De cómo el mercurio se convirtió en un problema ambiental en el mundo



Durante mi niñez pasé muchos momentos entretenidos jugando a pasar algunas gotas de mercurio entre mis manos mientras esperaba que mi padre, un dentista, terminara de atender a su último paciente del día.

El elemento que responde al símbolo Hg en la tabla periódica (del griego hydrargyros, o "plata líquida") sigue siendo ampliamente utilizado en empastes dentales, en forma de amalgama con otros metales. También se emplea en otros campos como la medicina, la industrialización del cloro, los plásticos, las luces compactas fluorescentes y la producción de oro.
Tuvo que ocurrir una gran calamidad para que la sociedad tomara consciencia sobre los peligros para la salud que produce el uso indiscriminado del mercurio.
En 1956, en una remota aldea de pescadores de Japón, donde una planta química había estado vertiendo -durante décadas- grandes cantidades de mercurio en la bahía de Minamata, el envenenamiento a gran escala de personas y animales atrajo la atención del público en general. El mercurio se bioacumula en el medio ambiente mediante la ingesta de alimentos y agua. Con el tiempo, el elemento se concentra en organismos individuales luego de la contaminación de su ambiente cercano.
Descrita como la enfermedad de Minamata, esta severa forma de envenenamiento por mercurio es un síndrome neurológico debilitante causado por el consumo de organismos marinos fuertemente contaminados.
Dado que se vaporiza fácilmente, el mercurio puede transportarse por el aire y viajar enormes distancias, lejos de la fuente de emisión original. Debido al volumen significativo de mercurio que se emite como subproducto de procesos industriales, tales como la quema de carbón, la producción de metales y cemento, hoy en día se pueden encontrar rastros de mercurio en los lugares más remotos del planeta, contaminando el aire que respiramos y los alimentos que ingerimos.
La minería aurífera a pequeña escala es actualmente la mayor fuente de contaminación de mercurio lanzado al medio ambiente: es responsable del 37% de todas las emisiones mundiales. El mercurio disuelve fácilmente el oro hasta convertirlo en una amalgama, y como tal, es utilizado para extraer el metal precioso del mineral y sedimentos auríferos. Cuando los mineros calientan esta amalgama, el mercurio se evapora, dejando atrás oro puro.
Este proceso es empleado diariamente por cientos de miles de mineros a pequeña escala en países en desarrollo, poniendo en riesgo sus vidas y contaminando ríos y arroyos. Dado que la contaminación por mercurio se ha convertido en un gran problema a nivel mundial, desde mediados de la década de los 90 el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) ha estado financiando proyectos que contribuyen a reducir estas emisiones.
Pero todavía queda mucho por hacer. Sobre la base de estos y otros esfuerzos, la comunidad internacional recientemente acordó unir sus fuerzas a través de un nuevo acuerdo internacional -el Convenio de Minamata-, un nombre acertado para recordarle al mundo que nunca más debe permitirse que ocurra un desastre de tal magnitud.
En reconocimiento a su experiencia a la hora de brindar apoyo financiero para la implementación de otros acuerdos ambientales a nivel mundial, el FMAM ha sido elegido como el mecanismo financiero para este nuevo convenio.
En respuesta a una responsabilidad cada vez mayor, el FMAM incrementó significativamente su apoyo a países en desarrollo mediante la asignación de US$141 millones para iniciativas orientadas a la reducción del mercurio en los próximos cuatro años.
En noviembre, el Comité de Negociación Intergubernamental de la convención se reunirá en Bangkok por primera vez desde el tratado mundial acordado en octubre de 2013. Como una demostración de fuerza, 128 países firmaron el convenio; al día de hoy siete países se han convertido en partes de pleno derecho.
Esperamos que muchos más lo ratifiquen pronto. Estados Unidos también hizo historia como el primer país en firmar el convenio.
Esto es particularmente notable dado que Minamata es apenas el segundo acuerdo ambiental mundial que ese país ha suscrito como miembro pleno: el Protocolo de Montreal para la Protección de la Capa de Ozono, firmado en la década de 1980 fue el primero. Los principales países emisores, incluidos todos los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), también firmaron el convenio, expresando su intención de apoyar el cumplimiento de los objetivos del acuerdo. Si bien el Convenio de Minamata constituye un paso significativo hacia la protección de las personas y la naturaleza contra los peligros del mercurio, el trabajo real recién empieza.
Confiamos en que la reunión de noviembre en Bangkok servirá como el primer gran llamado para la acción concreta a nivel mundial.

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