Argentina: Cuidar el mundo con el arte como bandera


El campo tucumano, las charlas con sus abuelos y una feria de ciencias fueron el despertar para apreciar la naturaleza y sentirse parte de ella. Guadalupe Carrizo, artista visual, vincula su oficio de pintora y escultora con la acción colectiva de las organizaciones socioambientales. Su muestra, titulada "Vas a ver a la salida", se puede visitar en el centro porteño.

Por María Daniela Yaccar

Tenía siete años cuando en la primera feria de ciencia de la que participó le dieron un souvenir que la invitaba a cuidar el mundo. Aún conserva el objeto —“un mundito”— y también conserva la premisa de proteger la tierra, enlazada al recuerdo nítido de las charlas con su abuelo en el campo. Guadalupe Carrizo, tucumana, 38 años, es activista y artista visual, con formación en escultura, pintura, cerámica y textiles, dos facetas que se alimentan entre sí, que no podrían separarse.
Banderas en tu corazón

“La rabia me preserva”, dice la bandera más larga, roja, con letras negras, que atraviesa el salón. En distintos colores y dimensiones las leyendas se acumulan, como si fuera una marcha, pero es una muestra, que se llama Vas a ver a la salida y ocupa un local de una galería porteña. “Acá todo puede suceder”, “Lo que no se puede compartir tiene que destruirse”, dicen otras con el mismo tono poético y político, llevado al extremo en tres que integran la misma serie —letras blancas sobre fondo azul—: “No toda piedra es mineral”, “No todo temblor es terremoto”, “No toda palabra es poesía”. Algunas son más concretas, explícitas: “No son espacios verdes, es especulación inmobiliaria” o “La minería no tiene licencia social”.
La de la minería fue la primera. Un día de 2021 Guadalupe participaba de un Zoom de un instituto de investigación de la Facultad de Artes de la universidad de la provincia, y esa bandera se veía de fondo, colgada en su casa. En un acto de censura la sacaron de la charla. “Fue gravísimo, pero ahí me cayó la ficha de que (las banderas) no eran tan pasivas como pensaba. Dije ‘no, mirá, sí, molestan’. ¿Sabés qué? ¡Voy a hacer 200!”, recuerda, con las risas que el paso del tiempo habilita sobre una situación frustrante. Fue haciéndolas casi “compulsivamente”. En total, está cerca de las 60. En esta muestra hay 28.

Foto: Guadalupe Carrizo - Ilustraciones con pigmentos vegetales

Las frases que aparecen en las banderas no son las que se le ocurren a una artista en soledad. Guadalupe es integrante de Pro Eco, grupo ecologista de Tucumán al que llegó por sugerencia de una artista y profesora universitaria que es su referenta, Myrian Genisans. En la provincia las organizaciones socioambientales coexisten en la Red de Acción por el Buen Vivir.
“Todas estas son voces que voy escuchando de los compañeros, atenta, así, a lo que se dice. Hago arte para conversar con las personas, porque me gusta, me desplazo mucho, y es la excusa para empezar a charlar y ver adónde estamos, porque creo que es charlando que la gente se entiende”, expresa la artista, en diálogo con Tierra Viva. “Da igual el objeto, la idea es más esa convivencia y completarlo entre todos. Suelo hablar mucho en plural porque no concibo hacer nada sola. Todo es muy en red, en grupo.”
Algunas bordadas, otras con letras de tela, las banderas replican la estética de la tipografía de imprenta. Las bordadas esconden un secreto. Guadalupe se acerca a una que dice “La vuelta atrás es imposible” y explica que, de ser necesario, podría cambiarse y decir que es “posible”. Estas creaciones podrían recoger, entonces, las necesidades dinámicas de enunciación de la lucha colectiva. “Está suelto el punto. Entonces si yo lo tiro se desarma el bordado —muestra—. Me interesa porque esto no es una consigna fija que enuncié. La técnica tiene una cosa simbólica: está ahí firme, pero se puede desarmar.”

Foto: Guadalupe Carrizo - Tapiz de plástico reutilizado

Vive en Tucumán, trabaja en Catamarca y San Pablo, estudia en Mendoza. Está haciendo una maestría en la UNCuyo y su tesis es “que existe un tipo de práctica específica” desarrollada por los y las artistas que son asambleístas. “Hay una lógica que veo en compañeras artistas, de implementación, de ejercicio de la metodología, que viene de la práctica asamblearia. Cosas que se dan en la circulación de la palabra, el material, el compartir, el hacer, el decidir, el poner el cuerpo y ordenar el espacio”, explica.
La casa de los abuelos
Aunque la fotógrafa y licenciada en Artes Plásticas (Universidad Nacional de Tucumán) nació en una ciudad (San Miguel), en su infancia compartía mucho tiempo con sus abuelos, que vivían en la zona rural de Los Gutiérrez, departamento de Cruz Alta.
—¿Cuán importante es la influencia del vínculo con tus abuelos en tu vida y tu obra?
—Para mí es como muy marcada, junto a la influencia de la escuela, porque teníamos ecología en una reserva. Íbamos todos los fines de semana a la casa de mis abuelos, y mi abuela me marca más en otra línea de investigación vinculada a la identidad, la memoria y la historia. Mi abuelo era un hombre muy de campo que cazaba y pescaba, pero marcaba con claridad “se caza y se pesca porque hay que comer”, punto. Y se cuida. Y me nombraba las especies en extinción, las que él veía cuando era chiquito y ya no veía más. Hablaba de cambio climático. No se nombraba así en esa época, pero sí la contaminación, la capa de ozono, esos daños. Era un hombre súper sensible, muy conectado, que prestaba atención al entorno. Ellos tenían criadero de pollitos y de cerdos en el campo que plantaba mi abuelo cuando era joven. Después ya empezaron a arrendar a otras personas para que plantaran caña de azúcar. Semanalmente yo tenía un contacto con la naturaleza desde una parte práctica, no romántica, que está bien también, con ideas como “cuidar el agua porque se nos corta y no tenemos para lavar los platos”. Tengo la imagen de mi abuelo con la mochila fumigando. No era monocultivo ni plantas transgénicas, pero sí fumigaban pues la plaga tenían que sacarla. Murió de cáncer en el 2000. Con los años, con mi mamá, nos dimos cuenta de que un poco pueden haber influido en el cáncer del abuelo las fumigaciones.

Foto: Guadalupe Carrizo - Tejido de sorgo de alepo

La pequeña Guadalupe, hija de contadores, ya dibujaba. Le gustaban mucho los colores. Aunque de manera consciente el enlace entre lucha socioambiental y arte llegó bastante después —en efecto, sugiere que le costó encontrar ese camino—. Uno de sus primeros dibujos mostraba al abuelo en el campo, sobre un tractor, “y la nube como de hollín, en las nubes, de los ingenios que tiran cenizas”.
Malezas que no son tal cosa
“Salí del closet: entré en el mundo del arte y de la ecología juntos”, pensó en 2019 cuando participó de un salón de artes organizado por el centro de reciclado de Tafí Viejo y recibió el primer premio. Presentó un tapiz tejido con plástico de sachets de lácteos y alimentos para perros. La trama armaba un QR que, al ser escaneado, trasladaba a información sobre un proyecto pedagógico ambiental de artistas y docentes peruanos y argentinos.

Foto: Patricia Morante

En 2021 profundizó la búsqueda. Participó de una intervención en el monte tucumano con el objetivo de hacer un tejido que redujera la población de sorgo de alepo —“una planta invasora, entre comillas”— para permitir el avance de plantas nativas. Mientras trabajaba en el reordenamiento del monte comenzó a leer sobre el sorgo de alepo. “No se sabe bien si es de origen africano o asiático, pero se sabe que llega a América en el proceso de esclavitud. Es una semilla que se adapta a todos los territorios, desde diez grados bajo cero hasta 35, y es la primera planta informada como resistente al glifosato. Aún hoy está en el top ten de las plantas más resistentes a herbicidas. Entonces yo dije ‘esta señora está representando todas las luchas que resisten’.”
Así nació su serie Hortalizas. De las hierbas resistentes a herbicidas —sorgo de alepo, rama negra, yuyo colorado, nabo, avena negra, pasto amargo— extrae pigmentos naturales para tintas, crayones y acuarelas; y hace ilustraciones de esas plantas con sus colores.
“El Senasa dice que son las malezas más dañinas en Argentina porque reducen la productividad del monocultivo de soja. De base hay que decir que no son malezas porque no le hacen mal a nada, están equilibrando, tienen muchas utilidades porque sirven para medicina, alimentación, construcción y ahora hasta para las artes: dan color para obtener las cosas”, se entusiasma, y habla de otros proyectos, como su emprendimiento de vajilla en cerámica con ilustraciones de flora y fauna nativa.

Foto: Patricia Morante

—¿Cuáles son los desafíos de hacer arte en la intersección con la lucha socioambiental?
—Es muy lindo usar la poética, la poesía, la metáfora para decir indirectamente. Para mí el desafío es conseguir entender cuál es la lógica que opera para que esto (la muestra) pueda estar sin transformarse en una cosa de contemplación pasiva. Que alguien no diga “qué lindo el bordado” y se vaya, porque no importa el bordado sino lo que dice.
Elogio de la rabia
“La rabia me preserva”. Es una frase que la representa ahora. “Lo contrario a la rabia es la sumisión. Y en la sumisión te avanzan y te avanzan. Cuando te enojás ponés un límite. Cuando asume este nefasto hombre (por el Presidente), sentí mucha rabia, mucho miedo. Estaba muy enojada”, revela Guadalupe. Canalizó la rabia tejiendo cuchillos y dibujándolos sobre tickets, para graficar la “laceración” que pueden sufrir quienes no pueden comprar alimentos. Algunos de los cuchillos tejidos están expuestos en la Casa del Bicentenario.
“Están matando gente, el entorno, el agua, generaciones futuras de todas las especies. Espero que un día sean responsables, que paguen las culpas. Como dice nuestro compañero Marcos Pastrana, un cacique del Valle Calchaquí, ‘capaz que no ganamos, pero no vamos a perder’.” El título de la muestra, Vas a ver a la salida, comunica una “amenaza para quienes están destruyéndolo todo”.

Foto: Guadalupe Carrizo - Listado de organizaciones que cuidan el agua y los territorios

*"Vas a ver a la salida" se puede visitar hasta septiembre en Maipú 971 de la Ciudad de Buenos Aires.

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/cuidar-el-mundo-con-el-arte-como-bandera/ - Imagen de portada: Foto: Guadalupe Carrizo

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