EL “PLAN ANDINIA”
Peter Hartmann
Este “plan” ha pasado a ser otro de los mitos patagonicos, los que ya deben sumar sobre el centenar. Total, inventar cuentos sobre lugares misteriosos que pocos conocen siempre rendirá sus frutos y habrá hartos despistados e ingenuos que se la crean. Aparte que aparentemente suele ser mas entretenida la fantasia que la realidad. Años atrás fueron famosos los mitos sobre dinosaurios y otros especimenes prehistóricos, que hasta lograron sus primeras planas en Argentina. Incluso en la política esto ha tenido sus aplicaciones; vale recordar, por ejemplo, las inauguraciones de la “Carretera Austral” en algún puente de concreto convenientemente publicitado, para que mas al norte la gente se viniese en el verano a pasear a Aisén pensando encontrarse con una autopista pavimentada. Por cierto en las últimas décadas se les han añadido los mitos marqueteros que difunden interesadamente los propulsores de algún megaproyecto.
A veces la mitología se mezcla y sirve según conveniencia, como hace unos días en un programa de radio que difunde los mitos benéficos de HidroAysén, para recurrir mañosamente a la amenaza del “Plan Andinia” y descalificar a sus opositores.
El “Plan Andinia” por lo que se cuenta, habría sido ideado por los israelíes o judíos ante su complicada existencia en Oriente Medio, para trasladar su nación a la poco habitada y tranquila Patagonia. Así se dice que los jóvenes israelíes que recorren este territorio cada verano serían una avanzada encargada de conocer e investigar de todo. Y las compras de grandes terrenos patagones por parte de millonarios extranjeros, entre ellos Tompkins, serían para ir constituyendo físicamente el nuevo estado.
Lo mas simpático del “plan” este y de la mitología asociada, es que al mismo tiempo que se supone los judíos se estarían adueñando de la Patagonia, también leemos en escritos argentinos que Hitler y otros jerarcas nazis estarían instalados en la zona de Bariloche y en una publicación de Punta Arenas, con foto del mismísimo “Führer” a bordo de un navío en viaje por los canales patagonicos, que éste estaría oculto en la Antártida. Es más, el escritor y líder nazi chileno Miguel Serrano, tenia en uno de sus libros instalado el “septimo hiperboreum”, una especie de nueva patria nazi, bajo el Volcán Melimoyu (últimamente circula un mito parecido bajo el Campo de Hielo). ¿ Es que los judíos y los nazis están en lo mismo o los judíos no hayan la hora de convivir con sus archienemigos ? ¿Es que este lugar maldito para Darwin repentinamente se ha vuelto paradisíaco por archienemigos ? ¿Es que los judíos de repente, como si nada, echarían por la borda miles de años de historia y religión, abandonando sus lugares sagrados ?
La cuentología llega a tanto que hasta había una página en internet donde “el judío Tompkins” (que no lo es) con la colaboración “del judío Hartmann” (¡yo!) aparecemos vinculados a este famoso plan comprándonos toda la Patagonia. En todo caso, si mi padre alemán, llega a saber el que ahora sería judio, le da ataque surtido.
La cuestión es que si uno se da el trabajo de averiguar un poco sobre los orígenes y fundamentos de todas estas historias dignas de “mentira patagona”, fácilmente se da cuenta de que son puro mito. Así resulta que los jóvenes israelíes que vemos, salen a recorrer el mundo con el sueldo y ganas de libertad que juntaron en dos años de servicio militar - de guerra – y no son muchos los lugares seguros donde pueden ir. Y los millonarios, con el olfato que les distingue, aprovecharon la racha de baratura con que se vendieron grandes extensiones patagónicas (que para nuestros países no tienen mucho valor y que por cierto “alguien” vende dentro de las “sagradas” reglas del mercado). Para algunos de ellos estas compras seguro constituye una buena inversión y para otros, como Tompkins, es para rescatar ecosistemas valiosos y convertirlos en parque o santuario de la naturaleza, como por lo demás lo ha demostrado tanto en Chile como en Argentina.