¿Estamos exterminando el arte de caminar?
Mar Abad - Yorokobu « Quiero decir unas palabras en favor de la Naturaleza, de la libertad total y el estado salvaje, en contraposición a una libertad y una cultura simplemente civiles. Considerar al hombre como habitante o parte constitutiva de la Naturaleza, más que como miembro de la sociedad. Desearía hacer una declaración radical, si se me permite el énfasis, porque ya hay suficientes campeones de la civilización: el clérigo, el consejo escolar y cada uno de vosotros os encargaréis de defenderla». Empezaba así Henry David Thoreau (1817-1862) un ensayo sobre Caminar. Decía el filósofo en este texto, publicado en 1862, que apenas había encontrado en su vida a una o dos personas que entendiesen el arte de caminar. Esto significaba «andar a pie» o, dicho de otro modo, «deambular: término de hermosa etimología que proviene de ‘persona ociosa que vagaba en la Edad Media por el campo y pedía limosna so pretexto de encaminarse a la Tierra Santa». Para el estadounidense