Con pocos controles, el terrorismo nuclear es un peligro inminente
Alerta por la proliferación atómica y la falta de seguridad.En un foro de expertos internacionales se advirtió sobre la posibilidad de que redes extremistas accedan a material radioactivo.
Daniel Vittar
Un tren que transporta cabezas nucleares sufre un accidente en los Urales, Rusia, y provoca una explosión. Una avispada experta estadounidense descubre que detrás del desastre hay en realidad una oscura trama de militares corruptos para robar material y venderlo a mafiosos, que a su vez lo comercializan a terrorista. Esa es la ficción hollywoodense en “El Pacificador”. Pero, como siempre, la realidad la supera: sólo el año pasado hubo 146 “incidentes” graves con material nuclear o radiactivo en el mundo, de los cuales 47 tuvieron que ver con robos o pérdidas, y seis directamente con “actividades delictivas”.
El dato de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) demuestra que la seguridad de algunos arsenales nucleares es bastante dudosa, y la vulnerabilidad del mundo alarmantemente peligrosa. Mucho de este escenario tiene que ver con la fragmentación del bloque soviético tras el fin de la Guerra Fría y la dispersión de los arsenales nucleares, aunque también con el manejo de esa tecnología por países como Pakistán, India o Corea del Norte. Pero esta situación se agravó en la última década con el extremismo religioso de grupos como el ISIS y desprendimientos de Al Qaeda, que según los especialistas ampliaron sensiblemente el escenario del terrorismo nuclear.
Este complejo y espinoso tema fue debatido por más de 20 expertos de diferentes partes del mundo que se dieron cita esta semana en Buenos Aires en el seminario “Desafíos nucleares en la agenda de seguridad global 2015”, convocado por la Red de Líderes de América Latina y el Caribe por el Desarme Nuclear y la No Proliferación (LALN) y la Fundación NPSGlobal, que preside Irma Arguello.
La gran mayoría de ellos coincidió en destacar los riesgos efectivos de un eventual acceso de grupos terroristas a material nuclear, ante la falta efectiva de controles adecuados. Por eso reclamaron el compromiso de todos los países para aplicar normas globales vinculadas con la no proliferación de armas atómicas.
“Creo que deberíamos estar muy preocupados. Sabemos que hay muchos grupos terroristas que buscan conseguir armas nucleares. Al Qaeda, grupos extremistas en Japón, el ISIS en Siria. Son altamente preocupantes por su posición ideológica, ya que no tienen ningún tipo de límites en utilizar este tipo de armas contra la población civil”, dijo a Clarín el británico Ian Kearns, director del European Leadership Network.
Un par de datos resultan esclarecedores en este sentido. Existen alrededor de 17.000 armas nucleares en el planeta, propiedad de 9 estados. Pero están desplegadas en 14 países y circulando por los mares del mundo. Según LALN, a esto “se suma la presencia en más de 30 países de cantidades significativas de materiales nucleares aptos para ser utilizados en la fabricación de nuevas armas, lo que podrían ser objeto potencial de robos y tráfico ilícito”.
El australiano Gareth Evans, organizador de la Red de Líderes de Asia Pacífico, denuncia que ninguno de los estados con armas nucleares se comprometió a reducir sus arsenales. Por el contrario, sostiene que por “la magnitud de sus arsenales, sus existencias de material fisionable, sus planes de modernización de las Fuerzas Armadas, sus doctrinas establecidas y sus prácticas de implementación conocidas, tenemos que concluir que prevén la retención indefinida de armas nucleares”.
Joan Rohlfing, presidente de Nuclear Threat Initiative (NTI), dio un dato alarmante. “Sabemos que hay aproximadamente 2.000 toneladas de uranio y plutonio enriquecido dando vuelta por el mundo y que mucho de esto está en instalaciones no muy seguras. Deberiamos preocuparnos, porque hay agrupaciones terroristas que pretenden adquirir este material”. Según la especialista, con una cantidad de plutonio del tamaño de un pomelo, o de uranio altamente enriquecido que quepa en una bolsita de azúcar, un terrorista podría fabricar una bomba que podría arrasar una ciudad.
Actualmente uno de los fantasmas recurrentes para los especialistas es la temida “bomba sucia”, término con el que se describe a los artefactos explosivos que diseminan elementos radiactivos en la atmósfera. Son relativamente fáciles de construir porque combinan explosivos convencionales -como dinamita- con materiales radioactivos en forma de polvo o gránulos. Su peligro no se basa en el estallido, sino en la atroz contaminación que provoca en la zona, algo que perdura durante décadas.
Ian Kearns destacó que las “bombas sucias” son hoy el principal peligro, ya que “hay mucho más material y es mucho más fácil para estos grupos terroristas echar mano a este tipo de material”. “En primer lugar hay demanda, pero también hay suministros”, señala. Para luego explicar que “hay muchos países con materiales nucleares que no están seguros, y también hay redes ilícitas muy extendidas”. “Hay claras evidencias de movimiento de misiles. Y si usted suma todo esto, no podemos estar muy tranquilos”.
Kearns cuenta que en la ciudad de Nueva York se llevaron a cabo experimentos para determinar el efecto que tendría una bomba sucia. “Si bien el área de destrucción no es la mismo que una bomba atómica, se pudo determinar que una explosión de ese tipo en el centro de la ciudad afectaría todo el distrito financiero, y lo haría por décadas”.
Fuente: clarin.com - Imagenes: sabersiocupalugar.blogspot.com