Océanos y mares ácidos




Autor: Sergio Rossi



Tanto el incremento de CO2 como el aumento de acidificación se han disparado desde finales de 1700. Sin embargo, la acidificación de los océanos que ahora empezamos a comprender no es un fenómeno nuevo. Sabemos que hace 55 millones de años, en el llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, los mares eran bastante más ácidos que ahora, lo que produjo la desaparición de muchas plantas y animales marinos de nuestro planeta.


Según el registro fósil, se han producido apariciones y desapariciones de las formaciones coralinas durante los últimos 200 millones de años y, en especial, desde hace 55 millones de años. Los corales basan sus estructuras en el carbonato cálcico (Ca CO3), un compuesto muy vulnerable a la acidez, de manera que sólo aguas ligeramente alcalinas son propicias para que precipite. Sin embargo, sabemos, que los corales aparecen y desaparecen. No se han extinguido a pesar de los cambios en el acidez del agua, presumiblemente gracias a su capacidaz de adaptación fisiológica. 

TRES CONCEPTOS BÁSICOS SOBRE LA ACIDIFICACIÓN DE LOS MARES

1.
2. Alrededor del 50% de dióxido de carbono (CO2) proveniente del consumo de combustibles fósiles acaba absorbido por el océano.
3.
4. Este dióxido de carbono forma ácido carbónico en el agua marina y reduce su grado de acidez (pH), ligeramente alcalino en la actualidad. También provoca un cambio en el balance entre iones de carbonato y bicarbonato.
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6. Los cambios hacia un océano más ácido complican la vida a especies con partes duras de carbonato cálcico, como corales, moluscos bivalbos, equinodermos y algunos grupos importantes de plancton. 
El problema radica en que la acidificación que se está detectando hoy en día es muy rápida con respecto a la de este distante periodo. Es decir el pH de las aguas marinas baja a una velocidad sin precedentes.
7.

Acidez asimétrica según las zonas 

Los efectos de la acidez parecen concentrarse en las zonas marinas donde la producción biológica es más alta. En la superficie del mar, entre los 200 y 300 de profundidad, la acidez es muy superior y está más concentrada que en otras regiones más profundas. Luego estos procesos de acidificación afectarían de lleno a las capas más productivas del océano (los tres océanos sondeados así lo indican), en especial en las zonas templadas y ecuatoriales. Hay que tener en cuenta que en aquellas regiones donde la temperatura del agua es más alta, la precipitación de carbonato cálcico se ve favorecida y también aumenta la absorción de CO2. El equilibrio entre agentes físcos y químicos todavía no está del todo resuelto, pero los indicios apuntan a una acidificación en estas zonas tan vulnerables. 

Otras regiones marinas, como las masas oceánicas que rodean la Antártida, pueden verse también muy afectadas por este fenómeno, ya que los organismos que allí viven tienen muy limitada su capacidad para formar conchas. En este caso es, precisamente la baja temperatura del agua lo que hace que la “lisoclina” (lugar donde no puede precipitar este compuesto mineral) esté menos profunda: a menor temperatura, más dificil es que precipite carbonato cálcico biogénico. Un puzzle muy complejo que poco a poco empieza a adquir forma. 

En zonas de afloramiento de aguas profundas, como en las costas de Benguela (Angola) y Chile, el efecto podría verse atenuado por la emergencia de corrientes más alcalinas, que contrarrestarían la inyección de CO2 en las capas superficiales, pero este fenómeno dista mucho de estar claro. 

Como es lógico, dado que el proceso de acidificación depende de la temperatura, la profundidad también es un factor importante. Las aguas más alcalinas, menos ácidas, se mantendrían en aguas profundas, pero allí las bajas temperaturas (y la presión) seguirían dificultando la calcificación de los organismos. En todos los océanos la precipitación de Ca CO3 es más difícil a medida que nos sumergimos y por eso la acidificación será especialmente aguda en los primeros 250 metros, la zona más productiva de los mares. 

La acidificación y otros factores producirán también un cambio en la distribución de los nutrientes a lo largo y ancho del planeta, hecho que influirá asimismo en la mayor o menor supervivencia de los productores primarios (las algas) y, por tanto en la circulación de materia y energía en cada zona. 

Al modificar todos los niveles tróficos del sistema podemos enfrentarnos a una incertidumbre sin precedentes, con una serie de adaptaciones fisiológicas de las que todavía sabemos muy poco, y al desaparecer algunos grupos, podrían verse sustituidos por otros. La alteración debida a la acidificación de los ciclos biogeoquímicos, es decir de los intercambios de carbono y nutrientes en nuestros océanos, es una verdadera incognita. 

Sergio Rossi (Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales –UAB). El artículo completo se puede leer publicado en revista Quercus (cuaderno 227, marzo 2009).

Fuente: http://www.portaldelmedioambiente.com/articulos/5871/oceanos_y_mares_acidos

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