¿Por qué el Gobierno de Trump está haciendo desaparecer los datos climáticos?

La administración Trump ha dado un paso más en su negacionismo que consiste en hacer desaparecer toda evidencia científica del cambio climático: Durante 25 años, un grupo compuesto por algunos de los principales expertos del país ha seguido meticulosamente las formas en que el cambio climático amenaza a todas las regiones de Estados Unidos. Sus hallazgos sirvieron de base para las Evaluaciones Nacionales del Clima, una serie de informes exigidos por el Congreso que se publican cada cuatro años y que traducen la ciencia en advertencias accesibles para los responsables políticos y el público. Pero ese trabajo se detuvo esta primavera, cuando la administración Trump despidió abruptamente a los 400 expertos que estaban trabajando en la próxima edición. Luego, el 30 de junio, todos los informes anteriores también desaparecieron, junto con el sitio web federal donde estaban alojados.

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Mucha información sobre el cambio climático ha desaparecido durante el segundo mandato del presidente Donald Trump, pero la eliminación de las Evaluaciones Nacionales del Clima es «de lejos la mayor pérdida que hemos visto», señala Gretchen Gehrke, quien monitorea sitios web federales con la Iniciativa de Gobernanza y Datos Ambientales (Environmental Data and Governance Initiative). Las Evaluaciones Nacionales del Clima eran uno de los recursos más accesibles que desglosaban cómo el cambio climático afectará los lugares que le importan a la gente, apunta. Los informes también eran utilizados por una amplia variedad de actores –responsables políticos, agricultores, empresas– para orientar sus decisiones sobre el futuro. Aunque los informes han sido archivados en otros lugares, ya no son tan fáciles de acceder. Y no está claro qué pasará, si es que pasa algo, con el informe que estaba previsto para 2027 o 2028, el cual ya existía en forma de borrador.
Entonces, ¿por qué sobrevivieron los informes al primer mandato de Trump pero no al segundo? Su desaparición puede interpretarse de distintas maneras, señalan los especialistas: como una demostración de poder ejecutivo, una escalada en la guerra cultural sobre el cambio climático o un intento estratégico de eliminar la base científica de las políticas climáticas. “Si suprimes información y datos, entonces no tienes las pruebas necesarias para poder crear regulaciones, reforzar las existentes e incluso combatir la derogación de regulaciones”, sostiene Gehrke.

Esto no es negacionismo climático en el sentido tradicional. Los días de debatir en voz alta la ciencia han sido reemplazados en su mayoría por algo más silencioso e insidioso: una campaña para ocultar la información básica. “No sé si seguimos viviendo en una etapa de negacionismo climático”, afirma Leah Aronowsky, historiadora de la ciencia en la Escuela del Clima de Columbia. «Ahora tenemos un nuevo frente de negacionismo mediante la eliminación».

Al recortar fondos para la investigación y retener datos cruciales, la administración Trump está dificultando saber con precisión cómo está cambiando el planeta. En abril, su Gobierno retiró casi 4 millones de dólares en financiación a un programa de Princeton destinado a mejorar los modelos informáticos que predicen cambios en los océanos y la atmósfera, alegando que el trabajo generaba “ansiedad climática” entre los jóvenes. Ese mismo mes, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) no presentó su informe anual a las Naciones Unidas sobre las emisiones de gases de efecto invernadero del país. En mayo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) puso fin a su tradición de 45 años de seguimiento de desastres meteorológicos de más de mil millones de dólares. Trump también espera cerrar el laboratorio de Mauna Loa en Hawái, que ha medido el aumento constante de dióxido de carbono atmosférico desde los años 50, siendo los primeros datos que demostraron de forma concluyente que los humanos estaban cambiando el clima.

“Este tipo de supresión generalizada de todo un campo de investigación financiado por el gobierno federal, hasta donde sé, no tiene precedentes históricos”, asegura Aronowsky.

En respuesta a una solicitud de comentarios, un portavoz de la NASA dijo que “no tiene ninguna obligación legal de alojar los datos de globalchange.gov”, refiriéndose al sitio que albergaba las Evaluaciones Nacionales del Clima, y agregó que el Programa de Investigación del Cambio Global de EE. UU. ya había “cumplido con sus obligaciones legales al presentar sus informes al Congreso”. La EPA remitió a Grist a una página web con informes pasados sobre emisiones de gases de efecto invernadero, así como a una versión del informe que se suponía iba a publicarse este año, obtenida por el Environmental Defense Fund. Sin embargo, la agencia confirmó que los datos más recientes no se han publicado oficialmente. La Casa Blanca declinó hacer comentarios, y la NOAA no respondió.
El año pasado, se filtró un vídeo de formación de Project 2025 —la hoja de ruta política organizada por The Heritage Foundation, un think tank conservador— en el que un exfuncionario de Trump declaraba que los cargos políticos tendrían que “erradicar toda referencia al cambio climático en absolutamente todos lados”. La estrategia parece estar diseñada para reforzar la industria de los combustibles fósiles en un momento en que la energía limpia se ha vuelto competitiva y la realidad del cambio climático es más difícil de ignorar, con inundaciones, incendios y olas de calor cada vez más palpables. “Vamos a perforar, nena, a perforar” («We will drill, baby, drill«), dijo Trump en su discurso de investidura en enero.
La administración no ha sido precisamente sutil sobre sus objetivos finales. Lee Zeldin, el director de la EPA, no niega la realidad del cambio climático (se autodenomina “realista climático”), pero ha desmantelado con fervor programas medioambientales y ha recomendado que la Casa Blanca anule el “hallazgo de peligro” («endangerment finding«), el pilar de la política climática estadounidense. Esta se deriva de una decisión del Tribunal Supremo de 2007 sobre la Ley de Aire Limpio que obligaba a la EPA a regular los gases de efecto invernadero como contaminantes, ya que ponen en peligro la salud pública. Si la administración logra convencer a los tribunales de que el cambio climático no es un problema de salud, podría eliminar esa obligación regulatoria.

“Si eliminas información sobre el cambio climático, su realidad y su impacto sobre las personas, entonces creo que es mucho más fácil argumentar que no es un problema de salud ambiental”, insiste Gehrke.

Existe una palabra para la idea de que la ignorancia puede servir a fines políticos: agnotología (del griego “agnosis”, o “no saber”), el estudio de cómo el conocimiento se oscurece deliberadamente. Lo que Trump está haciendo con la información sobre el cambio climático encaja plenamente en esa tradición, según Aronowsky: “Si la eliminas, entonces, en cierto sentido, deja de existir, y por tanto, ya no hay nada que debatir, ¿no?”
El negacionismo climático comenzó a despegar en los años 90, cuando las compañías petroleras y de gas, junto con think tanks afines a la industria, empezaron a sembrar dudas sobre la ciencia climática. Con el paso de las décadas, a medida que la evidencia se volvió irrefutable, quienes se oponían a reducir el uso de combustibles fósiles pasaron de negar directamente los hechos a atacar soluciones como la energía eólica y solar. Lo que está haciendo ahora la administración Trump marca una ruptura radical con esa tendencia de largo plazo, comenta John Cook, investigador sobre desinformación climática en la Universidad de Melbourne, en Australia. “Esto no es un simple giro, es un giro de 180 grados, una inmersión en algo que nunca habíamos visto”, afirma. Por otro lado, Cook considera que la administración está tomando una táctica clásica del negacionismo climático —pintar a los científicos como “alarmistas” o conspiradores que no son de fiar— y convirtiéndola en política de gobierno.
Medio año después del inicio del segundo mandato de Trump, el trato que se da a la información climática aún no ha alcanzado los niveles de “erradicación” que aspiraba Project 2025, el sitio web de cambio climático de la EPA, por ejemplo, sigue activo, aunque todas las referencias al fenómeno fueron eliminadas de la página principal de la agencia. Hasta ahora, la mayoría de las eliminaciones de sitios web han servido para aislar el cambio climático como un tema separado, borrando su relación con cuestiones como la salud y la infraestructura, apunta Gehrke. Hasta que desaparecieron las Evaluaciones Nacionales del Clima, ella habría dicho que “eliminación climática” no era una caracterización adecuada de lo que está ocurriendo. “Pero ahora, ya no estoy tan segura”, dijo.

Rachel Cleetus, directora de políticas del Union of Concerned Scientists, cree que las acciones de la administración van más allá de la eliminación. “Están tratando, literalmente, de cambiar la base sobre la que se sustenta gran parte de la formulación de políticas: la base científica, la base legal y la base económica”, dijo. Su mayor preocupación no es solo qué hechos han sido eliminados, sino qué propaganda política podría reemplazarlos. 

“Eso es aún más peligroso, porque realmente deja a la gente en una especie de zona crepuscular, donde lo que es real, lo que importa y lo que va a afectar sus vidas diarias está siendo oscurecido.”


Este artículo, escrito por Kate Yoder, fue publicado originalmente en inglés en Grist. Lo publicamos en español en ‘Climática’ como parte de la alianza internacional ‘Covering Climate Now’, creada para ampliar la cobertura informativa sobre el cambio climático. - https://climatica.coop/por-que-gobierno-de-trump-haciendo-desaparecer-datos-climaticos/ - Imagen de portada: Donald Trump durante su intervención en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), celebrada en febrero de este año. Foto: Gage Skidmore.

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