Argentina / Duratierra: "Hay que estar en la calle, en el espacio público. Juntarnos y hacer comunidad"
Folklore, rock, compromiso social y poner el cuerpo. Son algunas de las características de Duratierra, un colectivo musical que reivindica la memoria, la diversidad y lo popular. "A los amores", su último disco, mixtura lo individual y lo comunitario, el hogar y los territorios, lo urbano y la vida campesina. "Las canciones nos reúnen, sensibilizan, hacen reflexionar y también nos dan fortaleza", explican.
Por Sergio Sánchez
El campo de la música popular de raíz folklórica es dinámico, variado y difícil de clasificar. Y la producción musical argentina, además, es fructífera, pujante y no se detiene. Pero siempre hay propuestas que se destacan por sobre el resto. Que dicen algo nuevo, que dialogan con la época y que le escapan al marketing y conectan con un público real. En eso anda, hace veinte años, Duratierra, un grupo folklórico con espíritu rockero que logró construir una identidad propia en la jungla musical de Buenos Aires.
Con cinco discos publicados y un EP (Trinchera, 2019), la banda liderada por la cantante Micaela Vita y el guitarrista y compositor Juan Saraco hoy está cosechando los frutos de todos estos años de camino recorrido a fuerza de autogestión y canciones rebeldes, originales y honestas. De hecho, a comienzos de junio (el 6 y 7) despidieron, con entradas agotadas, las canciones de su último disco, A los amores. El folklórico Vol.1 (2024), que incluso resultó ganador en la categoría “Mejor Álbum Grupo de Folklore” en la reciente edición de los Premios Gardel.
Una trinchera con posicionamiento cultural y político
“Estamos con la música nueva que viene brotando y nos vamos a meter a trabajar en eso”, confirma Micaela Vita a modo de anticipo. El volumen dos de A los amores se está cocinando a fuego lento, pero con delicada intensidad.
Después de cuatro años cargados de aprendizaje en las Sierras Chicas de Córdoba (en la ciudad de Unquillo), Vita y Saraco regresaron en enero de este año al barrio de Liniers, en la Ciudad de Buenos Aires. Algunas cuestiones familiares y la logística de la banda adelantaron la vuelta a territorio porteño.
En el verano, participaron por segunda vez en el tradicional Festival de Folklore de Cosquín, en la sexta luna, y coronaron una presentación bisagra para el grupo. "Hay que encender la memoria y el amor en cada esquina de esta patria”, dijo Vita sobre el histórico escenario Atahualpa Yupanqui, dos días antes de la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista que copó el 1 de febrero las calles de todo el país. “Así que también fuimos con mucha carga de emoción y de cosa para transformar. La recepción de la Plaza fue muy por encima de lo que habíamos imaginado, nos hicieron sentir muy bien”, recuerda la cantora con algo de sorpresa.
El año pasado saldaron una cuenta pendiente: grabar un disco folklórico en cinta abierta de 16 canales, como se hacía antaño. Una obra con espíritu, color y forma criolla, pero en diálogo directo con esta época convulsionada y crítica. En el primer volumen de A los amores Duratierra entrega ocho canciones originales —casi todas compuestas por Saraco— con motivos tradicionales: “Árbol” (huayno), “A los amores” (huayno), “Te miré por vez primera” (aire de estilo), “Mudanza” (zamba), “Las flores del jardín” (chacarera doble), “Verano del 19” (milonga canción), “Las cosas” (chacarera) y “Milonga de despedida”.
El disco cuenta además con la participación de dos invitados especiales: Raly Barrionuevo aporta su voz y guitarrón en “Te miré por vez primera” y la hija del percusionista Nicolás Arroyo, Sara Arroyo Factorovich, se suma para cantar junto a él “Las flores del jardín”. El grupo se completa con Tomás Pagano en contrabajo, Valen Bonetto en guitarra, ronroco, coros y voz; Silvia Aramayo en piano, acordeón y coros, y Martín Beckerman en percusión.
“Hace muchos años teníamos ganas de encarar un disco así, pero por distintas cosas no era el momento. Hizo falta madurar un montón y entender los tiempos de la banda, la regeneración que fue para Duratierra el ingreso de tres nuevos integrantes hace tres años (Valen Bonetto, Silvia Aramayo y Martín Beckerman)”, le cuenta Vita a Agencia Tierra Viva. “Hubo una revitalización que prendió mecha a este sueño que era el de grabar un disco con canciones originales nuestras y cercano al folklore argentino. Habitualmente, nosotres en la forma de hacer y crear no veníamos poniendo muchos parámetros limitantes. En este sentido queríamos hacer un disco que se acercara a esta sonoridad y a estos géneros”, explica. “En un contexto tan hostil como el que estamos viviendo es la primera vez que pudimos salir a tocar a un montón de provincias a las que no habíamos ido nunca. Entonces, muy a contrapelo de todo estamos despidiendo un disco que fue muy transformador para la banda. Que es haber encontrado a través de estas canciones a mucha más gente que se arrimó a esta trinchera que venimos habitando desde la música y con un posicionamiento cultural y político. Despedirlo es también darle lugar a lo nuevo”.
A los amores
—¿Por qué creen que hubo un acercamiento de nuevos públicos?
—Micaela Vita. Algo pasó con una fibra emocional que tocaron estas canciones. No creo que haya una única razón. También tiene que ver con los años de la banda: estamos pasando ya los veinte años de estar en este proyecto colectivo. Esos años van haciendo su trabajo para reunir gente. Pero algo pasó con el momento del país y del mundo también. Algo del relato que trae este disco y esa fibra que toca poniendo al amor y a los amores en primer lugar. Siento que es un disco muy cálido, abrazador, que da cierta esperanza y gratificación. Es también un disco muy compañero y muy calmo. Hay algo de esta necesidad de que la cosa horrible frene y me parece que estas canciones supieron contener esa necesidad. Siempre las temáticas relativas a la memoria de la infancia, la casa de las abuelas, los territorios y las amistades de algún modo nos reúnen a muchas personas. Entonces, cantarle al amor y a los amores desde esta perspectiva nos juntó.
—¿El disco funciona como una contracara o una respuesta cultural a este presente deshumanizante y cruel? Porque la temática es el amor, los vínculos y las raíces.
— Juan Saraco. El amor es un tema tan universal y tan tocado en distintos tipos de expresiones artísticas que es difícil abordarlo. Pero en el universo de la música en general cuando uno habla de canciones de amor está muy orientado al amor romántico. La canción de amor incluye a la canción de desamor o despecho. No es que este disco lo planificamos, pero cuando pusimos todas las canciones arriba de la mesa el concepto que emergió fue el amor expresado en sus diversas facetas, como ramas de un mismo árbol. El amor por nuestros vínculos, pero también el amor por uno y nuestros propios procesos emocionales. El amor por las amigas y amigos, por las infancias y por nuestra tierra y las cosas que en ella suceden a pesar de estos tiempos. El amor por las luchas y la naturaleza también está presente en el disco. Y algo en la sonoridad, en relación a la cinta abierta, y cómo decidimos que suene el disco, con un sonido bastante ambiental y vinculado a música de antes. Sin haberlo planificado fue un lindo subtexto porque muchas personas hicieron referencia a que se habían conectado con la sonoridad del disco. El disco los había llevado a la cocina de la abuela, a la escucha de radio y a recuerdos de la infancia. Entonces, convergieron todas estas cuestiones a la vez, un poco por deseo artístico y otro por azar.
—Desde la composición también trabajaron con géneros tradicionales y respetando la estructura de cada motivo folklórico, como milonga, gato, huayno, zamba y chacarera. ¿Cómo se dio esa decisión artística?
—Saraco. Nos metimos con especies folklóricas que nos gustan mucho y tomamos las referencias para la música. El folklore es una línea muy larga de mucha música increíble, de muchos compositores, grupos y estilos. A veces es difícil decidir por dónde ir. Tuvimos referencias mucho más viejas de lo común, como Los Hermanos Ábalos. Todo el trabajo del piano y la sonoridad de la guitarra tiene que ver con eso. Y cuando empezamos a tocar la música nos nació abordarlo más así que más arreglado o sofisticado. Nos nació tocar la música de una manera simple, cotidiana, de fuego, madera y calor.
—Vita. Nos dan ganas de quedarnos un poco acá, en este sonido. Veníamos transitando otras sonoridades. El disco anterior, La fuerza (2023), es un poco la contracara, porque es un disco producido con otras ideas creativas. El hecho de poder entrar en estos paisajes nos genera ganas de quedarnos por acá y seguir explorando. Lo que viene seguirá esta misma línea folklórica.
Un recorrido diverso
En su primer disco de estudio, Floralia (2009), Duratierra abrazó con fuerza y entusiasmo el repertorio folklórico latinoamericano y del noroeste argentino a partir de obras tradicionales como “La llorona”, “Tonada de luna llena” (Simón Díaz), “Aguita demorada” (Hermanos Nuñez), "Sirviñaco" (Jaime Dávalos y Eduardo Falú) o “Ña Lucía”. Pero lo hizo con una impronta personal y arreglos que se paseaban por el jazz, el pop y el rock. Como toda generación urbana nacida en los ochenta, la cultura rock ocupa un lugar de influencia central más allá de los géneros abordados. En Cría (2017), tal vez su disco más importante, Duratierra logró integrar todas sus influencias, vertientes y referencias sonoras, y consolidar una voz propia. Después de su disco más rockero, La fuerza, llega el criollito A los amores, lo que señala un tránsito circular y de regreso a la esencia, a las raíces. “No creo que sea un círculo en nuestro caso, porque nunca estamos cerrando el sentido o limitando hacia dónde podemos llegar a ir”, repara la cantante.
“Siempre desde el inicio hemos hecho la música que nos atravesaba y nos sigue atravesando emocionalmente –continúa–. Y vamos siguiendo con la mayor honestidad posible esas pulsiones artísticas que aparecen. Entonces, la identidad propia de Duratierra es esa capacidad de decirnos que sí a esas mutaciones. Todo eso se integra dentro de la banda, no creo que haya un camino que estemos abandonando al estar tocando esta música ni siento que nunca no hayamos estado acá, solo que ahora estamos acentuando este aspecto artístico. Pero el lenguaje nuestro es uno que se mezcla adentro y eso es parte de lo que venimos a proponer también”.
El universo poético de Duratierra
—En el disco hay una canción que sobresale por su historia, "Verano del 19". ¿En qué está inspirada?
—Saraco. Es una canción inspirada en un proceso emocional-personal. Las crisis emocionales requieren un trabajo y hay un momento del asunto que uno no sabe si va a salir. Ese es el mayor temor al que nos somete una crisis emocional. Entonces, tuve ese proceso en el verano de 2019 y cuando lo fui acomodando gracias al amor de gente cercana y al amor propio me autoescribí esta canción.
—Ahora estamos en una crisis a nivel sociedad…
—Vita. Estamos en un momento muy crítico. Pero son importantes las canciones en este momento y los espacios donde nos podamos reunir y salir de la virtualidad para encontrarnos. Y desandar todo el daño que nos dejó la pandemia y ese distanciamiento. Ahí se evidenció todo lo que nos pasa. Fue un quiebre de una forma de funcionar. Y la música en este momento y todo lo que nos reúna como comunidad es imprescindible. Las canciones vinieron antes de este momento puntual que estamos atravesando, pero en algún punto se fue convirtiendo en una respuesta a este presente. Es muy importante que las canciones sigan haciéndonos reunir, sensibilizar, reflexionar, preguntarnos, llorar. Y también ofrecernos cierta fortaleza, porque estamos muy abatidos por este presente. Hay una violencia instalada desde arriba, se está poniendo muy feo. Entonces, es súper importante que desde abajo nosotres empecemos a tirar de la buena. Con Duratierra lo mejor que sabemos hacer es traer las canciones para acercarnos.
—El arte se suele anticipar a lo que va a ocurrir a nivel político y social.
—Saraco. No estamos entendiendo como comunidad cómo reaccionar ante una especie de epidemia de crueldad que estamos viviendo en múltiples capas de la sociedad. No estamos sabiendo bien cómo hacer para transformar eso en acción. Hay que estar en la calle, en el espacio público. Los primeros registros que empiezan a suceder son los de juntarnos y hacer comunidad. Todo nuestro círculo está en esa. Hay un miedo que se va imponiendo por medio de un accionar represivo y violento, y a la vez algo que nos dejó la pandemia y que hay que asumir, que estamos medio puertas adentro. Pero la vida todavía sucede del lado de afuera. Desde ahí fue nuestra respuesta. Nosotros creemos que el amor es un pilar fundamental en la mirada con la que queremos construir el mundo.
—Uno de los aportes principales de Duratierra adentro de la música de raíz folklórica argentina es en el campo temático o poético. Por ejemplo, en el disco anterior, incluyeron la chacarera disidente "La del pueblo". ¿El decir es clave para el grupo?
—Saraco. Es lo que intentamos. El folklore tiene nombres tan grandes de compositores y compositoras que a veces para el acto creativo da un poco de vértigo inscribirse en esa línea. Cuando pensamos en Yupanqui, Cuchi Leguizamón, Carlos Carabajal, hay una línea gigantesca de autores. Pero también empieza a pasar que la canción de aquellos días no termina de reflejar ciertas cosas que están sucediendo hoy. Y hay montes que ya no están o hay que defender. O hay identidades invisibilizadas que hay que visibilizar, luchas nuevas. Y también perspectivas de la canción, como al amor propio, miradas que tienen que ver con nuestro paisaje hoy; nuestro paisaje espiritual, natural y vincular. Hacía ahí va el desafío, pero sale sin pensar. El desafío es contar y utilizar el lenguaje de esta música que nos atraviesa cada vez más. Es algo que nos pasa a toda la banda. Con todo este dolor a cuestas, también nos vamos enamorando más de la cultura de nuestro país. Este disco nos dio la posibilidad de hacer una gira todos juntos a lugares como Cuyo, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Corrientes o Chaco. La reflexión es: qué hermosa es esta patria y cuánto que tenemos para construir algo que verdaderamente nos enorgullezca.
Tierra adentro
En la segunda etapa de la pandemia, en 2021, Saraco y Vita decidieron entregarse a la aventura de vivir un tiempo en las sierras cordobesas, en un entorno muy distinto al de su ciudad natal. De ese modo llegaron a Unquillo, una ciudad serrana que conocían bastante por el vínculo que trazaron en estos años con el músico santiagueño Raly Barrionuevo, radicado allí hace más de dos décadas. En el disco Cría, Barrionuevo había sumado su voz en “La de un quizás”. Y ahora, en el nuevo disco, el cantautor de Frías conforma un dúo conmovedor con Vita en “Te miré por vez primera”. “Fue muy lindo lo que pasó con esa canción porque con Raly viviendo allá en Unquillo éramos vecinos. Y en esto de la guitarreada espontánea, estábamos en una sobremesa en casa y le cantamos una canción nueva. En la mitad de la canción Raly se metió a hacer una segunda voz y nos dijo que la quería cantar si la grabábamos. En Cosquín la cantó con nosotros, fue un lujazo”, precisa Vita.
La cantante, por su parte, había participado en coros en “La ocasión”, de La niña de los andamios (2017), y en el reciente Mujeres caminantes Vita canta en “Una mujer”. En simultáneo, el grupo también fortaleció su relación con el público cordobés. “La experiencia de estar cuatro años viviendo en el bosque nos modificó la vida, nuestro cotidiano, nuestros hábitos, la infancia de nuestro hijo, nuestros amistades y vínculos. Aprendimos muchísimo y nos topamos muy de cerca con cosas que siendo porteño y porteña, viviendo toda la vida en Capital, desconocíamos totalmente”, resalta la cantante. “Ahí también observamos muy de cerca cuan porteños somos los porteños. En el sentido de que se universaliza una mirada del folklore que nada tiene que ver con la experiencia viva que tiene el folklore hoy en las provincias. En las sierras de Córdoba todos los rituales de las comunidades están atravesadas por el folklore”, sostiene.
“Se junta la gente a guitarrear, se hace una comida o una peña en una escuela y se baila folklore. Y se arma el "Locro del Dani" para el 1 de Mayo y es una fiesta para 4000 personas. Realmente es algo que tiene una vitalidad y un contacto con el cotidiano que nada tiene que ver con la experiencia de Buenos Aires. Entonces, todo eso nos hizo estar en una cercanía con esta música mucho más grande y colectiva”, dice. “Si bien algunas de las canciones nacieron antes de la mudanza, la mayoría se terminaron de germinar en nuestra vida en las sierras. Entonces, están llenas de esas experiencias. En A los amores la escritura está mezclada con lo que fue nuestra vida en esos años. Hubiera sido imposible que Juan escribiera esas canciones viviendo acá. Hoy viviendo de nuevo en Liniers nos pasa que no podemos concebir ya nuestra vida en distancia con ese paisaje y esa realidad. Todo el tiempo hay un hilo que nos conecta. Fue muy transformadora esa experiencia para la vida de nuestra familia”.
—También, como artistas, han llevado adelante una vida vinculada con la defensa de la tierra, el territorio, el agua, el monte nativo.
—Vita. Hemos tratado de acompañar. Creemos que la militancia la hacen de verdad les brigadistas y la gente que está dedicando su vida a eso. Conocemos mucha gente muy querida que forma parte de las distintas asambleas ambientales de las Sierras Chicas. Lo nuestro no ha sido una militancia, sino un acompañamiento y también desde nuestro rol como artistas-comunicadores visibilizamos y usamos nuestras redes digitales para juntar plata para las brigadas durante los incendios o difundir las problemáticas. Pero la gente que está ahí dedica su vida, por ejemplo, para evitar que los incendios se propaguen ante la inoperancia del gobierno de turno.
—En Córdoba Duratierra juega de local. ¿Por qué se dio ese vínculo tan fuerte?
—Vita. Sí, pasó algo especial desde hace muchos años y estuvo muy asociado al Raly, que fue desde siempre una persona muy generosa con Duratierra. Es un gran amigo que adoramos y un gran artista que admiramos. Raly nos abrió las puertas de Córdoba y desde el inicio nos llevó a la Peña Trashumante. También hubo gente en los medios, como el periodista Víctor Pintos, que fue fundamental. En su momento tenía un programa de radio muy escuchado y pasaba siempre nuestra música. Todo eso fue generando una cercanía con Córdoba, que luego se fue solidificando porque fuimos entramándonos con artistas de allá. Era un momento de mucha ebullición en Córdoba con artistas como Mery Murúa, José Luis Aguirre, Toch, Ramiro González, Raly y un montón de gente que estaba muy activa y que nos abrió las puertas. Eso amplió muchísimo la llegada al público de allá. Desde hace mucho tenemos un amor muy especial con el público cordobés.
—Han hecho un trabajo de hormiga allá y acá en estos veinte años. ¿Qué balance hacen?
—Vita. Nosotros trabajamos mucho por este proyecto, aquí y en todos lados. Tenemos la certeza de que tenemos un proyecto que nos da mucho goce y placer. Es mucho trabajo el que hacemos, con mucha felicidad. Viene pasando algo muy precioso con la gente. Se ha generado una trinchera, como una conciencia de que estamos construyendo esto juntos y juntas. Hay una familiaridad, una cercanía. Esto de sentir que todo el tiempo estamos interactuando con gente que nos quiere mucho, nos acompaña y que nos hace el aguante. Nos pasan cosas muy lindas en los conciertos. El trabajo es de hormiga, es cotidiano, no tiene horarios. También tenemos un equipo de gente increíble que está trabajando con la banda. Estamos todos remando juntos.
—¿Se sienten parte de alguna escena o está más dispersa la cosa?
—Saraco. Yo no veo una conciencia de escena. Creo que hay componentes para una escena, pero nos hemos dispersado durante y pos pandemia. Y ahora está empezando a haber el deseo de darle identidad. Hay un montón de colegas muy queridos y queridas, como Luciana Jury, José Luis Aguirre, Mery Murúa, Toch, Nadia Larcher, Noelia Recalde. Una tribu expandida que está surcando los márgenes de la música popular de distintas maneras y con la que compartimos público.
—Vita. También en las giras nos topamos con una cantidad de músicos y músicas haciendo cosas hermosas que se están juntando y organizando. Entonces, me parece que necesitamos actualizar el relato y salir de esta cosa medio derrotada que estamos teniendo como comunidad artística. Y salir a generar, acercar y revitalizar la escena, que en definitiva es agruparnos y consolidarnos desde una mirada política y cultural. La escena está debilitada pero es tiempo de regenerarla. Susy Shock también es una pieza fundamental de esta escena. Hay muchos y muchas más en todo el país que desconocemos. Pero nuestra tarea es empezar a localizarnos y juntarnos.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/duratierra-hay-que-estar-en-la-calle-en-el-espacio-publico-juntarnos-y-hacer-comunidad/ - Imagen de portada: Foto: Rocío Coelho