UE insostenible: ¿cuántos continentes consume Europa?






Ecologistas en Acción

Ecologistas en Acción denuncia que la Unión Europea es intrínsecamente inostenible, tanto desde el punto de vista de las políticas que impulsa, como del análisis de los indicadores globales de sostenibilidad.
“La Unión obrará en pro del desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimiento económico equilibrado, en una economía social de mercado altamente competitiva [...], y en un nivel elevado de protección y mejora de la calidad del medio ambiente”. Esto es lo que reza el Tratado de Lisboa. Pero Ecologistas en Acción señala que lo que se plantea es imposible, ya que el crecimiento económico y la protección ambiental son incompatibles. En la práctica, la UE apuesta claramente por la competitividad a costa del entorno.
Ecologistas en Acción señala una serie de políticas que dibujan su insostenibilidad. Por ejemplo, la UE establece un modelo de producción y consumo a grandes distancias, para lo que genera importantes infraestructuras de transporte por carretera (e insostenibles trenes de alta velocidad), así como grandes redes de interconexión energética. Esto implica, entre otras cosas, la construcción de miles de kilómetros de asfalto y hormigón sobre suelo potencialmente agrícola o forestal y el incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera, que producen el cambio climático.
En cuanto a la producción y consumo de energía, la UE es la segunda emisora de gases de efecto invernadero del planeta (el 24% de los mismos). Además, la propia Agencia Europea del Medio Ambiente reconoce que la UE no será capaz de cumplir con los escasos compromisos adquiridos en el Protocolo de Kioto si no se toman medidas adicionales.
Por otra parte, la UE es, después de EE UU, el mayor consumidor de recursos naturales del mundo, así como un enorme productor de residuos. La generación de basura en la UE no ha parado de aumentar, de manera que cada europe@ produce más de 500 kilos de residuos al año.
En cuanto a la producción de alimentos, la UE la considera un negocio más, por lo que favorece las grandes explotaciones intensivas orientadas hacia la exportación. Se abusa de los fertilizantes químicos, los pesticidas, la estabulación intensiva y se sobreexplota el agua dulce, al tiempo que se abre la puerta al cultivo de transgénicos, especialmente en España. Todo esto conlleva un deterioro de las condiciones sanitarias de los alimentos (crisis de las vacas locas, pollos con dioxinas, gripe porcina…) y un empobrecimiento de los países del Sur por las subvenciones a la agroindustria europea.
Además, Ecologistas en Acción señala una serie de indicadores globales:
Huella ecológica: La huella ecológica mide la cantidad de territorio que requiere mantener el consumo de la población europea. Cada europe@ utiliza 4’7 hectáreas, mientras la biocapacidad del territorio es de sólo 2’2 hectáreas por habitante.
Requerimiento Total de Materiales: Es la cantidad total de materia que necesita la economía de la Unión Europea para su funcionamiento. Este indicador ha ido creciendo paulatinamente hasta alcanzar las 514 toneladas por habitante y año. Además se puede apreciar como la mayoría son de origen no renovable (88%) y el porcentaje importando crece alcanzando el 39%. Esto hace que los impactos ambientales sean cada vez mayores.
Normativa ambiental: Al analizar la normativa, la organización ecologista ha detectado que el grado de incumplimiento de la misma es muy alto, y la tendencia general es hacia unos objetivos orientativos y voluntarios, plazos de cumplimiento laxos e incluso eliminación de la ya existente.
Política presupuestaria: Comparando los presupuestos destinados a la defensa del entorno y a la destrucción del mismo el balance es muy negativo.
Todos estos datos están disponibles en un amplio informe elaborado por la organización y disponible aquí.

http://www.ecologistasenaccion.org/spip.php?article14636

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LA TIERRA SE MUERE


Por: ANNA GRAU. NUEVA YORK.
Naciones Unidas pronostica la ruina de la especie y del planeta. Un nuevo informe advierte que la sexta extición masiva de especies puede estar a las puertas, si no se supedita todo a la sostenibilidad ecológica de aquí al año 2050.


No hay crisis medioambiental. No hay crisis de desarrollo económico. No hay crisis energética. Son tres cabezas de la misma hidra, de una sola gran crisis que lo explica todo. Hay una crisis de Humanidad. Un suicidio masivo que era lento empieza a acelerarse vertiginosamente, avisa el último estudio del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP, por sus siglas en inglés).
En 1987 apareció el informe Bruntland sobre el futuro común del planeta. Veinte años después la ONU lanza este Geo-4, que llena 572 páginas. Han tenido participación directa en él 390 científicos. Los que han participado indirectamente son más de 1.000. Y sus conclusiones son para echarse a llorar: no sólo no se han cumplido las expectativas de respuesta a los problemas de hace veinte años, sino que aquellos propósitos ya están peor que obsoletos. Es como si hubiéramos pasado de tener dolor de cabeza a cáncer antes de aprender ni siquiera a abrir el tubo de aspirinas.
En la presentación pública del informe de la UNEP, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, advirtió de que esta situación «compromete décadas de avances de la Humanidad, mina los cimientos de la lucha contra la pobreza y podría llegar a poner en peligro la paz internacional y la seguridad».

Voracidad económica

La alerta más destacada es que la Humanidad vive por encima de sus posibilidades y de las del planeta. El hambre en el mundo dejará de ser pronto una injusticia para ser algo que ninguna revolución podría resolver. Ya son muchas las muertes evitables por falta de recursos como el agua. Y pueden llegar a ser muchas más.
Hacen falta 21,9 hectáreas para producir los recursos necesarios para las necesidades de una sola persona. Al ritmo actual de crecimiento demográfico, la Tierra puede ofrecer 15,7 hectáreas por persona. Ante ello las personas no sólo no nos apretamos el cinturón, sino que aún despilfarramos más los recursos. Las cuentas no salen, ni pueden salir de ningún modo.


El agua es un punto particularmente crítico. El 70 por ciento de la que se usa es para regar, pero resulta que los Objetivos del Milenio de la misma ONU exigen doblar la producción de alimentos de aquí a 2050. ¿De dónde va a salir el agua, si ahora ya escasea, y en 2025 su uso sólo para beber habrá crecido un 50 por ciento en los países desarrollados, y un 18 por ciento en los que están en vías de desarrollo?

Agua, poca y contaminada

La UNEP advierte que la escasez de agua potable pronto será «intolerable» en los países secos, como es el caso de España. ¿Llegaremos a hacer la guerra no por el petróleo sino por el agua? Claro que mucho antes de sufrir la carencia del recurso habrá que acostumbrarse a que su sabor y su calidad desciendan en picado. El agua contaminada supone ya hoy la primera causa de enfermedad y de muerte en el mundo.
Hay muchas especies amenazadas de extinción, a una velocidad cien veces más rápida de lo normal. Los niveles de pesca casi triplican lo sostenible para seguir garantizando que haya peces en los océanos. Está amenazada la continuidad del 30% de los anfibios, el 23% de los mamíferos y el 12% de las aves. Una de las razones es el intrusismo entre especies, a veces provocado accidentalmente por la globalización, a veces determinado por la acción del hombre, ya sea como supremo agente contaminante, ya sea como supremo predador de los ecosistemas.
Ésta es la primera vez que la UNEP desglosa para las distintas regiones del mundo sus previsiones de impacto negativo del cambio climático. En Europa dibuja un escenario dantesco de hiperproducción e hiperconsumo. Las consecuencias son un gasto energético delirante y el colapso de las grandes ciudades por los problemas de transporte y por el rápido deterioro de la calidad del aire.

En África el reto más dramático sigue siendo cómo dar de comer a la gente. La producción de comida per cápita ha descendido un 12% desde el año 1981, cuando ya estaba muy lejos del ideal. La degradación y desertización de la tierra cultivable avanzan a un ritmo galopante y descorazonador.

Ciudades irrespirables
La zona de Asia y el Pacífico tiene que prepararse para hacer frente a metrópolis cada vez más irrespirables y al dramatismo en la falta de agua y de tierra. La degradación de los ecosistemas es ahí especialmente rápida en concordancia con un desarrollo industrial y tecnológico tardío pero brutal, y que no atiende a razones.
Toda la América latina y el Caribe se consideran especialmente vulnerables a los efectos del calentamiento global, particularmente la degradación de las costas y la polución marina. También hay muchas amenazas para la biodiversidad derivadas del efecto explosivo de los gases invernadero y del crecimiento ingobernable de las megalópolis.
En las zonas polares la factura del cambio climático será estremecedora: sin necesidad de llegar a la temida fusión de los polos, la salud de sus pobladores ya está muy amenazada por la alta concentración de mercurio y otras sustancias contaminantes en el entorno del que obtienen toda su alimentación. Mientras que el agujero de la capa de ozono necesitará no menos de cincuenta años para recuperarse.
El informe traza hasta cuatro posibles escenarios de aquí a 2050. La conclusión es que, o se prioriza de una vez la sostenibilidad, sea cual sea el coste en términos de crecimiento económico, o habrá que atenerse a las consecuencias: la Tierra ha experimentado cinco extinciones masivas de especies en 450 millones de años. La última fue hace 65 millones de años. La sexta puede estar a la vuelta de la esquina.

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