"Ojalá seamos civilizados ante el desastre climático"





Por Stephen Leahy
TORONTO, jun (Tierramérica ) - "Espero que cuando se desate el primer gran desastre climático nos unamos como si estuvieran invadiendo nuestro país", afirmó el científico británico James Lovelock en esta entrevista exclusiva con Tierramérica.
A medida que se calienta el clima y aumenta la concentración de carbono en la atmósfera, el futuro se vuelve mucho más nefasto que las peores proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), opina Lovelock. 

Químico, médico y biofísico, Lovelock es el padre de la teoría Gaia, que describe al planeta como un organismo vivo, un complejo sistema en el que todos los componentes de la biosfera y la atmósfera interactúan para regular y sostener la vida. 

A menudo controvertido, Lovelock tiene amplias credenciales científicas. Como inventor, es titular de unas 50 patentes, entre ellas los primeros aparatos para detectar clorofluorocarbonos, gases agotadores de la capa de ozono, y restos de plaguicidas en el ambiente. 

También es autor de varios libros. El último de ellos, "The Vanishing Face of Gaia - A Final Warning" (El desaparecido rostro de Gaia - Una última advertencia), fue publicado en abril. Tierramérica dialogó con Lovelock en Toronto. 

TIERRAMÉRICA: ¿Por qué critica al IPCC? 

JAMES LOVELOCK: No es que no tenga excelentes científicos. Pero sus modelos computacionales no dan cuenta de la respuesta de la biosfera al aumento de la temperatura por el calentamiento global, ni incluyen la respuesta de los bosques o de los océanos a la mayor concentración de dióxido de carbono. Todavía no pueden modelar la autorregulación de la Tierra. Por eso sus proyecciones no dan en la tecla. 

Las observaciones detectan que el aumento del nivel del mar ha sido mucho mayor y que el derretimiento del Ártico está ocurriendo a más velocidad de lo que la mayoría cree. 

TA: ¿La Tierra ya pasó un punto de inflexión climática? 

JL: Sí. Está pasando a un estado más cálido en respuesta a los cambios que hemos provocado al transformar buena parte de la superficie del planeta y agregar dióxido de carbono a la atmósfera. 

No olvidemos que la Tierra estuvo alguna vez casi enteramente cubierta de bosques, que eran una parte importante del sistema regulador de la vida planetaria. 

Siguiendo la teoría de Gaia, en algún momento se producirá un cambio repentino hacia un nuevo clima que puede ser, en promedio, cinco o seis grados más cálido que el actual. No tengo idea de cuándo pueda ocurrir ese cambio, pero estimo que podríamos tener unos 20 años para prepararnos. 

TA: ¿Cómo será este nuevo clima? 

JL: Las zonas tropicales y subtropicales serán demasiado calientes y secas para cultivar alimentos o mantener la vida humana. La gente se verá obligada a emigrar hacia los polos, a lugares como Canadá. Para fines del siglo habrá menos de 1.000 millones de personas. Ojalá no dejemos de ser civilizados, y aquellos que vivan en el Norte acojan a una cantidad inimaginable de refugiados climáticos. 

TA: Usted describe un futuro nefasto. ¿No hay esperanzas? 

JL: Los seres humanos necesitamos adaptarnos para sobrevivir en este nuevo planeta más caliente. Sobrevivimos a la última era interglacial, cuando el hielo cubría buena parte de América del Norte y Europa y los niveles del mar eran 120 metros más elevados que ahora. El primer paso es dejar de creer ciegamente que todo lo que tenemos que hacer es reducir nuestra huella de carbono, y comenzar los preparativos para adaptarnos a lo que vendrá. 

TA: ¿Usted está diciendo que no deberíamos intentar reducir las emisiones de carbono? 

JL: No estoy diciendo que no podamos hacer nada. Digo que muchas de las alternativas verdes, como la energía eólica, no tienen más que valor simbólico. Después de Estados Unidos, Alemania es líder mundial en energía eólica, y sus emisiones de carbono no han dejado de aumentar. 

Es muy difícil reducir drásticamente las emisiones de carbono. El problema es que la huella total de carbono de casi 7.000 millones de personas es mucho más de lo que el planeta puede soportar en las condiciones actuales. 

Lo que deberíamos hacer es proteger todos los bosques que quedan, retornar buena parte de las tierras cultivables a su estado natural, utilizar los océanos para capturar carbono y obtener nuestros alimentos a partir de alguna forma de biosíntesis. 

TA: La energía nuclear, ¿es una mejor alternativa a la eólica o a la solar? 

JL: La nuclear es la única fuente de energía práctica y baja en carbono. Que los ecologistas la rechacen es una tontería. La energía nuclear es más segura que otras, y las preocupaciones por sus residuos son infundadas. Los desechos que produce por año un gran reactor nuclear cabrían dentro de un automóvil.. 

En Francia, los residuos radiactivos de 25 a 30 años están guardados en un área bien protegida del tamaño de una pequeña sala de conciertos. El dióxido de carbono es mucho más peligroso. 

TA: ¿Qué opina de la geoingeniería, que manipula el clima para contrarrestar los efectos del recalentamiento planetario? 

JL: Vale la pena examinar ideas como la inyección de aerosoles de sulfuro en la estratosfera para reflejar parte del calor del sol hacia el espacio, a fin de enfriar el planeta. Si funcionaran nos permitirían ganar tiempo, pero no solucionarán el problema. 

TA: ¿Cómo terminamos en una situación en la que todas las especies están en peligro? 

JL: Es como la calma previa a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en Gran Bretaña, que viví cuando era joven. Nadie hizo nada hasta que las bombas empezaron a caer. Para la mayoría, el cambio climático es algo teórico. Espero que cuando se desate el primer gran desastre, nos unamos como si estuvieran invadiendo nuestro país. 

* Este artículo fue publicado originalmente el 30 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

--------------------------------------------------------------

"La Tierra tiene fiebre"


El cambio climático golpea especialmente a los pueblos indígenas de A. Latina, que reclaman mayor protagonismo.
"La vulnerabilidad de los pueblos indígenas al cambio climático no es un tema que haya sido bien comprendido desde el inicio y no había sido tenido debidamente en cuenta en informes".
Gonzalo Oviedo es consejero sobre políticas sociales de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, IUCN por sus siglas en inglés, y coautor de un informe de la organización sobre el impacto del cambio climático en los pueblos indígenas.
De acuerdo con el experto, algunas de las áreas que más riesgo corren con el calentamiento global en América Latina son al mismo tiempo áreas de gran vulnerabilidad humana, porque en ellas habitan comunidades indígenas muchas veces empujadas a zonas marginales en condiciones de pobreza, con muy poca atención del sector público.
Estas comunidades no sólo son víctimas del cambio climático, también exigen un mayor protagonismo a la hora de diseñar estrategias de adaptación. El 80% de los bosques del mundo están en zonas habitadas por pueblos indígenas, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y cualquier mecanismo de respuesta al cambio climático va a afectarlos directamente.
De los Andes a Centroamérica
En el caso de Sudamérica, "se ha comprobado que las montañas son muy sensibles a los cambios climáticos. La disminución de las lluvias conduce a una disminución de los glaciares y, por ejemplo, en Perú, en las montañas altas se ha evidenciado una disminución significativa de la cantidad de hielo que se derrite convirtiéndose en agua y dando origen a los ríos", señala Oviedo.
Lo mismo, según el autor del informe de la IUCN, se ha visto en "el caso de Bolivia en la zona del altiplano donde está el río Lauca, lo que está produciendo una situación de sequía en áreas donde viven pueblos indígenas".
Se observa algo similar en Ecuador, donde la nieve del volcán Cotopaxi alimenta al derretirse las fuentes de agua que salen a los valles, dando origen a ríos con caudales que ahora son "cada vez menores".
En la zona seca del sur de los Andes (Bolivia, Perú y norte de Chile) "hay comunidades que están sufriendo seriamente por la sequía, como los Urus, donde hasta hoy no se ha hecho nada", señala Oviedo.
En Centroamérica, el problema es otro: la exposición a fenómenos climáticos extremos, como huracanes, que se originan en el Caribe.
"Particularmente es la costa atlántica de Centroamérica la que está afectada, y ahí es donde vive, por ejemplo, el pueblo misquito. Y en la zona montañosa muy afectada por estos eventos climáticos también viven pueblos indígenas, que en muchos casos trabajan tierras ecológicamente frágiles, en parcelas pequeñas, de escasa fertilidad".
Cambios dramáticos
Los pueblos indígenas han utilizado tradicionalmente métodos de adaptación a variaciones climáticas.
En América Latina se han investigado muy poco las respuestas tradicionales de adaptación a la variabilidad climática, de acuerdo con Oviedo.
"Las comunidades indígenas de los Andes han practicado por siglos un sistema de utilización selectiva de pisos ecológicos, moviéndose hacia arriba o abajo en la montaña, cultivando por ejemplo, variedades de papa más resistente al clima seco y frío en la parte más alta y usando otros cultivos en las partes bajas".
De acuerdo con Oviedo se trata de una excelente adaptación a la variabilidad climática, pero no sería suficiente si toda la montaña se ve afectada por una reducción severa en la cantidad de agua. En muchos casos, además, las comunidades han perdido los derechos de acceso a tierras en todo ese rango.
También se han construido tradicionalmente pequeñas represas para cosecha de agua, pero los mecanismos locales no serían suficientes para enfrentar los cambios de gran magnitud que se predicen con el calentamiento global.
"El problema ahora es que con el cambio climático los cambios a nivel de la disponibilidad de agua son tan dramáticos que ya esos sistemas por sí solos no funcionan".
Tradiciones y técnicas modernas
La respuesta puede estar en combinar las prácticas tradicionales con otras técnicas de eficacia probada, y un ejemplo de que esto es posible es el llamado quesungual, un método de agroforestación desarrollado en Honduras.
El sistema incorpora prácticas tradicionales de las comunidades indígenas lencas, como el cultivo entre árboles que sujetan la tierra, evitando deslizamientos, y elementos más modernos desarrollados en conjunto con técnicos de la FAO, como la no quema de vegetación y la diversificación de cultivos.
Podrían también adaptarse a América Latina técnicas sofisticadas de cosecha de agua, como la llamada "aflaj", utilizada en tierras áridas del Medio Oriente, por ejemplo . Los sistemas altamente desarrollados de colecta de agua en tiempos incásicos se han perdido, señala Oviedo, y el sistema actual de usar represas de pared de tierra a cielo abierto es doblemente problemático: se pierde agua por filtración y por evaporación.
En la técnica "aflaj", que significa compartir, el agua que cae en la cima de las montañas corre a través de túneles de roca y se almacena en reservorios subterráneos, de donde se comparte de acuerdo a reglas estrictas, explica Oviedo.
"Maíz homogeneizado"
¿Qué mensaje desean llevar los pueblos indígenas a la conferencia sobre cambio climático que tendrá lugar en diciembre en Copenhague?
El impacto del calentamiento global en los pueblos indígenas fue el tema central de una cumbre este año en Alaska, a la que asistieron representantes latinoamericanos.
"Los pueblos indígenas no fuimos a Alaska a culpar a nadie, sino para curar la Tierra. Ella tiene fiebre porque le hemos saqueado su sangre, el petróleo, y la hemos puesto en el aire como gases de efecto invernadero. Pero esta fiebre la podemos curar", asegura Felipe Íñigez, coordinador del Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe, MAELA.
Íñigez, de la comunidad wirrárika (huichol) o "caminante" del estado de Jalisco en México, señala que los pueblos indígenas en su país están sufriendo especialmente con los cultivos transgénicos y la renta de tierras a grandes empresas para monocultivos de agricultura química, como los biocombustibles.
"Tenemos una gran pérdida de biodiversidad, más de la mitad de las importaciones de alimentos vienen de EE.UU. Nuestro pueblo durante miles de años ha vivido de la milpa, una asociación de cultivos con al menos cinco diferentes colores de maíz que representan los puntos de la Tierra, el alimento que Dios nos ha dado".
La dependencia de un maíz homogeneizado, en lugar de semillas seleccionadas por los propios agricultores, hace a los agricultores más vulnerables, y es por ello que el tema debe ser planteado en foros internacionales, señala Iñigez. "Los pueblos originales no somos un problema, somos gran parte del camino que ha solucionado problemas durante miles de años con gran acopio de sabiduría".
"Árbol sagrado"
Un tema que los pueblos indígenas deben llevar a foros internacionales es el riesgo de los megaproyectos de desarrollo e integración regional, advirtió a BBC Mundo Egberto Tabo, representante de la COICA, Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, con sede en Ecuador.
La cuenca amazónica, donde viven más de 400 pueblos con diferentes costumbres y conocimientos, está amenazada, según Tabo, por proyectos como la carretera Manta Manaos, una vía carretera que, asegura, ha causado deforestación en la Amazonía.
Los pueblos amazónicos también pueden aportar su espiritualidad y a través de ella una forma más profunda de sentir y reaccionar ante lo que está sucediendo en la Naturaleza.
"Cada ser viviente representa algo para nosotros, tiene algo que contribuir. Un árbol es un ser que nos guía, un ser muy sagrado, así como para la gente blanca la Iglesia es un lugar sagrado".
"Obligación moral"
Los países "deben recolectar información sobre formas de adaptación tradicionales que podrían usarse con el apoyo de nuevas técnicas", dijo a BBC Mundo Gonzalo Oviedo.
"En nuestros países donde sabemos que hay comunidades vulnerables, indígenas o no, se debe hacer un análisis de la vulnerabilidad de estas comunidades, que viven en condiciones de pobreza también en términos de la salud. Y la gente desnutrida no está en buenas condiciones para afrontar una situación de desastre".
Para el experto es esencial trabajar con las comunidades para reducir su vulnerabilidad, ya que los impactos del cambio climático "van a ser crecientes y lo peor está por venir, hay que prepararse".
De acuerdo con Oviedo, "todos los países tienen la obligación moral de desarrollar planes nacionales de adaptación al cambio climático y es urgente que todos lo hagan".
Y en el diseño de esos planes o acuerdos internacionales sobre cambio climático, todo indica que los pueblos indígenas, como víctimas o aportadores de soluciones, no deben ser ignorados.

Entradas populares de este blog

Científicos declaran oficialmente el fluoruro (flúor) como una neurotoxina

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año