Colombia: "Hasta la muerte si es necesario", mujeres indígenas de Jiguamiandó






Con la militarización y la invasión de la empresa Muriel Mining Corporation el pasado 3 de enero al Jiguamiandó el miedo y la zozobra de pueblos indígenas y afrocolombianos volvió a revivirse.
Días después la Muriel inició la deforestación ilegal de bosque primario para hacer excavaciones en territorio colectivo de comunidades indígenas en el cerro Usa-Kirandarra. Los invasores como los llaman las comunidades, están detrás del oro, cobre y molibdeno.
A raíz del desplazamiento de 6 familias indígenas de Coredocito y una afrodescendiente por la ocupación inconsulta se desató la movilización de 500 indígenas de los Resguardos de Murindó, Resguardo indígena de Urada- Jiguamiandó, Chageradó y de las comunidades afrocolombianas de Zona Humanitaria de Pueblo Nuevo, Nueva Esperanza y de Bella Flor Remacho, e indígenas del Norte Chocó.
El pasado 5 de enero ocurrió un desplazamiento de 6 familias indígenas y una afro desde el resguardo de Coredocito hacia Alto Guayabal debido a la militarización y la ocupación empresarial. A pesar de sus miedos, el viernes 9 de enero decidieron regresar a Coredocito, bajo la consigna que "si no regresamos perderemos todo".
Ese mismo día, 9 de enero las comunidades, divididas en un grupo de mujeres y otro de hombres emprendieron una caminata hacia el lugar ubicado a dos horas de Coredocito, donde se están llevando a cabo las excavaciones. Este lugar, que es considerado sagrado por las comunidades, al que los Jaibanas envían las almas en limpieza espiritual está militarizado. Allí el ejército encañonó a dos mujeres indígenas y a otras las intimidaron encapuchados. El abuso de autoridad se vino al piso cuando las decenas de mujeres se juntaron rompieron el cerco, al lado de ellas, los niños.
El pueblo indígena, con algunos afrodescendientes en reunión del 10 de enero, le expresaron a la compañía que debía abandonar su territorio. No hemos sido consultados, terceros que no son del territorio no nos representan, personas de las comunidades que obran sin consultar sin contar con la voz y la decisión de la comunidad no pueden decidir. No ha habido consulta, no hemos sido consultados, la empresa dice mentiras"
Estamos a portas de la posibilidad de que se produzcan daños irreparables a la vida e integridad de mujeres y niños, si el Estado de Colombia no interviene urgentemente para que la Muriel abandone el territorio y se desmilitarice los espacios de habitación y los lugares sagrados por parte de la Brigada 15 y 17. Ellas han tomado la decisión de que por su territorio lucharán hasta el final y si es necesario llegarán hasta la muerte por ella.
Las comunidades indígenas y Afro exigen a la Vicepresidencia de la República, a la Procuraduría General de la Nación y al Ministerio del Interior y en general al Estado colombiano, la detención inmediata de la deforestación de bosques primarios y de excavaciones, y a la vez asegurar el retiro inmediato de motosierras, gasolina y demás maquinaria ingresada a este cerro sagrado.

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz de Colombia http://www.justiciaypazcolombia.com

INDÍGENAS EMBERA DEFIENDEN EL CERRO SAGRADO USA– KIRRANDARRA (CARA DE PERRO)
 

La cuenca del río Jiguamiandó en la ecorregión del Chocó, rica en especies endémicas de flora y fauna, es el territorio tradicional de de la comunidad indígena Embera. Ellos y la biodiversidad se encuentran actualmente en alto riesgo. La zona está siendo estos días crecientemente militarizada. Los propios militares han reconocido que esto es para facilitar la explotación del Cerro Cara de Perro por parte de la empresa minera norteamericana Muriel Mining Corporation MMC.
En medio de esta situación de extrema gravedad, las comunidades indígenas exigen al Estado colombiano y a la empresa que no realicen la exploración ni la explotación de su lugar sagrado.
Los 638 aborígenes de de 12 comunidades, unas 270 familias, que tienen como sitio "sagrado y de equilibrio (natural)" el cerro Careperro, montaña eje del plan de minería, advirtió en un comunicado la Organización Indígena de Antioquia (OIA).
Proyecto “Mande Norte” genera tensión en pueblos indígenas de Antioquia


01/26/09

El inicio de la fase de prospección y exploración del megaproyecto minero “Mandé Norte”, a ejecutarse en la región del Atrato Medio chocoano-antioqueño, tiene en máxima alerta a las comunidades afrocolombianas e indígenas asentadas en estos territorios.
La razón: la búsqueda de oro, cobre y molibdeno que realizará la multinacional Muriel Mining Corporation compromete territorios de comunidades afro y resguardos indígenas de los municipios de Carmen del Darién y Murindó, quienes ven amenazados sus derechos ancestrales sobre la propiedad de la tierra y temen un desplazamiento masivo que acabe con su cultura.

De hecho, las actividades de la Muriel, que comenzaron en firme el pasado mes de diciembre, ya generó la movilización de 700 indígenas Emberá-Catío de los resguardos Guagas, Coredocito, Coredó, La Isla y Chajeradó, ubicados en el municipio de Murindó, hacia los campamentos construidos por la compañía en cercanías del cerro Careperro, en Carmen del Darién (Chocó).

De acuerdo con miembros de la Organización Indígena de Antioquia (OIA) la situación de los aborígenes, quienes aún permanecen en la zona, es bastante delicada debido al hacinamiento en que se encuentran y a que no cuentan con suficientes alimentos ni agua potable para su consumo, lo que está ocasionando la propagación de enfermedades estomacales y agravando la situación de desnutrición de los más jóvenes.

“Ya se murió una niña de cinco años debido a la falta de alimentos y la intención de los líderes indígenas es permanecer allí hasta las últimas consecuencias”, sostuvo Nury Yagarí integrante de la OIA, refiriéndose con ello a la exigencia de los líderes Emberá a que se cumpla a cabalidad con el requisito de la consulta previa, contenido el Convenio Internacional para la Protección de los Pueblos Indígenas 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aprobado por Ley 21 de 1991 y a las sentencias de la Corte Constitucional SU-039 de 1997 y SU-510 de 1998.

Según el parágrafo 3º del Artículo 7º del Convenio, “los gobiernos deberán velar porque, siempre que haya lugar, se efectúen estudios en cooperación con los pueblos indígenas afectados, a fin de evaluar la incidencia social, espiritual y cultural y sobre el medio ambiente que las actividades de desarrollo previstas (en este caso la actividad minera) pueden tener sobre los pueblos indígenas. Los resultados de estos estudios deberán ser considerados como criterios fundamentales para la ejecución de las actividades mencionadas”.

Pero las denuncias de los Emberá señalan que no se cumplió con este procedimiento y, en el peor de los casos, se hizo de manera fraudulenta. “Invitaron a algunos líderes a unas reuniones en los  que les dieron trago y comida y nunca les hablaron de la exploración que iban a hacer. Para el Gobierno, este procedimiento fue válido y ya comenzaron con la prospección”, expresó Yagarí.

A ello se suma el envío de tropas del Ejército a la zona desde las Brigadas IV de Medellín y XVII de Carepa, situación que también genera temor entre los nativos pues sienten que bajo el pretexto de neutralizar las acciones de grupos guerrilleros que hacen presencia en la zona se cometan atropellos contra la población indígena.

Territorio rico, tierra sagrada

La zona del Atrato Medio, que comprende varios municipios limítrofes entre Antioquia y Chocó, es quizás uno de los más ricos depósitos de minerales en el país. Oro, platino, cobre y un metal conocido como molibdeno recubren este territorio húmedo y selvático en proporciones abrumadoras.
 De ello es conciente el Gobierno nacional que a finales de la década del 80 y principios del año 2000 autorizó la exploración de la región a varias multinacionales extranjeras que no tuvieron éxito. En el año 2004, el entonces gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, le otorgó a la Muriel Mining Corporation la concesión de nueve títulos mineros para la prospección y exploración de por lo menos 16 mil hectáreas, comprendidas en la región del cerro Careperro.

Para el pueblo Emberá-Catío, el cerro Careperro constituye uno de los sitios más sagrados de su cultura. Son varias las leyendas que afirman que ante el asedio de los conquistadores españoles, algunos Jaibanas (máxima autoridad ante los Emberá) huyeron hasta el Cerro, llevando consigo adornos y ofrendas de oro.

Aunque la Gobernación de Antioquia, a través de Nicolás López, secretario de Minas, afirmó que los títulos sólo comprometen la parte chocoana del Cerro, los indígenas señalaron que cuatro de los nueve títulos afectan al departamento de Antioquia. Según esto, serían poco más de 4.000 hectáreas del municipio de Murindó objeto de exploración.

En esa franja se encuentran los resguardos de Guagas, La Isla y Coredó que alberga a un número indeterminado de indígenas Emberá-Catio, quienes se oponen a la exploración. “Si esta empresa continúa con su actividad, esta gente se desplaza. Pierden territorios, pierden cultura, pierden espiritualidad. Y el desplazamiento va a ser no sólo de indígenas sino de afro”, manifestó Yagarí.

Lo peor de todo es que los indígenas saben que están en desventaja jurídica para pelear sus derechos sobre la tierra. “Aquí se antepone la Ley Minera sobre los convenios internacionales. Los Emberá sólo reclaman el derecho ancestral pues ellos existen desde mucho antes de que existiera la figura del Estado”, indicó la activista.

La explicación del Secretario de Minas aumenta las preocupaciones de los pueblos Emberá “Lo que dice la legislación es que la prioridad para la exploración es de los indígenas, pero si ellos no hacen uso de esa salvaguarda, entonces se puede otorgar la concesión a la empresa privada. Después de eso, la empresa deberá hacer una socialización, para mitigar los impactos de la explotación”, agregó el Secretario.

Así las cosas, el panorama que se avecina para los pueblos indígenas y afro no es muy alentador y hay quienes incluso advierten que, de no tomarse medidas urgentes, puede ponerse en grave riesgo la existencia de una comunidad ancestral como los Emberá-Catío.

Fotos: Jorge Mata/Surimages-IPA

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