Política energética del imperio: la destrucción de los Ríos en Mesoamerica y la ofensiva contra los Pueblos Indígenas






Por Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH)

El Plan Puebla Panamá -rebautizado como Proyecto Mesoamerica– es una estrategia de despojo y desalojo a través de los más de 400 proyectos hidroeléctricos para la región.
En los últimos años se viene fraguando una ofensiva contra los pueblos indígenas del istmo centroamericano, siendo el Plan Puebla Panamá -rebautizado como el Proyecto Mesoamerica– una estrategia de despojo y desalojo a través de los más de 400 proyectos hidroeléctricos para la región.
Muchas de estas represas se encuentran localizadas en los territorios de los pueblos indígenas, y como es costumbre de los estados-nación, se ignora la opinión y decisión de nuestros pueblos en relación al uso de nuestros territorios ancestrales.
Desde Panamá hasta México se ha dado un premeditado repunte en la construcción de proyectos energéticos los que en su gran mayoría no han efectuado los procesos de consultas adecuadas, existiendo una oposición férrea de parte de las poblaciones afectadas.
El pasado 15 de abril se efectúo en Washington una reunión denominada "Alianza de las Américas para la energía y el clima" (ECPA por sus siglas en inglés) la cual fue anunciada previamente el 2009 por Barack Obama en el encuentro de la OEA en la isla de Trinidad.
La reunión en Washington tuvo trasfondos geopolíticos de enorme impacto para América Latina, la que padece en la actualidad de una crisis energética, al mismo tiempo que sufre las graves consecuencias del cambio climático.
La Sra. Clinton fue enfática en "la necesidad de buscar soluciones al problema energético que sean tanto sostenibles como rentables, utilizando recursos locales que permitan combatir el cambio climático". "Una de las metas propuestas es romper con la dependencia del petróleo que poseen las naciones más pobres del continente" (1).
La receta del imperio sirvió para reafirmar el plan de construcción de cientos de represas hidroeléctricas, manejadas por la iniciativa privada, sin tener en cuenta el impacto social que estas puedan causar. Además de olvidar los cambios en patrones de precipitación pluvial, que a corto plazo tendrán lugar en el istmo, indicando los pronósticos de un incremento de los periodos de sequía acompañados de cortos e intensos ciclos de lluvia.
En otras palabras, existirá una tendencia a una disminución del caudal de los ríos, teniendo como consecuencia ante el represamiento de los mismos, la muerte de muchos de ellos. En la mayoría de los insatisfactorios estudios de impacto ambiental, se omite la importancia del caudal ecológico requerido para la sobrevivencia de una enorme cantidad de especies animales.
Lo más contradictorio es como en la década de los años 90 y parte del 2000, se "vendieron" los corredores biológicos como una solución a la depredación sistemática que se ha dado en el istmo. El Corredor Biológico Mesoamericano sirvió de pretexto para evitar el reconocimiento jurídico de los derechos territoriales de los pueblos indígenas, eludiendo los estados-nación cumplir con convenios internacionales que muchos de ellos previamente habían firmado y ratificado.
El Banco Mundial -institución financiera con una reputación de apadrinar proyectos que antagonizan con la cosmovision de los pueblos indígenas- fue el organismo internacional que financió y promovió el famoso Corredor Biológico Mesoamericano. Menos de una década después apareció el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con el Plan Puebla Panamá, el que en esencia no es más que una iniciativa totalmente opuesta al Corredor Biológico Mesoamericano.
Los proyectos de desarrollo instigados por el BID y los tecnócratas de la administración del mejicano Vicente Fox, emprenden una utilización desmesurada de los recursos además de obra de infraestructura totalmente aniquiladores del medio ambiente.
Desde los pueblos Naso y Bugle en Panamá, pasando por los Teribes de Costa Rica, los Mayagna en Nicaragua, Ixiles en Guatemala, Lencas en Honduras y el Salvador, Tawahkas y Miskitos de Honduras; todos están a la defensiva ante la inundación de sus territorios los que serán cubiertos por los embalses instigados en el Proyecto Mesoamerica.
Por supuesto que existe el imperativo en materia energética, para poder mantener un constante crecimiento económico, como están estipulados en los manuales neoliberales en vigencia. Desafortunadamente el crecimiento económico no implica lograr mitigar la pobreza, sino aumentar la riqueza de al elite de poder, en uno de los lugares del planeta con mayor asimetría la repartición de los ingresos
Sin embargo existen alternativas para el uso del potencial hidroeléctrico, sin necesidad de recurrir a represas convencionales. En Brasil se viene utilizando los rios caudalosos donde se colocan en islas flotantes, sin necesidad de recurrir a cortinas y represas que conllevan a la eventual muerte de los rios. Además se pueden utilizar el prototipo de turbina Gorlov, a ras de agua, la que no ocasiona las distorsiones en los caudales ecológicos, y la consecuente muerte de especies acuáticas y anfibias.
Sin embargo impera el lenguaje del “desarrollo” en las políticas energéticas que diseña el imperio para América Latina, pero también la exclusión es parte de estas políticas. La mayoría de las represas no son iniciativas estatales, sino empresas privadas que reciben prestamos de organismos financieros, o de los Mecanismos de Desarrollo Limpio, conocidos como MLD, y que no son mas que los Fondos de Carbono de Naciones Unidas manejados por el Banco Mundial.
La EPAC viene a favorecer a la pequeña minoría que ha venido saqueando el continente. Como ejemplo tenemos la recién aprobación de 41 proyectos hidroeléctricos en Honduras, que le fueron adjudicados a grupos financieros locales y familias acaudaladas y con conexiones políticas. El agravante a este hecho es como la mayoría de las licencias ambientales para estas represas fueron otorgadas de forma expedita durante el régimen de facto de Roberto Micheletti para favorecer a su séquito de golpistas.
A los pueblos indígenas y comunidades locales en algunos casos los engañan con la promesa de suplirles de electricidad. Un caso ejemplar de esta demagogia es la Presa del Bayane en Panamá donde las comunidades Kunas tienen mas de 30 años esperando el fluido eléctrico, a pesar que viven en las proximidades del embalse.
Hace pocos días fue inaugurada con enorme fanfarria la presa en el territorio ixil de Guatemala, denominada Hidro Xacbal, perteneciente al Grupo Terra, propiedad de uno de los poderes fácticos de Honduras, Miguel Facusse, el que mantiene el país en zozobra al haberse apoderado del Valle del Aguan donde existe un enorme conflicto agrario, ante el acaparamiento de Tierra que Facusse a logrado durante las ultimas décadas, hasta el punto que ahora es dueño de más de 20.0000 hectáreas. Facusse y su presta nombre Freddy Nasser están diversificando sus negocios hacia la producción de biocombustibles y el sector hidroeléctrico, con inversiones desde Guatemala hasta Costa Rica.
El jueves 8 de septiembre, aparece en los diarios de Honduras, la noticia del reinicio de un masivo proyecto hidroeléctrico, que sera financiado por la Empresa China Sinohydro, la que pretende construir tres represas en el Rio Patuca, para la producción de mas de 500 megavatios de electricidad, represando el Patuca y sus afluentes. Ese megaproyecto tendrá resultados desastrosos para los humedales costeros, siendo el pueblo Tawahka y Miskito los que serán severamente afectados.
Es inconcebible como se pretende destruir la mayoría del los ríos de centroamerica, cuando existen alternativas viables para lograr obtener electricidad de los mismos sin recurrir a construir cortinas obsoletas sin tener en cuenta la catástrofe social que afectara a los mas pobres del istmo para el beneficio de la prepotente y feudal minoría que controlan las economías locales.

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Organización Fraternal negra Hondureña, OFRANEH
www.ofraneh.org/
(1) http://www.state.gov/secretary/rm/2010/04/140286.htm

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