Hacia el decrecimiento y las auditorías ciudadanas
Sergi Cutillas, David Llistar y Gemma Tarafa
Poco a poco el movimiento anti-deuda ha ido tomando conciencia de la importancia de las auditorías ciudadanas, auditorías donde una parte de la ciudadanía es quien decida qué deudas son legítimas.
Historia antigua de las campañas por la justicia de la Deuda
La Deuda, hablando en términos económicos, es una relación entre personas, en la que unas deben responder a unas obligaciones monetarias con otras. En ocasiones estas obligaciones se originan de forma injusta, gracias a la violencia y el poder, y son deudas ilegítimas que no deberían pagarse. Las clases más poderosas utilizan la deuda para mantener el orden social jerárquico en el que vivimos, y lo hacen dando al pago de las deudas un valor prioritario dentro de las costumbres sociales y las leyes. Esto ha provocado que desde hace milenios haya habido movimientos contestatarios para revertir este uso injusto de la deuda. Las campañas contra la opresión de la Deuda tienen un origen muy antiguo. Algunos se remontan a la edad de Bronce, en Mesopotamia1. Por ejemplo, se han identificado recientemente una treintena de anulaciones generales de deuda en Mesopotamia entre 2.400 y 1.400 a.C. Éstas se llevaban a cabo por la imposibilidad en la que se encontraban periódicamente los campesinos de devolver las deudas, que podían llevarles a la esclavitud, así como a miembros de su familias. A fin de garantizar la paz social, en particular evitando un deterioro de las condiciones de vida de los campesinos, las clases poderosas anulaban periódicamente las deudas y restauraban los derechos de los campesinos. La misma práctica fue transmitida a la ley israelita, reflejada en la tradición Bíblica que pretendía evitar la desigualdad económica y que el pueblo israelita volviera a caer en la esclavitud a la que ya había sido sometida en el pasado:
“la Tierra no debe ser vendida para siempre, ya que la Tierra me pertenece y vosotros sólo sois extranjeros y huéspedes. Debéis permitir el derecho a la condonación de la propiedad de las Tierras,” y devolvérselas a sus cultivadores cada cincuenta años (Levítico, 25:23-28).
En la antigüedad en Grecia y Roma otros casos de anulaciones fueron resultado de luchas sociales exacerbadas por crisis y aumentos de las desigualdades. Estas cancelaciones de deudas también estuvieron presentes en la historia medieval, no tan lejana en el tiempo si tomamos una perspectiva histórica de las sociedades civilizadas.
La Deuda: motor del crecimiento económico y del estado moderno
La historia de cancelaciones de deuda cambió de tendencia hacia el s. XV con el descubrimiento de América. La entrada en Europa de metales preciosos permitió a las economías volver al patrón oro, sistema que permite un mayor control monetario de los estados, con el consiguiente resurgimiento de las guerras, las conquistas y los imperios2. Esto sucedió cuando en China la dinastía Ming estableció un sistema de mercado, basado en monedas de oro y plata, propiciando el comercio entre Europa y China, y animando a los estados europeos a saquear el oro y la plata de América para abastecer la economía china a cambio de sedas, especias y otros bienes preciados. Este matrimonio entre China y Europa fue uno de los hechos más importantes en el nacimiento de la economía global, y, como no podía ser de otra manera, los que manejaban el dinero y las finanzas, particularmente los banqueros-mercaderes italianos, holandeses y alemanes, devinieron fantásticamente ricos. Así, los sistemas financieros y las prácticas comerciales fueron ganando complejidad con los imperios europeos y chino, desarrollando en paralelo y a la carrera sus economías, sus burocracias y su poder militar. En la base de este crecimiento frenético estaba la necesidad de devaluar su moneda, a través de la inflación, para incentivar el comercio y la producción. Las deudas, impuestos e inflación debían forzar a la gente a trabajar, ya que el salto de gigante que se daba en estas economías necesitaba toda la mano de obra disponible. La deuda realizaba pues una doble función, establecer un orden jerárquico y de dominio político, y a la vez forzar a la población a trabajar para pagar sus deudas e impuestos, alimentando con este trabajo el crecimiento del poder financiero de los imperios. En este contexto las nuevas élites financieras europeas presionaran para modificar valores culturales a favor de su nuevo modelo de enriquecimiento, aprovechando la aparición de filosofías materialistas para ensalzar el enriquecimiento material en el imaginario de la población. Fue así como prácticas como la abolición de la deuda se convirtieron en un tabú, equiparando no pagar con la humillación y la pérdida de derechos en la sociedad.
La función de la Deuda en el mundo de postguerra
Dando un salto hacia delante en el tiempo constatamos que, por si estos vestigios culturales fueran poco, con el argumento de fomentar el desarrollo global, en 1944, las élites financieras establecieron con los acuerdos de Bretton Woods la creación de instituciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial y el establecimiento del patrón oro, con el objetivo de establecer mecanismos de dominio financiero global. El periodo neoliberal iniciado en los 1970s, caracterizado por la desregulación laboral, la apertura de los sistemas financieros y el uso del dólar como moneda mundial con la interrupción del patrón oro, nos ha llevado a una nueva fase del capitalismo, la financiarización3, en la que la esfera financiera ha pasado a ser más condicionante que la productiva. En este nuevo régimen se han acentuado la creación de deudas y otras relaciones de subordinación financiera complejas como herramientas imperialistas, asegurando que éstas se paguen y aplicando medidas de presión y violencia si las partes endeudadas, o dependientes financieramente, no se someten a las condiciones de dominio económico y político impuestas por los acreedores, extendiendo así el modelo de violencia estatal que favorece siempre a los más ricos y poderosos, y crea desigualdades y pobreza.
De esta manera las deudas han sido creadas y mantenidas desde hace siglos, gracias a la violencia y las matemáticas, como motor de un modelo de crecimiento que centrifuga, explota y esclaviza a la población. El motor da señales de haberse estropeado ya, dado que las deudas crecen más que la riqueza. La primera explicación de la crisis sería que la economía financiera creó tanto dinero, luego tanta deuda y en fórmulas tan complejas (p.e. shadow banking4), que la economía productiva no fue capaz de pagarla ni de anticiparse al estallido de la crisis financiera. Se trataría de la enésima crisis del sistema capitalista, ahora con epicentro en EEUU y Europa.
No obstante, desde el movimiento que hoy se aglutina alrededor del Decrecimiento, se apunta que en el estallido de esta nueva crisis debe considerarse un segundo desacoplamiento. La economía capitalista se desajusta de la “economía real-real” (los flujos de energía y materia), la oikonomía, en distintos planos (los cuidados, las externalidades ambientales y sociales de distinta índole). En este caso lo ha hecho por el aumento de los precios de insumos metabólicos clave como el petróleo debido a un paulatino acercamiento a sus picos de extracción, que provoca su encarecimiento. La llamada economía productiva capitalista tampoco sería una referencia adecuada dado que no tendría en cuenta los límites biofísicos del planeta ni la pronta degradación de los sumideros y otros bienes globales. Es ahí donde un nuevo modelo ecológico-económico sostenible como el del Decrecimiento se hace indispensable. He aquí el nexo deuda-decrecimiento, y el aporte que el decrecimiento podría ofrecer al movimiento por la auditoría ciudadana de la deuda.
El movimiento de Auditoría Ciudadana de la Deuda en la actualidad
Los actuales movimientos de auditoría de la deuda tienen sus orígenes modernos en los movimientos ciudadanos de todo el mundo concretados en coaliciones internacionales como Jubileo 2000, Drop the Debt y Jubileo Sur, que nacieron a principios de los 90s para reclamar la cancelación de gran parte la deuda de los países más pobres del Globo, que se encuentran sujetos a deudas injustas, fruto de la violencia de los mismos estados ricos que se las reclaman.
Esas coaliciones, campañas que en un principio trabajaron para y por la abolición de la deuda en el Sur con el paso de los años han ido transformándose y adquiriendo un carácter más global y multidimensional, ya que debido a la crisis económica-ecológica, detonada en los países más ricos en 2007, las desigualdades, las deudas opresivas e impagables, y los límites ecológicos del planeta se están evidenciando de manera ostentosa, por lo que las ciudadanas de estos países van adquiriendo consciencia del problema a gran velocidad. Las auditorías de la deuda son fruto de esta creciente consciencia del problema, identificando las deudas ilegítimas como el resultado de un orden basado en el abuso de poder, que a la vez mantiene este orden injusto en funcionamiento. Noruega y Ecuador son dos y emblemáticos precedentes a tener en cuenta. En el año 2006, el Gobierno noruego ya canceló la deuda de siete países teniendo en cuenta su corresponsabilidad como acreedor. En agosto de 2011 anunció que iba a llevar a cabo una auditoría de la deuda que los países en desarrollo han contraído con Noruega hasta esa fecha. Asimismo, también se comprometió a seguir trabajando para establecer directrices vinculantes para los préstamos responsables; aquéllos que se concederán de ahora en adelante. En el año 2007 la Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público (CAIC)5 realizó una auditoría de la deuda que Ecuador tenía con sus acreedores declarándola ilegítima6.
Estas no son excepciones, son ejemplos de auditorías mixtas, llevadas a cabo por una parte de la sociedad civil y por el Gobierno. Hay otras experiencias surgidas sólo desde los movimientos sociales en países como Brasil o Filipinas. En Bélgica, Portugal, Irlanda, entre otros lugares, los movimientos sociales también han iniciado procesos para realizar auditorías ciudadanas o reclamar auditorías públicas de la deuda. Estos grupos forman parte de una nueva red internacional de auditorías ciudadanas llamada ICAN7. En todos los casos existe un reclamo común: la exigencia de saber cómo se han generado las deudas, quiénes son los responsables y cuáles sus impactos, para así reclamar responsabilidades y construir modelos alternativos al del endeudamiento. La auditoría ciudadana suele englobar entre otras las siguientes fases; acceso a la información, análisis de datos, acciones de incidencia, tejer redes, difusión, educación popular y exigir responsabilidades. En el Estado español también tenemos en marcha un proceso de auditoría ciudadana, dinamizado por la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD)8.
Poco a poco el movimiento anti-deuda ha ido tomando conciencia de la importancia de las auditorías ciudadanas, auditorías donde una parte de la ciudadanía es quien decida qué deudas son legítimas, quienes han sido los responsables de esas deudas y qué deudas deben ser abolidas para iniciar una nuevo orden, más justo y sostenible en el que no existan estos abusos entre seres humanos ni con el medio en el que vivimos.
Fuente: Rebelión (www.rebelion.org)
Notas:
1 Información extraída del texto “La amplia tradición de anulación de deudas en Mesopotamia y en Egipto del 3º al 1º milenio antes de J.C”, por Eric Toussaint basado en la síntesis histórica presentada por Michael Hudson, doctor en economía, en varios artículos y obras: “The Lost Tradition of Biblical Debt Cancellations”, 1993, 87 páginas; “The Archaeolgy of Money”, 2004.
2 Información extraída del libro “Debt: The First 5000 Years”, David Graeber, Melvillehouse, New York, 2011, 542 páginas.
3 Información extraída del libro “Profit without Producing. How finance exploits us all”, Costas Lapavitsas, Verso, London – New York, 2013, 394 páginas.
4 El shadow banking es el sistema bancario que queda fuera del marco regulatorio y que por tanto no puede ser supervisado ni medido. El mercado de derivados, por ejemplo, es parte de este sistema.
6 Deuda ilegítima: Es aquella contraída por un gobierno que no ha destinado los recursos generados al beneficio de la población. Es aquella que ha propiciado violaciones de los derechos humanos o impactos perjudiciales sobre la naturaleza. Es aquella derivada de una política fiscal regresiva, que beneficia a unos pocos, y que es permisiva con el fraude fiscal, reduciendo así los ingresos del Estado. Extraído del libro “¿Por qué no debemos pagar la Deuda?”, por la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda. Editorial Icària, 2013. Más definiciones y ejemplos de deuda ilegítima se pueden encontrar en el libro “Els crims del deute. Deute il·legítim” por Laura Ramos. Editorial Icària, 2006.