Turismo masivo, Antártida en peligro
Por Mariló Hidalgo
A la Antártida se le atribuye un papel decisivo en la geofísica del planeta, por su función reguladora del clima así como por las corrientes oceánicas. Para algún autor, estableciendo un símil con el cuerpo humano, sería el bazo del planeta Tierra
El número de visitantes que llega a la Antártida ha crecido de manera significativa en los últimos años hasta el punto de hacer peligrar su ecosistema. Así lo advierte en un estudio el investigador de la UAB, Doctor Martí Boada (1), consejero científico de la Fundación Abertis.
El trabajo de investigación “Valoración del impacto ambiental del turismo comercial sobre los ecosistemas antárticos”, promovido por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Abertis y del que es coautor el científico catalán, propone entre otras cosas la creación de una ecotasa. Una cantidad que podría ayudar a financiar medidas de seguimiento y control encaminadas a minimizar -en la medida de lo posible-, el deterioro de los ecosistemas antárticos. El estudio señala por ejemplo que cada visitante viene a generar unas 4,4 toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale energéticamente al consumo eléctrico medio anual de un hogar europeo con tres inquilinos. A ello habría que añadir los efectos del transporte marítimo, -causante del 56% de las emisiones- y del transporte aéreo -supone el 44% restante-.
Esta investigación sobre todo, pone encima de la mesa propuestas. Aún estamos a tiempo.
-¿Qué impactos están recibiendo los distintos ecosistemas de la Antártida y con qué resultados?
Hay dos tipos de impacto derivados del turismo. Uno de carácter indirecto, que no se manifiesta de manera focalizada en la Antártida sino que tiene efectos planetarios, como es el coste ambiental del desplazamiento (es decir, la cantidad de emisiones de CO2), así como la cantidad de energía consumida per capita para llegar a la Antártida. En este caso, se puede aseverar que el coste ambiental medio por turista es el más elevado del planeta. Otros impactos son directos, y se producen cuando los turistas desembarcan, aunque se trata de una actividad regulada y relativamente controlada por las propias compañías turísticas. Hay diferentes tipos de impacto, especialmente en los suelos, que sufren erosión y compactación, así como en la vegetación, especialmente a las cubiertas de musgos y algas. En el caso de algunas especies de musgo, se calcula que la fuerza de una huella en esta capa vegetal efectúa una alteración que puede llegar a tardar unos doscientos años en recuperarse.
-¿Quién visita aquellas tierras y por qué? ¿Qué es lo que tanto atrae?
Desde mediados de los años 90 el turismo no ha parado de crecer. Actualmente llegan a la Antártida, por medios diferentes, más de cincuenta mil turistas. Cerca de un 40% de éstos proceden de EE.UU., y les siguen, por este orden, ingleses, australianos, neozelandeses, y un 10% de europeos no británicos. La motivación general es la de visitar un continente único, al que solo han llegado unos trescientos mil privilegiados. Un porcentaje considerable lo constituyen personas que saben dónde van, conocen el significado geográfico, ecológico, incluso mítico, del continente antártico. A menudo se trata de grupos que se acompañan de un guía propio, experto en la temática, convirtiendo la actividad lúdica en un ejercicio cultural.
En las diversas encuestas realizadas aparece una coincidencia: ningún turista retorna indiferente a la excepcional belleza y especialmente al impacto emocional producido por la pristinez que caracteriza este paisaje.
-Las fracturas de las placas de la Antártida cada vez son más frecuentes. ¿Cuál es la magnitud de este problema?
Aunque existe una cierta controversia entre la comunidad científica antártica, cada vez más se va ampliando un cierto consenso en que se reconoce que los procesos de deshielo son cada vez mayores. En este sentido, actualmente se considera que, de manera generalizada, la línea de costa habría avanzado hacia el continente e ínsulas unos cuarenta metros.
-La Antártida puede parecer un lugar muy alejado. ¿Qué influencias tiene lo que allí pasa el resto del planeta?
A la Antártida se le atribuye un papel decisivo en la geofísica del planeta, por su función reguladora del clima así como por las corrientes oceánicas. Para algún autor, estableciendo un símil con el cuerpo humano, sería el bazo del planeta Tierra. Por otro lado, dado el carácter de territorio humanamente no transformado, el continente es un escenario excepcional, diáfano, en el que se expresan, al menos en parte, muchos de los impactos planetarios derivados de las diferentes variables de contaminación. Es el único espacio del planeta donde la huella humana multisecular es prácticamente inexistente. Ello lo hace especialmente sensible a la más mínima alteración, por lo que deviene un indicador excepcional de las perturbaciones antrópicas desplegadas a escala global.
-En el estudio que acaban de presentar, ¿qué medidas proponen para frenar este deterioro? ¿Aún estamos a tiempo?
Los resultados del trabajo de investigación que estamos realizando, dentro de Programa Antártico Español, con el soporte de la Fundación Abertis, tiene como objetivo determinar el impacto del turismo en las zonas donde se despliega dicha actividad. Debemos reconocer que estamos en una fase todavía incipiente de le estudio, aún estamos procesando los datos del muestreo de la última campaña. Una constatación: entre los numerosos trabajos de investigación realizados en el continente antártico, los trabajos sobre el impacto turístico son casi inexistente; esta ha sido una de las primeras sorpresas de la diagnosis. La investigación tiene una clara vocación propositiva en la toma de decisiones, aun reconociendo la complejidad de la gestión de la conservación del patrimonio antártico.
"A la Antártida se le atribuye un papel decisivo en la geofísica del planeta, por su función reguladora del clima así como por las corrientes oceánicas. Para algún autor, estableciendo un símil con el cuerpo humano, sería el bazo del planeta Tierra".
-¿Qué objetivo persigue la tasa de 10 dólares por turista?
Una de las propuestas es una ecotasa que, sin ser notoria, pueda permitir que la práctica del turismo sea socio-ambientalmente sostenible. Dicha asignación ha de permitir la toma de medidas que permitan una conservación más efectiva de la zona, definiendo áreas de protección especial, tomando medidas para restaurar las zonas frecuentadas, sistematizar la formación de los guías antárticos… En definitiva, contribuir a una conservación efectiva de los ecosistemas frágiles.
-La Antártida es patrimonio de la Humanidad pero también es un poco “tierra de nadie”. ¿Qué pueden hacer los principales gobiernos del mundo para corregir la actual situación?
La Antártida es el único espacio terrestre que no pertenece a ningún gobierno ni Estado, ello le otorga una singularidad muy especial. Su uso está regulado por el Tratado Antártico y bajo su techo están 46 países, entre ellos, España. Las disposiciones que regulan el tratado son complejas y a la vez claras en sus principios básicos, en los que se establece que la Antártida es una Reserva Natural consagrada a la paz, explicitando que se utilizará exclusivamente para finalidades pacíficas y científicas, prohibiéndose toda medida de carácter militar. El gran reto de los países firmantes es mantenerse fieles al Tratado. www.ecoportal.net
Nota:
(1) Martí Boada es geógrafo, naturista y doctor en Ciencias Ambientales. Profesor titular e investigador del Departamento de Geografía y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es consejero científico de la Fundación Abertis y miembro del Comité Español del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, de la Comisión de Comunicación y Educación de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y del Foro Global 500 de las Naciones Unidas.