Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles
Como en años anteriores, este 21 de setiembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles. Destinado a fortalecer la lucha contra el avance de los “desiertos verdes” de árboles, la jornada apunta a denunciar los impactos de este modelo sobre las vidas de millones de personas afectadas por el mismo.
El árbol elegido para esos monocultivos varía según el objetivo de las empresas que los promueven y plantan. Es así que los pinos y eucaliptos apuntan a abastecer de materia prima a la industria de la celulosa; la teca, el pino y la melina a la industria de la madera; la palma aceitera a la industria del agrocombustible; el árbol del caucho a la industria automotriz; varias especies (en particular de eucaliptos y pinos) al negocio del mercado de carbono.
Los impactos sociales y ambientales de los monocultivos de árboles son muchos y muy serios sobre suelos, agua, flora y fauna, pero el impacto más grave es el de la ocupación de los territorios de pueblos indígenas, tradicionales o campesinos, que les priva de los medios de vida que hasta entonces obtenían en sus territorios ancestrales.
La ocupación territorial por parte de estas empresas tiene muchas similitudes con la de una invasión militar. Al igual que en las invasiones convencionales, no son los empresarios ni los gobernantes de los países responsables por la invasión quienes lo hacen personalmente. La invasión se inicia con la llegada de emisarios empresariales, que prometen paz, empleos, riqueza y desarrollo. Luego llegan funcionarios de gobierno anunciando que se ha firmado un acuerdo con la empresa, que beneficiará enormemente a la población local y llamando a colaborar con la misma.
Una vez cumplida esa etapa comienza la invasión propiamente dicha, en la que el primer paso consiste en la destrucción de la flora local mediante el uso de maquinaria y la aplicación de agrotóxicos. Finalmente, llega el ejército invasor, representado por interminables columnas de árboles plantados en fila que avanzan inexorablemente sobre el territorio local.
Dicha invasión puede encontrar (o no) resistencia en el momento inicial, pero ciertamente la genera con el correr del tiempo, una vez que las promesas demuestran ser mentiras y los impactos vuelven la resistencia casi inevitable.
Tanto en el caso de que la resistencia ocurra antes o después de la invasión, una vez que se empieza a manifestar, los invasores pasan a la etapa de la división de las comunidades y, en caso de que ello no resulte efectivo, a la represión, ya sea en forma directa a través de sus propios guardias o demandando el apoyo del aparato represivo del Estado (policía, tribunales, ejército), que acude prontamente en auxilio de su aliado.
En una gran cantidad de casos, el resultado final es la violación de una amplísima gama de derechos humanos, que en los casos más graves llegan al encarcelamiento, la tortura e incluso el asesinato.
En resumen, el establecimiento de estos grandes monocultivos de árboles constituye una guerra contra los pueblos y la naturaleza. El gran ejército verde invade, destruye y reprime a las poblaciones locales, cuyo único “delito” consiste en defender lo que es suyo ante el invasor.
Es por ello que en este 21 de setiembre queremos homenajear a los pueblos que luchan por la defensa de sus territorios y a hacer un llamamiento a redoblar esfuerzos para apoyarlos en la justa defensa de sus derechos.
Fuente: WRM
Movimiento Mundial por los Bosques