El lignito de las minas del estado de Victoria (Australia) enciende la polémica




Hasta ahora el lignito había ocupado un puesto secundario entre los recursos minerales por tratarse de un tipo de carbón (de un reconocible color pardo) con un alto grado de humedad, bastante inflamable y un bajo rendimiento energético. Su papel quedaba reducido al de consumo interno en aquellas zonas donde abundaba pues sus características desalentaban a cualquiera a la hora de convertirlo en producto para la exportación. Pero la crisis energética y los adelantos técnicos como el secado o la gasificación han logrado que el hasta ahora relegado lignito se convierta en un negocio rentable por su potencial como combustible o fertilizante.
Los defensores de esta versión dos punto cero del lignito aseguran que con los nuevos tratamientos a los que es sometido su grado de humedad se reduce considerablemente así como sus emisiones de CO2 al quemarse, que disminuyen en una tercera parte. Todas estas novedades han hecho que las minas del estado de Victoria (sureste de Australia) cobren una nueva dimensión. Por lo pronto, los expertos calculan que con el lignito localizado hasta la fecha la región tiene, con su nivel de consumo actual, para cinco siglos. Y, aún así, hay trece mil millones de toneladas disponibles para otros usos. Así que lo que antes era un simple dato geológico ahora se ha convertido en una oportunidad de negocio demasiado suculenta como para dejarla pasar.
La mayor parte de estos millones de toneladas potencialmente disponibles para la exportación se concentran en valle de Latrobe, tal y como recoge el documento interno que maneja el gobernador del estado de Victoria y que los medios australianos se han encargado de hacer público calificándolo de “secreto sucio”. El documento reconoce que la apuesta por la exportación de lignito disparará las preocupaciones de la comunidad pues supone multiplicar los gases de efecto invernadero en comparación con el gas o el carbón. El gobernador Brumby ha respondido a las críticas con un argumento simplista: “No veo ninguna razón por la que no se pueda exportar lignito, Australia exporta petróleo, gas, carbón y uranio, ¿por qué este caso es distinto?”.
El dilema está planteado: Intereses comerciales frente a responsabilidad en el freno de las emisiones de gases de efecto invernadero. La compañía Exergen tiene claro el camino a tomar en esta encrucijada ya que proyecta invertir decenas de millones de euros para sacar partido a la riqueza mineral del valle de Latrobe. Todo está ya muy estudiado: Construcción de una tubería subterránea de 150 kilómetros para trasladar el mineral de las minas al puerto de Hastings, montaje de una planta de secado de lignito capaz de procesar cincuenta toneladas por hora (y convertirlo en combustible de una calidad similar a la peor obtenida por el carbón) y exportación de doce millones de toneladas anuales para ser quemadas en centrales eléctricas de la India. Y los planes no acaban ahí, si todo marcha como prevén se levantará una planta de mayor tamaña en 2014.
No se trata de un proyecto levantado en el aire, Exergen cuenta con el respaldo de Peter Batchelor, consejero de Energía y Recursos, y la bendición de John Brumby. El citado documento interno que ha sido filtrado a la prensa local incluye una estrategia de justificación de las exportaciones basada en tres argumentos: El estado de Victoria no puede limitar de manera unilateral las emisiones, en segundo lugar, este mineral puede ayudar a ciertos países asiáticos a superar la pobreza y, por último, las emisiones pueden ser mayores si a estos países se les niega el carbón y apuestan por combustibles (aún) más sucios.
Todo esto, traducido, viene a decir que no dejo de hacer algo dañino hasta que no esté prohibido, visto de solidaridad lo que es desvestir a un santo para vestir a otro y regalo una pistola porque poseer una ametralladora es peor. Hay voces que se han sumado a las alabanzas al plan, como la asociación de empresarios de comercio e industria de Victoria (ya que “creará muchos empleos”) pero también otras que han querido dejar clara su oposición como la de Environment Victoria por boca de su director de campañas:
Estamos sorprendidos por el deseo de las autoridades de fomentar una industria que deberá ser eliminada antes o después para hacer frente al cambio climático. El gobierno del estado de Victoria justifica las exportaciones de carbón y lignito amparándose en que no está en su mano firmar un acuerdo climático mundial, pero eso es como decir que, como no puede ofrecer la paz mundial, está legitimado para llevar a cabo una matanza (M. Wakeham, Traducción libre).
Fuente: ecologiablog.com

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué