneficios, sin importar el consiguiente aumento de la inseguridad y de la cantidad de residuos a gestionar. En el mercado eléctrico español una gran central nuclear produce al día en torno a un millón de euros de beneficios. La reapertura de Garoña sería un tremendo error: es necesario proceder al cierre ordenado del resto de las centrales nucleares cuando expiren sus actuales permisos de explotación, empezando por la central de Almaraz. Es el paso previo necesario para encontrar una forma de gestión de los residuos radiactivos de alta actividad a través de un debate público. Todo lo contrario de lo que ha sucedido en la adjudicación del ATC en Villar de Cañas. Ecologistas en Acción ha realizado un informe sobre el accidente de Fukushima donde se evalúan las consecuencias de esta catástrofe hasta el presente. En el estudio se pone de manifiesto que continúan los vertidos radiactivos y que la solución final del accidente queda aún muy lejos. También señala el frenazo que ha sufrido la energía nuclear en todo el mundo, lo que convierte a nuestro país en uno de los pocos donde se sigue apostando por mantener las centrales nucleares en funcionamiento hasta los 60 años. Así, cada 11 de marzo, miles de personas en todo el mundo se unen para mostrar que no necesitamos la energía nuclear para vivir. La ciudadanía es parte fundamental de un sistema energético ya que es el consumidor último. La forma en la que se consume electricidad debe tener presente a las víctimas de Fukushima y reclamar el cierre nuclear. Para ello, desde Ecologistas en Acción se anima al boicot de la energía nuclear a través de diversas acciones individuales: desde reducir el consumo hasta producir su propia energía. De este modo se logra un ahorro en el consumo energético y un impulso de las fuentes de energía no peligrosas y renovables a través de nuestros actos cotidianos.

Fuente: Sostenibilidad
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Fukushima 6 años. Manifiesto. reflexiones hacia el futuro
Movimiento Ibérico Antinuclear en Cataluña
Rebelión

Después de seis años de catástrofe continuada, las informaciones sobre Fukushima se han estabilizado. De vez en cuando, como ha ocurrido con los últimos descubrimientos sobre el estado de uno de los reactores desde el robot «scorpion», aparece de forma secundaria en los titulares informativos; pero la mayor parte de la información se concentra en el aniversario del inicio de la catástrofe y, como ya ocurrió con Chernóbil, se establecen pautas informativas e imágenes que se repiten cada año. Si en Chernóbil son ciudades abandonadas y bosques con vida salvaje, en Fukushima es la "normalidad" de miles de pilas de plástico con residuos ordenadamente almacenados, trabajadores con mono blanco, y algún técnico. 

Tanto en Chernóbill como en Fukushima no se sabe qué pasa con la población. Únicamente nos llegan imágenes y relatos personales (mayoritariamente de personas viejas en Chernóbil, y de mediana edad en Fukushima), pero no hay informaciones sobre la salud de grupos sociales, estadísticas de incidencias de enfermedades, de cómo la catástrofe afecta a las diferentes franjas de edad, todo lo que serviría para formarse un criterio de lo que supone una catástrofe nuclear. 
Entre Chernóbil y Fukushima transcurrieron 25 años. Repasando la historia de accidentes nucleares civiles con vertido importante de radiación al entorno, o fusión (o riesgo de fusión) del núcleo del reactor se obtiene una lista mínima de 34 sucesos graves que se remonta a 1952 . Dos de estos accidentes se han convertido en catástrofes globales reconocidas e irreversibles que han dispersado, y siguen dispersando, radiación por todo el mundo, marcando la vida de las personas durante décadas, de las que las vivieron, y de las que nacieron después. 
Entre 2015 y 2016 se han puesto en funcionamiento 15 nuevos reactores nucleares en el mundo. La industria nuclear ha abandonado los delirios de un "paraíso" de abundancia y derroche energético, pero tiene planificado perdurar hasta que quede uranio aprovechable, para ello cualquier mentira es válida, desde presentarse como la "alternativa" al agotamiento de los combustibles fósiles, hasta adjudicarse la "mitigación" del cambio climático. En esta perspectiva los pro-nucleares tienen la voluntad de que accidentes y catástrofes periódicas sean una "normalidad" a la que hay que adaptarse. Y a seis años del inicio de Fukushima tenemos derecho a interrogarnos, a interpelar la sociedad, y exigir cuentas a los políticos que nos representan ... 
¿Queremos realmente vivir así? ¿Queremos dejar a nuestros descendientes este, digamos, "futuro"? ¿Unos vertidos radiactivos importantes cada 2 o 3 años y una catástrofe global e irreversible cada 25? 
En la Península Ibérica funcionan hoy siete reactores nucleares, que cuando les llegue la renovación de licencias 2020 (Almaraz 1 y 2 y Vandellós 2), 2021 (Ascó 1 y 2 y Cofrentes) y 2024 (Trillo), habrán sobrepasado los 30 años de funcionamiento, de emisión de contaminación y de acumulación de accidentes. La voluntad de la industria nuclear, de los grupos que lo apoyan, y de una parte importante de los partidos con representación en el Congreso, es que puedan seguir funcionando hasta los 60 años. Lo ocurrido con Garoña lo demuestra. No es necesario entrar en detalles de lo que ello supone en términos de peligro, contaminación radiactiva, impactos para la salud, y generación de residuos peligrosos durante cientos y miles de años, es algo fácilmente imaginable. 

En Cataluña, Catalunya Si Que Es Pot (CSQEP) presentó una propuesta de resolución el año 2015 pidiendo un pronunciamiento del Gobierno, dirigido al Gobierno del PP, reclamando la no renovación de los permisos de Ascó y Vandellòs en 2020 y 2021, en base a las declaraciones hechas por representantes de la industria nuclear para alargar su funcionamiento hasta los 60 años. Del resto de partidos sólo tenemos las manifestaciones genéricas del PSC y la CUP contra la energía nuclear. Los tres reactores de Ascó y Vandellòs son los que acumulan mayor cantidad de averías y accidentes de la Península Ibérica. 
Todos los partidos del Parlamento, incluso los que se declaran contrarios a la energía nuclear, apoyan por activa o por pasiva la propuesta del gobierno del PDECAT y ERC de establecer los presupuestos de 2017, un "impuesto" que regulará y legitimará el carácter perjudicial para la salud de las emisiones de radiación que los reactores nucleares provocan en su funcionamiento cotidiano, algo que hasta ahora se ha negado desde todas las instancias oficiales. 
Es imprescindible una movilización de las mayorías sociales contrarias a la energía nuclear. Si el año 2017 no marca un cambio desde el rechazo pasivo al activismo, las posibilidades de que muchas y muchos seamos radiactivos será una realidad mañana, y en el caso de Cataluña, radiactivos legalmente reconocidos. Recordemos Fukushima en su sexto aniversario desde la voluntad de movilizarnos para avanzar hacia el final de la era nuclear.

Imagenes: ‪marcianosmx.com‬ - ‪CNN en Español‬

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