España: Los refugios climáticos no son una moda
Los espacios públicos contra el calor empiezan a asentarse en algunas ciudades europeas, pero muchas iniciativas aún están en desarrollo y otras no cumplen con los requisitos.Bilbao no es Córdoba, pero en Bilbao las altas temperaturas también pueden suponer un riesgo para la salud. En la capital de Bizkaia, las alertas por calor saltan a partir de los 30,2 °C, pero en el litoral asturiano lo hacen en los 23,9 °C y en la ciudad de Ourense, en los 37,5 °C, de acuerdo con las zonas de meteosalud establecidas por el Ministerio de Sanidad desde el año pasado. Las altas temperaturas no se viven igual en todas partes.
Juan F. Samaniego
Los riesgos para la salud dependen en gran medida de lo aclimatada que esté la población al calor, de la demografía (los mayores de 65 años son más vulnerables), del género (las mujeres se ven más afectadas), del nivel de renta (los lugares más pobres sufren más), de la calidad de las viviendas (y su aislamiento) y de las características sociosanitarias (como, por ejemplo, el personal médico disponible).
Por eso Bilbao, aunque no sea Córdoba, tiene una red de refugios climáticos. La forman 131 espacios públicos y privados, 65 interiores y 66 exteriores, distribuidos por toda la ciudad. Según los datos de la Concejalía de Movilidad y Sostenibilidad, el 96% de los habitantes de la ciudad viven a menos de 300 metros de alguno de los refugios y el 43% está a menos de 100 metros.
El caso de la capital vasca no es único. Las vecinas Vitoria y San Sebastián o Zaragoza, Pamplona, Murcia y Valladolid tienen también refugios climáticos. Otras comunidades, como Galicia o Madrid, están empezando a desarrollar sus redes. Y después está el caso de Barcelona, con una red de refugios muy consolidada, en funcionamiento desde 2019, que cuenta con más de 400 espacios habilitados en los 10 distritos de la ciudad. La mayoría de ciudades, aun así, no tiene nada en marcha.
«Un refugio climático es, en pocas palabras, un espacio que puede aportar confort térmico a quien lo necesita», explica Ana Terra Amorim-Maia, investigadora del Basque Centre for Climate Change y experta en adaptación y justicia climática. «Son una medida de emergencia y, desde luego, no son lo único que las ciudades tienen que hacer para adaptarse a una crisis climática que ya está aquí. Cada año va a hacer más calor y las ciudades tienen que repensar sus espacios para recibir a las personas que necesiten refugio, ya sea porque en sus habitaciones no logran tener confort térmico por cuestiones de pobreza energética o porque van por la calle y les da un golpe de calor».
La exposición a temperaturas excesivas durante un tiempo prolongado puede provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación y golpes de calor, así como agravar enfermedades respiratorias o cardiovasculares preexistentes. Además, los riesgos se multiplican en los grupos vulnerables como las personas mayores, los menores de cuatro años, las mujeres gestantes o las personas con enfermedades crónicas, pero también las personas que viven solas, las que no tienen hogar, las que viven en zonas muy contaminadas o las que lo hacen en una vivienda sin el aislamiento necesario.
¿Cómo debe ser un refugio?
«Intentamos que en todos los refugios de Bilbao haya espacios para sentarse y agua para beber, además de temperaturas más bajas que en el exterior. Además, en colaboración con el área de salud, hemos trabajado también con el personal de estos espacios para que sepa cómo actuar ante un golpe de calor», señala Nora Abete, concejala de Movilidad y Sostenibilidad de la ciudad vasca. «Pero hay cosas que mejorar. Nos gustaría contar con más espacios y, sobre todo, con más espacios exteriores, porque eso también querrá decir que la ciudad va ganando zonas verdes».
Otros puntos susceptibles de mejoras podrían ser la amplitud de horarios y lograr que en todos los refugios haya lugares para descansar. Según Greenpeace, los criterios básicos que hacen que un refugio climático cumpla su cometido son la gratuidad, la accesibilidad para todas las personas, la cercanía a la población que los necesita, la comodidad y el confort térmico, un horario amplio (sobre todo, en las horas en las que suele hacer más calor) y la identificación y la comunicación adecuadas.
«Lo que no puede pasar es que alguien acuda a un refugio climático y que a las tres de la tarde lo echen a la calle porque el espacio tiene que cerrar. Y estamos viendo que esto pasa», señala Elvira Jiménez, responsable de campañas y respuesta rápida de Greenpeace España y coordinadora de un estudio en desarrollo sobre las redes de refugios de todas las capitales de provincia españolas. «Estamos viendo que hay ciudades que dicen que tienen refugios climáticos, pero luego, cuando vas al detalle, observas que no cumplen ningún requisito. Puede que lo hagan por unirse a la moda, pero en realidad no están creando refugios útiles», añade.
En algunas ciudades, como Madrid, también han surgido iniciativas autogestionadas ante la falta de acción de las autoridades locales. «La ciudadanía puede hacer muchas cosas, pero, sobre todo, tiene que pedir a los ayuntamientos que hagan algo para adaptarse a la nueva realidad climática. Las redes de refugios deben ser responsabilidad de la ciudad. Es cierto que todos tenemos que poner de nuestra parte para resolver la crisis climática, pero los gobiernos son los que tienen la capacidad, los recursos y el liderazgo necesarios para llevar a cabo estas medidas», añade Ana Terra Amorim-Maia.
Trampas de calor
El cambio climático provocado por el ser humano está multiplicando los episodios de altas temperaturas en España (y en el resto del planeta). Desde 1961 hasta 2024, la temperatura media anual de España ha aumentado 1,69 °C; y 2022, 2023 y 2024 han sido los años más cálidos de los que hay registros, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Solo el año pasado, entre el 15 de julio y el 15 de agosto, hubo 22 días de ola de calor. En 2023, las altas temperaturas causaron más de 8.300 muertes prematuras en España, según los datos del Instituto de Salud Global de Barcelona.
Nuestras ciudades de asfalto y hormigón son, hoy, trampas de calor. La diferencia de temperatura entre una zona urbana y las zonas rurales que la rodean puede alcanzar los 8 °C. En ciudades como Madrid, se estima que un 4% de las muertes por altas temperaturas se debe a este fenómeno, llamado isla de calor. Ante eso y ante la subida de las temperaturas alimentada por el cambio climático, hacen falta mucho más que refugios: más verde y más naturaleza, pavimentos más claros y permeables, más rehabilitación energética de las viviendas, mejores sistemas de alerta y de atención médica. Y más justicia climática.
Fuente: https://climatica.coop/los-refugios-climaticos-no-son-una-moda/ - Imagen de portada: Detalle de la piscina de la Alhóndiga, en Bilbao. Álvaro Minguito Foto: Captura de pantalla 2025-07-16 a las 10.23.23