La merma de los máximos depredadores provoca el surgimiento de depredadores menores




Colapso del ecosistema


Según concluye un nuevo estudio, el catastrófico declive de los máximos depredadores en todo el mundo tales como lobos, pumas, leones y tiburones ha conducido a un enorme incremento en la población de mesodepredadores menores que está provocando alteraciones económicas y ecológicas.
Los hallazgos, publicados hoy en la revista Biocience, han descubierto que en Norteamérica todas las poblaciones de depredadores terrestres más importantes han mermado durante los últimos 200 años mientras que el 60 por ciento de las poblaciones mesodepredadoras se han expandido. Los científicos señalan que este problema es global, progresivo y grave, y que existen pocas soluciones a la vista.
Ejemplo de ello es que en algunas partes de la África subsahariana, las poblaciones de león y leopardo han mermado permitiendo el surgimiento del babuino, es decir, la población mesodepredadora en el siguiente eslabón de la cadena.
"Es un tema de gran complejidad del que se desconocen muchas de sus consecuencias," señala William Ripple, profesor en la Universidad del Estado de Oregon. "Sin embargo, existen pruebas que evidencian la gravedad que supone el incremento de las poblaciones mesodepredadoras y sus repercusiones ecológicas y económicas."
En todos los casos, las poblaciones de depredadores primarios como los lobos, leones y tiburones han mermado dramáticamente o bien han sido eliminadas, normalmente de forma deliberada y por una alteración del hábitat, caza o pesca.
"Lo más importante para entender esta complejidad es que este tema no es tan simple como deshacerse de los lobos o los leones y pensar que con ello se ha solucionado un problema, sino que hemos de ser cautelosos con lo que a primera vista puede parecer una solución fácil."
La eliminación de los lobos a menudo beneficia a los granjeros que temen ataques a su ganado. Sin embargo, esto ha llevado a un enorme surgimiento en la población de coyotes, un mesodepredador que una vez el lobo mantenía bajo control. Los coyotes atacan al berrendo y a las ovejas domésticas y los intentos de controlar la especie han resultado costosos, en torno a los cientos de millones de dólares.
"Caben esperar impactos económicos derivados de estas poblaciones que exceden a aquellas de los máximos depredadores en cualquier escenario en el que los mesodepreadores contribuyen a lo mismo o a un nuevo conflicto con los humanos," escriben los investigadores en el informe. "Los mesodepresdaores tienen densidades de población más elevadas que las de los máximos depredadores y exhiben mayor resistencia a los esfuerzos para controlarlos."
Estos problemas no quedan confinados a los ecosistemas terrestres. Los tiburones, por ejemplo, están en una merma crítica debido a la sobrepesca y en algunos lugares esto ha conducido a un disparo de las poblaciones de rayas, que a su vez ha provocado el colapso de la pesquería de vieira y pérdidas ecológicas y económicas.
Entre los hallazgos del estudio:
El hecho de no haber tenido en cuenta que los máximos depredadores pueden beneficiar a las poblaciones de presa con la eliminación de depredadores más pequeños ha provocado colapsos en todos los ecosistemas.
Los negativos efectos en cascada  surgimiento de las poblaciones de mesodepredadores han sido documentados en aves, tortugas marinas, lagartos, roedores, marsupiales, conejos, peces, escalppas, insectos y ungulated.
Los costes económicos que supone controlar las poblaciones mesodepredadoras pueden ser muy elevados, resultando más efectivo el regreso de los máximos depredadores a los ecosistemas.
La intervención humana no puede reemplazar fácilmente el papel que desempeñan los máximos depredadores en parte porque el constante temor a la depredación no sólo altera las poblaciones sino al comportamiento de los mesodepreadores.
Normalmente los grandes depredadores son carnívoros sin embargo la mayoría de mesodepredadores son omnívoros pudiendo provocar importantes daños en plantas y cosechas.
Los efectos del surgimiento de las poblaciones mesodeporedadoras pueden verse en océanos, ríos, bosques y laderas de todo el mundo.
A medida que los máximos depredadores del mundo se aproximan al borde de la extinción, invertir e impedir los mesodepredadores está resultando cada vez más difícil y costoso.
"Estamos apenas empezando a apreciar el impacto que comporta la pérdida de nuestros máximos depredadores," añade.
En la OSU, Ripple y su colega Robert Beschta han llevado a cabo exhaustivas investigaciones y múltiples publicaciones sobre el efecto que conlleva la pérdida de depredadores como el lobo y el puma en la alteración del ecosistema comportando no solo un aumento de las poblaciones de nimales herbívoros como el ciervo y el alce sino la pérdida de temor a la depredación y alterando así el comportamiento de estos animales.

Fuente: oceansentry.org

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